(Infovaticana) A lo largo de todo el fin de semana se han sucedido una cascada de reacciones de autoridades eclesiásticas para mostrar su repulsa y desacuerdo con el blasfemo y sucio acto inaugural de los Juegos Olímpicos.
El obispo Robert Barron, en Estados Unidos, ha sido uno de los obispos que más ha arremetido contra este bochornoso espectáculo visto en la tarde del viernes en la capital francesa.
El obispo de la diócesis de Winona-Rochester ha asegurado que «los cristianos siempre debemos resistir el mal, y creo que, de hecho, nos hemos vuelto demasiado tímidos frente a nuestros antagonistas culturales». Barron dijo a Fox News Digital que el espectáculo de la drag queen en «La Última Cena» era una señal de que los cristianos en Occidente se estaban volviendo demasiado pasivos y «débiles».
«Francia, en su afán de mostrar su mejor cara cultural, consideró que lo correcto era burlarse de este momento central del cristianismo, cuando Jesús, en su Última Cena, entrega su cuerpo y su sangre en previsión de la cruz. Y por eso lo presenta como una especie de burla burda y frívola», afirmó el obispo estadounidense.
El obispo Barron sugirió que la izquierda está siendo abierta respecto de cómo se opone al cristianismo, diciendo: «Creo, amigos, que lo interesante aquí es que esta sociedad profundamente secularista y posmoderna sabe quién es su enemigo. Lo están nombrando. Y deberíamos creerles». Luego instó a los católicos y cristianos a no acobardarse ni permanecer dóciles ante tal intolerancia anticristiana, y agregó: «Nosotros, los cristianos, nosotros los católicos, no debemos ser tímidos, debemos resistir, debemos hacer oír nuestras voces».
Por su parte, el arzobispo de Malta y oficial del Dicasterio del Clero, Charles Scicluna también ha mostrado su repulsa ante este bochornoso espectáculo. Scicluna, quien en ocasiones anteriores ha defendido posturas doctrinales heterodoxas, ha informado que ha enviado dos mensajes al Embajador de Francia en Malta «expresando mi angustia y la decepción de muchos cristianos por el insulto gratuito a la Eucaristía durante la ceremonia de apertura de los Juegos Olímpicos de París 2024». El arzobispo maltés ha animado al resto de católicos a hacer lo mismo y escribir a la Embajada francesa para manifestar su malestar.
Quien también ha opinado ha sido el siempre valiente arzobispo de Oviedo, monseñor Jesús Sanz. A través de sus redes sociales, el prelado franciscano ha defendido que «los juegos olímpicos son una ocasión noble de medirse deportivamente». En cambio, Sanz Montes ha afirmado que los Juegos Olímpicos no son ocasión de «colar el esperpento ideológico en la apertura de los mismos, haciendo una patética parodia ofendiendo los sentimientos religiosos y culturales de la comunidad cristiana. Viven en el complejo y el rencor». Jesús Sanz y José Ignacio Munilla son los dos obispos españoles que se atreven a opinar en público.
Por otro lado, para Vicenzo Paglia, presidente de la Academia Pontificia para la Vida, «el escarnio y el ridículo de la Última Cena en las Olimpiadas de París, con razón deplorada por la Conferencia Episcopal de Franci, revela una pregunta profunda: todos, absolutamente todos, quieren sentarse a esa mesa donde Jesús da la vida a todos y enseña el amor.
Quien de momento ha dejado pasar la primera oportunidad para pronunciarse ha sido el Papa Francisco, quien no hizo mención en el Ángelus del domingo a este lamentable espectáculo que ha conmocionado a la comunidad católica.
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