jueves, 22 de abril de 2021

Hermana Conchita, una vida de anuncio. Por Rodrigo Huerta Migoya

 

Con sorpresa me enteraba del fallecimiento de la hermana Conchita Nuño Calvo, dominica de la Anunciata, la cual cerró sus ojos para este mundo el pasado día 15 de abril a los sesenta y nueve años de edad, en el hospital Valle del Nalón. Se fue "la monja de Turón", la última dominica que seguía haciendo presente el carisma de la Anunciata en ese rincón del Principado, donde tan queridas fueron y tantas vocaciones surgieron. 

Conocí a la "hermana Conchita" -para todos- cuando fui alumno del Colegio Dulce Nombre de Jesús de Oviedo, donde era la encargada del botiquín y las guardias de los recreos y, en especial, del cuidado de las hermanas mayores de la Comunidad. Los colegiales que siempre ponen motes y se ríen de hasta su sombra, la apodaron ''Sor Reflex'', pues ante caídas o golpes, tenía fama de recurrir con frecuencia a este analgésico de uso tópico. 

Era una mujer recta y muy responsable. Tenía la nobleza y la gracia rústica de una burgalesa que ya era una asturiana más de la Cuenca de toda la vida. Dejó su impronta y su fama allá por donde pasó: Sama, Oviedo... Pero muy especiales fueron sus años de misión en las periferias de Belo Horizonte (Brasil). Por sus conocimientos sanitarios siempre estuvo vinculada al campo pastoral de la salud cuando las dominicas aún tenían casas dedicadas sólo a esta misión en tantos lugares. Los asturianos aún recordamos la buena fama de las dominicas en ese campo por la profesionalidad que demostraron en el Sanatorio Adaro, el Sanatorio Covadonga o la enfermería de la Casa Sacerdotal.

La hermana Concepción, era una enamorada de las Cuencas mineras, por eso cuando hace una década era trasladada de la comunidad del Colegio de Oviedo a la Comunidad de Turón lo aceptó con gran ilusión. Discreta y austera, pero muy cercana a las personas. Aunque su vida había transcurrido entre la enseñanza y la salud, le entusiasmaba cualquier tipo pastoral: la vida religiosa inserta en lo cotidiano de la gente. Así lo vivió en Gijón y Ribadesella donde fue también muy querida. Por este motivo, una experiencia también gozosa para ella fue su destino a la Comunidad de Pesoz, en el occidente asturiano, la cual marcó profundamente su vida al trabajar de forma tan directa con la gente de los pueblos. 

Amiga de la música y del compromiso social, acercándose a la soledad y dolores de los demás. Nunca quiso dejar Turón, aunque su destino oficial desde hacía siete años era Mieres; sus días transcurrían pateando Turón y hablando con sus gentes. Con sus Hermanas de Mieres compartía desayuno y cena, pero bien temprano se desplazaba en autobús a Turón con su almuerzo en la mochila para dedicar allí todo el día de pastoral. 

Vivió la tristeza del cierre de la Comunidad de este pueblo minero, sin embargo, ella quiso seguir vinculada a San Martín de Turón, Santa Bárbara de la Cuadriella y a todo el Valle, tan ligado igualmente a la Congregación. En estos últimos años ha sido la presencia fiel de ésta en esa Unidad Pastoral ayudando en todo al párroco, así como colaborando -cercana y solícita- en lo que era requerida. 

Cuando nadie lo esperaba, la enfermedad se presentó sin avisar llevándosela aún tan jovial y activa, sin haber cumplido los setenta años y muy cercana ya a celebrar las "bodas de oro" de su Profesión Solemne. Su vida ha sido, en definitiva, un tratar de cumplir el deseo del padre fundador, San Francisco Coll: ''una sola cosa os recomiendo: el amor, el amor, el amor...''. Con las distancias y silencios de este tiempo de pandemia se encaminó a su final acompañada de la fe. En la UCI del hospital langreano recibió los últimos sacramentos de manos del Sr. Cura párroco de El Entrego, que con presteza asistió espiritualmente a esta hija de Santo Domingo en su última misión: predicar a la hora de la muerte lo que en su vida dominica había predicado con su vocación.

La Provincial de las Dominicas de la Anunciata en España, Rosa Santaeugenia, la Comunidad de Mieres y las cuatro parroquias del Valle de Turón, son conscientes de que han perdido a una religiosa que se hizo una más de entre aquellos a los que quería y servía.

Que el Santo Cristo de la Paz de Turón la reciba con sus brazos abiertos en el gozo de su descanso. D.E.P. hermana "Conchita".

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