En la tarde de ayer, en torno a las 20:15 daba comienzo la peregrinación tradicionalista de Nuestra Señora de la Cristiandad España (en adelante NSCE). Minutos antes, en los aledaños de la Santa Iglesia Catedral del Salvador de Oviedo, se iban dando cita los peregrinos participantes, venidos de distintos puntos de la geografía española y del extranjero. Reinaba ya, momentos previos al acto eucarístico, un ambiente religioso y jovial. Los peregrinos se saludaban y preguntaban «¿De dónde vienen?» Formando una familia con una única intención y una sola alma. Un estentóreo grito «¡Viva Cristo Rey!» enardecía el ánimo de los presentes que, poco a poco y con el más absoluto respeto, iban entrando en el templo catedralicio. La ceremonia comenzó con la solemne exposición del Santísimo Sacramento de manos del capellán general de NSCE, don Íñigo Serrano, quién, además, dirigió el Rosario y la novena a la Inmaculada como preparación a la Consagración a la Virgen que los peregrinos realizarán al llegar a Covadonga. Tras unos minutos de oración personal en silencio, ante Jesús sacramentado, se impartió la bendición con el Santísimo bajo los acordes del himno nacional. Con el canto del himno a la Virgen de Covadonga, interpretado magistralmente por el coro ad hoc de NSCE, se cerró el acto eucarístico. Durante la ceremonia, reinaba en el interior de la catedral un silencio sacro, hondo y orante tan sólo interrumpido por los cantos de la coral y el rumor de turistas despistados que entraban curiosos en el templo y se sorprendían al ver cientos de jóvenes postrados a los pies de Jesús Sacramentado. Si, así comienza la peregrinación, veremos que conclusión la depara el Señor. |
Y arrancó la peregrinación (Domingo 28 de Julio) Amanece en la Vetusta de Clarín, apenas la plaza se ilumina con los albores del día. Pronto comienza el pulular de peregrinos que se van dando cita en el emblemático lugar para ir organizando los capítulos y el transporte de la carga pesada en camiones y furgones. Cada responsable de capítulo busca unir a los suyos, repartirles la cinta del color correspondiente y organizar la inminente entrada en la Catedral. Un sacerdote revestido al modo tradicional bendice los coches de los voluntarios que durante la peregrinación facilitarán la travesía a los peregrinos. A las 7 en punto comienzan a entrar los capítulos en el templo catedralicio por estricto orden de llamada. En breves minutos se organiza todo y los más de 1600 participantes aguardan el inicio de la ceremonia de bendición de peregrinos. Hace su entrada el arzobispo de Oviedo, Mons. Jesús Sanz Montes. Alegre y cordial saluda a los 50 sacerdotes que esperan en la sacristía revestidos de traje coral. Poco antes de las 8 comienza la procesión de entrada con el himno a la Virgen de Covadonga. Una vez en el altar, el señor arzobispo hace una alocución de bienvenida a todos los presentes, a quienes exhorta a perseverar en este camino y a mantenerse fieles a la Iglesia -fidelidad heroica la ha calificado – en los tiempos actuales sin desesperar ante aquellos que quieren poner trabas a esta forma dd celebrar la Santa Misa. Tras la bendición, se organizó la procesión del clero. Los sacerdotes revestidos de traje coral acompañaron a la imagen de la Virgen de Covadonga hasta la salida de Oviedo, encabezando la columna de peregrinos que partían hacia su camino. Un camino jalonado de cantos varios, del rezo del Rosario, de la lectura de la catequesis pertinente. Breve descanso y a continuar la marcha hasta Venta del Soto, donde se ha hecho la parada para comer. Tras la comida y el descanso oportuno, se ha reanudado la marcha hasta el Remediu, donde estaban instaladas las carpas y los altares para la celebración de la Santa Misa. Los sacerdotes celebraron la Santa Misa y a las 19:15 comenzó la Solemne celebración de la Misa oficiada por el P. Carlos Vecino, actuando como diácono, Jeison Casalinas y como subdiácono, Francisco Palomar. La Misa fue cantada por el coro NSDCE, quien interpretó la Misa IV gregoriana. Un brioso «Christus vincit» abrió la celebración de la Santa Misa uniendo los corazones de los fieles en un mismo sentir. El sermón estuvo a cargo del P. Antonio María de Araujo de la fraternidad San Vicente Ferrer y con casa en Chémeré le roi (Francia). Un sermón sobre los cuatro fines de la Santa Misa pero desde las cuatro frases que todo cristiano debe dirigir a Dios: «Te adoro» (fin latreutico), «Te pido perdón» (fin reparador), » Te doy gracias» (fin eucarístico) y » Te ruego» (fin impetratorio). Durante la celebración hubo gran cantidad de sacerdotes confesando. Al término de la Misa, la gente fue a cenar a sus respectivos lugares hasta la hora de la adoración eucarística. En ella, los jóvenes pudieron pasar una velada al lado de Jesús Sacramentado, reparando, rogando y adorando. El día se cierra en el silencio de la noche. Es ahora cuando un manto de estrella vela el sueño de nuestros peregrinos. Dios no deja de derramar amor ¿Para qué temor? |
Tras la fría noche bajo un manto de estrellas, cobijados en carpas y en tiendas de campaña, los peregrinos amanecían temprano para tomar su desayuno y pronto iniciar la ruta. Algunos sacerdotes madrugaban para celebrar la Santa Misa y traer a Nuestro Señor al mundo bajo las especies de pan y vino. A las 8:30 se iniciaba la marcha. Como siempre jalonada de cantos, oración y mediaciones catequéticas. A las 13h llegaban a la Capilla de la Virgen de la Cueva en Infiesto para tomar el almuerzo y reposar un poco. Si la mañana se mostró calurosa, el sol auguraba una tarde caliente que, sumada a la dureza del camino por la orografía del terreno, garantizaría a los peregrinos una importante dosis de penitencia, dolor y mortificación, pero ya sabemos que «sin dolor no hay gloria». A las 14 h se ponía en marcha la columna de los mas de 1.600 peregrinos que, a pesar de las inclemencias del camino, no cejaban en su ánimo y en su empeño, caminar hasta María. A las 17 h llegaban al campamento base instalado en un amplio prado a las afueras de Sevares. Al llegar, hubo sacerdotes que celebraron la Santa Misa en los altares preparados ad hoc. El esfuerzo de los peregrinos, por su parte, se vio recompensado por un refrescante baño al que invitaba el río que por allí pasa. Tras el baño fluvial, los participantes de la peregrinación fueron concentrándose en el centro de la pradera donde estaba todo dispuesto para la celebración de la Misa Solemne. Podemos hablar -disculpen mi atrevimiento – de un «milagro» que ha ocurrido: la Misa se presentaba bastante incomoda dado que había un sol de justicia que caía sobre los presentes. Justo en el momento de comenzar la celebración, a los primeros acordes del órgano, una nube tapó el sol creando sombra con una fresca brisa que contribuyó a una cómoda y provechosa celebración. La Santa Misa fue oficiada por el P. Rodrigo Menéndez, actuando como diácono el P. Raúl Olazábal del ICRSS, de subdiacono Manuel Vázquez de la FSSP. La predicación ha corrido por cuenta del P. Daniel, de la archidiócesis de Sevilla, quien ha comentado el versículo del salmo 77 «Panem angelorum manducavit homo» (el hombre comió pan de ángeles) para indicarnos la adoración que los ángeles hacen a la Eucaristía y cuál debe ser nuestra actitud de adoración ante este admirable sacramento. Además, asistió de coro Mons. Marco Agostini, ceremoniero del Papa y oficial de la Secretaria de Estado del Vaticano. El coro interpretó música litúrgica polifónica de madera magistral. El ordinario fue el de la misa Orbis factor y otras alternadas con polifonía. Tras la celebración de la Santa Misa, los peregrinos se retiraron unos a cenar, otros a darse el último baño pero sobre todo a descansar. Mañana temprano comenzará la etapa final al encuentro de la Madre de Covadonga, que tiene por trono la cuna de España. |
La peregrinación tradicionalista de NSC-E llegó a su fin. El día comenzaba en la cálida noche que el tiempo nos regalaba en el prado de Sevares. A las 5 de la mañana tocaba a diana en el campamento. Los sacerdotes más madrugadores ya estaban en los altares laterales para celebrar la Santa Misa y el ir y venir de peregrinos cargando maletas comenzaba. Dada la prohibición de celebrar la Santa Misa solemne de clausura en la Basílica de Covadonga, la organización programó su celebración en el mismo campamento a las 6:30 de la mañana. El oficiante, Mons. Marco Agostini, actuando de diácono, el P. Federico Marfil y de subdiácono, el P. Francisco Miguel Vidal. Esta vez, dada la hora y la premura, no hubo sermón. El coro entonó la Misa cum jubilo y varias piezas de polifonía religiosa. Tras la celebración de la Santa Misa, se ofreció a los peregrinos el desayuno y pronto se inició la marcha hasta el Campo de San Antonio en Cangas de Onís. Allí se hizo parada para almorzar y descansar un poco antes de retomar la caminata hasta el santuario de Covadonga. A las 16:45 comenzaban a repicar jubilosas las campanas de Covadonga dando la bienvenida a los cerca ya de 2.000 peregrinos que llegaban al lugar santo. El órgano comienza a tronar festivo entonando los acordes de una melodía que el coro y los participantes de la peregrinación entonarían a pleno pulmón y al unísono «Laudate Mariam». El clero, revestido de coro, esperaba a los valientes hombres y mujeres de todas las edades que entraban ya en la casa de nuestra Madre. A las 17:10 se pone fin a la procesión de entrada de peregrinos y comienza la celebración de clausura. Es Mons. Agostini el encargado de recibir a los peregrinos y les dirige una alocución donde destaca la necesidad de recuperar el ideal caballeresco que recuerda al hombre su dignidad como hombre y como cristiano. Un ideal que se debe proponer a los jóvenes para que tengan una jerarquía de valores en cuya cúspide esté Dios. Tras las palabras de Mons. Agostini, se expuso solemnemente el Santísimo Sacramento. Se hizo la primera oración por el papa Francisco y tras entonar las letanías lauretanas, se hizo el voto de consagración a la Virgen según la fórmula de San Maximiliano Kolbe. Después se entonó el Te Deum y se impartió la bendición a todos los peregrinos tanto dentro como fuera del templo puesto que al llenarse el templo basilical, cientos de jóvenes peregrinos se quedaron fuera ocupando la explanada inmediata a la Iglesia. Tras esto, se disolvió la asamblea y la columna de peregrinos marchándose cada uno a su casa y dejando la puerta abierta a repetir la peregrinación en el 2025, ponían fin a estos días. Ahora toca llevar a nuestras casas lo que hemos visto y oído para que al año que viene seamos más de 2.000. Para terminar, quisiera dar las gracias a todas las personas que han hecho posible estos entrañables y duros días: don Íñigo y Diana, a todos los voluntarios que han trabajado mucho desde distintos puestos de responsabilidad, al coro y a su director, Daniel, por la calidad ejecutoria de las distintas piezas musicales en todos los actos religiosos, a los responsables de capítulo, a los sacerdotes, al cabildo de la basílica de Covadonga, al arzobispo de Oviedo y a todos los que entren en un largo etcétera. Que Dios os lo pague como sólo Él sabe. Próximo destino: Covadonga 2025. |
Vídeos del P. José Miguel Marqués Campo
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