jueves, 18 de abril de 2013

Y los laicos, ¿sirven para algo?

Por el Rvdo . Sr. Juan Luis Rascón Ors
 
Acabo de releer el libro que se ha publicado con las últimas meditaciones de Adviento que Raniero Cantalamessa predicó a la Casa Pontificia, con Benedicto XVI presente. Creo que ha sido un acierto su publicación porque a mí, que me apasiona el tema de la Nueva Evangelización, me ha confirmado muchas cosas que intuía y me ha ayudado a colocar algunas otras que tenía un poco deslavazadas. Creo que en sucesivos “posts” iré desgranándolas, según vaya viendo su aplicación en la pastoral de evangelización que queremos llevar a cabo en nuestras parroquias.
Voy a regalar el libro a todos los catequistas y “agentes pastorales” de mis parroquias y os recomiendo a todos que lo leáis. No dice nada nuevo, es verdad, pero me parece que acierta en situar históricamente la Nueva Evangelización, cosa muy útil para saber en qué punto nos encontramos en el plan de Dios, y también en el diagnóstico del mundo secularizado y post-cristiano en que vivimos. Otro acierto que tiene el libro es una propuesta de partida para la Nueva Evangelización.
 
El título del libro es “Como la estela de una nave”. Es la imagen que usa el autor para que nos demos cuenta de que, al igual que un barco que atraviesa el océano abre su marcha en un punto que luego va dejando tras de sí una estela, la Iglesia, desde su origen, va abriendo su misión entre los pueblos en un punto que sería el Primer Anuncio o Kerigma, el anuncio escueto de la salvación, y luego, como una estela, va dejando, en su paso por la historia, la doctrina, la tradición, sus instituciones y su vida sacramental y comunitaria.

 
 
Es muy sugerente esta imagen para que veamos que el hombre de hoy, secularizado y post-moderno, ya no está en la “estela” de la Iglesia. Como dice el predicador de la casa pontificia: “Elegir como punto de partida la doctrina y las instituciones puede ser un handicap al enfrentarnos al hombre que ha perdido todo contacto con la Iglesia y no sabe quién es Jesús. Primero se necesita ayudar al hombre a establecer una relación con Jesús. El método para hacer esto dependerá de nuestra capacidad creativa. Aquellos que respondan al anuncio se unirán, también hoy como entonces a la comunidad de los creyentes, escucharán las enseñanzas de los apóstoles y participarán en la fracción del pan; no se acepta a Jesús por la palabra de la Iglesia sino que se acepta la Iglesia por la palabra de Jesús.”
Si queremos reevangelizar no podemos empezar desde cualquier punto de la “estela” sino desde la punta. Hay que ayudar al hombre de hoy, que no tiene contacto con la Iglesia, ni con sus sacramentos e instituciones y ya no sabe quién es Jesús, a establecer una relación con Jesús. Hacer con él como hizo Pedro el día de Pentecostés con las gentes que le escucharon. Tocándole el corazón, llevarle al punto de aceptar a Jesús como su Señor y Salvador. Aquí es donde entran en juego los métodos de primer anuncio. Lo bueno es que son solo métodos, son la puerta de entrada, por tanto tienen una transversalidad, es decir, son útiles para todos, no son patrimonio de un Movimiento o de una espiritualidad. Son necesarios para todos y no son de nadie. Cada uno de nosotros debe revisar si sus métodos tardicionales que cosecharon gran éxito en el pasado no estarán ahora resultando inútiles porque primero hay que romper “el agua” con la proa de la nave para luego ir creando una estela.  Yo en mis parroquias, por ejemplo, me doy cuenta de que no se evangeliza “invitando a misa” o a “grupos” porque estos suponen la fe. Es verdad que llevar a alguien ante la Eucaristía o la Confesión es ponerle ante Jesús, pero requiere la fe, por tanto será necesario primero suscitar esa fe. Por tanto lo primordial en la pastoral de la parroquia ha de ser ponernos en disposición de hacer un primer anuncio de Jesucristo para luego incorporar a los convertidos.
 
 
En el libro de Cantalamessa se dice algo que todos sabemos pero no se si nos lo creemos. Que los protagonistas de esta Nueva Evangelización son los laicos. Los laicos que yo conozco creen que el protagonista de la Nueva Evangelización es el cura, o sea yo, y que su tarea es ayudarme. Yo les trato de convencer de que no es así, sino que son verdaderamente responsables de la Evangelización. Ellos tienen una presencia en el mundo que yo no tengo. Una presencia que tiene un efecto multiplicador por efecto “contagio” y “dominó”. No puede ser que los laicos sean meros espectadores de cómo el cura hace el primer anuncio, hay que hacerles capaces para que con su testimonio y de palabra anuncien el kerigma a sus iguales como la cosa más natural del mundo.

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