martes, 2 de septiembre de 2014

“HERMANA SALESA “SOR ANA JACOVINA”


Nace en 1.918 el seno de una familia humilde de Lugones. Es la última de cuatro hermanos: Isidro, Darío, Guillermo y ella, que lo hace con el nombre de Natividad. Su padre, Guillermo, trabajaba en la Fábrica de Armas Santa Bárbara; su madre, Mercedes, se dedicaba a las labores domésticas y al cuidado de los hijos.

Participa desde muy joven en misiones catequéticas y representaciones de teatro en su Parroquia de San Félix de Lugones, donde es muy querida y donde hizo muchas amistades con las que siempre (incluso durante su vida monacal) mantuvo el contacto, reuniéndose con frecuencia con algunas de sus amigas de ese tiempo.

La Guerra Civil le hizo vivir unos momentos muy duros y dramáticos en su vida, conviviendo de cerca con el hambre, la muerte y la injusticia. Fue capturada por “los milicianos” y aunque la respetaron en su integridad, la maltrataron por ser cristiana y estar vinculada a la Parroquia, obligándola a coser, limpiar, cocinar y hacer de asistenta para ellos.

En 1.951, con 33 años, entra en el Convento de las Salesas de Oviedo, que no abandonará ya nunca hasta su muerte, y en 1.958 profesa solemnemente como Hermana Externa. Con problemas de bronquitis crónica de la que tiene que ser tratada con frecuencia y una importante cardiopatía que afecta a su sistema vascular, fallece en su convento del Naranco a los 92 años el 11 de Junio de 2013, tras hacer en él sus Bodas de Oro como religiosa.

La Madre Superiora de este Monasterio, Mª Rosa, que amablemente nos recibe y nos facilita los datos que aportamos, la define como muy respetuosa, alegre y cordial; muy trabajadora (atendía la portería y se esmeraba con la gente que visitaba el convento). Discreta, obediente, caritativa y disciplinada; diciéndonos que su frase era: “Soy hija de la obediencia”. De profunda sensibilidad ante las desgracias (lloraba con facilidad) lo cual le llevó a colaborar activamente en ese campo, ubicando en una parte del monasterio a Padre Jesuita que atendía a niños desamparados para los que ella y toda la Comunidad cosían y cocinaban, atendiendo las necesidades de los pequeños.

Al final de la existencia de sus padres, su progenitor estaba medio ciego y desvalido, lo que hizo que la familia directa del mismo se lo llevasen con ellos para hacerse cargo de él. A su madre, totalmente demenciada y con alzheimer, se la trajo con ella al convento cuidándola con mimo y ternura hasta su muerte.

Descanse En Paz.

Feliz ejemplo de Religiosa y Lugonina.

Joaquín Manuel Serrano Vila , Párroco

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