miércoles, 6 de febrero de 2019

Teología de la belleza. Por Rafael Gutiérrez Amaro

Al final del siglo XX irrumpió con fuerza en la teología lo relativo a la belleza. Camino privilegiado para encontrar la verdad y el bien, porque nos acerca directamente al corazón y al alma; pues en ellos existe, vive, se desarrolla, crea.

La teología de la belleza en ningún sitio ha recibido tanta atención como en Italia, en el contexto de su inmenso patrimonio artístico cristiano, de una muy gran belleza y hermosura.

De entrada, es oportuno trazar un breve panorama sobre el fenómeno de la belleza. Se define en relación a nuestra sensibilidad:

~ Se suele decir que es el "resplandor de lo bueno", y también el resplandor de lo verdadero o de lo auténtico.


Los géneros de la belleza podrían ser:

1. La belleza ontológica y trascendente de la realidad, que a veces se nos manifiesta con mucha fuerza:

a. En los grandes espectáculos de la naturaleza:

Los cielos, el mar, los bosques.

b. Pero también en los pequeños:

La maravilla de las flores, de los seres vivos o de la impresionante estructura y génesis de la materia.

¿Cómo es posible que las cosas sean tan fascinantes?

Hay en ellas un componente de misterio y trascendencia que refleja la bondad de Dios: "Vio Dios que era bueno".

2. La belleza de las artes plásticas:

a. De los objetos.

b. Y también de las acciones:

Ceremonias, ritos, danzas...

Ideadas y creadas por los seres humanos con valores de armonía, brillantez, sugerencia y nostalgia.

3. La belleza de la verdad.

a. Que se descubre especialmente cuando captamos grandes panoramas de sabiduría o de las ciencias, también de las matemáticas.

4. La belleza moral de los comportamientos nobles y heroicos, plasmados especialmente en la santidad.

5. La Liturgia ofrece un género combinado de belleza, al reunir muchos elementos de belleza plástica, con la profundidad de la palabra, la oración, la celebración del misterio. todo con un sentido de trascendencia y santidad.

Cuando la belleza artística de la creación humana no conecta con la belleza ontológica y trascendente de la realidad o con la belleza moral que la dignidad del ser humano reclama, se reduce a esteticismo.

La famosa frase de Dostoievsky:

~ "La belleza salvará el mundo"

Ha tenido un fuerte eco en todo el siglo XX.

Verdaderamente: ¿Se trataba de una iluminación?, como declaró Alexander Solzhenitsyn en su discurso de recepción del Premio Nobel en 1970.

Dostoievsky, profundamente marcado por la experiencia del mal, pero también del bien que anida en las profundidades del alma humana, y consciente del peligro del nihilismo, puso esta frase en su obra. Es una pregunta del que vive con sus estándares de bondad en un mundo pervertido y que choca con su entorno.

Dostoievsky experimenta con esta figura el efecto de Cristo:

~ "Signo de contradicción"... Puesto para que se manifiesten las intenciones de muchos corazones.

A Dostoievsky:

"¿Es cierto, que dijiste alguna vez que la belleza salvará el mundo?"

~ No hay respuesta pero:

¡La vida del mundo refleja la belleza moral del amor compasivo, que convierte a los que se dejan conmover!

Es evidente que:

~ No brillan igual el amor que el odio.

~ No brillan igual la entrega que el pecado.

La belleza moral conmueve y señala dónde está la salvación.

En 1963, Hans Urs von Balthasar escribió un libro:

~ "Creíble es solo el amor".

En el que expone que sólo el amor es digno de fe.

Es una reflexión sobre la presentación de la fe cristiana para que sea creíble.

Y donde Dios se presenta como horizonte de las aspiraciones humanas.

Si, a Dios, no se puede llegar por la vía de la verdad y del bien, queda la vía de la belleza. Lo bello se ve bajo una forma en la que conecta directamente con el valor y la verdad.

¡Pero! ¿Bajo qué forma se presenta y se capta la belleza de lo cristiano?:

Hay que ir al núcleo, que es la muerte y resurrección de Cristo, misterio de amor divino que llega al abajamiento total.

Solo Dios es capaz de tanto:

~ "Tanto amó Dios al mundo que entregó a su propio Hijo".

De ninguna otra manera se manifiesta tan a fondo lo que es Dios.

Ahora llegamos a: "El arte del icono"

Este paso viene también de Rusia... El fascinante y último ensayo de Evdokimov, denominado:

~ "Teología de la belleza".

La belleza de los iconos es la belleza de la santidad de Dios presente, velada y radiante en la "pobre materia".

Cristo es: "El más bello entre los hombres", pero, en su momento cumbre, en su hora: "No hay en él parecer ni hermosura"

Paul Evdokimov (1901-1970), teólogo laico, forma parte de los intelectuales rusos que, huyendo de la Revolución bolchevique, se juntan en el Instituto de Teología Ortodoxa Saint Serge, de París.

Profundo conocedor de Dostoievsky, y al final de una vida marcada por el exilio y la desgracia de Rusia, se acoge explícitamente a la frase de Dostoievsky:"La belleza salvará el mundo" para reflejar su propia experiencia.

La explicación final del icono como pobre materia trascendida por la hermosura de lo que representa, viene precedida por un largo itinerario:

~ "La teología de la creación".

No se trata de la belleza física. No es esa la que intentan reflejar los iconos.

Sin rehuir del planteamiento cristológico de fondo, el episcopado italiano ha tendido un puente hacia el inmenso patrimonio cultural artístico cristiano que hay en Italia. Y ha creado un proyecto nacional, en unión con otras instituciones, que se llama:

~ "Vie della bellezza".

El final del siglo fue muy rico en este sentido. Uno de los más interesantes es el libro que edita el sacerdote jesuita Marko Rupnik, junto con el cardenal pidlík:

~ Teología de la evangelización desde la belleza.

En 1999, el Papa Juan Pablo II, publicó su importante:

~ "Carta a los artistas".

Carta que encontraría eco por todo el mundo.

También en 1999, Mons. Bruno Forte, presentó:

~ "En el umbral de la belleza".

Allí recorre la teología de San Agustín y Santo Tomás de Aquino entre otros.

Y no se debe olvidar la hermosa conferencia que el entonces cardenal Ratzinger mandó al meeting de Rimini, en 2002:

~ "La contemplación de la belleza".

Y el encuentro con los artistas, ya siendo Papa (21-XI-2009), Ratzinger reúne y combina las dos líneas de reflexión que aquí han salido: la más trascendente de la belleza de Dios manifestada en Cristo y en todo el misterio de la salvación, y la artística, sobre el trasfondo del arte religioso. A lo largo de toda su trayectoria Joseph Ratzinger ha sido un gran cantor de la belleza: de la santidad y del arte religioso, como los dos principales testimonios cristianos.

Por su parte, el Pontificio Consejo para la Cultura organizó en el año 2006 una asamblea sobre la Via pulchritudinis. Allí se explica la oportunidad de esta vía para llegar al bien y la verdad.

Y se profundiza en:

~ "La belleza de la creación, la belleza presente en las artes, y la belleza de la santidad de Cristo, que se prolonga en la liturgia cristiana".

El texto conclusivo se denominó:

~ "Caminos de evangelización y diálogo".

Estas ideas han sido obtenidas del trabajo, ciertamente enriquecedor, de Juan Luis Lorda en la Revista Palabra. De ellas he entresacado la pulpa de una fruta realmente exquisita. Al leerlo me pareció fascinante este mundo inmerso en la belleza y envuelto en la teología.

Dios que se hizo belleza en términos humanos para atraernos, para cautivarnos.

Dios que nos sorprende desde la sensibilidad.

Dios que otorga al amor una genuina esplendidez.

Dios que hace del arte una bella filigrana de amor; y al contrario: Dios que hace del amor una también bella filigrana del arte.

No hay comentarios:

Publicar un comentario