martes, 10 de noviembre de 2020

Fallece el P. Luis de Moya, tetrapléjico y apóstol de la vida


(InfoCatólica) El P. Luis de Moya sufrió un accidente en el año 1991 que le dejó parapléjico. En una entrevista concedida a la web de la Archidiócesis de Mérida - Badajoz, explicó cómo afrontó lo ocurrido:

Cuándo sufre el accidente y le dicen que la secuela es una tetraplejia, ¿qué piensa?

Realmente yo no soy una persona demasiado dramática y, entre otras cosas, cuando sufro el accidente, no estoy lo suficientemente lúcido como para pensar las cosas fríamente, por lo que me fui haciendo cargo de la situación poco a poco. No hay un momento excesivamente dramático en el que me dé cuenta de que me ha cambiado la vida de la noche a la mañana.

¿Cómo se replanteó la vida?

Habían cambiado muchas cosas para mí, pero no había cambiado que seguía siendo sacerdote. Tendría que emplear mucho la escritura, tendría que venir la gente a mí en lugar de ir yo a la gente… Me di cuenta de que tenía que contar mi historia y mi reacción ante el accidente.

¿Qué es lo más duro, lo físico o lo mental?

Lo más duro es la dependencia, que tendría que depender mucho de la gente para las cosas más elementales.

Incluso llegó a estar en contacto con Ramón Sampedro, quien se convirtió en un icono de todos los partidarios de la eutanasia en España y que finalmente se quitó la vida:

Usted conoció a Ramón Sampedro, el tetrapléjico que pidió la eutanasia, y sobre el que se hizo la película “Mar adentro”, dirigida por Amenábar y protagonizada por Javier Bardem.

Tuve relación telefónica y por carta, pero la verdad es que no conseguí hablar personalmente con él. Aunque hice un viaje a Santiago de Compostela, invitado a un congreso, e intenté quedar con él, finalmente no pudimos, porque el sitio donde él estaba era inaccesible para mi silla. Vivía en una primera planta y tenía que utilizar la escalera, así que no pude quedar con él.

¿Qué marca la diferencia entre querer vivir y querer morir en situaciones parecidas?, ¿sentirse o no querido?, ¿sentirse o no sentirse útil?, ¿sentirse o no llamado a una misión?, ¿tener o no tener un sentido trascendente de la vida?…

Si vemos la vida con un sentido sobrenatural, trascendente, no es razonable querer morirse. La persona que tiene fe sabe que debe aceptar la voluntad de Dios, de algún modo, Él lo ha querido así. La circunstancia en la que uno queda, después de un accidente como el que yo he tenido, no es algo que Dios ignora. Justamente por eso, yo pensaba que Dios proveería, si Dios consiente que yo esté en esta situación, me dará las fuerzas para llevarlo bien ¿no? Tendría que cumplir su voluntad en esta circunstancia como antes intenté cumplirla en otra situación diferente.

En diciembre de 1996 publicó el libro ''Sobre la marcha. Un tetrapléjico que ama la vida'', en cuya contraportada se puede leer:

«Yo no podía, no debía, buscar el mero sentirme cómodo o lo menos contrariado posible entre mis cuatro paredes, como si no pudiera hacer otra cosa, como si ya nadie esperara nada de mí. Si hubiera caído en ese planteamiento, habría condenado mi vida al lamento permanente como telón de fondo. Consentir en esa visión tan negativa de mi situación, supondría –aparte de pactar con una falsedad– autocondenarme al victimismo. Ir por el mundo con complejo de víctima, como dando pena, se me hacía poco gallardo y un tanto falso, porque veía con claridad que teniendo la cabeza sana no había razón para no utilizarla con provecho».

Además, participó en programas de radio y televisión a favor de la defensa de la vida humana. En 2000 creó Fluvium, un portal católico con una clara finalidad evangelizadora: todas las semanas, enviaba sus ‘Novedades’ a más de cien mil suscriptores de todo el mundo. Recibía cientos de mails de gente que contactaba con él para pedir consejo o recibir una palabra de consuelo.

D. Luis tenía claro que amar es ayudar a morir, no matar: "¿Que sufre mucho? Ayúdale a que no sufra. Ayúdale a morir. No lo mates, ayúdalo a morir. Acompáñalo"

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