jueves, 12 de noviembre de 2020

Don Leandro, de Porceyo a Lugones. Por Rodrigo Huerta Migoya

 


En memoria de un párroco bueno y trabajador

Sin lugar a duda, el párroco más destacado de todo el siglo XX en la historia de la comunidad parroquial de San Félix Mártir de Lugones, y el que por desgracia menos reconocimientos ha recibido es Don Leandro Vigil Miyar, sacerdote trabajador y silencioso al que debemos nada menos que el templo actual que sustituye al anterior destruido durante la guerra civil.

Quizás mi cariño hacia este sacerdote fallecido hace ya ocho décadas se hace aún mayor teniendo en cuenta que fue también cura de mi pueblo antes de llegar a este su último destino en Lugones. Efectivamente, Don Leandro fue “Regente” de San Félix de Porceyo antes que párroco de San Felix de Lugones, y es que los caminos del Señor son misteriosos; no dejan de interpelarnos aún cuando sabemos que los suyos no son los nuestros.

Nació este buen pastor en 1867 en Puelles (Villaviciosa), cuando el monasterio de Valdediós llevaba treinta y dos años abandonado por la exclaustración forzosa de la comunidad monástica. En su parroquia natal de San Bartolomé creció en la fe y maduró la vocación sacerdotal, ingresando muy niño en el Seminario Menor Diocesano de la Inmaculada de Valdediós, tan próximo a su casa. Concluidos los estudios de teología en Oviedo recibió la ordenación sacerdotal el 17 de junio de 1892 cuando contaba veinticinco años de edad.

Se estrenó como “Ecónomo” de la pequeña parroquia de Linares, donde tan sólo estuvo un año (1892-1893) siendo destinado luego como coadjutor de Sariego, en donde permanecerá seis años ayudando al Párroco (1893-1900). Al cabo de ese tiempo pone rumbo al oriente de Asturias como Ecónomo de San Pedro de Vibaño, en la que sólo estará un curso (1900-1901).

Pone por primera vez sus pies en tierras de Siero, donde será un cura feliz como Ecónomo de San Juan de Arenas del Coto -''El Cutu''- permaneciendo nueve años de intensa labor (1902 - 1911). Pasa después a Gijón como Regente de San Félix de Porceyo, dado que el sacerdote de la Parroquia, D. Manuel Álvarez Arguelles, era muy mayor y estaba muy enfermo, pero no renunciaba a dicha plaza obtenida por oposición. Se le encargó también la coadjutoría de San Pedro de Fresno, filial de Porceyo. No sabemos con exactitud cuándo empezó su misión pastoral en Porceyo; en los libros parroquiales su firma sólo aparece de 1913 a 1914 aunque quizás ya estuviera en ella desde 1911 -aunque podría ausentarse- dado que, además del anciano Párroco, Porceyo tenía coadjutor propio en la persona de D. Rafael Álvarez García, el cual trabajó en ésta de 1907 a 1913 en que le sustituyó D. Esteban Menéndez Carbajal.

D. Leandro pasa en 1914 a la parroquia de San Cosme de Tornón en su concejo natal de Villaviciosa, donde el primer curso será tan sólo Regente (1914-1915), siendo designado Ecónomo al año siguiente. Aquí permanecerá ocho años en dicho cargo (1915-1923). Los últimos cinco de su estancia maliaya atendió también la parroquia de Nuestra Señora del Rosario de Celada (Villaviciosa), en calidad de “Encargado” (1918- 1923).

Llega a nuestra parroquia de San Félix de Lugones en 1923 tras la muerte del párroco anterior D. Bernardo Cuesta Bances, el cual fallece el 28 de agosto de ese año después de toda una vida en la localidad. En total, D. Leandro estará veinte años en la parroquia: el primer año como Regente (1923-1924), tres años de Ecónomo (1924 - 1927) y en 1927 se presenta -a sus sesenta años cumplidos- al “Concurso de Curatos”, obteniendo el nombramiento de Párroco por oposición. Lo será de 1927 a 1943.

Como curiosidad, es obligado destacar lo querido que debía ser por sus feligreses, pues ni en octubre de 1934 ni durante la guerra civil sufrió represión alguna. Fue uno de los pocos sacerdotes de la diócesis que ni fue martirizado, ni arrestado, ni perseguido. Por D. Ángel Garralda (Sacerdote Investigador de los martirios del clero en Asturias) sabemos que los milicianos de Lugones le prometieron respetarlo con la única condición de que vistiera de seglar. Así fue; los años de la guerra, Don Leandro fue respetado en Lugones, incluso hay constancia de que los republicanos hacían “la vista gorda” cuando sabían que celebraba algún sacramento. Es algo más que llamativo si tenemos en cuenta que en Lugones hubo un campo de concentración en la proximidades del Palacio de Lueje, donde muchos sacerdotes estuvieron arrestados y obligados a trabajos forzados, e incluso algunos fueron martirizados dentro de la jurisdicción de Lugones. Fueron sacerdotes que estaban destinados en otras parroquias de la diócesis, como fueron el coadjutor de Pravia o el coadjutor de San Nicolás de Bari de Avilés.

El templo parroquial románico, de entorno al siglo XII, fue dinamitado, siendo el gran proyecto y esfuerzo de Don Leandro buscar la forma de levantar un nuevo templo. Le tocó esta empresa ya mayor y delicado de salud, pero contó con la ayuda eficiente de Don Eliseo Gallo Llamas, canónigo magistral de la Catedral. La primera piedra del templo fue colocada y bendecida el día de San José de 1939 y fue consagrada por el entonces Obispo de Oviedo, Monseñor Manuel Arce Ochotorena, el 23 de junio de 1940. El 20 de marzo de 1943 fallece Don Leandro, siendo enterrado en su pueblo natal. Ojalá el Señor le haya premiado ya sus trabajos y desvelos por su Iglesia de piedra pero, sobre todo, por su Iglesia de piedras vivas. Su señor le dijo: ``Bien, siervo bueno y cumplidor; en lo poco fuiste fiel, sobre mucho te pondré; pasa al banquete de tu señor (Mt 25,23).

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