
''Que hermosos son sobre los montes los pies del mensajero que anuncia la paz''
(Is 52, 7)
Queridos hermanos:
Como comunidad cristiana de estas seis parroquias del Arciprestazgo de Oviedo, de Olloniego, Tudela Veguín, Tudela Agüeria, La Manzaneda, Naves y Bendones, nos congregamos hoy en una única celebración aquí, en esta iglesia parroquial de San Pelayo para celebrar la eucaristía, dando gracias al Señor por que nos manda un nuevo pastor para que nos presida en la caridad. Agradecemos también el servicio prestado a Don José Avelino, que en los últimos siete años ha venido sirviendo como hacemos todos los sacerdotes, con nuestros aciertos y errores, y le deseamos igualmente lo mejor en su nuevo destino como "párroco in solidum" en la Unidad Pastoral del Alto Nalón. Realmente, nosotros ni llegamos ni marchamos, únicamente mantenemos viva la llama trayendo por nuestras pobres manos al Príncipe de la Paz sobre el altar. El Código de Derecho Canónico así lo establece: ''El párroco es el pastor propio de la parroquia que se le confía, y ejerce la cura pastoral de la comunidad que le está encomendada bajo la autoridad del obispo diocesano en cuyo ministerio de Cristo ha sido llamado a participar, para que en esa misma comunidad cumpla las funciones de enseñar, santificar y regir'' (Canon 519).
Os invito a que acojáis con los brazos abiertos a Don Abelardo, un sacerdote de gran corazón y con mucha formación y experiencia a sus espaldas: hombre muy trabajador y sencillo. El Sr. Arzobispo os envía el regalo de un sacerdote -hoy que tanto escasean-: Cuidadle, enseñadle a vivir y compartir en vuestras parroquias y con sus gentes, donde todo es nuevos para él: vuestra historia y tradiciones, faenas y hogares, para que él pueda después enseñar, santificar y regir adecuadamente al conoceros mejor, al ver las capacidades y debilidades de estas comunidades. Sabemos de la realidad compleja de estas parroquias por la despoblación, la falta de recursos, además de una secularización bastante generalizada y no pocas veces hostil. Por ello, más que nunca hemos de potenciar la unidad y la fraternidad. Sin embargo, estas parroquias también esconden tesoros que deben de ser cuidados y potenciados: el amor que los fieles sienten por la Virgen de la Armatilla, aquí en Olloniego, por Nuestra Señora del Carmen en Naves, por la Virgen del Rosario en La Manzaneda... Y así tantas devociones muy queridas en esta bella tierra. Tenéis un patrimonio único: la iglesia prerrománica de Bendones, la capilla del cementerio de Olloniego... Hay mucho que cuidar y mejorar. Es una tarea ardua y difícil, y el sacerdote sólo no puede llegar a todo: séis templos parroquiales, a los que hay que añadir la iglesia de San Juan de Santianes, que antaño fue parroquia y hoy templo filial de Olloniego, la iglesia de San Roque de Anieves en territorio de la parroquia de Tudela Agüeria, la ermita de la Armatilla, la capilla de San Francisco de Paula de La Manzaneda, la de La Merced en Cortina de Naves, la Capilla del Ángel de la Guarda de Llandellena - Olloniego, o la Capilla del Espíritu Santo de La Mortera, también en Olloniego... Pero las piedras no nos preocupan tanto como los fieles; las buenas gentes de estas feligresías dispersas entre tantos lugares: Argaña, Sotiello, Monegro, Llovera, La Llama, Quintaniella, Sopeña, Fozalguera... Os toca a vosotros enseñarle a Don Abelardo todos esos rincones de estas hermosas parroquias. Pese a las dificultades, continúa la cadena de pastores al frente de estas comunidades, todas ellas con muchos siglos de historia a sus espaldas.
Cuántos sacerdotes han pasado no sólo físicamente por aquí, sino ayudando a tantos; no en noticias huecas de hemeroteca, sino en lo escondido del corazón de la gente, que es lo que mira Dios. Reconozco que me hace ilusión compartir con vosotros esta celebración aquí en la iglesia de Olloniego, seguramente el último de mis actos como arcipreste de Oviedo, y es que en este lugar también a mí me vienen muchos nombres a la memoria: la primera, la del sacerdote que da nombre a mi barrio natal en Candás, Don José González Muniello, que fue párroco aquí antes de serlo en mi pueblo. Recuerdo a mi querido profesor Don José Pedrayes Liñero, que también fue vuestro cura, y los momentos felices vividos en esta casa- rectoral cuando nos invitaba de vez en cuando a los seminaristas aún de primer y segundo año a una parrillada... Y a otros sacerdotes que conocí y que sirvieron en estas parroquias como Don Emilio Olávarri, en San Pedro de Naves, o Don Senén Rodríguez Zapico en Tudela Veguín, por citar algunos. Aunque de forma muy especial quiero traer a la memoria a dos sacerdotes de estas parroquias: Don Joaquín del Valle Villa, párroco de Olloniego, martirizado en la revolución de Octubre de 1934 a sus 80 años, y a Don Manuel Corzo Vigil, sacerdote de Santa Eulalia de La Manzaneda, martirizado con 54 años en la misma Revolución; sus vidas entregadas hasta derramar su sangre nos estimulan a ser fieles al Señor sin medias tintas.
Somos el pueblo de la Pascua, y así hoy celebramos el domingo en torno a la mesa de la palabra y de la eucaristía en la parroquia, que es casa entre las casas y la de todos. Aquí somos llamados a entretejer nuestros carismas, a ser uno, y a que estas seis parroquias agrupadas en una Unidad Pastoral se apoyen unas a otras y se sientan siempre hermanas y nunca rivales. Los símbolos de este rito de toma de posesión nos recuerdan la misión del cura de almas que custodia las llaves del templo, siendo responsable de que este sea un lugar sagrado; que es el confesor ordinario de la grey, el cual nos explicará la Sagrada Escritura y nos partirá el pan de vida. En definitiva, el párroco es un puente, como el medieval de Olloniego; es el que hablará a Dios de sus feligreses, al tiempo que hablará a sus feligreses de Dios. Somos peregrinos, nacidos para el Señor en la pila del bautismo, que con la ayuda de los sacramentos nos encaminamos a las bodas eternas del Cordero. Y el párroco tiene que animaros a esto: que traigáis a vuestros hijos al bautismo, a la catequesis, a vuestras familias a la eucaristía, y que Cristo deje de ser un vecino desconocido o ignorado en nuestros pueblos. Un sacerdote no es un funcionario ni el empleado de una empresa, ni tampoco viene para decir sí a todo o para caerle bien a todo el mundo. La principal misión del párroco es mostraros el camino que conduce a Dios, lo cual en estos tiempos no es nada fácil. Las cuestiones más humanas y terrenales también son importantes, pero siempre secundarias.
Os ruego, que no cerréis las puertas de vuestro corazón y de vuestros hogares a Don Abelardo: confiad en él, pues os llega un pastor según el corazón del Señor que tiene también muchas ganas de caminar junto a vosotros, de ayudaros y de serviros. El Sr. Arzobispo recordaba recientemente sobre el cambio de sacerdotes en nuestras parroquias que «no son turistas que deciden su destino y su mapa, sino que somos peregrinos que buscan y abrazan el querer del buen Dios». Ojalá sepamos vivirlo de esta manera. Que San Pelayo, San Julián, San Pedro, Santa Eulalia, Santiago Apóstol y Nuestra Señora, titulares de estas seis parroquias intercedan por el ministerio de su nuevo Párroco, que hoy da comienzo.
A la Reina de cielos y tierra, a La Santina, a la que aquí llamáis de la Armatilla, del Carmen o El Rosario, interceda por esta Unidad Pastoral ante su Hijo. Amén.
Preciosa presentación de un compañero.
ResponderEliminarMe encantó la ceremonia y Dios quiera que la gente de esas parroquias sepan apreciar al gran sacerdote que les enviaron