jueves, 2 de abril de 2015

Reflexión para el Jueves Santo


La Mesa preparada

Quizás de las Celebraciones que a lo largo del año preparamos y cuidamos los cristianos, ésta de la Cena del Señor, es una de ellas. Desde bien temprano mujeres, hombres y niños patean los templos preparando, adornando, moviendo imágenes, candelabros y floreros para dejarlo todo bien preparado para dar comienzo al Santo Triduo Pascual.

Todas las Misas son iguales en importancia, más a nadie se le puede escapar que la de hoy se vive de forma más solemne por ser el día en que recordamos aquella primera que Cristo celebro en el atardecer de la víspera de su pasión.

También Jesús quiso cuidar hasta el último detalle de aquella cena por lo que con tiempo mandó a dos de sus discípulos a concertar la sala y preparativos que harían falta. Y envió a dos de sus discípulos y les dijo: Id a la ciudad, y veréis a un hombre que lleva un cántaro de agua; seguidle, y donde entrare, decid al señor de la casa, El Maestro pregunta dónde está el aposento donde ha de comer la pascua con sus discípulos. Y él os mostrará un gran aposento en la sala superior  ya dispuesto; preparad allí la cena  (Mc 14, 13-16)

Nosotros hoy, al igual que los apóstoles hemos adornado el altar; hemos preparado el alimento y al caer del sol nos reuniremos en la Iglesia, cenáculo vivo de su presencia, para actualizar aquel banquete santo que da sentido a nuestras vidas de peregrinos hambrientos en busca de un nuevo maná.

Hoy, Jueves Santo, damos gracias por el Sacerdocio y la Eucaristía, dos misterios sagrados que nos fueron regalados para nuestra salvación al indicarnos el Maestro "haced esto en memoria mía".


Un recuerdo para los que no tienen pan

La caridad de Cristo nos apremia y nos urge, pues como nos recuerda el apóstol, si nos falta la caridad no somos nada. Necesitamos de obras.

A lo largo de la Cuaresma se nos ha insistido en la limosna como instrumento para ablandar nuestro corazón a veces endurecido. Necesitamos mucha sensibilidad hacia los que no tienen la misma suerte que nosotros; los pobres en lo material, sin olvidarnos de los pobres de espíritu (otro drama de nuestro tiempo).

La colecta va destinada precisamente a "Cáritas"; las indicciones litúrgicas subrayan el relieve que ha de cobrar este en el momento del ofertorio con el canto del "Ubi caritas". Los primeros cristianos ya tenían muy en cuenta la prioridad de colaborar con aquellos hermanos en Cristo de su misma comunidad u otra cercana que estuvieran pasando por un momento de apuro. Ojalá que con nuestro apostolado social reconozcan en nosotros a los buenos samaritanos del siglo XXI, que al igual que los antiguos ateos del siglo I,  también hoy los que no conocen a Jesús puedan decir de nosotros: "mirad como se quieren".

  

Bálsamo para la vida eterna

Cada Eucaristía tiene sabor a Jueves Santo, más cuando estamos en Jueves Santo, la Eucaristía es el epicentro del día, por encima de cualquier procesión u otro acto o devoción.

Medicina de medicinas es la Sagrada Eucaristía. Ésta, recibida con el corazón limpio y preparado, nos permite gozar de un trocito de cielo aun aquí en la tierra; nos fortalece para seguir caminando y nos predispone a lo que ha de venir.

Es aquí donde el alma se llena de vida y esperanza por medio de este banquete pascual que nos da la prenda de la vida futura, por pura gracia de Dios, como señala el Sacrosantum Concilium en su nº 47.

Gracias Señor por quedarte con nosotros en el Pan bajado del cielo; ahora nosotros nos quedaremos contigo en el Monumento acompañando tu oración en el huerto de Getsemaní.

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