sábado, 21 de marzo de 2020

El Retablo de Nuestra Señora de Covadonga de Lugones. Por Rodrigo Huerta Migoya

La primera vez que entré en la iglesia de Lugones -ya de adulto, pues de las veces que lo hice de niño tenía un vago recuerdo- me llamó la atención que en uno de los cepillos de las limosnas ponía "Virgen de Covadonga", pero yo por más que miraba no encontraba la Imagen. Estaba enseñándome el templo el entonces seminarista local "Jano"    -actualmente canónigo de Covadonga- y le comenté: oye, en este pueblo tuyo dais limosnas a la Santina y no tenéis Santina? Y el me dijo: si tenemos; mira. Y me enseñó un cuadro diminuto en forma de libro donde había una Santina de unos ocho centímetros colocada en un sencillo atril, en el altar del retablo de Santa Bárbara. Después de reírnos Jano añadió: no te preocupes que el cura nuevo que tenemos seguro que se las ingenia para cambiar esto. Efectivamente, meses después empezó a tomar forma la idea de adquirir una imagen de la Santina, pero no por suscripción popular de entrada sino de salida; es decir, la pago la gente con sus donativos, sí; pero Don Joaquín no hizo como hacen otros sacerdotes que hasta que no tienen la mitad del dinero ni se aventuran a encargar nada, sino que aquí directamente se encargó dejando todo en manos de la providencia. Había un factor a favor, estábamos hablando de la Santina de Covadonga, que no es cualquier devoción.

Entre finales del año 2009 y comienzos del 2010 y una vez aprobada la idea de adquirir para la Parroquia una imagen de Nuestra Señora de Covadonga con el visto bueno del Consejo Pastoral y Económico, se procedió a estudiar la cuestión.

En un primer momento sencillamente se pensó en "una cueva" en la pared para y nada más; sin embargo, Don Joaquín opinaba que una capilla lateral tenía retablo y otra una triste peana, por ello consultó la posibilidad de diseñar un retablo que vistiera esa desangelada capilla frente a su hermana gemela dedicada a Santa Bárbara, tan completa. 

El retablo se realizó un tanto a modo de reciclaje, pues nuestra Parroquia no es la catedral para permitirse encargar un retablo entero a un tallista, por ello nos vinieron como llovidas del cielo varias piezas en desuso que se habían retirado de otros templos y  que estaban almacenadas en Gijón y no tenían ni a corto ni largo plazo ningún destino. Las dos piezas más importantes son las que conforman el altar del retablo y el resplandor superior que lo corona; ambos fragmentos provienen de un retablo lateral de una parroquia rural de Lugo. Datan de mediados del siglo XVIII y fueron incorporados por decisión expresa de Don Joaquín que creía que esas piezas no iban a desentonar en Lugones. No se equivocó en su criterio, aunque el autor al principio temía que desentonaran con el estilo del templo. 

Las otras dos piezas son más sencillas. Me refiero a las dos columnas y a la base sobre la que se asienta la Santina, pero también estas maderas tienen su historia. Cuando terminada la guerra civil se reconstruye el templo parroquial de Santa María de Riberas de Pravia, se encargan varios retablos en sustitución de los antiguos devastados por la contienda. Estos nuevos retablos se tallaron entre los años cuarenta y cincuenta para albergar las imágenes que familias y devotos iban donando en sustitución de las que se habían perdido. Así fue enriqueciéndose el templo hasta que en 1965 el entonces Ecónomo de dicha parroquia, Don Germán, tratando de aplicar las directrices conciliares retira el retablo mayor para modernizar el presbiterio.

En las siguientes fotos se pueden apreciar los dos retablos laterales que se respetaron, así como una instantánea de unas primeras comuniones -en tiempos de Don Germán- cuando aún no se había retirado el retablo, así como dos imágenes con las que se decoró el presbiterio, que es como está ese templo desde hace medio siglo. 

Aún quedaban fragmentos del retablo mayor desmontado "pululando" por el lugar, por lo que el sacerdote que atendía entonces la Parroquia tenía en mente renovar todo el presbiterio. Era consciente de que la feligresía y el pueblo de Riberas tenían una espinita clavada no sólo por que se quitara aquel retablo, sino porque además, lo que se había puesto en su lugar había costado mucho, no había quedado bien y deslucía totalmente el estilo del templo. Una vez que Don Germán dejó Riberas y llegó Don Gabino, le hablaron del asunto, pero siempre evitó tocar ese tema. Don José Manuel García  Rodríguez llegó después, y entendiendo la cuestión estaba dispuesto a cambiarlo; sin embargo, antes había que afrontar las obras del tejado que necesitaba una intervención urgente.

Roberto Quintueles, un gran entendido en la historia de Riberas de Pravia escribe lo siguiente: ''En el año 1990, se llevaron a cabo nuevas obras de rehabilitación. Las obras se presupuestaron en 5.145.000 pesetas y consistieron en la reparación de todos los tejados, con reposición de las maderas que estuviesen en mal estado y retejado con teja curva roja, la reparación de los canalones de cinc con sus bajadas; se picaron todas las fachadas del edificio, incluida la torre, se limpió la piedra, se demolió, por estética, un saliente añadido en la parte izquierda de la iglesia, se colocó bordillo señalando los límites de la parcela eclesial, en los cabildos, se demolió la parte alta de ladrillo y se dejó un zócalo de piedra vista, rematado con albardilla de piedra, se reparó la techumbre y se levantó la baldosa hidráulica dejando a la vista las losas que había debajo. Se puso una pieza de madera corrida en todo el frente paralelo a la calle con cinco pies derechos de madera de castaño teñidos con barniz especial para trabajos de antigüedad. Comandaba las obras el cura D. José Manuel García Rodríguez''.

La feligresía de Riberas respondió con generosidad, y el cura que había mostrado su acuerdo con renovar el altar mayor una vez arreglado lo que era prioritario, empezó a estudiar la forma de rehabilitar el presbiterio. Mendigando a otras parroquias y conventos que pudieran tener alguna pieza de sobra, adquirió un retablo que llevó ilusionado para Riberas pensando en colocarlo en el lugar que ocupaba el retablo mayor, pero por desgracia, era demasiado pequeño para el espacio e iba a quedar totalmente desproporcionado. 

Se pensó reformar ese retablo poniéndole una base pero entre tanto y no se colocó en un lateral entronizando en él la imagen de San José -guiño de los feligreses al patrono del cura- y a sus lados la Virgen del Rosario y San Antonio -estas tres imágenes antes estaban en simples penas por las paredes del templo-. Prueba evidente de que dicho retablo no era ni se hizo para Riberas es el mero hecho de que las hornacinas no se corresponden con las proporciones de las efigies.

Se consultó con una empresa de Gijón la posibilidad de hacer un nuevo retablo mayor con las pocas piezas que quedaban del que había sido retirado en los sesenta, e incluso arreglar las bases del altar para que ambas fueran simétricas; recubrir la piedra con madera a juego de los retablos, e incluso trasladar ese altar de piedra al cementerio para celebrar allí el día de los difuntos y encargar -si acaso- un altar nuevo en madera y pan de oro para el lugar.

 Cuando se estaban estudiando estas posibilidades se estaba terminando de reconstruir y restaurar la capilla de Santa Eulalia de los Veneros -antigua filial de la parroquia en ruinas desde la guerra civil-.

Los cambios de sacerdotes volvieron a frustrar el sueño de Riberas de volver a tener retablo mayor, pues se presentó una nueva situación: un sacerdote praviano que estaba destinado en Peñamellera enfermó. Como no era demasiado mayor, desde el arzobispado consideraron que la mejor opción era sacarle del oriente y acercarle a su villa natal para estar más cerca de su familia. En ese mismo verano fallece el cura de Candás Don Valeriano Muñoz González -que curiosamente había estado destinado también en Riberas- quedando vacante dicha Parroquia carreñense. Así se produce el traslado de Don José Manuel García Rodríguez para Candás y el nombramiento de Don José Manuel Díaz Menéndez para Riberas de Pravia y la Corrada. La mudanza para Candás empieza sin haberse inaugurado aún la obra de restauración de Los Veneros y al nuevo Párroco -tocayo del anterior- se le explica el proyecto del retablo, y que las piezas del antiguo ya estaban en manos de un restaurador de Gijón. Don José Manuel Díaz Menéndez -hombre de mentalidad más bien progresista y contraria a los retablos- consideró que los tiempos de los retablos ya habían pasado y desestimó esa idea, e incluso dio vía libre al restaurador para tirar o aprovechar esas piezas como considerarse, pero que en Riberas no se volvían a poner, así que de nuevo cayó en el olvido el sueño del retablo.

Al comentar Don Joaquín al Párroco de su parroquia natal -Candás- Don José Manuel García Rodríguez, su idea de sacar adelante un retablo para la Santina en Lugones, éste sacó a colación el proyecto que él había dejado pendiente en Riberas y que su sucesor había declinado sacar adelante y cuyas piezas estaban pudriéndose en un taller de Gijón, se puso a indagar para ver si aún estaban y podrían ser aprovechadas. Se encontraron, y aunque necesitaban una profunda restauración, se recuperaron. Una vez arregladas, barnizadas y doradas las partes que tendrían que resaltar más, se unieron al altar gallego para empezar a dar forma al retablo. En el centro se añadió la hornacina en forma de cueva para entronizar como en Covadonga la imagen de la Santina, lo que no pudo hacerse en piedra de verdad como a Don Joaquín le hubiera gustado, sino en porexpan pintado. Y, coronando el retablo, el ático o guardapolvo en forma de resplandor.

El retablo empezó a montarse a mediados de Marzo del año 2010. Y el Sábado día 20 del mismo mes se celebró una solemne Eucaristía de recepción de la nueva imagen de la Santina, bendición del retablo y entronización de la efigie en su nuevo altar. Presidió la celebración el párroco local D. Joaquín Manuel Serrano Vila, y predicó el profesor del Seminario D. Constantino Bada Prendes, quién en su homilía disertó partiendo del nombre de María desde la importancia de su figura en la historia de la salvación y en la nuestra personal. Concelebraron también el párroco de Candás D. José Manuel García Rodríguez, el entonces adscrito a San Juan el Real, D. Emilio García Rodriguez, así como los sacerdotes jubilados D. Santiago Pérez García y D. Manuel Peláez González. Entre las autoridades presentes estaba D. José Antonio Noval Cueto, recién elegido Alcalde del Ayuntamiento de Siero, el cual se estrenaba en nuestra Parroquia como su primer acto oficial como Alcalde.

El coste total del retablo y la imagen ascendió a 8.000 euros. Como antes comenté, el sacerdote propuso a los parroquianos que se decidieran a colaborar una vez que vieran los resultados y la respuesta fue mucho más que generosa. No sólo se sufragaron todos los costes del retablo y la Imagen, sino que con lo que se sacó de más se restauraron seis candelabros que había en el trastero de la Parroquia, los cuáles se colocaron en el retablo de la Santina; se adquirieron dos lámparas votivas para colocar a los lados del retablo y otras dos más para la capilla de Santa Bárbara; e incluso se adquirió un nuevo lampadario electrónico para colocar junto al nuevo retablo e imagen de La Santina.

Al comienzo de la celebración solemne, uno de los pequeños de la Parroquia entonces, el niño Samuel Alonso Miyares, leyó una carta de bienvenida a la Santina en nombre de todo Lugones. Durante toda la eucaristía la Imagen estuvo en el presbiterio, donde fue bendecida, y, tras la comunión, fue trasladada a hombros por varios feligreses que la entronizaron en su Camarín. Al ser entrevistado por la prensa ("El Comercio" 20/03/2010) Don Joaquín afirmaba:

«La Santina es un símbolo de asturianismo, un sentimiento que nos une a todos y existe una gran devoción en la localidad por la Virgen».

«A pesar de ser un retablo muy modesto, tenía las ideas muy claras y quería que se representara la Santa Cueva»

Uno de los asistentes era José Manuel García Rodríguez, Párroco de Candás -decía D. Joaquín refiriéndose a él- «Me hace mucha ilusión que asista, puesto que muchas de estas iniciativas son gracias a él, ya que me ayuda y me da muy buenos consejos»

Este pequeño rincón de nuestro templo parroquial se ha convertido en un auténtico enclave mariano en nuestra población. Son numerosas las visitas que cada día los fieles hacen a Nuestra Señora para llevarle flores, encender una vela o desgranar una oración... Don Joaquín, ante esta realidad incorporó dos nuevas ideas: el libro de preces y agradecimientos a la Santina y la medalla que cuelga de su mano para que todos los fieles que deseen la puedan venerar y besar.

El pasado Domingo 9 de Febrero, antes de la misa de 11:00h una persona sin escrúpulos (captada e identificada por las cámaras de vigilancia del templo -pese a que no se le denunció-) se llevó la medalla de la Virgen de Covadonga; el Párroco lo relató en las celebraciones de ese día, y las familias de dos peques del catecismo -Sara y Jorge- al visitar el sábado siguiente el Santuario de Covadonga con sus familias se acordaron de lo relatado por Don Joaquín y adquirieron para la Parroquia una nueva medalla, prácticamente idéntica a la sustraída, la cual con mucha ilusión presentaron en la Parroquia en la mañana del Domingo 16 de Febrero, siendo bendecida y colocada en su lugar durante la misa de niños de ese día. Es evidente que el amor a la Santina no tiene edad ni límite; la fe hace milagros que nos sorprenden cada día. 

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