martes, 12 de noviembre de 2024

Sotanas contra el barro en Paiporta

El Papa reza por los afectados, el arzobispo de Valencia ofrece los templos y los párrocos luchan en medio del lodo

(Diario de Navarra/ Juan Sanchís) Como otras muchas instituciones, la Iglesia valenciana se ha movilizado con motivo de los daños ocasionados por la DANA. Por un lado, para acompañamiento espiritual. Pero también ha ofrecido, como señaló el arzobispo desde el primer día de la DANA, todas sus instalaciones para lo que sea necesario. De esta forma, parroquias se han convertido en centros de alojamiento o de reparto de alimentos al igual que colegios de la diócesis u otras instalaciones de la archidiócesis.

Por su lado, Cáritas Diocesana de Valencia se ha puesto a disposición de las administraciones públicas para todo lo que pueda requerir de ella y ha habilitado dos cuentas para recoger donaciones económicas con las que apoyar a través de las Cáritas parroquiales de las zonas más afectadas. También el arzobispo de Valencia, Enrique Benavent, anunció que la colecta del Día de la Iglesia diocesana de este fin de semana será destinada íntegramente a las parroquias afectadas por el temporal.

“Quiero expresar mi cercanía con la gente de Valencia. Estoy cerca de ellos en este momento de catástrofe”. Con estas palabras, el papa Francisco quiso mostrar su preocupación por las víctimas de la tragedia de la DANA. En un vídeo, el Pontífice pidió a Bemavemt que haga llegar la proximidad de la Santa Sede a toda la diócesis de Valencia.

No solo eso sino que el arzobispo comunicó que le había telefoneado “personalmente el Santo Padre para interesarse por la situación”. “Le he comentado algunos detalles que hemos conocido y me ha dicho que cuanto más ve las noticias y las imágenes, más impresionado se queda”. Además, la audiencia del Papa de este pasado miércoles estuvo presidida por una imagen de la Virgen de los Desamparados. También ese día se conoció el nombramiento de dos nuevos obispos auxiliares de Valencia, Fernando Ramón y Arturo Javier García. Por otro lado, el nuncio en España, monseñor Bernardito Auza, visitó algunas localidades de la archidiócesis valenciana.

Por su parte, la imagen de la Virgen de los Desamparados luce un crespón negro como signo de duelo por las personas fallecidas a causa de la DANA.

El jueves 31 fue el primer día en el que el arzobispo de Valencia ofreció el rezo del Rosario en sufragio por las víctimas. Luego lo ha hecho en varias ocasiones más. Además, el arzobispo pidió que en todas las misas del domingo 3 de noviembre se rezara un responso por los fallecidos en la tragedia.

También se han cedido instalaciones a los voluntarios y cuerpos de seguridad. Entre ellas el Colegio Imperial de Niños Huérfanos de San Vicente Ferrer, en San Antonio de Benagéber, ha acogido a 55 bomberos voluntarios que se desplazaron para colaborar en la catástrofe por la DANA. Los bomberos se trasladaron desde distintas provincias españolas e incluso de Francia. El Seminario Mayor de Moncada ha acogido a 150 miembros de la Guardia Real destinados a ayudar a las localidades afectadas.

“Las poblaciones más afectadas han sido las que están cercanas al río Turia y a sus barrancos, como son el caso de Ribarroja y Vilamarxant”, explicó Francisco Ferrer, párroco de Santa Catalina de Vilamarxant. “Nos hemos puesto a disposición de los ayuntamientos para ofrecer nuestros locales e instalaciones”. El párroco de Nuestra Señora de El Pilar y de María de Catarroja, José Vicente Alberola, apuntó que en su zona el agua subió hasta los tres metros de altura con una fuerza muy grande y que hubo algunos fallecidos.

Cáritas diocesana lleva ya recaudados 70.000 euros para los afectados por la DANA

(Iglesia de Asturias) Tras las fatídicas inundaciones que afectaron a la Comunidad Valenciana, algunas regiones de Castilla La Mancha y de Andalucía, que dejaron tras de sí más de 200 personas fallecidas, viviendas y negocios destruidos y el caos en los pueblos y ciudades afectadas, Cáritas puso en marcha una Campaña de Emergencia. A ella se le ha unido Cáritas diocesana de Oviedo, que, según su directora, Elsa Suárez, lleva ya recaudados más de 70.000 euros, aunque la cifra va aumentando día a día. «Los asturianos –ha declarado– como siempre hacen gala de su gran solidaridad y generosidad y están respondiendo desde el primer momento de todas las maneras posibles y de la manera que lo hacemos nosotros, económicamente».

 Efectivamente en Cáritas se apuesta por lo general por las aportaciones económicas. La experiencia confirma que es la manera más sencilla y eficaz de llegar a las necesidades concretas. «Transportar la mercancía –explica la Directora de Cáritas diocesana de Oviedo– y es difícil también almacenarla, dada la situación que tienen allí. Es también una inversión para el futuro y a nivel de Transparencia, que para Cáritas es muy importante, es una manera más fácil de demostrar que el dinero llega a quien llega».

El destino de todo lo recaudado será las Cáritas de las zonas afectadas por la DANA, que se distribuirán por las Cáritas parroquiales y desde ahí, se seguirá atendiendo a las personas como siempre, en función de sus necesidades particulares.




lunes, 11 de noviembre de 2024

El liberalismo y el marxismo explicado por Don Luciano López y García -Jove

Liberalismo y Marxismo

Estos errores causaron daños de gran consideración a la Iglesia Católica en los tiempos modernos.

El liberalismo excluye del gobierno político de las naciones todo influjo religioso. Proclama como remedio para los males que aquejan para los pueblos la libertad; y predica la libertad de cultos, de pensamiento, de palabra, de prensa, de enseñanza, de contratación, etc. 

Su lema era la Iglesia libre en Estado libre; pero esta libertad de la Iglesia, no consistía en vivir independiente del Estado, sino en vivir subordinado al Estado. 

Todas estas libertades produjeron, y siguen produciendo, grandes trastornos en los pueblos y un desenfrenado libertinaje en el orden religioso, político y social.

El marxismo, llamado así de su fundador, Carlos Marx, es un sistema que pretende resolver el problema social, que agita a la humanidad, Por medio de la negación de la propiedad individual, y proclamando al Estado o a la colectividad como únicos propietarios de todos los bienes de producción y de consumo. 

El socialismo parte de la concepción materialista de la vida, y excluye todo orden sobrenatural y religioso. 

Forma varios grupos entre los que destaca el socialismo y el comunismo.

El marxismo en el orden religioso ha causado grandes daños a la Iglesia, pues a la par que arrastraba a las masas obreras en busca de mejoras económicas, las descristianizó con sus continuos ataques y mofa a la religión y a sus ministros. 

(Lección 15ª Historia de la Iglesia y su Liturgia. Tercer Curso de Bachillerato 1947)

Texto aprobado por el Obispo de Oviedo D. Benjamín de Arriba y Castro con Nihil Obstat del Censor

Rue du purgatoire. Por Guillermo Juan Morado

La festividad de Todos los Santos y la Conmemoración de los Fieles Difuntos, con todos los ritos y costumbres que rodean estas fechas – como el adorno de los panteones y las visitas a los cementerios – pueden ser objeto de diversas aproximaciones; por ejemplo, desde la antropología cultural. También pueden ser analizadas desde la teología católica, que parte de la revelación cristiana, testimoniada en la Sagrada Escritura unida a la tradición de la Iglesia e interpretada con autoridad por el magisterio eclesiástico – por los obispos, por el papa, por los concilios -.

La Biblia habla de la práctica de la oración por los difuntos. El Libro Segundo de los Macabeos dice que Judas, líder de los macabeos, “encargó un sacrificio de expiación por los muertos, para que fueran liberados del pecado”. Este pasaje atestigua la validez de la intercesión solidaria de los vivos por los difuntos. Una línea teológica que hace suya, desde los primeros tiempos, la Iglesia, que ha honrado la memoria de los difuntos, ofreciendo sufragios en su favor, especialmente el sacrificio de la santa misa, para que, una vez purificados, puedan llegar a la visión de Dios en el cielo. San Juan Crisóstomo, patriarca de Constantinopla y uno de los grandes padres orientales, escribió al respecto: “No dudemos, pues, en socorrer a los que han partido, y en ofrecer nuestras plegarias por ellos”.

La convicción que subyace a esta práctica es la fe en la existencia del “purgatorio”; es decir, en la creencia de la purificación final de los elegidos; de aquellos que han muerto en la gracia y en la amistad con Dios, aunque imperfectamente purificados de las huellas que han dejado sus pecados. Esta doctrina ha sido formulada principalmente en los concilios de Florencia y de Trento.

El catolicismo cree que la salvación es un don de Dios. No obstante, el hombre está llamado a cooperar con este don: “Dios, que te creó sin ti, no te salvará sin ti”, decía san Agustín. Y no solamente podemos colaborar en primera persona con la gracia de la propia salvación, sino que, en virtud de la comunión de los santos, del vínculo de caridad que nos une a los demás cristianos, podemos también contribuir a la salvación de los otros; incluso a la salvación de los que ya han muerto, en el caso de que necesiten ser plenamente purificados.

La creencia en el purgatorio fue rechazada por Lutero. Para él la salvación es solo gracia, sin que el hombre pueda aportar nada de su parte, excepto la fe: “Solo las Escrituras”, “solo la fe”, “solo la gracia”, “solo Cristo”, “solo la gloria a Dios”. Demasiado “solo” y, me temo, demasiada soledad en esa insistencia en la pureza, en ese afán de separar tanto lo divino de lo humano. Este rigor protestante impregna la ciudad suiza de Ginebra, donde Calvino experimentó una nueva forma de Iglesia y de sociedad. Por eso me llamó mucho la atención que, justo allí, cerca de la catedral de san Pedro, exista la “rue du Purgatoire”. El nombre de esa calle, cercana a la “rue d’Enfer” y a la “rue Toutes-Ames”, es un vestigio católico en medio de la fortaleza protestante.

Parece que el origen de ese singular callejero estaba en una antigua iglesia de la Magdalena, rodeada por un cementerio. Por el entorno de la iglesia pasaban las calles del Purgatorio, de Todas las Almas, del Infierno – calles que, como se ha dicho, todavía existen - , así como las ya desaparecidas calles del Limbo y del Paraíso. Toda una prueba de que los vivos pensaban en los difuntos. Y todo un testimonio – “la rue du Purgatoire” – de la opción del catolicismo no por la soledad, ni siquiera la de los muertos, sino por la compañía, por la comunión.

Publicado en Atlántico Diario.

domingo, 10 de noviembre de 2024

''Ha echado todo lo que tenía para vivir''. Por Joaquín Manuel Serrano Vila


En este Domingo XXXII del Tiempo Ordinario, la Sagrada Escritura tiene mucho que decirnos: la primera lectura del Libro de los Reyes nos dice lógicamente cómo a Dios no lo encuentran los que no le buscan, pero siempre está para quienes lo necesitan, independientemente de sus pecados. La epístola de la Segunda Carta a los Hebreos nos invita a vivir el evangelio de modo radical, haciendo de nuestra propia vida un sacrificio por los demás, como lo hizo Cristo por nosotros. En estos días en que contemplamos aún consternados la catástrofe de Albacete y Valencia, hemos de reconocer que entre tanto sufrimiento y dolor, entre tantos fallecidos y desaparecidos, familias que lo han perdido todo, negocios y campos destruidos, también nos llegan testimonios de generosidad impagable, de personas que se preocuparon en alertar a sus vecinos del peligro antes de pensar en ellos mismos; familias que han abierto su casa a quienes la perdieron, parroquias que se han convertido en roperos, despensas de alimentos o botiquín. Necesitan ayuda económica y material, y también nuestra oración, pues lo números no son un dato al uso; detrás de cada difunto, desaparecido, herido, de cada víctima de la forma que sea en esta catástrofe hay mucho dolor, muchas heridas en el alma y la necesidad vital de experimentar el consuelo de Jesucristo.

De forma especial, en este domingo en que celebramos el día de la Iglesia Diocesana, quiero detenerme en el evangelio de la pobre viuda, el cual es una enseñanza que no se limita a un acontecimiento del pasado, sino que sigue siendo un hecho constatable en nuestros días: cómo los más ricos suelen ser los que más aparentan, siendo los más egoístas, mientras que los más humildes son los más generosos sin alardear jamás de ello. Jesús está en Jerusalén, en el templo, contemplando con curiosidad los numerosos peregrinos que allí se acercaban; también nosotros podríamos hacer este experimento de ponernos, por ejemplo, a mirar las personas que acuden durante toda una mañana a Covadonga, y veríamos cómo unos acuden con fe, otros únicamente hacer una foto, y los habría que pasan por allí sin tener muy claro dónde están, pero les toca el corazón... El Señor no estaba allí cotilleando, sino que quería hacerles ver a sus discípulos la diferencia que hay entre los que buscan los primeros puestos y los que pasan de puntillas sin hacer ruido. A fin de cuentas, los que piensan sólo en sí mismos son incapaces de ser generosos ni con Dios ni con los hermanos, y suele ser habitual que los más espléndidos, tanto con Dios con los hermanos, sean los que apenas piensan en si mismos. 

Una muestra de nuestro amor a Dios es esa ofrenda que continuamente hacemos no sólo por mantener nuestros templos, sino por mejorarlos, dotarlos de lo que necesitan para promover y hacer más cálido el culto al Señor. Y esto no está reñido con la caridad ni con la formación. Hay personas que desde perspectivas puramente ideológicas se pasan la vida con discursos ya un tanto aburridos que si el anillo del Papa, las joyas de la Virgen o los candelabros del altar, y que mejor se vendían para los pobres, sin caer en la cuenta de que en toda parroquia y en cada diócesis se administra siempre el dinero de forma ecuánime, para que los templos se mantengan en pie, para que se dé a conocer el evangelio en la catequesis y los centros de formación y, especialísimamente, para que los pobres sean atendidos de forma caritativa. Si elimináramos el culto y la evangelización, no seríamos la Iglesia Católica, sino una simple ONG de tantas que únicamente se dedica a fines sociales. El evangelio de hoy nos responde precisamente a esto; no vemos a un Jesús que detenga a aquella mujer y le diga que guarde sus ahorros para su casa que le harán más falta a ella aquellas monedas que a los sacerdotes del templo. Podría haberse manifestado Jesús contrario al culto y a favor exclusivamente del aspecto social; sin embargo, lo que Él quiere subrayar es la autenticidad, la vivencia del culto desde la fe y no desde el postureo y las apariencias. 

Pero la pregunta principal para este día debería ser en verdad: ¿Qué le damos nosotros a Dios? ¿las migajas que nos sobran, o lo que realmente nos duele soltar pero hacemos el esfuerzo de entregarlo?. Y esto no es sólo para el dinero, sino y principalmente, para el tiempo diario a la oración, la confesión, las obras de misericordia etc. Aquella pobre viuda, que en aquel tiempo era por así decirlo de los últimos de la sociedad, dado que no habían pensiones ni ayudas de ningún tipo, entregó todo lo que tenía para vivir; por fe entregó su corazón, su vida y su futuro. Pero quizás aquí hemos de traer también la imagen del profeta Elías y la viuda de Sarepta; en este caso la viuda del evangelio parecía tener la sabiduría del profeta, segura de que no sería su muerte dar todo lo que tenía, sino que Dios haría que su generosidad se viera recompensada con creces. En este día de la Iglesia Diocesana pensemos en tantas pobres viudas de nuestro tiempo, que en las parroquias más humildes y alejadas de nuestra Diócesis dan lo que pueden por mantener en pie su iglesia, ermita o capilla, a pesar de vaciarse los pueblos, de cerrarse las casas y ser cada vez menos los sacerdotes disponibles para atender con mayor frecuencia las pequeñas comunidades de nuestra Asturias rural. En este día colaboremos con la Iglesia Diocesana con nuestro donativo y, especialísimamente, con nuestra oración. 

Evangelio Domingo XXXII del Tiempo Ordinario

Lectura del santo Evangelio según San Marcos 12, 38-44.

En aquel tiempo, Jesús, instruyendo al gentío, les decía:
«¡Cuidado con los escribas! Les encanta pasearse con amplio ropaje y que les hagan reverencias en las plazas, buscan los asientos de honor en las sinagogas y los primeros puestos en los banquetes; y devoran los bienes de las viudas y aparentan hacer largas oraciones. Esos recibirán una condenación más rigurosa».
Estando Jesús sentado enfrente del tesoro del templo, observaba a la gente que iba echando dinero: muchos ricos echaban mucho; se acercó una viuda pobre y echó dos monedillas, es decir, un cuadrante.
Llamando a sus discípulos, les dijo:
«En verdad os digo que esta viuda pobre ha echado en el arca de las ofrendas más que nadie. Porque los demás han echado de lo que les sobra, pero esta, que pasa necesidad, ha echado todo lo que tenía para vivir».

Palabra del Señor

sábado, 9 de noviembre de 2024

Un hombre irrumpe en el monasterio de Gilet, asesina a un fraile y hiere a otros tres

(InfoCatólica) Un trágico suceso tuvo lugar en el monasterio del Santo Espíritu del Monte, ubicado en Gilet, Valencia, cuando un hombre irrumpió en las instalaciones y atacó a varios frailes, dejando un fallecido y tres heridos. Según informó la Guardia Civil, el agresor sigue prófugo y su búsqueda se ha intensificado en la zona.

El ataque ocurrió esta mañana, cuando el Centro de Información y Coordinación de Urgencias (CICU) recibió el aviso a las 10:00 horas. Al recibir la alerta, los servicios de emergencia se movilizaron rápidamente para atender a los afectados. Lamentablemente, un religioso de 76 años, quien sufrió un traumatismo craneoencefálico grave, fue trasladado al Hospital Clínico de València, donde más tarde perdió la vida.

Otros tres frailes, de 57, 66 y 95 años, también resultaron heridos en el ataque, presentando contusiones y traumatismos de diversa gravedad. Estos fueron atendidos en el mismo lugar del incidente, donde el personal médico les proporcionó los cuidados iniciales.

Tras el ataque, la Guardia Civil desplegó un operativo en los montes cercanos al monasterio, pues se presume que el atacante huyó en esa dirección. Hasta el momento, se desconocen los motivos de la agresión, y las autoridades siguen trabajando para esclarecer las circunstancias de este acto de violencia.

El Arzobispado de Valencia lamentó profundamente la pérdida de uno de sus miembros y condenó enérgicamente el ataque. En un comunicado, la institución expresó su solidaridad con los religiosos afectados, mencionando: «con las lesiones en el cuerpo y el dolor en el alma por lo vivido, que, sin duda, deja profunda huella en las personas». Además, se pidió por la reflexión y arrepentimiento del agresor, señalando: «Pedimos también por el agresor para que sea consciente del daño y sea capaz de rectificar un comportamiento para nada propio de la condición humana».

El comunicado también hizo un llamado a los hermanos para que estén más vigilantes y así puedan protegerse mutuamente: «Este acontecimiento también nos está pidiendo a todos los hermanos estar más atentos para evitar que puedan entrar en nuestras fraternidades personas que puedan ocasionar daños de cualquier tipo».

El sacerdote ordenado en Oviedo que escribió sobre una catástrofe idéntica a la de Valencia en 1775

El intelectual valenciano Antonio José Cavanilles describió la orografía de un barranco que desagua en la Albufera de Valencia y que «cuando lleva agua causa muchísimas desgracias en Chiva»

(El Comercio) La historia arroja a veces capítulos que cobran nuevas dimensiones cuando se contemplan con ojos contemporáneos. Estos días se habla sin cesar de la DANA que asoló Valencia y se recuerdan antecedentes de inundaciones catastróficas en la zona para analizar cuáles han podido ser las causas de esta desgracia de dimensiones tan inabarcables. Si se bucea en el pasado aparecen inundaciones con numerosas muertes, pero llama la atención por la semejanza a lo ocurrido el pasado 29 de octubre un texto del siglo XVIII redactado por el intelectual valenciano Antonio José Cavanilles (Valencia,1745-Madrid, 1804), quien pasó al olimpo de los ilustrados por su prolífica creación de artículos y estudios sobre botánica, teología, filosofía y otras muchas disciplinas en las que brilló por su brillantez. Ordenado sacerdote en Oviedo en 1772, donde se entregó durante años a la docencia, dejó escrito en el tratado 'Observaciones sobre la historia natural, geografía, agricultura, población y frutos del Reyo de Valencia' un texto que parece describir lo sucedido en Paiporta y le resto de localidades afectadas por el temporal. En él se lee:

«Siguiendo hacia el Sur es de Alaquás como a un quarto de legua se atraviesa el barranco, que empieza en las montañas de Buñol con dirección a Chiva, entra en esa villa y continúa por el término de Cheste, donde recibe otro considerable: engrosado con este aumento y con las vertientes de aquellos montes, cruza el llano de Quart junto a la venta de Poyo, para después por las cercanías de Torrent que dexa a su derecha, como igualmente Catarroja, y desagua en la Albufera de Valencia. Su profundo y ancho cauce siempre está seco, salvo en las avenidas quando recibe tantas aguas y corre tan furiosamente, que destruye quanto encuentra. En 1775 causó muchísimas desgracias en Chiva, sorprendiendo a media noche sus vecinos y asoló un númerto considerable de edificios esparciendo por más de dos leguas los tristes despojos y los cadáveres de los pobres que no pudieron evitar la muerte».

El texto publicado en Madrid veinte años después de esa tragedia, en 1795, llama poderosamente la atención por la similitud con los hechos recientes y lleva a reflexionar sobre las circunstancias que rodean estos sucesos recurrentes. El intelectual valenciano pasa a la historia como el precursor de lo que hoy entendemos como el desarrollo sostenible, pero ni él con su altura de miras ni los expertos actuales parecen poder prevenir los fatídicos resultados en pérdidas de vidas humanas que estos temporales causan allí, en Valencia.

viernes, 8 de noviembre de 2024

Desde nuestro brocal: Un arca solidaria en el diluvio

Se fue oscureciendo el cielo como no recordaba nadie. Se puso rostro amenazante con ademán de infligir un duro varapalo a tanta gente inadvertida e inocente: la riada a través de los barrancos que aguardaban con su munición destructora para bajar en tromba. Casas arrasadas sin ofrecer resistencia, campos desenraizados con el rejón más cruel, coches y camiones como marionetas en manos de los hilos invisibles de un caprichoso infortunio. De pronto todo se convirtió en un lodazal, donde el fango voraz se hizo con el escenario sembrando el miedo, el pánico, sin saber qué pasaba, ni porqué, ni hasta cuándo. 

Lo peor de todo, por vulnerable y preciosa, fue la vida humana que sin pedir credenciales se llevó la riada impunemente. Ancianos, niños, hombres y mujeres que fueron engullidos por el torbellino del agua que los anegaba hasta la asfixia, o que fueron golpeados por el puño de la molicie que nada respetaba a su paso demoledor. Un misterio de dolor, donde te que das sin palabras, con el alma encogida y roto el corazón. 

Se elevan al cielo las preguntas más hirientes queriendo recibir de inmediato la respuesta de Dios. Sabemos que Él siempre nos acerca su Palabra cuando habla sin engaño e incluso cuando silencioso, calla. Una oración humilde, que no se torna reivindicadora ni pide el libro de reclamaciones. Y, sin embargo, es una plegaria que se pliega ante un misterio en don de la frontera de la iniquidad y la esperanza porfían en dibujar sus límites para ver dónde está la linde de cada una de ellas. Como en tantos otros escenarios enjugamos nuestro llanto, dejamos que las lágrimas sean nuestro salmo más humilde, mientras pedimos luz para entender y fuerza para entregarnos a todo lo que tenemos por delante como reto inmenso y despiadado. 

Hemos visto militares, bomberos, guardias civiles y policías, sanitarios y tantos voluntarios anónimos. Pude hablar con el arzobispo de Valencia. Contaba con emoción cómo los primeros que llegaron a las varias zonas “cero” de esta tragedia, fueron los jóvenes cristianos que se organizaron inmediatamente. Las parroquias del centro de la capital valentina adoptaron a las comunidades cristianas de las periferias y de las zonas rurales. Igualmente, los sacerdotes abrieron sus locales parroquiales, incluyendo los mismos templos, para dar cobijo a la gente que se quedó a la intemperie, o para organizar la distribución de alimentos y otras necesidades higiénicas o medicamentos más esenciales. La Cáritas diocesana rápidamente se ha hecho un cauce fiable para poder recibir y repartir ayudas materiales y económicas, sin dar pie al pillaje o al desvío de los bienes que tienen sólo a los pobres como destinatarios. 

¡Cuántas cosas se recolocan con prisa ante todo esto! ¡Cuántas se caen por sí solas cuando ves la impostura al robarnos el tiempo, los sueños, los valores que valen la pena, aquello que únicamente es digno de fe como es el amor! Un zarpazo tan brutal como este, vuelve a poner las cosas en su verdadero sitio devolviendo la primacía perdida: a Dios y a los hermanos. Sólo así en medio de tanto dolor y con las preguntas más punzantes a flor de piel, nos abrazamos a la esperanza para mirar el mañana sin ser rehenes de este pasado purificador en el crisol de la riada. Las penúltimas palabras están bañadas por tanto llanto, donde la destrucción y la muerte nos han asolado hasta la extenuación. 

Pero la palabra final sólo le corresponde al Señor y sus brazos alargados en las manos de tanta gente buena que lo está dando todo, es su Palabra en los labios de hermanos entregados que ponen letra de esperanza a esta melodía en tono menor. Esta es la primera piedra llena de caridad solidaria, de amor invencible, para reconstruir toda una historia. La riada se ha llevado buena parte del pasado, ha dejado herido el presente, pero el futuro está en nuestras manos cuando son sostenidas y abrazadas por la providencia divina y los gestos fraternos del amor. Acercamos nuestro afecto, nuestra aportación económica y nuestras plegarias. Es el arca solidaria en medio del diluvio, no las otras danas de algunos políticos mandamases o de saqueadores desalmados, objeto del desprecio por la bajeza de sus miserias demagógicas. 

+ Jesús Sanz Montes, 
Arzobispo de Oviedo

La deuda espiritual, ética, moral y social de la Diócesis de Oviedo. Por Joaquín Manuel Serrano Vila

La sangre de los Mártires no puede caer en el olvido, y en Asturias tenemos el legado precioso de numerosos sacerdotes, religiosos y laicos que dieron su vida por amor, perdonando a sus verdugos, regando y bendiciendo nuestro suelo con su sangre con la ofrenda de sus vidas. La persecución religiosa vivida en España a principios del siglo XX tiene dos momentos destacados en nuestra tierra asturiana como fueron la lamentable revolución de octubre de 1934 y, mayormente, los dos primeros años de la guerra civil española. No fue la mayor persecución religiosa de la historia ni del momento, pues ahí están las cifras de los martirizados en Rusia por el comunismo a partir del año 1918, o las ya lejanas de los primeros siglos de nuestra fe en territorio del Imperio Romano, pero nadie duda que el genocidio católico de comienzos del siglo pasado ya es reconocido -y así pasará a la historia- como una de las persecuciones más intensas de la historia de la Iglesia. 

En estos días en que Asturias contempla con vergüenza cómo ciertos sectores se enorgullecen de recordar como efeméride digna de ser "memoria" la revolución de octubre, da que pensar a qué extremos puede llevar el sectarismo, hasta el punto que la Universidad de Oviedo haga actos conmemorativos en recuerdo de aquel trágico octubre de 1934 como si de una gesta épica se tratase con no sé qué beneficio reportó a esta Institución, cuando en realidad fue la etapa más triste de la historia de la Universidad de Oviedo que tuvo que ver su biblioteca y archivo pasto de las llamas y su edificio histórico totalmente arrasado. Poco importa que buena parte de la historia de Asturias se perdiera en aquellos días en templos, obras de arte, libros y documentos con siglos de historia y que esa revolución nos robó a todos los asturianos. Pero lo más grave fueron las vidas inocentes de clérigos, religiosos, fieles, miembros de cuerpos de seguridad y ciudadanos sencillos y humildes asesinados vilmente por fanáticos de cerebro troglodita al considerarlos un estorbo para el triunfo de aquel pretendido movimiento revolucionario. 

A finales del pasado mes de septiembre se colocó e inauguró a bombo y platillo una placa ante la fachada de la iglesia parroquial de San José de Gijón, que recuerda a los trescientos jubilados que en 1971 se encerraron en dicho templo reclamando mejoras sociales y que fueron desalojados tras nueve días de protesta: ¿Era necesaria esa placa? Oiga, pues tal vez sí, pero llama la atención que el mayor mérito destacado fue que la malvada policía: ''los grises'', sacaran a los pensionistas de la iglesia de San José y, sin embargo, los colectivos que celebran este reconocimiento son los mismos que quitaron el nombre de Plaza de los Mártires cambiándola por Plaza del Humedal; quizás se les olvida a los amigos de la "Memoria Histórica" que la iglesia de San José no se quemó por una vela mal colocada, sino que fue profanada, saqueada y utilizada como cárcel donde los milicianos tuvieron detenidos y torturados a no pocos sacerdotes y fieles católicos que finalmente fueron asesinados. Las gentes de Gijón empezaron a llamar a aquel entorno de La Acerona la Plaza de los Mártires, pues en ese lugar fueron fusilados muchos de esos encarcelados por los republicanos. Me parece muy bien que recuerden a aquellos jubilados expulsados por la Policía, pero me pregunto: ¿No merecían también una placa los sacerdotes diocesanos Don Francisco Mayo Vega, Don Honorato Mocalvillo Mate, Don José Ron González, Don José Torres Rodríguez, Don Juan Rilla Álvarez, Don Potenciano Lesmes García y Don José Esteban García Rodriguez, que no sólo sufrieron prisión y tortura en la iglesia de San José, sino que de ella salieron para ser asesinados?...

La Iglesia no hace bandera ideológica de sus mártires, sino que no olvidando su entrega los propone como modelo de reconciliación; el mártir es el exponente de la generosidad total y absoluta, pues en ellos no había el interés partidista de ningún bando o color, dado que supieron desprenderse hasta tal punto de toda aspiración humana que ni siquiera se aferraron a su propia vida, sino que con total disposición prefirieron antes morir que apostatar de su fe y renunciar a Cristo (chantaje infame que les ofrecían sus verdugos a cambio de salvar su vida) quedando patente que ellos eligieron con mucho, lo mejor. La devoción a nuestros Mártires del Siglo XX en España crece con fuerza hoy en nuestra Iglesia; no hay seminario diocesano ni presbiterio donde no se les tenga entre sus devociones principales, ya no digamos las numerosas congregaciones religiosas que con sano orgullo llevaron la delantera en la noble causa de reconocer aquí, en esta Iglesia militante, lo que ya es un hecho de facto en la Iglesia Triunfante. Es una realidad, dado que allí ya Dios los ha coronado con la gloria de los bienaventurados. Pero necesitamos reconocerlos aquí para que nos sirvan de guía en la Iglesia peregrina de nuestro tiempo. También fuera de nuestras fronteras nuestros mártires son queridos y reconocidos, como ya en su día el Venerable Pío XII indicaba al encomendarse a diario a ellos.

Ya en su día desde mi situación entonces de miembro del Consejo del Presbiterio, comenté en alguna ocasión que nuestra Diócesis tenía una deuda espiritual, ética, moral y social con nuestros mártires; de forma concretísima con los 193 héroes de nuestra Iglesia Particular, de los que quisiera incidir aún más en los 130 sacerdotes diocesanos asesinados por odio a la fe y cuyos nombres, vidas y ejemplo no podemos permitir que caigan en el olvido. Es imprescindible recordar aquí la labor impagable y generosa del presbítero D. Ángel Garralda García (q.e.p.d.), cuya vida sacerdotal sigue viva en la obra social y pastoral que puso en marcha en su querida parroquia de San Nicolás de Bari de Avilés. Su promoción de nuestros mártires hizo posible que el único sacerdote asturiano que hoy tenemos en los altares, como lo es el Beato Genaro Fueyo Castañón, lo fuera gracias al empeño de Garralda de ir a contracorriente. Los sacerdotes asturianos deberíamos preguntarnos qué pasó para que tuviera que ser un navarro el que sacara del olvido a nuestros paisanos asturianos mártires. Don Ángel pidió por todos los medios y en todos los foros a lo largo de su vida que por favor no se olvidaran a los mártires, pues el profetizó: ''¡Pagaremos muy caro ese olvido!''. Muchos se rieron de él, pensaron que eran cosas de un cura trasnochado que no había entendido el Concilio. Hoy que D. Ángel Garralda ya no está entre nosotros y habiendo pasado ya años desde su partida, podemos hacer balance de los hechos y podemos asegurar con tristeza que tenía toda la razón cuando muchos no le escucharon. 

La Iglesia de Asturias ha pagado muy caro el olvido de los suyos; sí, aquellos curas y aquellos obispos que creyeron que el futuro de la Iglesia asturiana estaba en las asambleas, manifiestos y concentraciones, huelgas ideológicas y barricadas, se equivocaron: ¿Qué ha quedado de todo aquello? Ni piedra sobre piedra... Para vergüenza de aquel presbiterio diocesano, y en especial para vergüenza de la historia del arciprestazgo de Gijón, ahí consta para la posteridad la solicitud de sacerdotes de dicha ciudad exigiendo al entonces arzobispo de Oviedo y presidente de la Conferencia Episcopal Española, Don Gabino Díaz Merchán, que se paralizaran todas las causas de ''mártires de la guerra'', dado qué, según ellos, eran muertos como los demás y se debía evitar reabrir viejas heridas. El pobre Don Gabino, que nadie sabe muy bien si estaba de acuerdo o si tenía miedo a aquel grupo de sacerdotes que le presionaban o utilizaban su nombre en ocasiones como escudo, llegó a presentar dicha petición a principios de los ochenta a la Congregación para las Cusas de los Santos, y en presencia de numerosos testigos el Cardenal Pietro Palazzini le respondió al Arzobispo de Oviedo y también al clero "progresista" de Gijón: ''Señor Arzobispo, los socialistas en España, ¿no exaltan a sus héroes? Y la Iglesia, ¿se va a olvidar de sus mártires?''... En cierta ocasión en una reunión del arciprestazgo de Avilés un sacerdote preguntó y pidió a Don Ángel Garralda una prueba de que le hubiera afectado en algo a la Diócesis el haber olvidado a los Mártires, tal como él decía. Don Ángel fue tajante: ''puedo dar muchos, pero sólo uno basta: fueron 193 los que entregaron su vida por su fe en Dios, y ya hemos superado sólo en el presbiterio diocesano la cifra de 200 sacerdotes que han abandonado su ministerio como claudicación gratuíta", lo que provocó que aquel cura tuviera que agachar la cabeza ante los números del buen cura de San Nicolás.
El empeño que muchos quisieron dar al ritmo de vida de la Diócesis nos ha llevado al barbecho donde ahora estamos: décadas despreocupados de la vida espiritual y sacramental, de aceptación de todo en los abusos litúrgicos y la predicación de herejías, y de tratar de convencer a los fieles que lo único importante era la justicia social, el buenismo ideológico y las causas mundanas, olvidando el mandato del Señor: ''buscad primero el Reino de Dios y su justicia''; es decir, primero prepararse para la vida y justicia del cielo qué, a fin de cuentas, es la única que tendrá valor. Lógicamente, como las cosas divinas y trascendentes no eran bien valoradas -hasta el punto de mandar al trastero el cuadro de los seminaristas mártires- el mismo edificio del Prau Picón se convirtió un tiempo, paradójicamente, en un punto de referencia para el comunismo asturiano del tardofranquismo; es decir, que los entonces responsables del Seminario Metropolitano pusieron alfombra roja -valga la expresión- a aquellos que décadas atrás incendiaron el viejo seminario, profanaron su capilla y arrestaron y martirizaron a sus alumnos, profesores y superiores. Así se vació con velocidad un edificio que llegó a albergar casi mil vocaciones. Un cura dijo en los setenta: ''nunca estuvimos mejor que ahora'', a lo que otro añadió: ''¡en cuanto a espacio, sin duda!... Jamás la asistencia a la eucaristía ha sido tan baja, y en ningún caso seminarios, noviciados, conventos y casas de ejercicios han estado tan vacíos... Si esto es la Primavera deseada de la entonces pretendida Iglesia, no cabe imaginar cómo será el invierno... Ante lo que está sucediendo en la pobre Nicaragua uno piensa: ¿no deberíamos pedir perdón los a los nicaragüenses por haber sido cómplices algunos asturianos al provocar de algún modo el nacimiento del régimen dictatorial comunista que hoy sufre ese pueblo y que persigue en aquella bendita a la Iglesia?. Aquel reducto del clero asturiano -hoy prácticamente extinguido- que proponían como ejemplo a imitar y seguir la figura del guerrillero Gaspar García Laviana, el cual muy lejos de su ministerio en lugar de promover la paz promovió y ejerció la violencia, haciendo del Sandinismo mayor barbarie que el Somozismo. Qué paradoja, -¡de aquellos polvos, estos lodos!- ahora somos nosotros los que acogemos como huídos y represaliados a sacerdotes, seminaristas y cristianos nicaragüenses.   

Los Mártires, por su parte, jamás promovieron lucha alguna, enfrentamiento o discordia; son el modelo de la paz hasta el extremo de llegar a amar, perdonar y orar por los que les perseguían y les quitaban la vida. Nadie como un mártir es ejemplo de amor a la verdad hasta las últimas consecuencias. Nadie como un mártir es ejemplo de amor a los demás en tan grado superlativo, ni nadie como un mártir es ejemplo de amor a Dios hasta el derramamiento de su propia sangre. En el siglo de los derechos humanos, de la democracia y de la pretendida libertad religiosa, nuestros hermanos en la fe dieron su vida generosamente, y ni queremos ni los podemos olvidarlos. Desconozco la situación económica de la Archidiócesis de Oviedo, pero estoy seguro que no sería un gasto inútil, excesivo ni desacertado asumir los costes que pudiera suponer la apertura de una causa para la posible y futura beatificación de nuestros muchos y olvidados sacerdotes diocesanos mártires. Tenemos mucho trabajo adelantado gracias a tantos datos recopilados por D. Ángel Garralda. Cuenta la Diócesis con más de un sacerdote conocedor a fondo en el marco del Derecho Canónico de la promoción de las Causas de los Santos, así como tenemos asturianos muy entendidos en materia de teología martirial, como lo es el obispo auxiliar de Madrid, Monseñor Juan Antonio Martínez Camino, o como el religioso comboniano P. Fidel González García. Diócesis más pequeñas en España y más pobres seguramente que la nuestra han abierto sus causas recientemente, y la Diócesis de Oviedo, a mi juicio, tiene en su historia esta  deuda espiritual, ética, moral y social como reconocimiento de sus mártires, aún en la lista de "pendiente"... 










jueves, 7 de noviembre de 2024

Un recuerdo para Valencia en la Audiencia general del Santo Padre

 

Las víctimas de la Dana en Valencia siguen inquietando el corazón del Papa, quien ayer antes de dar inicio a su Audiencia General, ha pedido oración por los damnificados españoles que han perdido todo tras las fuertes inundaciones que han azotado varias zonas del país:

“Hoy, de manera especial, rezamos por Valencia y por otras zonas de España que están sufriendo por el agua”.

El centro de la Plaza de San Pedro estaba ocupado esta mañana por una imagen de la patrona de Valencia, "la Virgen de los Desamparados". Se trata de un regalo de la población valenciana al Papa Francisco, tras su petición específica de que en el día de hoy estuviera esta imagen en la plaza con él:

"He querido que estuviera aquí, la patrona de Valencia. Esta pequeña imagen me la regalaron los propios valencianos".

Francisco ha protagonizado un momento de recogimiento ante la imagen de la virgen, acompañado de la señal de la Cruz, la bendición y ha concluido con una flor depositada en el pequeño altar donde se encontraba la estatua de la "Virgen de los Desamparados".

Llamamiento del Papa por Valencia en el pasado Ángelus

Este momento de recogimiento ante la Virgen refuerza el llamamiento que el Papa hizo a los afectados por las inundaciones en el discurso posterior al Ángelus del pasado domingo 3 de noviembre. "¿Qué hago por la gente de Valencia? ¿Rezo? ¿Ofrezco algo? Piensa en esta pregunta", fue la invitación de Francisco.




La peligrosa y mal llamada ''Teología de la liberación'' al descubierto


¿Opción preferencial por los pobre antes que por las almas? y uno que pensaba que Cristo había venido a salvar a ricos y pobres. Si Jesús hubiera sido marxista, de la teología de la liberación, nunca se hubiera acercado a Mateo el recaudador de impuestos, ni a Nicodemo, ni a José de Arimatea... ¿Jesús vino a liberar a los pobres de la esclavitud de los ricos? anda, y dos mil año equivocados pensando que había venido a redimirnos. La teología de la liberación considera que Jesucristo no es un verdadero Dios encarnado, sino como un símbolo de la humanidad que lucha por la liberación de los opresores dado que muere en defensa de los pobres. Para este pseudo teología los intentos de la Iglesia por ser neutral en cuestiones políticas en realidad es un posicionamiento en favor de los opresores. Se interpreta en evangelio en clave protestante...

Si quieres saber más sobre la teología de la liberación te recomendamos:

INSTRUCCIÓN SOBRE ALGUNOS ASPECTOS DE LA «TEOLOGÍA DE LA LIBERACIÓN» de la Sagrada Congregación para la Doctrina de la Fe (1984) - Instrucción sobre algunos aspectos de la «teología de la liberación» -Libertatis nuntius

INSTRUCCIÓN LIBERTATIS CONSCIENTIA SOBRE LIBERTAD CRISTIANA Y LIBERACIÓN (1986) - Instrucción Libertatis conscientia, sobre libertad cristiana y liberación, 22 marzo 1986

Sobre la situación actual de la Fe y la teología. Joseph Card. Ratzinger. Encuentro con las Comisiones doctrinales de America Latina (Guadalajara, México, 7 de mayo de 1996) - Sobre la situación actual de la Fe y la teología - Joseph Card. Ratzinger (7 de mayo de 1996)

O el libro de Julio Loredo de Izcue

miércoles, 6 de noviembre de 2024

Mons. Argüello anuncia la celebración de una eucaristía, durante la Plenaria, y una colecta en favor de los afectados por la Dana

(C.E.E.) El presidente de la Conferencia Episcopal Española, Mons. Luis Argüello, anuncia que durante la semana de la Asamblea Plenaria del 18 al 22 de noviembre, tendrán lugar dos acciones en favor de los afectados por las terribles consecuencias de la Dana en Valencia, pero también en otras partes de España, como Albacete, Cuenca, Cataluña y Andalucía.

Por un lado, todos los obispos españoles celebrarán la Eucaristía «como apoyo espiritual» el martes 19 de noviembre en la catedral de la Almudena de Madrid «ofreciendo lo más radical que puede ofrecer la Iglesia, que es la esperanza en Jesucristo resucitado». Además, el domingo 24 de noviembre, fiesta de Cristo Rey, se convocará una colecta en todas las eucaristías que se realicen en España en favor de los damnificados por esta catástrofe.

Mons. Luis Argüello, que ha hecho este anuncio en Valladolid durante la rueda de prensa de presentación de la XLIV Semana Social, ha señalado que con la celebración de la Eucaristía «queremos ofrecer nuestro apoyo espiritual y nuestra invocación al Señor por el eterno descanso de las víctimas». También invita a sumarse a la colecta que será ofrecida «como una pequeña ayuda» porque «las necesidades económicas de reconstrucción son impresionantes» y hace falta «arrimar el hombro».

Santos y beatos de la persecución religiosa, rogad por España


(Rel.) Celebramos hoy 6 de noviembre la memoria de los Santos y Beatos mártires del Siglo XX en España,  2.128 santos y beatos, obispos, sacerdotes, consagrados y laicos, que dieron a Cristo el testimonio supremo del amor, martirizados en odio a la fe en España, entre 1934 y 1939.

Mártires valencianos para que nos ayuden en esta hora

Les recordaba esta mañana a las monjas de mi capellanía el testimonio de la beata Teresa Ferragut y sus cuatro hijas monjas.


Y la parroquia de San Pío X de Algemesí (Valencia) donde se veneran sus restos que tiene una excelente página web, nos permite escuchar a la hermana María Mercedes Gutiérrez-Solana, esclava de Cristo Rey (que ha pasado al Padre en el año 2024), compuso este audio.



Y podemos pedir a estas Beatas que nos ayuden en esta hora de tanto sufrimiento en las tierras valencianas: en Alzira, donde sufrieron el martirio, y en Algemesí, donde reposan sus cuerpos.

2.130 mártires en unas semanas

Por otra parte, como ya anunciamos el 23 de noviembre, tras la beatificación de la Sagrada Familia, en Barcelona, alcanzaremos la cifra de 2.130 mártires de la persecución religiosa en España. El 13 de abril de 2024, durante la audiencia concedida al prefecto del Dicasterio de las Causas de los Santos, el cardenal Marcello Semeraro, el Sumo Pontífice autorizaba dos nuevas causas martiriales: las de Cayetano Clausellas Ballvé, sacerdote diocesano, nacido el 5 de agosto de 1863 en Sabadell (España) y asesinado por odio a la fe el 15 de agosto de 1936 en la localidad de Matadepera; y la de Antonio Tort Reixachs, laico y padre de familia, nacido en Monistrol de Montserrat (Barcelona) el 28 de mayo de 1895 y asesinado por odio a la fe en la noche del 3 al 4 de diciembre de 1936 en Montcada (Barcelona).

El laico Antonio Tort (izquierda) y el sacerdote Cayetano Clausellas.

Informe de la oficina para las Causas de los Santos: ¡más mártires!

Durante los años 30 del siglo XX, anarquistas, comunistas y otros grupos anticlericales mataron a miles de españoles por odio a la fe. A algunos los mataron en 1934 y a la mayoría entre 1936 y 1939, durante la Guerra Civil española. Aunque todo comenzó el 11 de mayo de 1931 con la quema de conventos.

No son víctimas de la guerra, porque no eran combatientes ni víctimas de bombardeos. Son víctimas de una persecución y de odio a la fe: hombres armados les buscaban activamente para matarlos, a veces con listas de nombres, porque se conocía su condición de católicos. A menudo se les ofrecía salvar la vida si renunciaban a la fe y la Iglesia.

La Iglesia española y las congregaciones religiosas se han esforzado por reunir las historias de estos mártires, las pruebas y los testimonios, para beatificarlos, pero con una gran dispersión.

Así, en la actualidad hay 54 causas abiertas, que implican a 31 diócesis y promueven la causa de 3.280 personas ya consideradas Siervos de Dios.

Se trata de:

- 2.095 sacerdotes diocesanos (incluyendo 2 obispos);
- 43 seminaristas;
- 443 religiosos (37 mujeres);
- 699 laicos (95 mujeres).

Para intentar agilizar estas causas, o al menos facilitar algunas de ellas, la Iglesia española ha preparado un gran volumen sobre los procesos ligados a la persecución de los años 30 llamado Informe Jubileo 2025 que se ha entregado este miércoles 29 de mayo en Roma, en las oficinas del Dicasterio de las Causas de los Santos.

La directora de la oficina español para Causas de los Santos, Lourdes Grosso García, y el adjunto a dirección, Fernando del Moral Acha, entregaron este Informe Jubileo 2025 al subsecretario del Dicasterio, Boguslaw Stanislaw Turek, quien agradeció el esfuerzo realizado.

Boguslaw Stanislaw Turek, en el centro de la imagen, recibe el Informe Jubileo 2025 de manos de Lourdes Grosso García y Fernando del Moral Acha.

La Conferencia Episcopal Española fue quien encargó a su oficina de Causas de los Santos coordinarse con las diócesis y con Roma para agilizar estas causas con un protocolo de actuación.

Los españoles han explicado a la oficina romana los retos de mover estas tres mil historias. "El padre Turek ha alentado esta labor y ha resuelto algunas de las dudas presentadas; además de sugerir nuevas iniciativas para llevar a cabo", asegura una nota de Conferencia Episcopal.

martes, 5 de noviembre de 2024

El color negro. Por Francisco Torres Ruiz

“Recuerde el alma dormida,
avive el seso y despierte
contemplando
cómo se pasa la vida,
cómo se viene la muerte
tan callando…”.

Así comienza Jorge Manrique la primera de sus cuarenta coplas a la muerte de su padre. Sabemos que la muerte es consecuencia del pecado. Así lo enseña el Catcismo de la Iglesia: “la muerte fue contraria a los designios de Dios Creador, y entró en el mundo como consecuencia del pecado” (CEC 1008). El hombre fue creado por Dios con una serie de dones llamados preternaturales, entre otros, el don de la inmortalidad. Santo Tomás de Aquino lo explica en STh. I, q. 97 a.1 referido a la causa eficiente: “en efecto, su cuerpo no era incorruptible por virtud propia, sino por una fuerza sobrenatural impresa en el alma que preservaba el cuerpo de corrupción mientras estuviese unida a Dios. Esto fue razonablemente otorgado. Pues, porque el alma racional supera la proporción de la materia corporal, como dijimos, era necesario que desde el principio le fuese dada una virtud por la que pudiese conservar el cuerpo por encima de la naturaleza material corporal”.

Solo tras la caída de Adán y Eva en el Pecado Original entró la muerte en el mundo como consecuencia del mismo. Así, son muy acertadas estas palabras del Catecismo: “Nuestras vidas están medidas por el tiempo, en el curso del cual cambiamos, envejecemos y como en todos los seres vivos de la tierra, al final aparece la muerte como terminación normal de la vida. Este aspecto de la muerte da urgencia a nuestras vidas: el recuerdo de nuestra mortalidad sirve también para hacernos pensar que no contamos más que con un tiempo limitado para llevar a término nuestra vida” (CEC 1007).

Sin embargo, la muerte también ha sido redimida por Jesucristo adquiriendo un sentido positivo: por el Bautismo hemos sido incorporados a la muerte y resurrección de Jesucristo. La muerte física es tan solo la consumación de esta unión con Cristo y perfección de esta incorporación a su misterio pascual.

Este doble aspecto de la muerte – la tristeza del desgarro de la vida presenta y la alegría del anhelo de la vida eterna – fue siempre objeto tanto de la escatología como de la liturgia cristiana. Como muestra, recordemos las palabras de San Pablo cuando se debate entre morir o no: “Para mí la vida es Cristo y el morir una ganancia. Pero, si el vivir esta vida mortal me supone trabajo fructífero, no sé qué escoger. Me encuentro en esta alternativa: por un lado, deseo partir para estar con Cristo, que es con mucho lo mejor; pero, por otro, quedarme en esta vida veo que es más necesario para vosotros. Convencido de esto, siento que me quedaré y estaré a vuestro lado, para vuestro progreso en la alegría y en la fe” (Flp 1, 21-25) o las del mártir San Ignacio de Antioquía en su Carta a los romanos: “Para mí es mejor morir en Cristo Jesús que reinar de un extremo a otro de la tierra. Lo busco a Él, que ha muerto por nosotros; lo quiero a Él, que ha resucitado por nosotros. Mi parto se aproxima […] Dejadme recibir la luz pura; cuando yo llegue allí, seré un hombre”.

Esta tensión fue resuelta en la celebración del misterio cristiano cuando, al perfilarse la teología del color, la Iglesia asumió, al menos desde el s. IX, el color negro para la misa y oficio de difuntos. Tal ha sido la estima de la Iglesia por el color negro en la liturgia que el mismo Pio XII escribió en la encíclica que consagra el movimiento litúrgico, Mediator Dei: “se sale del recto camino quien desea devolver al altar su forma antigua de mesa; quien desea excluir de los ornamentos litúrgicos el color negro”.

Así, el color negro expresa el dolor de la Madre Iglesia por la muerte de un hijo, la pena y la tristeza humana ante el desgarro que supone perder a un ser querido. Sin embargo, el color negro debe estar roto por el dorado. Nunca es un negro seco o apagado. El dorado que rompe la negritud del ornamento evoca la luz Pascual porque sólo en Jesucristo se encuentra la esperanza del género humano que se dirige hacia la muerte.

La oscuridad que impone al corazón del hombre la tragedia del morir está transida por la luz pascual que abre al ser humano hacia su destino eterno de salvación. La humanidad camina hacia la eternidad, aunque para entrar en esa eternidad sea necesario experimentar el humano morir.

Sólo Jesucristo, en quien se esclarece el misterio del hombre (cf. GS 22), puede enjugar las lágrimas que la pena hace brotar en el corazón humano. El mismo Jesucristo experimentó en su humanidad santísima esa pena como leemos en el evangelio de Juan “Jesús se echó a llorar” (Jn 11, 35) cuando iba a resucitar a su amigo Lázaro.

Por tanto, los ornamentos negros con hilos dorados son la expresión plástica, junto al Cirio que se enciende al inicio de la celebración, del misterio pascual que vive el cristiano en sus carnes cuando enfrenta su muerte. Casulla negra y cirio pascual forman una unidad simbólica insuperable que aúnan realismo y esperanza, dolor y gozo, lo humano y lo divino.

La mejor expresión de lo vívido de este juego simbólico se encierra en estas palabras de la liturgia de difuntos: «Junto al cuerpo ahora sin vida de nuestro hermano N. encendemos, oh Cristo Jesús, esta llama símbolo de tu cuerpo glorioso y resucitado. Que el resplandor de esta luz ilumine nuestras tinieblas y alumbre nuestro camino de esperanza hasta que lleguemos a ti, oh claridad eterna, que vives y reinas inmortal y glorioso, por los siglos de los siglos. Amén«.

Os dejo con la quinta copla de Jorge Manrique:

“Este mundo es el camino
para el otro, que es morada sin pesar;
mas cumple tener buen tino
para andar esta jornada
sin errar.
Partimos cuando nacemos,
andamos mientras vivimos,
y llegamos
al tiempo que fenecemos;
así que, cuando morimos,
descansamos.”

El Cristo yacente lleno de barro: “Nos recuerda a los más de cien fallecidos en Paiporta, a la cantidad de desaparecidos aún no cuantificables”

(Ecclesia) Es la expresión que Gustavo Riveiro, sacerdote argentino y párroco de San Jorge en Paiporta, utiliza para describir la tarea que le ha ocupado en los últimos días, como confiesa en conversación con Ecclesia este mismo domingo. Dice que la Iglesia no es distinta al pueblo y que vive y sufre con él esta gran tragedia.

Narra con emoción cómo una marea humana de jóvenes se ha desplazado a Paiporta a lo largo del fin de semana para ayudar en las tareas de limpieza. En su parroquia, San Jorge, han podido ver al fin el suelo. Fue un momento de emoción y, quizás también, de esperanza, pues sacaron el agua —con un nivel de 50 centímetros— sin más bombas de achique ni maquinaria pesada, sino cubo a cubo.

Allí mismo, a pesar de la destrucción y de las pérdidas materiales, que asegura no son importantes ahora mismo, ha recuperado la imagen del Cristo yacente, con el rostro lleno de barro que, dice, según recoge la archidiócesis de Valencia, «nos recuerda a los más de cien fallecidos en Paiporta, a la cantidad de desaparecidos aún no cuantificables y a sus familias, que es la verdadera tragedia». «Todo lo demás se irá recuperando cuando sea posible, y si es posible…».

A Riveiro le pilló la riada provocada por la DANA en la iglesia, en medio de una adoración. Reconoce que está vivo gracias a la hija de una feligresa, que se acercó a buscar a la madre ante las noticias que llegaban del barranco. En cuestión de minutos, junto antes de entrar en su casa, el agua ya estaba a la altura de las rodillas.

La parroquia de Riveiro, así como las otras dos de Paiporta, recibieron este sábado la visita del arzobispo de Valencia, Enrique Benavent, que se acercó para conocer de primera mano la situación y acompañar a los ciudadanos en estos momentos tan duros.