Ha sido elegida la foto del año por la ternura y la calidez que emana. Giancarlo Murisciano tiene 28 años y sostiene en sus brazos a su abuela de 87, Antonia, enferma de Alzheimer.
“Esto también es amor, no ha sido el mejor 31 de diciembre de mi vida pero esto también forma parte de la vida, un día me tenías tú sobre tus piernas, ahora yo lo hago abuelita, sin vergüenza y sin temor, para recordarle a todos que la vida se debe vivir y combatir. Es fácil escribir palabras en Factbook o cualquier otra red social… en la vida se debe estar presente siempre y a pesar de todo…este es mi deseo para el 2015, la presencia de alguien a nuestro lado que nos pueda proteger y consolar pero también que esté feliz y sonría con nosotros”, escribe Giancarlo en la acotación de la foto subida en su perfil de Facebook.
En una entrevista al Corriere della Sera, Giancarlo recordó: “He crecido en casa de mis abuelos, para estar con ellos, tenía una habitación en su casa para ayudarlos de noche si tenían necesidad, pero durante muchos años fueron ellos quienes me dieron mucho más que lo que pude darles yo”.
Un testimonio de gran valor, porque como dijo el Papa Francisco durante la misa de Santa Marta el noviembre pasado, los “abuelos son un tesoro” y un pueblo que “no respeta a los abuelos” es un pueblo sin memoria y, por lo tanto, sin futuro.
“Esto también es amor, no ha sido el mejor 31 de diciembre de mi vida pero esto también forma parte de la vida, un día me tenías tú sobre tus piernas, ahora yo lo hago abuelita, sin vergüenza y sin temor, para recordarle a todos que la vida se debe vivir y combatir. Es fácil escribir palabras en Factbook o cualquier otra red social… en la vida se debe estar presente siempre y a pesar de todo…este es mi deseo para el 2015, la presencia de alguien a nuestro lado que nos pueda proteger y consolar pero también que esté feliz y sonría con nosotros”, escribe Giancarlo en la acotación de la foto subida en su perfil de Facebook.
En una entrevista al Corriere della Sera, Giancarlo recordó: “He crecido en casa de mis abuelos, para estar con ellos, tenía una habitación en su casa para ayudarlos de noche si tenían necesidad, pero durante muchos años fueron ellos quienes me dieron mucho más que lo que pude darles yo”.
Un testimonio de gran valor, porque como dijo el Papa Francisco durante la misa de Santa Marta el noviembre pasado, los “abuelos son un tesoro” y un pueblo que “no respeta a los abuelos” es un pueblo sin memoria y, por lo tanto, sin futuro.
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