lunes, 6 de enero de 2025

''Hemos visto salir su estrella y venimos a adorarlo''. Por Joaquín Manuel Serrano Vila

Celebramos esta solemnidad de la Epifanía o manifestación del Señor, que familiarmente conocemos como de los Reyes Magos. En estos día de Navidad hemos contemplado el gran misterio del nacimiento del Salvador junto a su Octava, dentro de la cual hemos festejado también a la Sagrada Familia de Nazaret, y hemos cerrado la Octava mirando a María como madre de Dios. A fin de cuentas toda la Navidad en sus celebraciones más solemnes o en las memorias más discretas como el Dulce nombre de Jesús del pasado 3 de enero, nos llevan a interiorizar una única verdad, y es que el Hijo eterno que existía y existe desde siempre se ha hecho hombre y permanece como tal sin dejar de ser Dios: ''Dios y hombre verdadero''; lo profesamos cada domingo en el credo, pero quizá la parte que con más devoción que afirmamos en estos días es ''que fue concebido por obra y gracia del Espíritu Santo y nació de Santa María Virgen''. Pero en este día 6 de enero lo que realmente nos ocupa es que Jesucristo no vino para un grupo reducido o de selectos o amigos, sino que ha querido darse a conocer a todos los pueblos de la tierra. 

En la primera lectura de Isaías, vemos cómo el profeta inspirado por Dios parece estar viendo ya como quien sueña con los ojos abiertos, este día muchos siglos antes de que ocurriera, por eso sus palabras desprenden ilusión y gozo desbordante: "¡Levántate y resplandece, Jerusalén, porque llega tu luz; la gloria del Señor amanece sobre ti!" He aquí la entraña de lo que viene a ser la Epifanía: se da a conocer la salvación de Dios de modo universal. En España tenemos esta tradición en la que vienen los Reyes a adorar al Niño Dios en primer lugar, y a traerle sus ofrendas que profetiza muy bien Isaías: ''llegan trayendo oro e incienso, y proclaman las alabanzas del Señor''. Los magos también traen un mensaje: que sean de diferente color de piel conlleva una lección preciosa de esta verdad de la Epifanía, y es que en esta teofanía el Señor elige a los gentiles para poner de relieve que el mensaje salvífico no tiene frontera o límite. Este Niño no viene para salvar sólo a los suyos; es un error que sigue muy presente hoy, como cuando hay quienes afirman que Jesús nació en Palestina para salvar a los Palestinos. ¡Por favor! No ideologicemos la Navidad! También en la época de Jesús había quienes pensaban que el eterno esperando vendría a solucionarles sus problemas con Roma, y es que se nos olvida una y mil veces que su reino "no es de este mundo", que Cristo no ha venido para que nuestra única preocupación sea la justicia social, sino para que siguiendo sus pasos "seamos santos e irreprochables ante Él por el amor"; es decir, que encaminemos nuestra vida hacia la santidad. 

Y vienen guiados por una estrella, algo que también Isaías anuncia de algún modo al decir: ''Caminarán los pueblos a tu luz, los reyes al resplandor de tu aurora''. Y la estrella les lleva y nos lleva hasta esa pobre gruta donde en el establo estaba el niño Dios envuelto en pañales. Por eso en Belén, en el lugar exacto donde nació Jesús no hay una cruz o un cartel, sino una estrella de catorce puntas en el suelo que simboliza una promesa cumplida con un texto que reza: «Hic de Virgine Maria Jesus Christus natus est» (Aquí de la Virgen María nació Jesucristo). Los que ya creemos en Él no tenemos problema en adorarle, en reconocerle como nuestro Señor o postrarnos ante Él. La oración del salmista va más allá augurando: ''Se postrarán ante ti, Señor, todos los pueblos de la tierra''. Será en un futuro indeterminado, en un momento del que desconocemos el día y la hora. Pero no se nos oculta todo; el misterio de Dios mismo se ha dado a conocer sin restricciones, más allá de las cerrazones de tantos corazones y mentes. Por eso San Pablo afirma en su carta a los efesios al igual que en su misión de predicador: "se le concedido la distribución de la gracia de Dios que se me ha dado en favor de vosotros, los gentiles''

El Catecismo de la Iglesia nos dice en su nº 528 que ''La Epifanía es la manifestación de Jesús como Mesías de Israel, Hijo de Dios y Salvador del mundo''. Mientras que el martirologio romano pone de relieve lo siguiente: ''Solemnidad de la Epifanía del Señor, en la que se recuerdan tres manifestaciones del gran Dios y Señor nuestro Jesucristo: en Belén, Jesús niño, al ser adorado por los magos; en el Jordán, bautizado por Juan, al ser ungido por el Espíritu Santo y reconocido como Hijo por Dios Padre; y en Caná de Galilea, al hacer patente su gloria transformando el agua en vino en las bodas''. Dios se manifiesta, se da a conocer, se nos revela ciertamente; luego está la respuesta personal de cada uno a este Niño en quien vemos hecho realidad lo que canta la liturgia de estos días: ''el que era invisible en su naturaleza se hace visible al adoptar la nuestra''. El evangelio nos regala ese relato de los magos que siguen una estrella y que vienen de Oriente, y que vengan de tan lejos es una lección también con mucha enjundia para la reflexión, y es que no van a adorarlo los fariseos, saduceos y demás sabios de la ley hebrea, sino que los que acuden a postrarse ante el Rey de reyes son personas de otra religión diferente a la judía y, además, ''vienen desde muy lejos'' -como diría el villancico de malograda Sor Canción- teniéndolo sus paisanos judíos tan cerca. He aquí lo que tantas veces recordamos en la profecía cumplida: ''vino a los suyos, y los suyos no le recibieron''. Dejémosle nosotros ser rey de nuestros corazones, que este Rey no viene en busca de súbditos, sino a servir; no viene a quitar, sino a dar; no viene a traer muerte, sino a traer la paz y dar vida, y ésta en abundancia. 

Feliz Epifanía del Señor, buen día de Reyes: ojalá que hayan sido generosos sus Majestades, sobre todo con los niños y con que los han esperado como a Él de corazón.

Evangelio de la Epifanía del Señor

Lectura del santo evangelio según san Mateo 2, 1-12

Habiendo nacido Jesús en Belén de Judea en tiempos del rey Herodes, unos magos de Oriente se presentaron en Jerusalén preguntando:
«¿Dónde está el Rey de los judíos que ha nacido? Porque hemos visto salir su estrella y venimos a adorarlo».

Al enterarse el rey Herodes, se sobresaltó y toda Jerusalén con él; convocó a los sumos sacerdotes y a los escribas del país, y les preguntó dónde tenía que nacer el Mesías.

Ellos le contestaron:
«En Belén de Judea, porque así lo ha escrito el profeta:
“Y tú, Belén, tierra de Judá,
no eres ni mucho menos la última
de las poblaciones de Judá,
pues de ti saldrá un jefe
que pastoreará a mi pueblo Israel”».

Entonces Herodes llamó en secreto a los magos para que le precisaran el tiempo en que había aparecido la estrella, y los mandó a Belén, diciéndoles:
«Id y averiguad cuidadosamente qué hay del niño y, cuando lo encontréis, avisadme, para ir yo también a adorarlo».

Ellos, después de oír al rey, se pusieron en camino y, de pronto, la estrella que habían visto salir comenzó a guiarlos hasta que vino a pararse encima de donde estaba el niño.

Al ver la estrella, se llenaron de inmensa alegría. Entraron en la casa, vieron al niño con Maria, su madre, y cayendo de rodillas lo adoraron; después, abriendo sus cofres, le ofrecieron regalos: oro, incienso y mirra.

Y habiendo recibido en sueños un oráculo, para que no volvieran a Herodes, se retiraron a su tierra por otro camino.

Palabra del Señor

domingo, 5 de enero de 2025

En el principio existía el Verbo. Por Joaquín Manuel Serrano Vila


Cuando el calendario de las fiestas navideñas coincide de esta forma tan larga como la de este año, tenemos un domingo que llamamos el II de Navidad en que tratamos de seguir interiorizando este misterio de la Palabra hecha carne. En estos días en que el mundo y los medios de comunicación nos tienen absortos con sus anuncios, luces y comidas, los cristianos queremos tomar conciencia de que el Señor ha plantado su casa en medio de ese mundo, como hemos escuchado en la primera lectura del libro del Eclesiástico: «El Creador del universo me dio una orden, el que me había creado estableció mi morada y me dijo: “Pon tu tienda en Jacob, y fija tu heredad en Israel”. Es todo un himno a la sabiduría, no la nuestra, sino la de Aquél que es la sabiduría en sí mismo, y por ello tantas veces no entendemos sus planes ni sus caminos. 

Mientras el mundo no tome conciencia de que la Navidad sin Jesucristo no es navidad, viviremos días coloridos, nostálgicos, de fiesta, pero no saborearemos realmente lo que significa celebrar que Dios ha asumido nuestra carne, que se ha encarnado y venido a nosotros en la persona de Jesucristo. A lo largo de la historia también la Navidad ha experimentado épocas mejores y peores, por ejemplo San Francisco de Asís ya sentía desde su condición de hijo de comerciante que en aquel siglo XIII en que le tocó vivir, había un océano inmenso entre el evangelio y su mensaje frente a la forma de vivir sus coetáneos. El Poverello quiso vivir la pobreza evangélica en su más auténtica pureza y desnudez, e incluso, en lo referente a la navidad nos dejó esa bellísima experiencia de la gruta de Greccio donde en la nochebuena de 1223 organiza algo diferente; no quería una misa en la iglesia parroquial con sus comodidades, sino que buscó una gruta en las afueras asemejada a un establo con animales y allí tuvo lugar la misa de medianoche. Hacía frío, estrechez, incomodidad... Pero eso fue precisamente lo que quiso predicar Francisco con aquel belén viviente. Hacer que las gentes de Greccio se pusieran en la piel de Jesús, de María y de José en aquella noche fría y bendita. 

El evangelio de ese día tomado del prólogo de San Juan, es un texto de tal profundidad que siempre serán pocas las veces que la Iglesia que nos lo proponga para nuestra interiorización, pues necesitaríamos escucharlo aún con más frecuencia para llegar a descubrir la mínima parte de lo que este pasaje encierra. Es cierto que nos gusta más cuando es un relato con sus detalles; este es más un himno teológico que resulta complejo, pero precisamente por ello hay que detenerse más en él. Un primer detalle sería caer en la cuenta de cómo inicia Juan su evangelio: ''En el principio existía el Verbo'', que es un guiño al comienzo del Antiguo Testamento; si vemos el Génesis: ''En el principio creó Dios el cielo y la tierra''. Pero aquí solemos caer en un error al escuchar este evangelio tan navideño; pensamos directamente en la creación del mundo, y no se refiere San Juan a eso, sino que está aludiendo a la eternidad de Dios. Y es que no sólo este pasaje nos supera, el mismo misterio de la encarnación y nacimiento del Redentor supera nuestra capacidad de comprensión, de entendimiento y raciocinio y, sin embargo, nuestros antepasados supieron acercarse a esta verdad inabarcable con gestos muy sencillos: los villancicos, los belenes, los aguinaldos, las cabalgatas de reyes, las obras de caridad, los adornos en casa, la adoración del niño... Pero sí hay detalles de este evangelio que deben despertar nuestra atención, por ejemplo cuando Juan dice:  ''el Verbo estaba junto a Dios, y el Verbo era Dios''. Esta afirmación nos lleva a entender que antes de existir el mundo Dios no estaba sólo, sino que con Él estaba el Verbo que formaba parte de sí; en esa expresión tenemos una alusión clarísima a la Trinidad, que como ya comenté alguna vez, también se ha llamado cariñosamente a esta Sagrada Familia del Portal de Belén ''La Trinidad de la Tierra''.

Os animo a hacer vuestras estas lecturas de hoy que quieren poner de relieve que hemos sido bendecidos con este nacimiento, por medio del cual Dios deja de habitar en los cielos para poner su casa en nuestra misma humanidad. Miremos a ese niño indefenso y tierno que nos mira a nosotros sonriente y nos bendice, que nos apetece abrigarle y llevarle a casa, y que nos conceda la gracia de descubrirle en tantos hermanos nuestros que no tienen posada. Si recordáis el evangelio del día uno de enero, en la solemnidad de Santa María Madre de Dios, se nos decía que el niño estaba acostado en un pesebre: normalmente en el pesebre se echa la hierba o el pienso para los animales; es un lugar para los alimentos, pues también en ese imperceptible detalle nos está hablando el Señor como diciéndonos vengo para ser vuestro alimento, para ser para vosotros el pan de la vida, y es que en sí mismo Belén significa ''la casa del pan''. Pidamos al Niño Dios que nos conceda en el inicio de este año jubilar lo mismo que deseó San Pablo a los cristianos de Éfeso, tal como nos ha recordado en la segunda lectura: "así el Padre de la Gloria ilumine los ojos de vuestro corazón para que comprendáis cuál es la esperanza a la que os llama''...

Evangelio del Domingo II de Navidad

Lectura del santo evangelio según san Juan 1, 1-18

En el principio existía el Verbo, y el Verbo estaba junto a Dios, y el Verbo era Dios.

Él estaba en el principio junto a Dios.

Por medio de él se hizo todo, y sin él no se hizo nada de cuanto se ha hecho.

En él estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres.

Y la luz brilla en la tiniebla, y la tiniebla no lo recibió.

Surgió un hombre enviado por Dios, que se llamaba Juan: éste venía como testigo, para dar testimonio de la luz, para que todos creyeran por medio de él.

No era él la luz, sino el que daba testimonio de la luz.

El Verbo era la luz verdadera, que alumbra a todo hombre, viniendo al mundo.

En el mundo estaba; el mundo se hizo por medio de él, y el mundo no lo conoció.

Vino a su casa, y los suyos no lo recibieron.

Pero a cuantos lo recibieron, les dio poder de ser hijos de Dios, a los que creen en su nombre.

Estos no han nacido de sangre, ni de deseo de carne, ni de deseo de varón, sino que han nacido de Dios.

Y el Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros, y hemos contemplado su gloria: gloria como del Unigénito del Padre, lleno de gracia y de verdad.

Juan da testimonio de él y grita diciendo:
«Este es de quien dije: el que viene detrás de mí se ha puesto delante de mí, porque existía antes que yo».

Pues de su plenitud todos hemos recibido, gracia tras gracia.

Porque la ley se dio por medio de Moisés, la gracia y la verdad nos ha llegado por medio de Jesucristo.

A Dios nadie lo ha visto jamás: Dios Unigénito, que está en el seno del Padre, es quien lo ha dado a conocer.

Palabra del Señor

sábado, 4 de enero de 2025

Onomástica de la Madre San Pascual

Juliana Mª Lavrilioux nace en Josselin, Francia el 4 de enero de 1809. Desde muy joven siente inclinación a la vida religiosa y después de una etapa de noviciado hace sus Primeros Votos en las Hermanas de la Instrucción Cristiana en Saint Gildas de Bois, donde anteriormente había entrado una hermana suya. En este momento toma el nombre de Hermana San Pascual, como será llamada en lo sucesivo. Destaca por su clara inteligencia, prudencia y rectitud, por lo cual pronto le confían cargos de responsabilidad en la Congregación. Ya en Quillán, pequeño pueblo cerca de los Pirineos, inicia con otras dos religiosas venidas con ella de Saint Gildas, una escuelita para niños, que junto con el Padre Luis Ormières, ponen todos sus desvelos en esta pequeña obra. Su capacidad para discernir la voluntad de Dios, su espíritu de oración y su amor a los niños más necesitados, hacen de ella un referente y modelo a seguir en esta andadura de una nueva comunidad. Debido a las dificultades que se presentan para seguir enseñando, se hace necesario dejar de pertenecer a su Congregación de Saint Gildas y así, de manera casi insospechada en un primer momento, se convierte en Fundadora de una nueva Congregación cuyo nombre será Hermanas del Ángel de la Guarda-.Su lema confiar plenamente en la Divina Providencia. Su carácter distintivo la sencillez evangélica. Sus preferencias los más necesitados. Su vocación buscar siempre y en todo la voluntad de Dios. Su perfil de educadora que los niños se sientan amados. La congregación de hermanas del ángel de la guarda, de Derecho Pontificio, fue fundada en 1839 en Quillán, Departamento de l´aude (Francia) por el sacerdote Luis Antonio Ormières y la madre San Pascual

Actitudes a imitar de la Madre San Pascual

Olvidarse de una misma, como la Madre San Pascual se olvidó de sí misma, es entender el evangelio. Es haber hallado su sabiduría, su clave, su corazón. Y saber que lo demás se nos dará por añadidura. 

Olvidarse de una misma, como la Madre San Pascual se olvidó de sí misma significa enterraren la tierra, en otra tierra que no era la suya, la semilla de su persona y de su entrega en la espera y en la confianza de que un día el Señor hará brotar en grandes espigas aquello que ella había sembrado.

Olvidarse de una misma, como la Madre San Pascual se olvidó de sí misma, significa ir más allá, ir más lejos -como ella- y entregarse -como ella- de cuerpo entero a la misión, abandonada en la Providencia, para bien de la Iglesia y de aquellos niños y jóvenes necesitados.

San Manuel González, ¿Patrono de los Arciprestes de España?. Por Joaquín Manuel Serrano Vila, Arcipreste de Oviedo

El 4 de enero se celebra la memoria litúrgica de San Manuel González García, uno de los grandes santos españoles del siglo XX cuya obra sigue dando tantos frutos en nuestros días. Seminarista modélico, sacerdote celoso, arcipreste trabajador y obispo cercano, son algunos de los rasgos para resumir una vida larga y compleja, pero siempre muy de Dios. Sevillano nacido en el barrio de San Bartolomé, en antigua judería de la capital hispalense un 25 de febrero de 1877. Aunque de raíces malagueñas, dado que sus padres eran oriundos de Antequera. En la iglesia parroquial de San Bartolomé, sede canónica de la Hermandad Sacramental de Nuestra Señora de la Alegría, recibió las aguas del bautismo el 28 de febrero de 1877 con el nombre de Manuel Jesús de la Purísima Concepción Antonio Félix de la Santísima Trinidad González García. Muy niño ingresó en la Escuela para los Niños Cantores de la Catedral, llamado ''Colegio San Miguel''. Con nueve años ya formaba parte del grupo de "Seises" de la Catedral de Sevilla, que tienen el honor desde el Siglo XVI de bailar ante el Santísimo en las solemnidades más destacadas del año litúrgico. Fue de los primeros jóvenes en estrenar el nuevo edificio del Seminario Menor de Santo Tomás de Aquino de Sevilla en el curso de 1888-1889, en el desamortizado convento de las Santas Justa y Rufina, popularmente conocido por los sevillanos como el de La Trinidad. Los Salesianos llegaron a la Archidiócesis de Sevilla en 1881 en vida de San Juan Bosco y fundaron en Utrera, y comenzaron a trabajar pastoralmente en la ciudad de Sevilla en 1892. Aquellos primeros hijos de Don Bosco llegados a la perla del Guadalquivir eran de origen italiano, y una de sus primeras acciones fue la fundación del Oratorio Salesiano en el que participaría el pequeño Manuel González García. 

Persona de una gran sensibilidad social; tenía un gran conocimiento de Doctrina Social de la Iglesia, incluso participó en abril de 1894 en la Peregrinación Nacional Obrera a Roma, con motivo de la encíclica Rerum Novarum de León XIII, en el tercer aniversario de su publicación. Siendo seminarista colaboró en El Correo de Andalucía, donde firmaba bajo el pseudónimo de "Gonzalo de Sevilla". Ordenado diácono en 1901 en cuyo mismo año se doctora en Teología, y el 21 de septiembre -fiesta de San Mateo- recibe la ordenación sacerdotal en la capilla del Palacio Arzobispal de manos del hoy Beato Marcelo Spínola y Maestre. El 29 de setiembre -fiesta de San Miguel- cantó su primera misa en la iglesia del convento de La Trinidad (actual Basílica de María Auxiliadora). Su primer destino fue Palomares del Río; aquí, el primer día que entra en el templo, tiene una experiencia tan dura que marcará toda su vida: primero saludó al sacristán que le desilusionó por completo explicándole la desoladora realidad pastoral del pueblo, después explica él: «Fuime derecho al Sagrario... y ¡qué Sagrario, Dios mío! ¡Qué esfuerzos tuvieron que hacer allí mi fe y mi valor para no salir corriendo para mi casa! Pero, no huí. Allí de rodillas... mi fe veía a un Jesús tan callado, tan paciente, tan bueno, que me miraba... que me decía mucho y me pedía más, una mirada en la que se reflejaba todo lo triste del Evangelio... La mirada de Jesucristo en esos Sagrarios es una mirada que se clava en el alma y no se olvida nunca. Vino a ser para mí como punto de partida para ver, entender y sentir todo mi ministerio sacerdotal». Tras unos meses en Palomares es requerido como capellán de las Hermanitas de los Pobres de Santa Juana Jugán en Sevilla, donde permaneció de 1902 a 1905. El primer día de marzo de 1905 es nombrado Ecónomo de la Parroquia Mayor de San Pedro de Huelva (Huelva perteneció al Arzobispado de Sevilla hasta la creación de la diócesis onubense en 1953). No pudo obtener el nombramiento de párroco, pues vivía aún el sacerdote titular que era muy anciano y aunque se marchó de Huelva no renunció a la plaza. Pocos meses después era nombrado arcipreste de Huelva, en concreto el día 16 de junio. 

Se encontró una realidad espiritual muy pobre; sin embargo, no se arredró, dedicó muchas horas tanto a su parroquia de San Pedro como al arciprestazgo. Fue un hombre cercano a la realidad de las familias de la ciudad, especialmente las más pobres. Había mucho absentismo escolar y él se empeño en dotar a Huelva de nuevas escuelas y de cuidar mucho la catequesis. ​Aquí escribió uno de sus primeros libros:  ''Lo que puede un cura hoy'', que se convirtió una lectura estimulante no sólo para los sacerdotes del arciprestazgo, sino que fue muy valorado en todo el presbiterio hispalense. En 1910 puso en marcha en la parroquia de San Pedro la «Obra para los Sagrarios-Calvarios». Esta misión nació según él mismo explicó para dar una respuesta de amor reparador al amor de Cristo en la Eucaristía, a ejemplo de María Inmaculada, el apóstol san Juan y las Marías que permanecieron fieles junto a Jesús en el Calvario.  Así nació lo que hoy conocemos como la Unión Eucarística Reparadora. Su génesis fueron los laicos, en la rama femenina  ''Marías de los Sagrarios'' fundadas en 1910, y en la rama masculina ''Discípulos de san Juan'', fundados en 1911. Pensando en los niños funda en 1912 los Juanitos del Sagrario. Tuvo tal éxito y se extendió por tantas parroquias que años después siente la inspiración de extender este apostolado entre el clero y entre la infancia, naciendo así los sacerdotes Misioneros Eucarísticos y la Reparación Infantil Eucarística en aquel 1918, siendo ya obispo. Así mismo, funda en 1921 la Congregación de Misioneras Eucarísticas de Nazaret; en 1932  la institución de Misioneras Auxiliares Nazarenas y, finalmente, en 1939 la Juventud Eucarística Reparadora.

Al año de llegar a Huelva ya organizó los actos para que todo el arciprestazgo defendiera el dogma de Asunción; no sólo clero y fieles, sino cofradías y otras organizaciones civiles. Esto tuvo lugar en Agosto de 1906, adelantándose Don Manuel más de cuatro décadas a la proclamación del dogma que haría el Papa Pío XII en 1950. ​En 1906 funda la revista El granito de Arena, que empezó siendo una publicación para el arciprestazgo y actualmente llega a numerosos países. Se implicó de lleno en la reforma de la iglesia de San Francisco de Huelva que él mismo bendijo en noviembre de 1907, y se repetirá en este barrio una nueva inauguración al año siguiente con la bendición de las Escuelas del Sagrado Corazón de Jesús, destinadas a los niños sin recursos del barrio de San Francisco y promovidas por el arcipreste Don Manuel. Tuvo trato y amistad con Don Andrés Manjón, cuya obra de las Escuelas del Ave María admiraba. En 1908 bendice las Escuelas con su templo del Sagrado Corazón para el alejado barrio del Polvorín de Huelva, que sería el germen de la parroquia que fue erigida en 1923. En 1914 logró que una pequeña comunidad de religiosas de la Compañía de Santa Teresa se hiciera cargo de la dirección de las Escuelas del Polvorín. 

De su obra escrita siendo arcipreste además del libro ''Lo que puede un cura hoy'' antes mencionada y que superó en 1999 su undécima edición, escribió también: ''Granitos de sal'' (1911), ''Un granito más'' (1911), Granitos de sal -2ª serie- (1914) y ''Aunque todos... yo no'' (1917). San Pío X lo recibió en Roma en 1912 siendo definido como «el apóstol de la Eucaristía» y bendiciendo su obra. Fue muy sonada la labor sacerdotal de Don Manuel en 1913 cuando la huelga de los mineros del Río Tinto Company Limited paralizó Huelva. El bendito arcipreste no se dedicó a hacer barricadas ni meterse en política, sino que se puso a repartir vales de comida para los comedores escolares y a recaudar limosnas para auxiliar a los hijos de los mineros. En aquel 1913 el Papa le concedió el título de Camarero de Su Santidad. En 1915 recibió dos noticias de parte del Papa Benedicto XV, la primera en el mes de abril en la que se le concedió permiso para tener al Santísimo en el oratorio de su casa, y el 6 de diciembre era preconizado obispo titular de Olimpo y Auxiliar de Málaga para ayudar al obispo residencial que era anciano y no gozaba de buena salud. Curiosamente, el obispo de Málaga D. Juan Muñoz y Herrera, era antequerano al igual que los padres de Don Manuel. Fue consagrado obispo en la catedral de Sevilla el día de Reyes de 1916. El 20 de enero celebró su primera misa como obispo en Huelva, donde fue recibido por multitud de personas. El Ayuntamiento de Huelva le dedicó en 1940 una calle que lleva por rótulo: calle del Arcipreste Manuel González García. En 1961 se inauguró el monumento a su memoria en la plaza de San Pedro; la estatua en bronce que Huelva dedicó a su arcipreste es obra de Víctor de los Ríos. Estuvo once años dedicados a Huelva en los que llevó a cabo una de las obras de fomento del culto eucarístico más sobresaliente en la historia de la Iglesia Española. Su vida da para mucho, sus obras completas recogen más de una treintena de libros, revistas y artículos, y diecinueve años de obispo en Málaga -cuatro de auxiliar y quince de residencial- hicieron que fuera impresionante su labor pastoral. Con el terrible suceso de la persecución religiosa de comienzos de los años treinta, se exilió fuera de la Diócesis, primero en Giblaltar y después Madrid, para finalmente por intervención de la Santa Sede ser trasladado a la diócesis de Palencia, vacante por el ascenso del que era su obispo, Monseñor Agustín Parrado García, a la sede metropolitana de Granada el año anterior. Los últimos años de vida de Don Manuel los gastó en la sede palentina a la que llega en 1935. Falleció el 4 de enero de 1940 a los 62 años. Fue beatificado por San Juan Pablo II el 29 de abril de 2001 y canonizado por el Papa Francisco el 16 de octubre de 2016.

Sería bueno que la Comisión para el Clero de la Conferencia Episcopal Española estudiara la posibilidad de solicitar al Dicasterio para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos el patronazgo de San Manuel González García sobre los colegios de arciprestes de las diócesis del territorio español. En el campo literario, el más renombrado -aún- fue el arcipreste de Hita, D. Juan Ruiz, por su Libro del buen Amor, pero sin lugar a duda uno de los más notables arciprestes de los que podemos presumir es de San Manuel, este sacerdote diocesano de Sevilla que ejerció notablemente su celo apostólico en tierras de Huelva, antaño un arciprestazgo remoto de la sede de San Isidoro y hoy Iglesia Particular propia donde su recuerdo permanece muy vivo, así como en las propias diócesis de Málaga y Palencia. Como afirmó San Juan Pablo II: ''Manuel González es un modelo de fe eucarística, cuyo ejemplo sigue hablando a la Iglesia de hoy''.

viernes, 3 de enero de 2025

Desde nuestro brocal: En la cuesta de enero, la esperanza

Nos lo hemos preguntado en estos días, y vuelve el interrogante en los primeros lances del nuevo año que acabamos de estrenar. Es pertinente el asunto porque en ello nos jugamos la credibilidad ante la historia y la paz en nuestra alma. ¿El camino que lleva a Belén? Hoy parece que el tamborilero de nuestro popular villancico está sin tambor y no tiene repique. Porque algunos no han podido poner un árbol navideño, mientras viven a la intemperie más severa y triste que quepa esperar. No ha habido tregua en las guerras que desde hace años les asolan en Ucrania y en Gaza, como en tantos otros lugares igualmente maldecidos y siniestros, guerras que se declaran a veces para dar salida a la industria armamentista que se va quedando obsoleta. 

Tampoco los turrones han endulzado la tragedia que sin cita previa les llovió como la gota fría de una dana intrusa que se llevó tanto y a tantos por delante, dejando sin nada y sin nadie a demasiados hombres y mujeres, ancianos y niños. Y, obviamente, no han sido de alivio las proclamas grandilocuentes y vacías de algunos mandamases que buscan tan sólo un titular fugaz, mientras siguen haciendo de la mentira sincronizada su modo de gobernanza o maquillan torticeramente sus corrupciones autoamnistiadas. Sin dejar de obviar un cierto cansancio y confusión como a veces constatamos dentro de la comunidad cristiana. Ante un panorama así… ¿cabe un deseo de feliz navidad como nos propusimos hace unas semanas?, ¿o tiene sentido el manido feliz año nuevo deseado tras las uvas de la suerte en nochevieja? 

Ciertamente que sí, esta es nuestra respuesta al enigma que nos desafía en la coyuntura de este momento, y es lo que nos abre precisamente a la esperanza. Porque la esperanza no es un artículo de lujo para gente guapa que no tiene problemas, esos a los que les toca siempre algún pellizco lotero, o todo les cuadra resultón y sin sobre saltos como bueno, bonito y barato. La esperanza es creer que la última palabra no la tenemos nosotros, sino que es la que únicamente se reserva Dios tras todas nuestras palabrerías, esas que nos rompen por dentro y nos enfrentan por fuera. Hay una palabra final que desde siempre Dios silenció para decírmela a mí y para susurrarla conmigo. Palabra de luz en medio de mis penumbras, Palabra de vida entre nuestras destrucciones tantas, Palabra de amor que sabe a ternura que no caduca ni engaña, Palabra que hacemos nuestra como ensueño que canta, como promesa verdadera y cumplida sin tacha. 

Así nos sacudimos las inercias mohínas y asusta das, dando la bienvenida a la novedad que nos sorprende al hilo de los doce meses que comienzan en este año santo y jubilar. Es bueno recordar que siempre hay un trozo de mundo que coincide con el que a diario pisan mis pies y abarcan mis brazos, cuyo horizonte lo otean mis ojos y cuyo secreto deseo palpita en mis entrañas. En ese espacio que nos han confiado dejamos que Dios cante y cuente su Palabra con nuestros labios y reparta su bondad con nuestras manos. Ese Dios pequeñito que celebramos en los pasados días de Navidad es el motivo de esperanza: porque Él hace con nuestro llanto sus lágrimas, mientras brinda con nuestras alegrías la fiesta que no acaba. Lo recordaba el papa Francisco hace días: “Todos nosotros tenemos el don y la tarea de llevar esperanza allí donde se ha perdido; allí donde la vida está herida, en las expectativas traicionadas, en los sueños rotos, en los fracasos que destrozan el corazón; en el cansancio de quien no puede más, en la soledad amarga de quien se siente derrotado, en el sufrimiento que devasta el alma; en los días largos y vacíos de los presos, en las habitaciones estrechas y frías de los pobres, en los lugares profanados por la guerra y la violencia. Llevar esperanza allí, sembrar esperanza allí”. 

En esto estamos y a ello nos lanzamos con la con fianza de sabernos acompañados por Dios y sostenidos por sus providentes manos. Feliz año nuevo, santo y jubilar. 

+ Jesús Sanz Montes, 
Arzobispo de Oviedo

3 de Enero: Dulce nombre de Jesús

Cada 3 de enero la Iglesia celebra el Día del Santísimo Nombre de Jesús. “Éste es aquel santísimo nombre anhelado por los patriarcas, esperado con ansiedad, demandado con gemidos, invocado con suspiros, requerido con lágrimas, donado al llegar la plenitud de la gracia”, decía San Bernardino de Siena.

El nombre “Jesús” es la forma latina del griego “Iesous”, que a su vez es la transliteración del hebreo “Jeshua” o “Joshua”, o también “Jehoshua”, que significa “Yahveh es salvación”.

La aparición de la veneración al Santísimo Nombre de Jesús se remite a las celebraciones litúrgicas del siglo XIV. San Bernardino de Siena, en el siglo XV, junto a sus discípulos propagaron el culto al Nombre de Jesús, y un siglo después, hacia 1530, el Papa Clemente VII concedió por primera vez a la Orden Franciscana la autorización para la celebración del Oficio del Santísimo Nombre de Jesús.

En su tiempo, San Bernardino solía llevar una tablilla que mostraba la Eucaristía con rayos saliendo de ella en la que se podía ver el monograma “IHS”, abreviación del Nombre de Jesús en griego (ιησουσ). Más adelante, la tradición devocional le añade un nuevo sentido a dicho monograma, convirtiéndolo en un “cristograma”: “I” por “Iesus” (Jesús); “H” por Hominum (de los hombres); “S” por “Salvator” (Salvador). Es decir IHS quiere decir “Jesús, Salvador de los hombres”. Nuevos sentidos se añadirán posteriormente.

San Ignacio de Loyola y los jesuitas hicieron de este monograma el emblema de la Compañía de Jesús.

El Nombre de Jesús, invocado con confianza:

*Brinda ayuda en las necesidades corporales, según la promesa de Cristo: “En mi nombre agarrarán serpientes en sus manos y aunque beban veneno no les hará daño; impondrán las manos sobre los enfermos y se pondrán bien” (Mc. 16,17-18). En el Nombre de Jesús, los Apóstoles dieron fuerza a los lisiados (Hch. 3,6; 9,34) y vida a los muertos (Hch. 9,40).

*Da consuelo en las pruebas espirituales. El Nombre de Jesús le recuerda al pecador el “padre del hijo pródigo” y el buen samaritano; al justo le recuerda el sufrimiento y la muerte del inocente Cordero de Dios.

*Nos protege de Satanás y sus artimañas, ya que el diablo le teme al Nombre de Jesús, quien lo ha vencido en la Cruz.

*En el nombre de Jesús obtenemos toda bendición y gracia en el tiempo y la eternidad, pues Cristo dijo: “lo que pidan al Padre se los dará en mi nombre.” (Jn. 16,23). 

Por lo tanto, la Iglesia concluye todas sus oraciones con las palabras: “Por Jesucristo Nuestro Señor”, etc. Así se cumple la palabra de San Pablo: “Para que al nombre de Jesús toda rodilla se doble en los cielos, en la tierra y en los abismos.” (Flp. 2,10).

jueves, 2 de enero de 2025

Necrológica

Falleció el sacerdote diocesano Rvdo. Sr. D. Rafael Santos Laso 

Nació en la localidad de Palencia de Negrilla (Salamanca) el 17 de Agosto de 1931

Fue ordenado sacerdote en el Seminario de Comillas (Cantabria) el 10 de Julio de 1955. Se licenció en filosofía e hizo el bachiller en Sagrada Teología en la Universidad Pontificia de Salamanca. 

Sus encomiendas pastorales fueron:

Coadjutor de San Julián de Box de Tudela Veguín (1955- 1958)

Coadjutor de Santa María de Villaviciosa (1958-1961)

Párroco de Santa Cecilia de Careñes - Villaviciosa (1961 - 1986)

Encargado de San Pedro de Villaverde - Villaviciosa (1961 - 1981)

Encargado de San Mamés de Argüero - Villaviciosa (1967 - 1969)

Encargado de San Miguel de Tazones - Villaviciosa (1971- 1981)

Ecónomo de Nuestra Señora del Carmen de Salinas - Castrillón (1981 - 1986)

Párroco de Nuestra Señora del Carmen de Salinas - Castrillón (1986 - 2012)

Administrador Parroquial de San Miguel de Quiloño - Castrillón (1999 - 2012)

En el verano de 2012 pasó a la situación de jubilado, fijando su residencia en Salinas junto a su hermana. Desde su jubilación no dejó de colaborar estrechamente en la Parroquia de Salinas y en las demás parroquias de la Unidad Pastoral, mientras las fuerzas se lo permitieron. Entregó su alma al Señor en el día de hoy 2 de enero de 2025 en el Hospital San Agustín de Avilés donde estaba ingresado. Tenía 93 años de edad y 69 de ministerio sacerdotal, de los cuales 43 al servicio de la Parroquia de Salinas. Lo encomendamos a Nuestra Señora del Carmen, patrona de dicha villa y feligresía. 

D. E. P.

La Capilla ardiente ha quedado instalada en la iglesia parroquial de Salinas. El funeral por su eterno descanso tendrá lugar este viernes 3 de enero, a las 13 h en la parroquia de Nuestra Señora del Carmen de Salinas. Será presidido por el Vicario General de la diócesis, D. Adolfo Mariño.

 ''Porque no me abandonarás en la región de los muertos, ni dejarás a tu fiel ver la corrupción'' (Sal 15)

Los obispos Sanz Montes, Elizalde y Prado Ayuso también se pronuncian contra la burla al Sagrado Corazón de Jesús

(Infovaticana) El arzobispo de Valladolid, Luis Argüello, y el arzobispo de Sevilla, José Ángel Saiz Meneses fueron los primeros en pronunciarse sobre la burla blasfema del Sagrado Corazón de Jesús que tuvo lugar durante las campanadas de nochevieja en TVE.

Al fin parece que algunos obispos españoles han decidido alzar la voz ante la ofensa a los cristianos. El presidente de la Conferencia Episcopal Española abrió la veda y varios obispos han decidido seguir la estela de Argüello y se han pronunciado públicamente contra la bochornosa burla de la presentadora de las campanadas de la televisión pública española.

Monseñor Luis Argüello fue el primero en señalar la «banalidad que nos rodea» y en la mañana de este jueves 2 de enero ha vuelto a pronunciarse señalando que «no es una buena defensa del símbolo del Amor misericordioso insultar a las personas a las que el Corazón de Jesús también ama y perdona sus ofensas. Es posible unir verdad y caridad. El símbolo herido y el dolor experimentado ha de hacerse testimonio del amor nuevo que representa».

El siempre valiente arzobispo de Oviedo, monseñor Jesús Sanz, no se ha quedado callado y ha denunciado a través de su cuenta de ‘X’ que «dio la campanada al filo de la medianoche en tve, no englutiendo las uvas que le sobran, sino tratando de ofender a los cristianos con su vaca de corazonada. Si probara a hacerlo con Mahoma, no tendría ninguna gracia y acaso le sea más «diver» y revolucionario. Ánimo, Lalalan».

El obispo de Vitoria, Juan Carlos Elizalde, ha señalado que «los católicos no somos ciudadanos de segunda y menos en un país donde la inmensa mayoría de ciudadanos están bautizados o son hijos de católicos». El obispo Elizalde ha sido también claro y contundente al subrayar que «ante el ataque desde un ente público a la amplia comunidad cristiana, nuestra respuesta firme y sin fisuras: respeten la fe en Cristo».

Otro obispo de una diócesis vasca, Fernando Prado Ayuso de San Sebastián, ha remarcado que «más de 43.000.000 de habitantes no siguieron las campanadas por la cadena pública TVE». Prado Ayuso ha asegurado que «el año que viene seremos muchos más» y ha invitado a los católicos a “protestar” eligiendo entre otras opciones.

Mientras algunos obispos españoles van pronunciándose ante tan lamentable suceso visto en la televisión pública, es especialmente llamativo el silencio de los dos cardenales españoles en activo. El cardenal José Cobo, arzobispo de Madrid, a quien tanto le gusta hablar de consensos y el cardenal Juan José Omella no se han dignado por el momento a decir nada sobre esta burla ofensiva contra Cristo.

Santoral del día: Santos Basilio Magno y Gregorio Nacianceno

(COPE) Concluyeron los días especiales de la Navidad con la Octava que ayer culminó con la Solemnidad de Santa María madre de Dios. Hoy lunes, 2 de enero y dentro del Tiempo de Navidad que se denomina antes de Epifanía en que nos encontramos, celebramos a los Santos Basilio Magno y Gregorio Nacianceno.

Pertenecen a aquellos estudiosos y grandes teólogos que estudian y viven lo que predican dando ejemplo del acercamiento al Dios que nos salva y que se hace Hombre. Basilio Magno nace en Cesarea de Capadocio el año 330. Su familia, de probadas virtudes cristianas, influye en la educación de este hombre también virtuoso y de gran conocimiento en las letras y arte de su tiempo.

A pesar de esto, siguió la senda de la vida eremítica, hasta que en el 370, la Providencia Divina le señala para ser Obispo de su ciudad natal. Como otros tantos pastores de su tiempo, tuvo que condenar los errores creados por la herejía arriana.

Aquí vuelve a aflorar su sapiencia al escribir una gran producción teológica, además de grandes reglas monásticas, aún seguidas por muchos Monasterios de Oriente. Gran benefactor de los pobres, y hondamente preocupado por la unidad de la Iglesia, muere el 1 de enero del año 379. Y en el mismo año que Basilio, nació Gregorio en Nacianzo.

Su espíritu de estudio le hizo recorrer diversas ciudades. También imita a su amigo Basilio en la vocación eremítica, para ser ordenado posteriormente, y de forma sucesiva, Presbítero y Obispo. Más adelante, el año 381, es designado Patriarca de Constantinopla, servicio que le reportará muchas dificultades y problemas. Por ello, se retira a su tierra, muriendo hacia el año 389.

miércoles, 1 de enero de 2025

Maternidad de María y Navidad. Por Joaquín Manuel Serrano Vila

El 1 de enero dicen algunos que es el primer día del año nuevo civil, y ciertamente lo es, pero para los cristiano es también una jornada muy especial pues celebramos la Solemnidad de Santa María Madre de Dios con la que concluimos la Octava de la Navidad: ocho días después de nacer Jesús, cumpliendo la tradición judía en la que tiene lugar el rito de la circuncisión: ''Brit Milá''. Hasta la reforma litúrgica del Concilio Vaticano II el 1 de enero era la "fiesta de la Circuncisión del Señor", luego el Papa San Pablo VI, con gran acierto decidió colocar en este día esta celebración mariana para poner de relieve que la Natividad del Señor está inseparablemente ligada a la maternidad de María. Por otro lado, es la mejor forma de iniciar el año civil pidiendo a la Santísima Virgen su amparo y auxilio para nuestra vida. 

Acercarnos al misterio de María como Madre de Dios nos lleva a remontarnos muchos siglos, nada menos que hasta el año 649 con el Concilio de Éfeso. El Catecismo de la Iglesia Católica en su nº 495 nos recuerda: ''Llamada en los Evangelios "la Madre de Jesús", María es aclamada bajo el impulso del Espíritu como "la madre de mi Señor" -como dijo Santa Isabel- desde antes del nacimiento de su Hijo. En efecto, aquél que ella concibió como hombre, por obra del Espíritu Santo, y que se ha hecho verdaderamente su Hijo según la carne, no es otro que el Hijo eterno del Padre, la segunda persona de la Santísima Trinidad. La Iglesia confiesa que María es verdaderamente Madre de Dios [Theotokos]''. María llega a ser la Madre de Dios por ser tal su pureza, humildad y disposición a los planes del Creador, que el Verbo mismo del Altísimo se hizo carne en sus entrañas virginales y así el Hijo de Dios acampó entre nosotros.

San Pablo en el breve fragmento de su epístola a los Gálatas que leemos en este día, nos resume la esencia que encierra esta unión entre navidad y maternidad: ''Cuando llegó la plenitud del tiempo, envió Dios a su Hijo, nacido de mujer, nacido bajo la Ley, para rescatar a los que estaban bajo la Ley, para que recibiéramos la adopción filial''. Es un lenguaje riquísimo que encierra mucho en pocas palabras. Durante siglos se esperó el nacimiento del Mesías, y no llegó tarde ni pronto, pues Dios sabe cuál es el momento exacto para todo, y así nació Jesús según lo expresa el Apóstol: ''en la plenitud del tiempo''. Y nos dice más: ''nacido de una mujer''; es decir, como tú y como yo. La grandeza sorprendente de nuestro Dios es tan humilde que acepta encarnarse en nuestra pobre carne. Y nacido ''bajo la ley para rescatar a los que estaban bajo la ley''. Esto no significa que Jesús venga como un antisistema que llegue a poner fin a las normas; Él nos dirá de su propia voz: ''no he venido a abolir la ley sino a darle plenitud''. El sentido auténtico de la ley va más bien enfocada a esa manipulación que había de lo sagrado, de lo normativo-impositivo de los mandamientos, de ese cumplimiento de los preceptos como arma arrojadiza contra los semejantes, en lugar de aplicarlos como mapa de camino hacia la vida más perfecta. 

En el evangelio de esta Solemnidad contemplamos a María con Cristo en sus brazos, adorados por los pastores que fueron presurosos ante la presencia de San José y su familia con aquel recién nacido que San Lucas nos detalla que estaba ''acostado en el pesebre''. Y María, ¿Qué sentiría en aquella situación? Tiene que dar a luz a su hijo en un establo, no hay posada para ellos; lógicamente necesitaría unos días para reponerse siendo una jovencísima madre primeriza que había tenido que viajar en estado de buenaesperanza ya en la recta final de su gestación apremiados por el censo. Y de pronto, el secreto que apenas Ella y José sabían sobre aquel niño empieza a dejar de ser un secreto, pues comienzan a llegar los que sí creen que ese niño es el Mesías y tienen esperanza en Él. Y aquí sí que los últimos fueron los primeros: los humildes pastores del contorno estrenaron las peregrinaciones a aquella gruta santa de Belén. Quizá María lo pasó mal, que los vieran allí en un establo y no tener nada que ofrecerles; que les hablaran de lo grandísimo que sería aquel pequeño, mientras sus padres lo tenían acostado en un comedero de animales. San Lucas, pese a todo, describe con fineza y ternura lo que estaba viviendo la madre: ''María, por su parte, conservaba todas estas cosas, meditándolas en su corazón''. Os invito como propósito de año nuevo que imitemos a María y pasemos por el corazón lo bueno y malo de cada día, por la palabra de Dios y las lecturas de este día, por un rato de oración ante el Sagrario y entre las cuentas del rosario...

Tanto la primera lectura como el salmo nos han hablado de bendición; también de corazón yo pido al Señor del tiempo, al que es el Alfa y la Omega que bendiga vuestras vidas, personas, proyectos y retos para este 2025 en que no puede faltarnos la Esperanza. En este año jubilar que también comenzamos somos llamados a peregrinar como testigos de la virtud que jamás defrauda. 
Santa María, Madre de Dios y Madre nuestra: ¡ruega por nosotros! 

Evangelio de la Solemnidad de Santa María Madre de Dios

 Lectura del santo evangelio según san Lucas 2, 16-21


En aquel tiempo, los pastores fueron corriendo hacia Belén y encontraron a María y a José, y al niño acostado en el pesebre. Al verlo, contaron lo que se les había dicho de aquel niño.

Todos los que lo oían se admiraban de lo que les habían dicho los pastores. María, por su parte, conservaba todas estas cosas, meditándolas en su corazón.

Y se volvieron los pastores dando gloria y alabanza a Dios por todo lo que habían oído y visto, conforme a lo que se les había dicho.

Cuando se cumplieron los ocho días para circuncidar al niño, le pusieron por nombre Jesús, como lo había llamado el ángel antes de su concepción.

Palabra del Señor