lunes, 7 de agosto de 2017

En las Fiestas del Carbayu

Homilía en la Fiesta de Ntra. Señora del Buen Suceso
Capilla del Carbayu. Domingo 6 de Agosto de 2017
Dn (7,9-10.13-14)/ Sal 96/ Pe (1,16-19)/ Mt (17,1-9)

1. Domingo de Transfiguración

Celebramos nuestra fiesta en un domingo especial, no es un domingo del tiempo ordinario al uso, sino que la Iglesia celebra hoy la antiquísima fiesta de la transfiguración, también llamada del Salvador (el verdadero patrono de la ciudad de Oviedo, cuyo culto sigue hoy tan arraigado al Camino de Santiago).

La Palabra de Dios de este día remarca de un modo singular lo que para el creyente es "su futuro". El profeta Daniel nos habla del mañana de un a Promesa, para después Pedro actualizarlo diciendo: ''Cuando os dimos a conocer el poder y la última venida de nuestro Señor Jesucristo, no nos fundábamos en fábulas fantásticas, sino que habíamos sido testigos oculares de su grandeza'' (Pe 1,16-19). Esto es lo que en teología escatológica llamamos "La Parusía",  es decir, ''cuando Cristo venga glorioso a juzgar a vivos y muertos'' (2 Tim 4,1).

El pasaje evangélico es justamente eso, un anticipo de lo que será nuestro mañana; nuestro futuro con Cristo. Jesús llamó a los más próximos y los llevó a parte para mostrarles que esto no es una fábula sino que es y será para el creyente una realidad. También nosotros cada vez que participamos en la misa somos testigos como los Apóstoles de ese anticipo en la "transustanciación": que este pan y este vino sean para nosotros "comida y bebida de salvación’’.

2. La altura de María

La fiesta del Buen Suceso también tiene algo que ver con la fiesta de la transfiguración; cuando uno viene al Carbayu desde Lugones, sube también de altura y la cota de nivel es más elevada. Geográfica y sobre todo espiritualmente, El Carbayu es para nosotros un pequeño Tabor, un lugar para estar en familia y con una Madre muy nuestra; donde uno puede decir como San Pedro:‘’Señor, que bien se está aquí’’(Mt 17,4).

El evangelio nos dice que Jesús, una vez transfigurado, apareció con vestiduras blanquísimas. También la Virgen del Buen Suceso lleva un vestido blanco que nos habla de su pureza y un manto azul cielo que nos anticipa su destino y el nuestro. De entre todas las mujeres -como rezamos en el avemaría- Ella fue elegida y asumpta al cielo precisamente por su perfección, por su pureza, por tener un corazón limpio en el que Dios pudiera llevar a cabo su plan redentor: el mejor "buen suceso" de la historia de la humanidad.

María es una mujer de altura, de caminos y de montañas como las nuestras. Ella, como buena madre lo sabía todo, lo asumía y callaba y lo meditaba en su corazón; sufría y gozaba siendo la primera creyente y el modelo para todos los demás. Como Ella y con Ella nosotros también queremos llegar a la cima, a esa meta que es Cristo ‘’monte de salvación’’, y Santa María es la ruta más segura, pues ella siempre nos conduce a Él.

3. El sentido de celebrar a la Virgen aquí en el Carbayu

Quisiera terminar con una pequeña historia infantil de catequesis que me parece resume muy bien cuál es el papel de la Santísima Virgen para nosotros hoy.

Un día San Pedro estaba de mal humor en el Cielo. Se presentó ante Jesús y le dijo: Maestro, sabes que llevo más dos mil años desde que me hiciste "portero" del Cielo al darme las llaves del Reino; Desde entonces no ha entrado aquí nadie que no esté más limpio que el sol... En esto soy muy puntilloso, bien lo sabes...

-Sí, Pedro, lo sé -contestó Jesús- y te estoy muy agradecido por tu celo en el cuidado del Reino de mi Padre.

-Pues me temo -dijo Pedro- que algo raro está pasando. Desde la portería vigilo y he observado que en las avenidas celestes hay caras desconocidas... ¡y lo que es peor, poco limpias! Hasta los vestidos de algunos bienaventurados dejan mucho que desear...

-Bien Pedro... ¿y qué sugieres?

-Una investigación de las murallas, porque por la portería no han pasado. Tiene que haber "otra puerta" distinta de la mía por la que se "cuelen", Señor.

Aquella tarde, a la hora de la siesta, Jesús y Pedro se dieron una vuelta de inspección por las murallas de la Gloria... hasta que por fin Pedro, triunfante, gritó:

-¡¡Ahí está, Señor, ahí está!! ¡¡Ya lo sabía...!! ¡¡Mira, Mira...!!

Señalando tras un rosal florecido, un hueco del que pendía un rosario que llegaba hasta la Tierra...

Y dijo el Señor:

-¡Ah!...Déjalo Pedro, eso es cosa de mi Madre...

María es puerta del cielo, y para llegar al reino prometido no hay nada como rezar lo que ella nos ha pedido. Este año se cumplen cien años de las apariciones de Fátima, ¿Qué pidió la Virgen a los pastores?, ¿algo imposible?... No; tan sólo rezar el rosario que como decían nuestras abuelas sus "dieces" son escaleras para subir al cielo las almas buenas y a las arrepentidas...

Ojalá por intercesión de la Santísima Virgen, pidiéndoselo hoy en El Carbayu, podamos llegar todos juntos, los vivos y los difuntos, a su casa de cielo, como el mejor "suceso" de nuestra vida.
¡Que así sea!

Joaquín, Párroco

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