jueves, 24 de agosto de 2017

Papa Francisco: «La muerte y el odio no tienen la última palabra»

En unos días especialmente trágicos y convulsos, el Santo Padre no se ha privado de hablar de esperanza. En la audiencia general de este miércoles ha continuado con su ciclo de catequesis sobre esta virtud cristiana, una esperanza que «nos quiere edificar».

Pero primero, el Papa Francisco ha recordado las tristezas que sacuden a muchos lugares del mundo, entre ellos y de nuevo, Barcelona: «He saludado a algunas personas de Barcelona: ¡Cuántas noticias tristes de allí! He saludado a muchos del Congo, ¡y cuántas noticias tristes de allí!, por citar sólo algunas». Ha enumerado otras de estas «noticias tristes» que nos trae la crónica de nuestros días, como «el rostro de horror de los niños en las guerras, el llanto de las madres, los sueños rotos de muchos jóvenes, los refugiados que afrontan terribles viajes y son tantas veces explotados...».

Sin embargo, y quizá precisamente para responder a esta lista de llagas en la Humanidad, el Papa ha ofrecido una profunda y consoladora catequesis en la que ha explicado que no podemos quedarnos en que la Creación de Dios sea solo este relato sombrío. Si bien ha reconocido que «hay un Padre que llora con nosotros, un Padre que conoce nuestros sufrimientos», ese mismo Padre tiene preparado «un futuro distinto» en el que se cifra la «gran visión de la esperanza cristiana». Porque ser cristiano «implica una nueva perspectiva: Una mirada llena de esperanza»: «Creemos y sabemos que la muerte y el odio no son las últimas palabras pronunciadas sobre la parábola de la existencia humana».

Con esta frase, el Santo Padre no solo ha querido animar a los fieles, descorazonados por las distintas situaciones de dolor de nuestro tiempo, sino también dar una explicación de fe al sentido del sufrimiento. De ahí que haya invitado a todos a no pensar que «la vida del hombre no tiene sentido», sino que «lo mejor está por venir» porque «en el horizonte del hombre hay un sol que ilumina siempre». El Papa ha recordado a los fieles que esta es la esencia del cristiano y lo ha hecho con una comparación muy gráfica: El cristiano es una persona de primavera, «que ve los brotes de un mundo nuevo», más que una persona de otoño, «que ve las hojas amarillentas de las ramas».

Por último, el Papa Francisco ha invitado a tener confianza en Cristo, porque «el futuro no nos pertenece» pero es «Él quien nos espera al final, nos acompaña ahora y nos consuela en el camino»; y, sobre todo, porque «el Reino de Dios está creciendo como un gran campo, incluso en medio de la cizaña». Por eso el Papa ha apelado a hacer crecer la esperanza y ha recordado que en la Jerusalén Celeste, «será hermoso descubrir en ese instante que nada ha sido en vano, ninguna sonrisa ni tampoco ninguna lágrima».

En el turno de los saludos en italiano, el Pontífice no ha pasado por alto otro sufrimiento, el de los afectados por el terremoto del lunes en la isla italiana de Ischia. Fallecieron dos personas y hay numerosos destrozos, especialmente en el norte de la isla.

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