viernes, 9 de junio de 2017

El buen hacer de los capellanes castrenses.Por Francisco José Fernández de la Cigoña

(La Cigüeña de la Torre) Me constaba por testimonio muy próximo. En general son excelentes aunque como es natural también los haya deficientes y alguno impresentable.

Y el terreno que cultivan es de los mejores. La vida militar mantiene, más o menos pero seguramente bastante más que muchas otras, una serie de valores importantes: valentía, compañerismo, respeto, servicio, cumplimiento del deber, amor a la institución y a otras cosas que ella representa como la bandera, la patria…, sacrificio, riesgo… Incluso algo mucho más secundario como es el porte. No se ve al militar desastrado al menos cuando va de uniforme.

Claro que hay quiebras. Es un colectivo humano. Pero creo que en bastante menos proporción que otros. Porque hay conductas que merecerían el rechazo de todos sus compañeros. Incluso manifiesto.

Si a ellos se une una buena labor de la mayoría de sus capellanes, que además les acompañan en sus misiones no pocas de ellas con riesgo de la propia vida, se ven resultados francamente buenos. Como el que refleja el reportaje que os enlazo:

http://www.religionenlibertad.com/mas-230-legionarios-reciben-juntos-alguno-los-sacramentos-las-57281.htm

No faltará quien califique algunos de estos hechos de folklore. Por ejemplo la impresionante procesión del Cristo de la Buena Muerte de Málaga y sus actos previos. Algo habrá de ello. Pero oír sus voces rotas de tanto cantar su himno, ver a su Cristo levantado sobre sus brazos en esfuerzo más que notable… impacta. Y tras eso, hay algo. De amor y de presencia voluntaria. O a los jóvenes oficiales de Toledo perdiendo una mañana, entiéndaseme la pérdida, por acompañar, también voluntariamente a Cristo Eucaristía en el Corpus toledano. Y más masiva su presencia cuanto mayor era la hostilidad institucional.

Ayer cenaba con un pequeño grupo de amigos, dos de los cuales eran militares. De alta graduación aunque ya en el retiro. Y surgieron algunas anécdotas de compañeros dignísimos que hicieron en diversas ocasiones lo que tenían que hacer. Aunque contrariara al mando. Sin alharacas. Simplemente cumpliendo con su deber. A alguno le costó el generalato y algún otro no subir en él mayores escalas. Lo asumieron conscientemente y con toda dignidad.

Concluyo con otro ejemplo que también conocí. Un joven oficial partió a una misión de riesgo al frente de su Compañía. Llevaba una docena de escapularios del Carmen que allí repartió entre algunos de sus soldados. Con tal éxito que poco después reclamó a su madre que le enviara cien más porque muchos de sus soldados, y hasta de Compañías aledañas se los reclamaban. Y allí se fue su madre a buscarlos en conventos de carmelitas descalzas. Es muy posible que el único acto religioso de no pocos fuera sólo el llevar sobre sus pechos el escapulario. ¿Pero qué sabemos nosotros de lo que Dios y su Santísima Madre miden en sus altas balanzas de cristal? Estoy seguro de que a la Virgen no le molestaba nada, y hasta le agradaba, que unos hijos suyos, ajenos a toda práctica religiosa, llevaran sobre sus pechos su escapulario.

Sobre ese terreno aran, siembran, riegan muchos capellanes castrenses. Y con resultados. Como los que refleja el reportaje.

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