miércoles, 22 de mayo de 2024

Aportaciones - sugerencias a la Delegación Episcopal del Clero. Por Joaquín Manuel Serrano Vila, Arcipreste de Oviedo



PROPUESTAS DE ACCIÓN CONJUNTA DELEGADO DEL CLERO Y ARCIPRESTES PARA EL ACOMPAÑAMIENTO DE SACERDOTES

Desde mi punto de vista, hay dos cuestiones a considerar en cualquier plan de acompañamiento:

-Sacerdotes jóvenes y/ó neopresbíteros:

Normalmente, cuando salen (salimos) del Seminario ya nadie pregunta ni acompaña nada más... Se pasa de un férreo control organizado y estructurado en la vida académica y formativa a la indiferencia (y a veces indolencia) más absoluta que hacer “despertar” a una realidad de “soledad” que en ocasiones sobrepasa a la persona y la deprime, haciendo ineficaz su ministerio, y/ó la convierte en un francotirador independiente que enfadado con el mundo traidor hace comenzar en ésta un proceso de secularización silencioso (que nada tendrá que ver luego con los “papeles”) y/ó la transformación en un funcionario de lo sagrado como “modus vivendi” y no pocas veces autodeclarado “en rebeldía.”

*Se necesitan cauces serios para valorar en la formación de los seminaristas su madurez y equilibrio psicológico y afectivo (se dice que se hace pero, finalmente, muchas veces es un cubrir el expediente…) y luego una vez ordenados y en el ejercicio del ministerio, aparecen carencias y “fantasmas”. Tras la ordenación se necesita un seguimiento y unas mediaciones con autoridad para el “obligado” acompañamiento, y unas exigencias de mínimos (como se hace en cualquier empresa, o p/ej en órdenes religiosas) para evitar

-y no permitir en lo posible- que se produzca la soledad depresiva que en muchos casos lleva al individualismo egoísta y secularizante y, por ende, a inmediatos escándalos “ad intra y ad extra.”

-Sacerdotes maduros y mayores:

Dependiendo de su personalidad de éstos y de la eficacia en lo anterior, así será el sacerdote maduro y mayor. Distinguiría DOS “modelos”:

No pocos se han “escapado” en el tiempo a un acompañamiento (y elemental control) adecuado, y son un compendio de problemas personales y pastorales allí donde han estado y/ó están. Se necesitan estructuras eficaces que en sus atribuciones canónicas actúen con responsabilidad, pues en no pocas ocasiones los reinos de taifas y las repúblicas independientes (con sus aparejados dramas pastorales y personales) son fruto de la indiferencia, indolencia, e inoperancia de dichas estructuras.

Los sacerdotes más mayores merecen especialísima atención, y, aunque tenemos una Casa Sacerdotal que cubre las carencias de la realidad del sacerdote mayor, no suple muchas veces sus propias soledades y carencias afectivas, familiares o personales. Otros -no pocos tampoco- viven solos en rectorales o viviendas propias, y no sabemos (también por inoperancia muchas veces de las estructuras canónicas) de sus situaciones de miseria (dicho en sentido amplio) hasta que fallecen. Arciprestes y Vicarios ante la enfermedad y fallecimiento no pueden dejar la iniciativa (que casi siempre es muy poca o ninguna) a la familia. Particularmente a la hora de acceder al domicilio del sacerdote, si este se encuentra en una casa Rectoral.

*Hay que potenciar prioritariamente y subrogadamente con recursos diocesanos y/ó colaboraciones de los sacerdotes en activo -si hiciera falta de forma imperada en nómina- la Casa Sacerdotal  para mejorarla y hacerla atractiva a todos, dotándola de mejores servicios y atenciones, evitando en lo posible al final del ministerio “satélites” sin rumbo sujetos a miserias mundanas y propias, y donde las estructuras de atención pudieran hacerse más presentes en la vida de los sacerdotes mayores para satisfacer las necesidades y carencias de manera individual y personalizada. No puede ser que al final de los días se sigan dando sacerdotes de 1ª, 2ª y 3ª en función de las parroquias en que hayan estado, o ministerios y/ó encomiendas desarrolladas en la vida activa que les hayan proporcionado ahorros o no; y que éstos sean al final de sus vidas lo único que garantice su calidad en ella.

Sacerdotes ancianos y jubilados

- Hay una frecuente situación que se vive con nuestros sacerdotes mayores, y es que al haber vivido toda la vida solos con el paso del tiempo se van cerrando en sí mismos, y a menudo viven en situaciones precarias, con frío, mal comiendo y/ó mal aseados. Hay sacerdotes que tienen "miedo" a la Casa Sacerdotal, pues la ven como un "desguace", por eso sería bueno formar un equipo de sacerdotes dentro de la Delegación que en diálogo con las familias de estos sacerdotes facilitarán el ser llevados a la Casa, o al menos que se mejoren sus condiciones de vida.

Para todos los Sacerdotes del Presbiterio

Cada vez tenemos más medios a nuestro alcance, pero a la vez somos menos; es triste ver que hace sesenta años con casi mil sacerdotes en la Diócesis se conocían mucho mejor entre ellos y se sabían no sólo el nombre, sino hasta los detalles más irrelevantes. En un momento de cierto desencanto y desafección y crisis en general para nuestra vida ministerial ante las dificultades que experimentamos, creo que no podemos seguir haciendo lo de siempre, sino transformar rutinas y buscar caminos que fomenten la fraternidad sacerdotal; superar viejas rencillas muy humanas entre hermanos. También hay muchos hermanos heridos que hace años que no acuden a nada por una mala experiencia o por alguna injusticia sufrida... Quizá sea el momento no de seguir esperando a que su historia termine sin oena ni gloria, sino salir a buscarles...

Sacerdotes enfermos

Se debería poner mucha atención a los sacerdotes delicados de salud, tratando de establecer un contacto directo y permanente entre la Delegación del Clero y las familias de cada presbítero, de forma que haya una vía de comunicación además de con ellos (que ha menudo son reacios a "molestar" con sus necesidades) con su familia directa. Hay sacerdotes -me consta- viviendo en pésimas condiciones, y aunque muchas veces no se puede hacer nada -pues ellos son los primeros que rechazan ayuda y comunicación- en obligación institucional -y canónica- preocuparse de su situación y estado y, si hicera falta intervenir como se hace en otras situaciones "menores". Sería importante promocionar con transparencia la Casa Sacerdotal y quitarles ese miedo a ella con la ayuda de sus familias y animarles a conocer la Casa y darle más vida pastoral y presencia diocesana a la misma.

Sacerdotes en situación irregular

Hay bastantes sacerdotes en situación irregular: sacerdotes que no están suspendidos ni han presentado la solicitud de secularización, pero llevan ya vida de seglares. Sacerdotes con familia que celebran los sacramentos, y otras situaciones muy complejas. Sería conveniente con ayuda de los sacerdotes más próximos a cada uno -a menudo compañeros de curso- no olvidarles y tener un acompañamiento especial para que sigan viendo a la Iglesia como Madre de muchos hijos -que no madrasta de Cenicienta- al tiempo que se trate de buscar solución para cada caso concreto con sus circunstancias. 

Sacerdotes diocesanos y religiosos

- Sería interesante propiciar retiros o encuentros trimestrales al menos del clero de cada vicaría, y este pudiera ser un momento de compartir, orar juntos y dedicar tiempo a la adoración del Santísimo y la liturgia de las horas.

- En torno al mes de noviembre (3, 4 o 5 ) sería también bello y agradecido celebrar una misa exequial por todos los sacerdotes diocesanos difuntos.

- En los próximos años empezaremos a ver cómo cada vez serán muy pocos los sacerdotes que celebren bodas de oro y plata, dado que los cursos numerosos están desapareciendo. Ante esta realidad muchísimas diócesis ya han incorporado la efeméride de las bodas de diamante (60 años de ministerio) que deberíamos valorar como fórmula para lograr que el clero de toda edad se sienta parte en la fiesta de Jesucristo Sacerdote, pues de año en año la asistencia y participación va decayendo proporcionalmente. 

- Otra buena medida sería celebrar, por ejemplo, la fiesta de Sagrado Corazón de Jesús como jornada para pedir la santificación de los sacerdotes que podría celebrarse en la Basílica de Gijón, en la parroquia de Sabugo en Avilés o en la parroquia de San Juan en Oviedo, e incluso celebrar esa fiesta por vicarías. 

- La celebración del patrono San Juan de Ávila siempre había sido en Covadonga, algo muy querido por el clero que se debería conservar. También podría ser esta una buena oportunidad para que los sacerdotes de la Diócesis compartieran su testimonio, pues se suelen traer conferenciantes de gran interés, pero también se hecha de menos -quizás durante el café informal- que algún compañero comparta su experiencia. También hay sacerdotes que han ampliado estudios, los cuales podrían ser requeridos igualmente para las ponencias, en ese día o en otras celebraciones. 

¿Vicaría?

En el momento del deceso de los sacerdotes, con frecuencia los arciprestes se encuentran con muchas dificultades a la hora de tomar decisiones de cara a todo lo relacionado no sólo con la preparación de sus exequias, sino además, con todo lo relacionado con el traspaso de cuentas, libros, documentos y objetos de valor que el párroco difunto custodiaba como administrador y no dueño. Respecto a las exequias las familias con frecuencia imponen velar a los sacerdotes en el Tanatorio, se niegan a que se les amortaje con las vestiduras sagradas o imponen hasta la hora y el lugar de las mismas, por no hablar de la redacción de la esquela, que ha menudo demuestra que la familia no tenía mucha formación religiosa. Tal vez habría que preguntarnos si no sería más interesante facultar al Delegado del Clero con poder ordinario a modo de Vicario para que asumiera en sus quehaceres estas labores en coordinación con arciprestes y vicarios de zona, partiendo de una pautas o protocolos genéricos a definir.

Exequias de los Sacerdotes

Cada vez la concelebración en los funerales de los hermanos sacerdotes que fallecen es menor, dado que a menudo también coinciden no pocas veces con las horas de los quehaceres parroquiales, o si son en fin de semana, se vuelve casi imposible. Habría que hacer un esfuerzo por tomar conciencia que todos deberíamos intentar como ejemplo de fraternidad acudir al funeral de todo hermano sacerdote, fuera conocido o desconocido, cercano o distante, y que la hora del funeral se planteara pensando prioritariamente en facilitar la asistencia de los hermanos sacerdotes. Independientemente de lo anterior, habría que potenciar la Hermandad Sacerdotal de Sufragios, para que los sacerdotes no nos olvidemos de celebrar la eucaristía y el responso correspondiente por cada hermano de Presbiterio que fallece. 

Animo a todos los sacerdotes del Arciprestazgo de Oviedo que tengan ideas, propuestas o sugerencias para darle traslado a la Delegación Episcopal de Clero, y se las hagan llegar a Don Antonio Herrero Casares, que ha recibido recientemente este Servicio a todos, y que a buen seguro las recibirá con sumo agrado.

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