miércoles, 16 de noviembre de 2022

No merece la pena dejarse la piel. O sí. Por Jorge Juan Fernández Sangrador

Se escucha mucho esa expresión: yo es que me estoy dejando la piel. También, cómo no, en nuestro mundillo eclesial. En general, y hoy sí voy a hablar del clero de Madrid, somos trabajadores, entregados, dedicados a nuestra tarea pastoral. Habrá excepciones, dónde no, pero somos curas que, con aciertos y desaciertos, puedo decir que nos dejamos la piel en nuestra tarea. Reconocimiento también para tantos compañeros, sobre todo párrocos rurales, que con docena, docena y media de parroquias, o incluso más, se multiplican.

Hay cosas por las que merece la pena dejarse la piel: facilitar el acceso a la gracia, celebrar los sacramentos, garantizar una correcta transmisión de la fe. Merece la pena dejarse la piel en estar cerca de la persona que sufre. Y posiblemente nada más. Y nada menos.

El problema está en los berrinches y disgustos que nos llevamos en cosas que no lo merecen. Es verdad que hay que ser fieles en lo poco para que se nos considere de fiar en lo importante, pero tampoco hay que estar todo el dia en permanente huelga de celo a la japonesa llevándonos sofocones y teniendo enfrentamientos con la gente por cosas secundarias, que una cosa es explicar e ir poco a poco, y otra estar todo el día arremetiendo.

Yo les pongo ejemplos, sobre todo de mi vida de cura rural, de cosas por las que no voy a dejarme la piel:

- Las tan temidas e inevitables flores de plástico. Me he cansado. Pongan lo que quieran y a ver si poco a poco…

- El traje de la Virgen del día de la fiesta. Como gusten mientras no sea de cabaretera.

- La música de la entrada de la bodas de Fulanita. Mientras sea clásica o de película aceptable, no vamos mal. Me opongo a que sea de “Nueve semanas y media".

- El vestidito de comunión de Yessica María o David Antonio. No haré especial problema.

- El horario de la misa y la procesión del día de la fiesta. Lo que tengan costumbre.

Podríamos poner todos muchos más ejemplos. ¿Ustedes creen que merece la pena montar una bronca gorda por el traje de la Virgen? No seré yo.

Dicho esto, que nadie me acuse ahora de pasota integral, que de eso nada, porque servidor tiene su carácter, afortunadamente, y hay aros por los que no paso y antes muerto que ceder en algunas cosas:

- Misa a diario. Y que no falte.

- Liturgia según manda el misal.

- Doctrina de acuerdo con el catecismo.

- Disponibilidad para confesar.

- Culto al Santísimo Sacramento.

- Ornamentos necesarios y bien cuidados.

- Enfermos atendidos.

- Preeocupación real y eficaz por los pobres.

Oiga… ¿qué más le da casulla que no casulla, misal o plegaria eucarística inventada? Me dejo el pellejo. De eso nada. Las cosas bien hechas.

Y ya ve usted, si dos se quieren, sean hombre y mujer, y no están casados como Dios manda, o dos mujeres o dos hombres, ¿por qué no les da la comunión? Porque no se puede y no me da la gana. Y me dejo la piel.

Como me la dejo en garantizar la adoración al Santísimo aunque alguna vez haya estado yo solo. Merece la pena.

Por supuesto que podemos poner ahora mil matices. Lo sé, pero supongo que me comprenden.

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