martes, 26 de enero de 2021

Ha muerto Sor Canción. Por Rodrigo Huerta Migoya

Así son las cosas; aún hacía unos días había preguntado en el Arzobispado si sabían algo de ella, por eso me sorprendió tanto -y no- la noticia de su muerte a los 89 años este 25 de enero. Quizá decir que ha fallecido Doña María Pilar Esther Fernández Fernández no diga mucho a nadie, pero si hablamos de ''Sor Canción'', la cosa cambia. Con el óbito de esta "virgen consagrada" se va una figura importantísima en la defensa del asturiano en tiempos donde a nadie le preocupaba ni se hablaba de este tema. 

Era una mujer de unas cualidades musicales extraordinarias, tanto por su voz como su por destreza con los instrumentos y composiciones, la cual llegó a "revolucionar" el Real Monasterio de San Pelayo en el que ingresó bien joven, donde profesó como "benedictina". El entonces Arzobispo de Oviedo, Monseñor Vicente Enrique y Tarancón, quedó boquiabierto con la forma de cantar y componer de aquella religiosa inquieta y vivaracha a la que le venía como anillo al dedo el apodo de "Sor Canción". 

Tarancón la animó a divulgar sus composiciones, saliendo sus temas a la luz en varios discos, algo totalmente novedoso en aquellos años sesenta. Esta activa religiosa con su guitarra a la espalda, fue en la España de entonces lo que en nuestro vecino país Galo sería también la dominica belga Jeannine Deckers (Sor Sonrisa), con su popular tema "Dominique".

Aquel espíritu rebelde de guitarra y aperturismo postconciliar no casaba con la observancia benedictina del silencio y gregoriano, por lo que Sor Canción colgó los hábitos para vivir su consagración al Señor de otra manera. Regresó a su Cuérigo natal donde había nacido en 1931 para cuidar a su madre, a la vez que se ofreció para ayudar al Párroco en la dura faena de atender las comunidades de la zona. 

Sor Canción -"Pilar"- siguió componiendo y alimentándose de la fe tratando de dar a conocer a Jesús a los que la rodeaban con lo que mejor se le daba: cantar, y fue una de las primeras asturianas en acceder al restaurado "Ordo Virginum" (Orden de las Vírgenes). La celebración de su consagración se celebró en la Capilla Mayor del Seminario de Oviedo por el gran amor que tenía a esta Institución y a los sacerdotes diocesanos, así como su profunda amistad con el entonces rector, D. José Antonio González Montoto. Presidió la ceremonia de consagración el también entonces Obispo Auxiliar, Monseñor Atilano Rodríguez Martínez. 

Los últimos años de su vida, ya muy desgastada y limitada, los pasó en una residencia de Belmonte de Miranda, donde día a día se fue apagando en la espera largamente fiada de que llegara el Esposo para llamarla por su nombre. Muy tristemente se la despide con una "celebración de la Palabra" y se incinera su cuerpo; a buen seguro que ella hubiera preferido un funeral "como Dios manda" en el que sonara alguna de las muchas canciones que ella compuso como "El Rey David", para alabar al Señor y pedirle formar parte de su séquito eterno.

La cultura asturiana, el mundo del Bable, y en concreto el campo de la música en el  Principado, tiene una gran deuda con esta mujer. Aún esta navidad la recordaba yo en las redes sociales la tarde del 5 de enero con el villancico "Vienen tres Reyes Magos junto al río", que en "YouTube" se atribuye a "Nuberu", pero un amigo sacerdote me comentó: "es más bonita la versión original, con letra y música de Sor Canción".

Mujer pionera en reivindicar la cultura asturiana e inculturizar ésta desde la historia de nuestra Tierra en su esencia católica por la que siempre la caracterizó. Sin duda, podemos decir que nos ha legado una de las canciones más hermosas que se han escrito a la Santina de Covadonga, y es que pienso realmente que su obra musical requiere ser actualizada, publicada y puesta en valor con sus textos, partituras y grabaciones.







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