sábado, 27 de febrero de 2021

Sor Albina, mirada franciscana. Por Rodrigo Huerta Migoya

El pasado martes día 23 de febrero fallecía en la Comunidad de Aravaca de Madrid Sor Albina Barrera Castañeda F.BC. (Franciscana del Buen Consejo). Tenía noventa y dos años, y setenta y tres de vida consagrada. 

Natural de Castrofuerte (León) en cuya parroquia de Santo Tomás recibió las aguas del bautismo con el nombre de "Priscila". Pronto su familia se trasladó a vivir a Valencia de Don Juan; allí los Agustinos le inculcaron el amor a Santa María en la querida advocación del "Buen Consejo", al igual que el valor de la vida consagrada. 

Ingresó muy joven en la Congregación, en 1948 con apenas 20 años, donde destacó siempre por su carácter bondadoso y sencillo al estilo del "Poverello" de Asís. Pasó por el Seminario de Santo Tomás de Villanueva y San Juan de Ávila, del entonces Priorato de las Órdenes Militares -Ciudad Real, el Hospital de Caridad de San Roque (Cadiz), el Seminario Diocesano de la Inmaculada y Santo Toribio de Astorga...- Pero un destino que marcó su vida y la de los que la rodearon fue el Seminario Metropolitano de Oviedo. En Asturias se sentía como en su casa, pues como ella afirmaba, su tierra era una prolongación del Principado en el verano.

Pequeña en estatura pero muy grande en el alma. Le apasionaba la música y muy pronto empezó a coleccionar "casettes" de música religiosa, llegando a organizar un amplísimo fondo musical que ella ordenaba en función del tiempo litúrgico: canciones de adviento, villancicos, motetes de Semana Santa, etc. 

Los jardines del Seminario, las plantas de los pasillos y capillas, siempre le servían para entonar sus "florecillas franciscanas''. Fue una institución para muchas generaciones de seminaristas que encontraron en ella la eterna sonrisa, la complicidad de amiga y el certificado de autenticidad de que Dios da el ciento por uno a los que le siguen. 

Los años pasaban y pesaban, y así Sor Albina se convirtió en la "abuela" querida del "Prau Picón" con sus blancas mantillas y el apoyo de su bastón. Quería seguir el ritmo de antaño, y cual niña grande se disgustaba cuando la superiora le obligaba por prevención y cautela a bajar su nivel de entrega. Más era tal la bonhomía de Sor Albina que de inmediato su sonrisa volvía a su lugar.

Pensando en su avanzada edad, las superioras de la Congregación decidieron destinarla a la Residencia San Francisco de Astorga, y aquí estará un tiempo hasta que finalmente su último destino será la Comunidad de Mayores de Aravaca, en la cual ha vivido estos últimos años como fiel hija de la Madre Teresa Rodón Asencio: ''en todo lugar teniendo lista la lámpara que arde constantemente''. 

Sus últimos años experimentó en su cuerpo el desgaste y en su mente la cruz; el "Alzheimer" fue ganándole terreno y borrado sus innumerables y bellos recuerdos. A pesar de la dureza con que la golpeó la enfermedad duró muchos años por lo bien cuidada y mimada que lo fue por sus hermanas. Qué cosas tiene nuestra mente: sus últimos días ya sólo respondía a un estímulo, y era éste cuando se la llamaba por su nombre de pila, tal como la llamaba su madre de niña, pues la enfermedad ya le había borrado su nombre de profesa.

La hermana muerte llegó para ir al encuentro del Amado... Alabado sea el Señor por esta Hermana que supo hacer de su existencia un canto de amor. Este es el resumen de la vida de Sor Albina: ''Caridad su norma, su guía y su todo''. En el panteón de la Congregación del Cementerio Sacramental de Santa María de Madrid descansan ya sus restos a la espera de la Resurrección. Así lo dijo el Padre San Francisco: "¡Terrible es la muerte!, pero cuán apetecible es también la vida del otro mundo, a la que Dios nos llama"... Sor Albina con su mirada franciscana ya nos lleva delantera en el camino.
D.E.P.

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