(C.E.E.) La Iglesia celebra el primer domingo de julio, este año el día 7, la Jornada de responsabilidad en el tráfico 2024. Una fecha que coincide con el inicio de los desplazamientos masivos por las vacaciones de verano y próxima a la festividad del patrón de los conductores y transportistas, San Cristóbal, que se celebra el 10 de julio.
El departamento de Pastoral de la carretera, dentro de la Subcomisión Episcopal para las Migraciones y Movilidad humana, es el encargado de promover esta Jornada que este año se celebra con el lema, «Yo soy el camino y la verdad y la vida» (Jn 14,6). Entre los materiales para su difusión, se incorpora este año un tríptico con toda la información sobre este departamento.
¿Cuál es el mensaje de los obispos?
Los obispos de la Subcomisión Episcopal para las Migraciones y Movilidad humana firman el mensaje para esta Jornada, que dirigen a todos los que de alguna manera están relacionados con la movilidad humana y la seguridad vial.
«Yo soy el camino y la verdad y la vida» (Jn 14,6), lema de la Jornada
Los obispos explican que las palabras del evangelista san Juan que se han elegido como lema de este año, “Yo soy el camino y la verdad y la vida”, fueron las que pronunció Jesús en su discurso de despedida de los discípulos. Unas palabras que desglosan para indicar algunos comportamientos al volante.
“Yo soy el camino”, explican, significa que caminar con Jesús obliga a “ser buen conductor, responsable, cumplidor de las normas de tráfico y respetuoso con los demás conductores”, a “no pasar de largo ante una necesidad de mi prójimo” y “hacer agradable el viaje de los que comparten el vehículo conmigo”.
“Yo soy la verdad” implica sinceridad “cuando se trata de averiguar quién y cómo se produjo el siniestro. En casos así, donde parece que la verdad o la mentira tienen el mismo valor, no podemos olvidar las palabras de Jesús: «La verdad os hará libres» (Jn 8,32)«.
“Yo soy la vida” recuerda que “cuando conduces un vehículo, solo o en compañía, no puedes olvidar, en ningún momento, la grave responsabilidad que asumes de velar por tu vida y la de los demás”.
Cuidar la vida
Los obispos expresan su inquietud ante el aumento de los siniestros viales y los muertos en carretera, aunque “mantenemos la firme esperanza de siniestros viales, cero”. Porque “no hay dinero suficiente para comprar una sola vida. Somos únicos e irrepetibles”.
Amar y respetar la vida propia y ajena, para un conductor, “equivale a permanecer atento a la conducción, respetando en todo momento las normas de tráfico” y quiere decir “conducir bien y en las debidas condiciones y responsabilidad sin ser un peligro para nadie”.
En este sentido, advierten sobre la importancia de usar el cinturón de seguridad, de no conducir bajo los efectos del alcohol y de las drogas, de correr a la velocidad justa o sobre el uso indebido del móvil. «Amar la propia vida y la de los demás -puntualizan- me obliga a no jugármela sencillamente por usar el móvil indebida e irresponsablemente mientras se conduce, como desgraciadamente sucede con relativa frecuencia. Todo puede esperar y el conductor debe ser consciente de la grave responsabilidad que lleva entre sus manos: cuidar y respetar su vida y la de los demás teniendo siempre presente que «en él vivimos, nos movemos y existimos» (Hch 18,28)».
Del vehículo se puede abusar, pero también “es un medio que se puede utilizar de modo prudente y ético para la convivencia, el trabajo, la solidaridad y el servicio a los demás”. De hecho, recuerdan y agradecen el servicio que prestan por el bien común “vehículos que son ellos mismos los instrumentos del trabajo: camión, autocar, taxi, o ambulancia”.
También tienen unas palabras para la “mucha gente buena” que “diariamente se esfuerza como conductores o peatones por hacer las cosas bien, cumpliendo las normas de tráfico con responsabilidad y cuidando de la seguridad vial, que es tanto como decir: salvando vidas”.
Los obispos concluyen su mensaje compartiendo las palabras de Jesús: “«Os he hablado de esto para que mi alegría esté en vosotros, y vuestra alegría llegue a plenitud. Este es mi mandamiento: que os améis unos a otros como yo os he amado» (Jn 15,11-12), también cuando se conduce un vehículo. Que santa María de la Prudencia y san Cristóbal nos protejan y acompañen en todos nuestros desplazamientos”.
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