jueves, 7 de mayo de 2015

Carta semanal del Sr. Arzobispo


Preguntas con respuesta

Ha vuelto a suceder con todo ese encanto que tienen las cosas bellas que te desafían por su intrínseca bondad. La cita anual de la marcha de jóvenes a Covadonga al comenzar el mes de mayo, nos ha llenado de alegría al asomarnos a ese espectáculo de auténtica esperanza viendo esa muchachada tan de su época y al mismo tiempo tan en sintonía con la propuesta cristiana: sin remilgos ni alharacas, sino con la sencillez propia de una edad que tiene su impronta, su ritmo y sus preguntas.

No hay nada más hermoso que poder suscitar en el corazón de los jóvenes el afecto por sus propias preguntas, esas que les embargan. No se trata de respuestas prestadas que no tienen que ver con ellos; menos aún respuestas intrusas con las que domesticar su libertad, acorralar su conciencia y achatar el horizonte al que cada día se asoman. Esto ya lo hacen otros, y desde muchos burladeros ideológicos que niegan derechos e imponen lo que nadie demanda (sucede con la clase de religión y el acoso y derribo desde la Consejería). También se da con los intereses barriobajeros que viven del bareto del alcohol a bajo precio, la movida del botellón, y las banalizaciones del sexo sin amor ni compromiso y de la droga sin cuento: todos ellos usan y tiran a los jóvenes, desde su interés o ideología.

Son las preguntas inmensas como infinitos son sus sueños, las que llenan el corazón de los jóvenes y que hay que acompañar con paciencia y respeto. Son ellos los que hacen su camino, ése para el que nacieron. Y no sirve el quitarse de en medio dejándoles solos. Saber acompañarles es lo que tenemos como el más bello y noble reto.

Pero toparte con casi 700 jóvenes que suben con su arzobispo, los sacerdotes y religiosas que nos acompañaron, los catequistas y profes de religión, hasta la Santina de Covadonga, es inmerecido y conmovedor. Salimos desde la parroquia de Cangas de Onís. Un pequeñín de sólo 9 meses, Antonio, se nos hizo presente para darnos la salida en la andadura diciéndonos sin saber hablar que la vida es larga, como bonita y guapa. Un veterano sacerdote de 82 años, D. Luis, acudió un año más para regalarnos su ilusión no marchita desde la atalaya de su edad. Entre estos dos testigos de una vida tan vivida o tan por estrenar, nos lanzamos bosque adentro subiendo nuestra montaña santa.

Escuchamos juntos el evangelio de los de Emaús. Aquellos dos fugitivos discípulos que, enfadados por lo sucedido en Jerusalén con su Maestro, se iban tristes a sus faenas de siempre, a su sudor cotidiano rumiando sin digerir lo que ellos pensaban que había sido un fracaso. Pero Jesús se hizo encontradizo para provocar sus preguntas, para que saliese su enojo y para que el escepticismo no terminara envenenándolos. ¿De qué venís discutiendo por el camino? Y ellos se lo contaron.

Esta era la pregunta que yo les hice también a los jóvenes: de qué habláis con los compañeros de clase, con vuestros padres y hermanos, con los amigos de pandilla o del barrio. Dejar que Jesús se cuele en medio de lo que llena el corazón de un joven, ayuda a poner nombre a sus sueños y empuja a mirar a sus retos de frente. Salta la alegría y la esperanza ya no es quimera, y los chavales son ellos mismos sin poses de beata y sin bronca antisistema. Porque con los tiempos que corren y la que está cayendo, ahítos como estamos de tanta movida encuestada, saturados por la cantinela vergonzante de demasiados corruptos a sueldo en personas y organizaciones sin que aquí no pase casi nada, es una bocanada de aire fresco saber que en Asturias hay una juventud cristiana.


+ Fr. Jesús Sanz Montes, ofm
Arzobispo de Oviedo

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