martes, 26 de enero de 2016

La “X” de Pablo Iglesias. Por Guillermo Juan Morado.



Hoy me he enterado, porque ha sido noticia, de que, en la Declaración de la Renta, Pablo Iglesias ha marcado la “X” a favor de la Iglesia y, también, a favor de otros fines sociales. Ha hecho lo mismo que yo hago cada año. Con la diferencia de que sus ingresos son mucho mayores que los míos; o sea, que ha ayudado económicamente a la Iglesia más de lo que yo podría ayudar nunca – o, al menos, hasta ahora - .

Hay personas que cuestionan el sistema de asignación tributaria, según el cual un pequeño porcentaje de los impuestos que se pagan se destina, si el declarante así lo desea, a la Iglesia y/o a fines sociales. Y estos cuestionamientos proceden tanto del ámbito “laicista” – por entendernos – como del ámbito “católico”. Unos dicen, simplificando, que “el que quiera religión que se la costee”. Otros, que la Iglesia ha de ser libre y que no puede estar pendiente de que Hacienda facilite que los fieles ayuden a su sostenimiento.

Comprendo que hay razones a favor y en contra. Pero yo sí apoyo la asignación tributaria. Y lo hago por varios motivos:

- Porque es bueno que los ciudadanos – los contribuyentes – puedan decidir, al menos en una mínima parte, a qué se deben dedicar sus impuestos y a qué no. La Iglesia Católica se enfrenta cada año a una especie de referéndum, de la que no sale mal parada: muchos ciudadanos – y la soberanía política reside en los ciudadanos – quieren, voluntariamente, que una parte de lo que pagan vaya a la Iglesia. Sobre otras muchas cosas no se nos deja optar: nos guste o no, el dinero de nuestros impuestos financia partidos políticos, sindicatos y hasta abortos. Nadie nos concede el “derecho a decidir”.

- Porque creo que el Estado ha de respetar – y facilitar – el derecho a la libertad religiosa de los ciudadanos. Muchos españoles quieren tener cerca una parroquia, una iglesia, un centro de culto. Y, por ello, están de acuerdo con que, a ese fin, se destine un pequeño porcentaje de los impuestos que pagan. Porque los católicos son ciudadanos, y pagan impuestos.

- Y muchos otros, como Pablo Iglesias, católicos o no, consideran que la Iglesia hace bien a la sociedad. Es una falacia pensar que una cosa es Cáritas y otra la Iglesia. Cáritas tiene una primera célula de atención a las personas en las parroquias. Y el dinero de estas Cáritas parroquiales procede de los donativos que, en la Misa de cada primer domingo de mes, ofrecen los católicos practicantes.

Pero la Iglesia hace bien a la sociedad no solo por Cáritas – aunque sin Iglesia, no habría Cáritas – sino porque, como dice Jesús, “no solo de pan vive el hombre”. La Iglesia anuncia a Jesucristo y, de este modo, da sentido y esperanza a la vida de los hombres.

Suprimir la asignación tributaria – la famosa “X” – causaría a la Iglesia, hoy por hoy, un enorme daño. Los más perjudicados serían los más pobres: los que viven en parroquias pequeñas, en zonas rurales, donde sería imposible que muy pocos fieles sostuviesen el culto. La supresión de la “X” no afectaría, apenas, a las parroquias grandes de las ciudades.

En España tenemos pocos sacerdotes, y ya mayores. Si tuviesen que buscarse un trabajo civil para vivir – y, a cierta edad, eso casi no es posible -, se resentiría la atención pastoral. Y, desde luego, el número de parroquias se reduciría a la mitad.

Otras confesiones religiosas, si quisiesen, podrían escoger este tipo de ayuda. Si no tienen muchos fieles a los que atender, y muy dispersos, no les interesará hacerlo.

A la Iglesia Católica, sí – en mi opinión - . En pueblos muy pequeños ya solo queda la Iglesia.

La “X” de Pablo Iglesias está muy bien. Pero también es, en parte, una “X” – una incógnita – cuál sería, en la práctica, su política en asuntos religiosos. ¡Dios dirá!

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