sábado, 29 de febrero de 2020

Un hijo de Don Marcelo para la sede de San Ildefonso. Por Rodrigo Huerta Migoya

Hace ya años que los rumores sobre quién sería el próximo arzobispo de Toledo estaba al orden del día, acrecentado por la delicada salud de Don Braulio en los últimos tiempos; desde esta pasada navidad ya sabemos quién es.

También hubo "quinielas" considerando que quizá encajara mejor para la sede toledana la personalidad de nuestro arzobispo Monseñor Sanz, muy conocedor de ésta por su formación en ella y de un perfil humano y pastoral más que adecuado para la misma; aunque finalmente, la diócesis castellano manchega y extremeña -Guadalupe- se lleva a un extremeño de formación toledana, de sacerdocio vallisoletano y episcopado cacereño.

Estoy seguro que Don Marcelo desde el Cielo lo está celebrando, viendo a su querido Paco Cerro preconizado como nuevo Metropolitano. Don Marcelo siempre le llamaba cariñosamente así, y así le ha quedado al pobre que aún hoy de esta forma es identificado. Recuerdo que en una ocasión estaba yo en la librería diocesana de Madrid -pues habíamos ido con Don Joaquín todos los monaguillos de Lugones- y yo quise ir a esta librería pues imaginaba que tendrían muchos libros que no llegan a la de Oviedo. Estando allí entró un sacerdote de la curia capitalina de riguroso "clerigman" preguntando en voz alta: ¿Ya os ha llegado el último libro de Paco Cerro? Yo me giré asombrado de la confianza, y éste al verme dijo: bueno; perdón, de Don Francisco...

En mi biblioteca personal tengo buena parte de las obras de D. Francisco Cerro y espero completar la colección. Sus libros, sencillos pero bastante pedagógicos, siempre me han supuesto un alimento espiritual desde el primero que cayó en mis manos ''Aprender a orar orando'', hasta el último que me he leído: ''La trampa se rompió y escapamos''.

Para un devoto como yo del Sagrado Corazón no es difícil ser admirador de este pastor que ha consagrado su ministerio episcopal en dar a conocer el amor de Dios a través de la evangelización de los pobres. Así lo reza su escudo episcopal: Cor Jesu fons evangelizationis pauperibus.

Extremeño de Malpartida de Cáceres, inició sus estudios eclesiásticos en el Seminario de Cáceres, pero terminó en el de Toledo donde fue ordenado sacerdote. Allí, siendo coadjutor de la Parroquia de San Nicolás, inició su aventura de escritor en 1984 al publicar el librillo ''Una expresión de alegría''. Cuenta la historia de Sagrario Fernández Jiménez, una niña mística de su Parroquia popularmente conocida como ''Sagrarito''.

En Toledo colaboró también en la Parroquia de Santa Teresa en la pastoral juvenil, como Consiliario de la Archidiócesis y en la dirección de la Casa de Ejercicios. Amplió estudios en Roma, licenciandose primero y doctorándose después. También estudia en Salamanca "Teología para la vida Consagrada". Es uno de los mayores expertos en la figura y escritos de San Rafael Arnaiz, así como un gran defensor de la religiosidad popular.

Considerado uno de los principales fundadores de la "Fraternidad Sacerdotal del Corazón de Cristo"; se le identifica igualmente como discípulo del P. Mendizabal y una de las personas más próximas al Cardenal Don Marcelo, el cual le llegó a insinuar en una carta que su futuro pasaría por el orden episcopal cuando le escribió a modo de anuncio: ''Quizá tú continuarás ordenando presbíteros''.

Aunque era uno de sus colaboradores más fieles y uno de sus sacerdotes más queridos, Don Marcelo, por amor a la Iglesia, a su Valladolid querido y al Corazón de Cristo, ofreció este valioso hijo suyo a la archidiócesis vallisoletana para restaurar espiritualmente el olvidado Santuario de "La Gran Promesa" de Valladolid. No había sacerdote mejor indicado que Don Francisco para aquella misión, pues no eran muchos los presbíteros en España tan enamorados del Corazón de Cristo como Cerro Chaves.

Se incorpora a la diócesis de Valladolid en 1989 siendo Arzobispo Monseñor Delicado Baeza; aquí trabajará dieciocho años. Los trece primero con Monseñor José Delicado, y los cinco último con Monseñor Braulio Rodríguez, al que ahora sustituirá en Toledo.


En la ciudad del Pisuerga, además de Rector-Capellán del Santuario Nacional de la Gran Promesa, fue director del Centro de Formación y Espiritualidad del Sagrado Corazón de Jesús, Director Diocesano del Apostolado de la Oración, Delegado de Pastoral Juvenil, miembro del Consejo Presbiteral y profesor de Teología Espiritual en el Estudio Teológico Agustiniano de Valladolid.

En veintiuno de Junio de 2007 fue preconizado obispo de Coria-Cáceres por nombramiento del Papa Benedicto XVI, recibiendo la ordenación episcopal el dos de Septiembre de dicho año en la plaza de Santa María, frente a la fachada de la Concatedral de Cáceres.

De Valladolid regresó a su diócesis de origen, la cual había dejado atrás para formarse en Toledo. Ahora, tras doce años de episcopado en su tierra natal, regresa a la diócesis de su formación, en la que fue ordenado sacerdote y donde vivió los primeros años de su ministerio.


¿Qué le diría Don Marcelo hoy? Me imagino que con su semblante serio y su voz ronca, con perfecto acento castellano le diría: ''Paco; ¡adelante, adelante, adelante!''.

Dios bendiga el nuevo ministerio de Don Francisco y el de todos nuestros Pastores.


''El Corazón de Jesús ha sido la fuente de mi alegría y mi gozo siempre, y nunca me ha fallado; amigo que nunca falla'' (Francisco Cerro Chaves)


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