jueves, 24 de noviembre de 2022

La necrópolis tardorromana de Paredes (Lugones)

Parque Principado antes de la construcción.

Así eran las tumbas halladas en la excavación de Parque Principado: fosas con “cubierta capuchina”, ataúdes de roble y ofrendas de joyas y comida para el más allá

La población a la que se vincula la necrópolis tardorromana de Paredes (Siero) veneraba a sus muertos y les honraba con celebraciones conmemorativas en fechas señaladas como la del nacimiento o el fallecimiento

Zona donde se ubica la reproducción de la tumba, en una de las zonas de aparcamiento.

(lne) En la zona de aparcamiento de Parque Principado, frente al gran supermercado que acoge el centro comercial, se eleva un túmulo cubierto de hiedra sobre el que se aprecia una especie de gran escultura metálica en forma de cubo. De lejos, el lugar da la impresión de ser solamente un elemento decorativo del espacio. Para las miles de personas que transitan a diario el concurrido complejo, este punto pasa desapercibido. O al menos muy pocos saben cuál es su origen y su finalidad: recuerda la necrópolis tardorromana hallada en el entorno cuando se iniciaron las obras de construcción de la gigantesca área comercial y reproduce una de las más de treinta tumbas encontradas. Fue 1997 el año en que se produjo un hallazgo que también permitió localizar junto a los enterramientos decenas de piezas que conformaban los ajuares funerarios, tales como jarras de vidrio, vasijas de cerámica, utensilios diversos como un par de rudimentarias tijeras, abalorios y collares o restos de tachuelas del calzado de la época.

Detalle de la reproducción del enterramiento, con ofrendas cerámicas y el fallecido cubierto con paño.

En realidad, el túmulo tiene en uno de sus extremos un camino de acceso y un recorrido de paneles explicativos que van conduciendo hasta la reproducción de una de las tumbas. Pero rara vez se ve a alguien acceder al pequeño montículo, pese a que lo que muestra merecería ser más conocido. La réplica del enterramiento que se puede visitar está realizada a escala, dentro de una gran urna metálica y de cristal, sobre la que se refleja la gran escultura que preside este punto. Dentro se aprecia cómo eran las sepulturas que se preparaban para los enterramientos: una fosa forrada con mampostería de ladrillos y cubierta de regula con una especie de tejado a dos aguas. Esta modalidad, precisa la información que se ofrece en los paneles, es conocida como “cubierta capuchina”. En el interior se replica también una figura humana con el rostro cubierto con un paño. “Todo difunto pasaba por un meticuloso proceso antes de ser enterrado. Era vestido y calzado, se le introducía en una caja de madera de roble con clavazón metálica, el ataúd se depositaba en el interior de una fosa y, en la mayoría de casos, se cubrían con regula (teja plana) e ímbrica (teja curva) formando un tejadillo”, describen los textos explicativos en el lugar. La acidez del suelo no permitió que se conservaran restos óseos, pero los estudios realizados con el material documentado en la excavación hicieron posible concluir que el rito funerario utilizado era la inhumación.

Reproducción a escala de una de las tumbas, que puede verse en una de las zonas de aparcamiento de Parque Principado.

Las ofrendas halladas en los enterramientos se depositaban con la creencia de que “impulsaban al difunto a cruzar el camino y le ayudaban en su nueva vida”. “Una de las tradiciones más comunes era depositarlas en el interior de las tumbas. De este modo se expresaba el dolor de las familias. La mayoría de las veces se ofrecían vasijas y jarras de cerámica y vidrio con provisiones para que el muerto pudiera comenzar su vida en el más allá”, explica la información que puede leerse en el recorrido. Muchas de estas piezas, algunas de vidrio, de gran finura en el diseño y en la talla, están expuestas en el Museo Arqueológico de Asturias, en Oviedo. Entre las ofrendas también se aportaban utensilios relacionados con la profesión del difunto. Así, se hallaron tijeras en las tumbas numeradas como 29 y 32, aunque solo en la primera la pieza estaba completa. Se trata de útiles tipo “pinza” y “representan el ajuar de pequeños profesionales de las comunidades rurales bajorromanas, carpinteros o herreros, oficios imprescindibles en las sociedades campesinas”. También se acompañaba a los fallecidos de perfumes o productos cosméticos o alimentos como “gachas, legumbres, productos cárnicos o en salazón, huevos, etcétera”. En cuanto a la indumentaria y objetos de adorno personal de los muertos, se documentaron collares de pasta vítrea, anillos y las tachuelas del calzado de la época, “constatando el uso de las botas ‘clavetea’ identificadas en ocho de los enterramientos”.


En lugar ya había sido objeto de intervención arqueológica durante los años 70, dirigida por
 José Manuel González, que identificó restos de herramientas líticas del Paleolítico Inferior.

¿Pero qué más información fue posible obtener a partir de los hallazgos de la necropólis? Incluso, a través de los análisis de restos de polen en muestras de terreno de este punto, se pudo hacer un esbozo de cómo sería el paisaje y las condiciones ambientales de la zona en los siglos IV y V después de Cristo. Se concluyó que se daban “unas condiciones más o menos templadas”, actividad humana en el lugar y se constató “la existencia de un paisaje relativamente abierto, con pinos, robles y castaños”, donde el “componente arbusto es escaso y el estrato herbáceo variado, no pudiendo hablarse de ningún elemento dominante, aunque los porcentajes de leguminosas resultan algo más elevadas que el resto”. Hace ya más de 21 años que se inauguró el gran complejo comercial que atrae a asturianos de todos los municipios de Asturias –abrió sus puertas un 23 de abril de 2001- pero, pese a que el lugar del hallazgo esté dignificado, la mayoría de los visitantes desconoce esta parte de la historia que se desenterró gracias a las obras del centro, ubicado a escasa distancia del punto donde se identificó la villa romana Monte les Muries, el núcleo de población al que se supone que podría estar vinculada la necrópolis. Sus moradores no olvidaban a sus fallecidos: en los aniversarios de nacimiento y muerte los familiares “se reunían en el lugar de enterramiento y adornaban las tumbas” y “también durante las conmemoraciones anuales oficiales, en febrero (parentalia) y mayo (lemuria), cuando se creía que los espíritus de los muertos volvían a casa y debían ser agasajados, se hacían sacrificios en las tumbas, se celebraban comidas y en ocasiones se depositaban en los enterramientos alimentos y vino a través de conductos en la tierra”.


Ubicación del túmulo (zona verde) donde está la reproducción de las tumbas. Se ve su situación respecto 
a dos centros comerciales conocidos, en el complejo de Parque Principado en Siero, Asturias.

FUENTE: PAULA TAMARGO. Publicado por La Nueva España el 05·12·21. Ver enlace.

Romanos en el centro comercial

Actualmente puedes acceder cómodamente al túmulo con paneles explicativos que explican el yacimiento. 
Además, se ha hecho una reproducción de una de las tumbas que se puede ver a través de un acristalamiento.

La necrópolis de Paredes estrenó paneles cuando se cumplieron diez años de su descubrimiento

La tumba recreada es la número 1, que se reconstruyó parcialmente, incorporando elementos originales de la 
tumba, con reproducciones de objetos y de las ofrendas, así como del cuerpo amortajado que se depositó en su
 interior y que no se conservó por la acidez del suelo.

Algunos yacimientos arqueológicos son para el común de la gente como textos escritos en un idioma ajeno. Verlos no aporta nada sin alguien que traduzca su contenido. La necrópolis tardorromana de Paredes (Siero-Asturias), que se alza en un túmulo en el aparcamiento del centro comercial Parque Principado, fue descubierta en 1997, cuando se empezaron a hacer las labores de desbroce para la construcción del gran complejo. En el año 2007, se instalaron en el túmulo varios paneles que explican lo que se encontró en él. Es un conjunto de tumbas de los siglos IV y V después de Cristo, sobre una superficie de unos 400 metros cuadrados. Según consta en el informe de la investigación, las tumbas están construidas con ladrillo y «tegula» (teja) romana, que en su mayoría presentan un estado de conservación no muy bueno. Incluso se ha apreciado que algunas fueron saqueadas hace varios siglos. En total, aparecieron 37 enterramientos, en ataúdes de madera de roble. Además, se hallaron 30 piezas de vidrio, jarras y vasos. La encargada en su día de dirigir las excavaciones, Otilia Requejo, dijo entonces que se conocía la existencia de restos romanos en esta zona, algunos de los cuales habían aparecido durante el proceso de construcción de la autopista «Y».

Pese a que se encontró en 1997, los trabajos de restauración del túmulo se demoraron mucho, y no comenzaron hasta entrado el año 2005. En el retraso debió de influir la sustitución del proyecto inicial por uno nuevo. Pasado el tiempo, el túmulo se había rehabilitado, pero faltaban los paneles explicativos. Sin ellos, la visita tenía poco sentido, ya que la mayoría de los restos hallados ya no está en los terrenos. En su lugar, hay sólo un sendero, unos dibujos con piedras en el sitio exacto donde había tumbas, una reproducción, cubierta con un vidrio bajo un alero, de una de las tumbas encontradas, y tres grandes cajones que, según aseguraron los técnicos, protegen zonas donde podrían proseguirse las excavaciones en un futuro. Ahora, los visitantes tienen la oportunidad de conocer las costumbres de la vida y la entrada en la muerte de sus antepasados, y sorprenderse de lo que ha cambiado el mundo al comparar los usos y herramientas de entonces con lo que se llevarán poco más tarde, al salir del centro comercial.

Planta de la tumba nº16.

FUENTE: MANUEL NOVAL MORO. Publicado por La Nueva España el 02-10-2007. Ver enlace.

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