miércoles, 27 de enero de 2021

Aparece una hostia consagrada intacta en el lugar de la explosión de Madrid

(Infovaticana) La pasada semana, una trágica explosión en las dependencias parroquiales de la Virgen de la Paloma de Madrid, se llevó por delante la vida de cuatro personas, entre ellas un sacerdote neocatecumenal que atendía la citada iglesia.
En las últimas horas apareció en las redes sociales el siguiente mensaje: “Este es el sagrario que había en la casa de la explosión de la calle Toledo. La sagrada forma, protegida por el viril, está intacta. La policía lo ha llevado al Obispado. Es impresionante. Por si alguien aún duda de la veracidad de Jesús vivo en la eucaristía. El sagrario estaba en la sexta planta, esto es un milagro eucarístico. La planta ha sido arrasada, y esto estaba con la hostia intacta”.

Aleluya, de la Cadena COPE, ha contactado con el portavoz de la parroquia de la Virgen de la Paloma, que les ha explicado que el sagrario estaba en la capilla de los sacerdotes: “El sagrario es de la capilla de la sexta planta, es decir, adyacente a la vivienda del párroco, donde también subían los sacerdotes de la quinta planta”. Además, ha remarcado que “esa Forma está consagrada”. Por otra parte, desde la Archidiócesis de Madrid, han confirmado a COPE que “efectivamente, el sagrario roto está en el Arzobispado y la Sagrada Forma está en el sagrario de la catedral de Santa María la Real de la Almudena”.

Este suceso, independientemente de que se trate o no de un milagro, nos recuerda el valor de la presencia real de Jesucristo en la eucaristía. “En la Santa Eucaristía es donde mejor y con mayor plenitud conocemos el amor que Dios nos tiene. La Santa Eucaristía desvela la verdad sobre el amor de Dios por nosotros, y alimenta, dentro de nosotros, la libertad de amar como Dios ama. Si hemos perdido el sentido de reverencia y profunda gratitud ante el Sacrificio Eucarístico y la Presencia Real de Nuestro Señor Jesucristo en la Hostia consagrada, entonces no reconocemos la verdad que se halla ante nuestros ojos”, escribe el cardenal Sarah, prefecto de la Congregación del Culto Divino, en el prólogo de ‘Divino amor hecho carne’, el libro del cardenal Burke sobre la eucaristía. 

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