martes, 30 de septiembre de 2025

Adiós a dar vueltas para aparcar en Covadonga: el Principado construirá un nuevo aparcamiento de cien plazas en este punto del santuario

(Lne) La deplorable imagen que ofrece desde hace años la finca Les Llanes, a los pies del santuario de Covadonga, tiene los días contados. El Gobierno del Principado ha decidido intervenir de inmediato. Para ello, ha pergeñado un ambicioso plan que, en su primera fase, incluye la construcción de un aparcamiento disuasorio, una senda peatonal de acceso al Real Sitio y una primera intervención en la casona que preside la finca. Traducido: más de un millón de euros solo en esta primera intervención.

El Ejecutivo de Adrián Barbón ya tiene redactado el proyecto de la primera fase y está muy avanzada la tramitación, lo que posibilitará que las obras comiencen en breve espacio de tiempo: solo unos meses, en cuanto estén listos todos los permisos. Para agilizar los pasos previos a la intervención, el Principado y el Ayuntamiento de Cangas de Onís ya han iniciado conversaciones. Irán de la mano para "desatascar" definitivamente una situación de abandono que se prolonga desde el año 2006, cuando la Administración autonómica adquirió la finca por 3 millones de euros (500 millones de pesetas) y varias prebendas urbanísticas en la ciudad canguesa a los anteriores propietarios. La casona estaba entonces en perfecto estado.

Un aparcamiento con 100 plazas

Nada se ha hecho en estos 19 años, lo que ha propiciado que la casona esté ruinas, y la finca abandonada. El proyecto del Principado nada tiene que ver con el que en su día "vendió" a bombo y platillo el Gobierno de Vicente Álvarez Areces. Entonces, se anunció un macroaparcamiento con 1.200 plazas, un centro de recepción de visitantes en la casona y un ascensor panorámico (funicular) que comunicaría Les Llanes con el santuario. El rechazo de la Iglesia de Asturias y la crisis económica de 2008 dieron al traste con aquella propuesta, que llegó a valorarse en 12 millones de euros, y con el prometido Plan Especial de Covadonga.

Lo que el Ejecutivo asturiano pretende habilitar ahora en Les Llanes, situada en el interior del parque nacional de los Picos de Europa, es algo muy diferente a aquello. La idea es habilitar un aparcamiento disuasorio de unas 100 plazas y una primera intervención en la casona y en las cabañas existentes en la finca. La segunda fase del proyecto no se ha definido aún, pero todo indica que se buscará un destino adecuado para la casona de Les Llanes para que pueda convertirse en un atractivo.

Apoyo del alcalde cangués

La intervención en Les Llanes fue desvelada por Adrián Barbón este miércoles, junto con la puesta en marcha del plan Saboreando el Paraíso, que persigue potenciar el valor de Asturias como tierra de calidad agroalimentaria y aprovechar la oportunidad de una gastronomía de primer nivel ligada a una ganadería extensiva y a una producción agraria de primer nivel, lo que ayudará a reforzar el medio rural y el sector primario.

¿Cómo ha recibido el equipo de gobierno de Cangas de Onís el anuncio? El alcalde, José Manuel González Castro (PP), ha apoyado sin ambages la propuesta y ha aplaudido el trabajo que lleva meses realizando el Principado para recuperar Les Llanes, "un espacio de gran valor para nuestro municipio". "Desde el Ayuntamiento de Cangas de Onís queremos agradecer especialmente a la vicepresidenta, Gimena Llamedo, por invitarnos desde el inicio a participar en la elaboración de este proyecto tan importante y necesario", ha subrayado el Regidor.

Necrológica

Ha fallecido el P. Carlos López de la Rica S.J.

Nació en Valladolid el 07/02/1943, ingresó en la Compañía el 20/09/1962, se ordenó en Valladolid el 23/06/1973, e hizo los últimos votos en Valladolid el 02/02/1979. 

Currículum:

Noviciado en VILLAGARCÍA DE CAMPOS (1962 - 1964)

Juniorado en VILLAGARCÍA DE CAMPOS (1964 - 1965)

Estudios de Filosofía en LOYOLA (1965 - 1968)

Magisterio en el Colegio San José de VALLADOLID (1968 - 1970)

Estudios de Teología por Deusto en BILBAO (1970 - 1973)

Director de la Residencia Universitaria, Profesor en ESADE y Colabora en el colegio Kostka (1973 - 1976)

Colabora en CESTE en SANTANDER (1975 - 1976)

Profesor, Tutor y Coordinador en el Colegio San José así como Director del CF San José en VALLADOLID  (1976 - 1989)

Colabora en la iglesia, colegio Kostka y CESTE en SANTANDER (1989 - 1992)

Desde el año 1992 hasta el año 2008 estuvo destinado en la Comunidad Jesuita de Oviedo donde fue: 
Profesor y Tutor del Colegio San Ignacio de Oviedo y colaborador en la pastoral del Templo del Sagrado Corazón -Antigua iglesia de Salesas- (1992 - 2008)
Coordinador General de Formación Humana en el colegio San Ignacio (1992-2006)
Director del Centro Juvenil Loyola (2000-2004)
Jefe del Departamento de religión (2000-2004)
Delegado del Departamento de Orientación (2004-2008)
Jefe del Departamento de Formación Humana (2004-2006) 

Operario, Clases y pastoral en el Colegio Nuestra Sra. del Recuerdo en Maldonado - MADRID (2008 - 2013)

Bibliotecario del Colegio La Inmaculada y Colaborador en la Parroquia de la Inmaculada - GIJÓN (2013 - 2016)

En el año 2016 fue destinado de nuevo a la Comunidad de Maldonado en Madrid donde fue:
Encargado de huéspedes (2016-18)
Operario (2016-2022)
Colabora en la iglesia y el Centro Fabro (2016-2021)
 Traductor (2019-2022)

Su último destino sería la Comunidad de Salamanca. Aquí fue Operario de la Casa del año 2022 al 2024. Desde hace un año debido a su salud su única misión era Orar por la Iglesia y la Compañía. 

Falleció en Salamanca, sobre las 17:00 h. del día 29 de septiembre de 2025; con 82 años de edad, 52 de sacerdocio y 63 de Compañía.

D.E.P. 

Hoy a las 11'00 horas tuvo lugar el funeral corpore insepulto en la capilla de San Estanislao de Kostka (Salamanca), para después ser enterrado en el cementerio San Carlos Borromeo de la localidad.

A.M.D.G.

lunes, 29 de septiembre de 2025

Jornada mundial del migrante y del refugiado

(C.E.E.) «Migrantes, misioneros de esperanza» es el lema de la Jornada mundial del migrante y del refugiado, que este año se celebra el domingo 5 de octubre para hacerlo coincidir con el Jubileo de los migrantes en Roma.

Los obispos de La Subcomisión Episcopal para las Migraciones y Movilidad Humana invitan a poner de relieve que las personas migrantes son portadoras de esperanza en un doble sentido para las comunidades que los acogen. En primer lugar, son un ejemplo porque vienen con “la esperanza de conseguir la felicidad y el bienestar más allá de sus propios confines, que los lleva a confiarse totalmente en Dios». Los migrantes «nos muestran y enseñan el coraje de la vida desde la certeza de que Dios los acompaña en sus tribulaciones y duelo para alcanzar un futuro mejor”.

Por otra parte, los migrantes y refugiados son portadores de esperanza también porque «están revitalizando con su juventud, sus valores, su trabajo, sus vidas, sus familias, su fe, sus ideales, la realidad social y eclesial de nuestro país”.

Mensaje del papa León XIV para la Jornada

El Papa León XIV, en su mensaje para esta Jornada, expresa este reconocimiento de la presencia de los migrantes en nuestra sociedad : «En un mundo oscurecido por guerras e injusticias, incluso allí donde todo parece perdido, los migrantes y refugiados se erigen como mensajeros de esperanza. Su valentía y tenacidad son un testimonio heroico de una fe que ve más allá de lo que nuestros ojos pueden ver y que les da la fuerza para desafiar la muerte en las diferentes rutas migratorias contemporáneas».

«En efecto, con su entusiasmo espiritual y su dinamismo, -añade el Santo Padre- pueden contribuir a revitalizar comunidades eclesiales rígidas y cansadas, en las que avanza amenazadoramente el desierto espiritual. Su presencia debe ser reconocida y apreciada como una verdadera bendición divina, una oportunidad para abrirse a la gracia de Dios, que da nueva energía y esperanza a su Iglesia».

Migrantes, misioneros de esperanza

Con este lema, los obispos indican, en clave de esperanza, que «solo un conocimiento, aproximación y cercanía ante sus historias concretas nos pueden ayudar a seguir avanzando en la construcción de «comunidades acogedoras y misioneras«, como propusieron en su exhortación pastoral».

También invitan a fijarnos en la palabra «misioneros». Los migrantes son también misioneros. «En nuestro contexto los misioneros tienen una percepción muy positiva que embellece la tarea de la Iglesia. Reconocer que los migrantes son también misioneros nos ayuda a descubrirlos como portadores de una buena noticia, de algo positivo«, apuntan.

El monasterio de Corias se queda sin dominicos tras 165 años: así fue la despedida de Pachi y Emiliano, sus dos últimos frailes

(Lne) Los dos últimos frailes dominicos del monasterio de Corias, en Cangas del Narcea, se despidieron este fin de semana de sus parroquias. La Orden de Predicadores ha decidido poner fin a su presencia en el Suroccidente desde 1860. En 2002 ya habían vendido al Principado de Asturias las instalaciones, reconvertidas ahora en un parador de turismo, dentro del que se mantenía una casa para dar cabida a los últimos religiosos.

Francisco Javier García, más conocido como "Pachi", llegó en 1965 para incorporarse como profesor al Instituto Laboral que la orden tenía en Corias. Era el único centro de enseñanza media que había por entonces en la zona. Cuando se cerró el instituto, sobre el 1980, llegó Emiliano Burgos, que venía de las misiones en Perú y que pronto pasaría a encargarse de algunas parroquias de la zona, las primeras en Ibias.

Ambos coinciden en que con su marcha se cierra un importante capítulo de la historia de los dominicos en España, puesto que en Corias, en 1860, siete frailes comenzaron la restauración de la llamada "Provincia dominicana de España", fundando en el monasterio –que hasta la desamortización de 1836 había sido benedictino– un colegio de misioneros. A partir del resurgir de este monasterio la orden fue recuperando otros por todo el país.

Emiliano Burgos se trasladará a León, al santuario de la Virgen del Camino, mientras que Francisco Javier García lo hará a la casa de los dominicos de Oviedo. Un traslado que para el primero es algo que ve "normal" y no le provoca "nostalgia", porque reconoce que les toca estar "a merced de la necesidad que surja y de lo que decida el prior provincial", detalla Burgos, que llevaba cinco parroquias en el partido de Sierra y la de Santa Marina, de las que este fin de semana recibió unas fiestas de despedida. “Me llevo la satisfacción de que me aprecian e incluso lo sienten, nosotros realmente, con las limitaciones que tenemos, nos dedicamos a nuestras parroquias y la gente es muy agradecida”, subraya.

Por su parte, a Francisco Javier García le resulta más difícil el cambio: "Desde el primer día que vine aquí, hace 60 años, me encontré muy a gusto con el ambiente, dando clases, después de tantos años lo tienes todo organizado, tienes amigos y conocidos.".

Llegó como profesor del Instituto Laboral y luego se pasó a la enseñanza pública como profesor de Religión, y en la que permaneció hasta jubilarse. Una labor que compaginó con la atención de varias parroquias Corias, Cibea y Genestoso. De estas últimas fue párroco desde 1984 y este sábado le rindieron un gran homenaje.
Reunión de antiguos alumnos

Este domingo coincidió que los antiguos alumnos del instituto de Corias celebraron su encuentro anual que sirvió de despedida y agradecimiento a los dominicos. “Es un año muy especial porque puede ser el último que vamos a disponer de esta iglesia en el formato que veníamos haciéndolo”, anunció José Manuel Cuervo, presidente de la Asociación de Antiguos Alumnos de Corias, que promueve la reunión anual que incluye una misa y posterior comida de hermandad. Cuervo reconoció que se trata de “un día triste” el conocer el fin de la comunidad de dominicos en Corias. “Crecimos vinculados a la comunidad de dominicos y quiero aprovechar para agradecerles el milagro que Corias supuso para esta comarca y para Asturias por su labor docente”, resaltó.

No en vano, los antiguos alumnos guardan un buen recuerdo de su paso por el Instituto Laboral, sobre todo, de los conocimientos que adquirieron en él durante los siete años de internado que tenían que realizar. “Salíamos con una preparación muy buena, era un bachillerato laboral muy fuerte, yo hice aparejadores y dibujo y matemáticas lo sacaba con la gorra”, recuerda Miguel Ángel González, natural de Campomanes (Lena).

domingo, 28 de septiembre de 2025

Haciendo las cuentas. Por Monseñor Fray Jesús Sanz Montes O.F.M.

Ha sido un recuento muy grato. No se trata de calcular cicateramente y con intenciones pretenciosas de quien se cuelga medallas. Pero sí de saber agradecer cuando se nos hace un regalo que es fruto de un don inmerecido e inesperado. El día de la Santina de Covadonga indiqué cómo los incendios se llevan parte de nuestro pasado y nuestro presente cuando sus llamas arrasan la vida que tenemos entre manos y en la memoria reciente. Pero no podrán chamuscar el futuro, cuando se nos invita a proseguir más allá de las lágrimas por lo perdido tremendamente por un fuego que no es hermano.

Ya indicaba cómo para la sociedad, al igual que también para la misma Iglesia, ese futuro pasa en muy buena medida por los jóvenes que tienen criterios, certezas, solidez e ilusión. Jóvenes que se han encontrado con la verdad y detectan a los que mienten, que han conocido la bondad y evitan a los que malmeten, que han descubierto la belleza y se apartan de lo que afea y envilece. Yo he conocido a estos jóvenes que tienen este secreto que les sirve de brújula que orienta sus nortes, que han encontrado el faro en las tormentas de aguas turbulentas, y los hitos en el sendero de sus vidas que les permite no extraviarse para coronar la cima que siguen ascendiendo con el paso de sus años.

Porque esto es lo que más me ha sorprendido tan gratamente: que la bondad, la verdad y la belleza tienen en ellos un rostro reconocible, un nombre inolvidable, una gozosa certeza en la amistad que les ha cambiado su vida totalmente. Me refiero a Jesús, el Señor. No son jóvenes que vienen de la resaca de otro fin de semana donde se aguantan los excesos malamente, ni de una macro fiesta fugaz y tramposa donde nuevamente se comprueba con autocensura que la droga, el alcohol y el sexo vuelven al chantaje de prometer lo que no pueden dar, llenando de vacío una vez más la mente y el alma.

Son jóvenes que se divierten sin la malicia que les pervierte, que saben disfrutar con desenfado de las cosas hermosas, que sueñan sin fantasear y con donaire abriéndose caminos que no terminan en las pesadillas que destruyen y aplastan. Gustan de la buena música, saborean el arte, aprenden la literatura que vale la pena y se abren a una cultura que nutre sus preguntas para encaminarse a las respuestas que no les utilizan ni les engañan. Son los jóvenes que se conmueven ante las heridas de nuestro mundo cuando hay desgracias naturales que nos ahogan o nos queman, o maldiciones artificiales fruto de la violencia, de las guerras, la corrupción y las erradas gobernanzas de los mandamases mendaces y aprovechados sin escrúpulos ni conciencia en sus derivas autócratas.

Estos jóvenes así, con el secreto en sus entrañas como fruto precioso de haberse encontrado con Jesús, su Evangelio y su amistad, son el futuro de la sociedad y el futuro de la Iglesia. Por eso, cuando hago recuento de lo que he podido ver en Covadonga con la presencia de miles de jóvenes que en distintos momentos han visitado el santuario de la Santina este verano, o el millón que estuvo en el jubileo para la juventud en Roma junto al Papa, me reitero con gratitud y sorpresa por el regalo que ellos suponen para todos nosotros, y que representan verdaderamente un motivo fundado de enorme esperanza.

He de sumar la simbólica cifra de los nuevos doce seminaristas que empiezan este año su primer curso en nuestro Seminario, además de los once que he podido ordenar el curso pasado entre sacerdotes y diáconos. Un florecimiento de la esperanza que no defrauda y que impide que nos amilanemos frunciendo el ceño, dando rienda al injusto pesimismo que no responde a la humilde verdad que hemos de acertar a contarla, propagarla y brindar por ella como un regalo sin merecimiento por nuestra parte, pero con la convicción de estar en un momento de renacimiento como cristianos. Dios sea bendito.

+ Fr. Jesús Sanz Montes, ofm
Arzobispo de Oviedo

“Tienen a Moisés y a los profetas: que los escuchen”. Por Joaquín Manuel Serrano Vila


La palabra de Dios en este domingo XXVI del Tiempo Ordinario podríamos resumirla en la siguiente idea: la fe y la justicia fundamentos para construir y asentar las bases en nuestro mundo del reino de Dios. En primer lugar la profecía de Amós nos viene muy bien a nosotros, víctimas tantas veces de la sociedad del consumo: «¡Ay de aquellos que se sienten seguros en Sión, confiados en la montaña de Samaría!... Es una seria advertencia a los que se acomodan y se afianzan en falsas seguridades. Esta experiencia la vive el pueblo de Israel muchas veces sin aprender la lección; no todo es la tierra, el reino o la prosperidad económica. Por ejemplo, el momento concreto de la historia al que alude Amós es precisamente esa etapa de bonanza, cuando Samaría fue capital para ellos en aquel reino del norte lujoso y próspero. El problema fue que no aprovecharon esa situación: olvidaron los días de vacas flacas, olvidaron vivir según el querer de Yahvé, y es aquí cuando la voz profética de denuncia aparece para recordarles que si Dios ha permitido que ahora gocen de tan buena posición también es el momento de ser aún más cuidadosos con los bienes materiales sin olvidar a los últimos, pues ellos lo fueron; ni olvidar a su Dios y cambiarlo por las riquezas de este mundo. Por esto Amós insiste: ''beben el vino en elegantes copas... pero no se conmueven para nada por la ruina de la casa de José''. Esto debe ser también algo a escrutar en nuestro interior: como tengo todo lo que necesito, ¿me he construido un Dios a mi medida y me he olvidado de todas las pobrezas que me rodean?... Por esto el salmista nos invita a poner el corazón en su lugar: ''Alaba, alma mía, al Señor''.

La segunda cuestión es la fe: en la epístola a Timoteo, el Apóstol nos invita a la perseverancia; esto es muy importante, en especial en estos días en que las noticias negativas para la Iglesia abundan y nos hieren a todos pues son utilizadas para la mofa o la generalización sobre los católicos y, en especial, sobre los sacerdotes. Hoy más que nunca las seducciones del mundo nos acorralan, por ello hemos de vivir perseverantes en la fe, confiados de que el Señor no nos dejará nunca de su mano. A esta lucha somos convocados desde el bautismo como nos ha recordado Pablo: ''conquista la vida eterna, a la que fuiste llamado y que tú profesaste noblemente delante de muchos testigos''. Los sacramentos nos ayudan, ciertamente, pero no nos hacen inmunes al maligno que siempre está buscando el momento de debilidad, el mínimo resquicio para invitarnos a tirar la toalla en nuestro compromiso de fidelidad a Jesucristo y a sucumbir a las mentiras que son del mundo y no del cielo. Nos recuerda que estamos llamados a combatir esta lucha, ''el buen combate de la fe'', tan viejo como actual: huir del mundo, el demonio y la carne. A veces se nos va la vida en ideologías mediocres, en malas obras y placeres frívolos. El Apóstol nos anima a poner nuestra mirada en Dios y en el proyecto futuro de gozar de su presencia, y mientras tanto, empezar a construir su reino ya aquí mediante la caridad, el amor, la justicia... hasta que Él mismo vuelva con gloria para juzgar nuestras obras.

Y me centro ya en el evangelio de este domingo, tomado del capítulo 16 de San Lucas, en el cual Jesús predicando ante los fariseos les relata la parábola del rico Epulón y el pobre Lázaro. Hay que tener mucho cuidado con las interpretaciones que a veces se leen y escuchan de este pasaje, y es que Jesús no está hablando de lucha de clases, sino que nos está queriendo revelar lo mismo que el profeta Amós en su momento a los israelitas, y es que corremos el riesgo de acomodarnos una vez que encontramos una buena posición, hasta el punto que esto mismo puede suponer nuestro fracaso y condena. Cuántas veces ponemos toda nuestra confianza en el poseer, olvidándonos de que para los creyentes nuestro tesoro es Cristo, junto al cual no hay palacio, fortuna, joya o propiedad que valga algo en comparación. Por un lado, tenemos al pobre Lázaro, tan representado en la iconografía cristiana: en el relato comprobamos cómo no se olvida el Creador  de él. Precisamente esto es lo que significa el nombre de Lázaro: ''Dios le cuida''. Durante tantos siglos había en muchos pueblos -aquí en Lugones lo hubo, especialmente a las afueras- unas casas que se llamaban lugar de San Lázaro o lazaretos, y que era donde vivían los enfermos, especialmente de lepra. Se quedaban lejos de los hogares para evitar más contagios; aparentemente estaban solos, pero no, estaba el Señor con ellos y también la Iglesia que ejercía la caridad atendiéndoles. Muchos creen que este proceder nació precisamente de este evangelio, que los cristianos siempre hemos hecho nuestro. Hay que poner de relieve esta obra eclesial de caridad que no terminó con la lepra, también cuando apareció el sida en España fue la Iglesia Católica la primera institución en abrir centros para los enfermos y contagiados, al igual que ocurrió con el ébola en países de misión, y así un largo etc. Siempre hay nuevos lázaros, nuevas llagas esperando ser curadas... 

Es posible que un pensamiento común sería que Dios prefería a Epulón pues ''vestía de púrpura y de lino y banqueteaba cada día'' y, sin embargo, ''Lázaro estaba echado en su portal, cubierto de llagas, y con ganas de saciarse de lo que caía de la mesa del rico''... Desde una perspectiva puramente humana nos quedaríamos con esto: Epulón fue un triunfador, mientras que Lázaro un perdedor. En cambio, ya fuera de este mundo, ocurrió exactamente lo contrario: Epulón acabó en el infierno mientras que Lázaro ''fue llevado por los ángeles al seno de Abrahán''. Atención a la comparación que deja claro que lo importante no es el juicio de este mundo, sino el juicio que nos hará Dios. Hay personas que en esta vida habrán logrado mucho dinero, muchos títulos, reconocimientos, distinciones, medallas, aplausos, buena fama... y, sin embargo, llegó la hora de su muerte y no lograron ir al cielo. Por contra, cuántas personas que desde un cálculo puramente humano pasaron por esta vida sin pena ni gloria, nunca hicieron nada de especial mención, ni salieron en la prensa o siquiera tuvieron buena fama o fueron queridos en su entorno y, sin embargo, llegado su final en esta vida merecieron la gloria del cielo. Por eso no nos quedemos con los clichés de aquí abajo, que aquí se habrán de quedar; hay muchos que pasaron y pasan por buenos y se condenaron o condenarán, y muchos que pasaron por malos que seguro están en el cielo. Ante las figuras de Epulón y de Lázaro necesitamos preguntarnos: ¿hemos abandonado a Dios y/ó, alguna vez nos hemos sentido abandonados por Él?... No seamos Epulones que nos olvidemos del Altísimo, ni olvidemos que siempre somos Lázaros cuidados por su mano. Este evangelio es también una llamada a la tranquilidad ante las injusticias de este mundo; no ardamos la sangre, que la justicia del cielo no funciona como la justicia de los hombres... 

El evangelio nos deja claro algo que se nos olvida: no todo el mundo va al cielo. Los dos personajes mueren pero no van al mismo lugar, y con esto Jesús nos está queriendo despertar, y es que son nuestros actos, el cómo vivamos la fe y practiquemos aquí la justicia lo que habrá de determinar nuestra meta definitiva. Esto hoy no nos gusta escucharlo, particularmente en una sociedad que no se cansa de repetir que todos somos iguales en todos los ámbitos; Jesús responde a esto con una lección magistral diciendo que no; o eres Lázaro o eres Epulón; o te salvas o te condenas, pero lo harás tú con tus actos. ¿Qué es en definitiva condenarse? Pues autoexcluirse del amor que Dios nos tiene, así de simple. Epulón no va al infierno por ser rico, por capitalista o por gustarle el lujo; lo grave en este hombre rico fue su falta de sensibilidad para compadecerse de quien sufría delante de sus narices. A veces pensamos que el pecado de omisión es insignificante, y sin duda, muchas es lo más grave pues no hacemos mal no por obrar mal, sino precisamente por no hacer nada, siendo indiferentes. Cuántas veces se dice que lo triste no fue que los malos hicieran mucho ruido, sino el silencio de aquellos que teníamos por buenos. Por último, Epulón teme por los suyos y pide poder ir a advertirles, por eso ruega a Abrahán esa gracia, y este le responde con la frase tan tajante: "tienen a Moisés y a los profetas, que los eschuchen". Quizás nunca hemos caído en la cuenta del significado y a qué alude esta frase... Pues que tienen la ley de Moisés -los diez mandamientos- y a los profetas -la Torá, el Antiguo Testamento- para encaminar la vida según el querer de Dios. Por eso la sentencia de Abrahán es lapidaria: “Si no escuchan a Moisés y a los profetas, no se convencerán ni aunque resucite un muerto”». Se refiere a la resurrección de Nuestro Señor: el que no crea tras su resurrección se autocondenará... Ojalá nosotros sepamos llevar esta parábola a nuestra vida, ante los bienes y males que nos rodean e interpelan.

Evangelio Domingo XXVI del Tiempo Ordinario

Lectura del santo Evangelio según San Lucas 16, 19-31

En aquel tiempo, dijo Jesús a los fariseos:
«Había un hombre rico que se vestía de púrpura y de lino y banqueteaba cada día.

Y un mendigo llamado Lázaro estaba echado en su portal, cubierto de llagas, y con ganas de saciarse de lo que caía de la mesa del rico.

Y hasta los perros venían y le lamían las llagas.

Sucedió que murió el mendigo, y fue llevado por los ángeles al seno de Abrahán.

Murió también el rico y fue enterrado. Y, estando en el infierno, en medio de los tormentos, levantó los ojos y vio de lejos a Abrahán, y a Lázaro en su seno, y gritando, dijo:
“Padre Abrahán, ten piedad de mí y manda a Lázaro que moje en agua la punta del dedo y me refresque la lengua, porque me torturan estas llamas”.

Pero Abrahán le dijo:
“Hijo, recuerda que recibiste tus bienes en tu vida, y Lázaro, a su vez, males: por eso ahora él es aquí consolado, mientras que tú eres atormentado.

Y, además, entre nosotros y vosotros se abre un abismo inmenso, para que los que quieran cruzar desde aquí hacia vosotros no puedan hacerlo, ni tampoco pasar de ahí hasta nosotros”.

Él dijo:
“Te ruego, entonces, padre, que le mandes a casa de mi padre, pues tengo cinco hermanos: que les dé testimonio de estas cosas, no sea que también ellos vengan a este lugar de tormento”.

Abrahán le dice:
“Tienen a Moisés y a los profetas: que los escuchen”.

Pero él le dijo:
“No, padre Abrahán. Pero si un muerto va a ellos, se arrepentirán”.

Abrahán le dijo:
“Si no escuchan a Moisés y a los profetas, no se convencerán ni aunque resucite un muerto”».

Palabra del Señor 

sábado, 27 de septiembre de 2025

La ermita de las leyendas. Por Carlos Fernández Llaneza

Historia y relatos populares sobre el Cristo de las Cadenas

Las fiestas de San Mateo son ya historia. La guinda la puso, un año más, la romería del Cristo que este año ha venido crecida con una fiesta popular en el parque del Truébano. El Cristo de las Cadenas, ermita cimera de Oviedo, y que, por supuesto, también tiene su pequeña historia que contar.

El santuario del Cristo está enclavado en el lugar que con el nombre de Adspera aparece citado en numerosos documentos a partir del siglo IX, por lo que antiguamente se llamaba al lugar Cristo de Aspra.

El origen de esta advocación se pierde entre leyendas de lo más variopinto; un soldado que arrastra cadenas prisionero del turco. Una novia enamorada que le espera. Un rosal que que revela la suerte del cautivo? Una de las más bellas es el romance de "El rosal y las cadenas", que a principios del siglo XX fue publicado por Fermín Canella a beneficio del Asilo del Fresno, en aquel entonces perteneciente, como el propio santuario, a la parroquia de San Pedro de los Arcos. Esta leyenda narra la historia del desdichado amor de la hermosa Rosaura, cuya casa estaba situada bajo la verde colina del Santo Cristo del Aspra, y de Diego de Casielles. Él parte para los Tercios de Italia y ella lo espera durante varios años, acudiendo a la ermita con frecuencia para rezar. Un día, cuando Rosaura volvía del templo, se encontró a un cenobita, quien le notificó la muerte de su amado. Rosaura se encerró en un convento, después de ofrecer al Cristo del Aspra unas cadenas de plata en recuerdo de que su novio llevó en su cautiverio, y desde entonces se empezó a popularizar el nombre del Cristo de las Cadenas.

Otra versión difiere algo de la anterior. Dice así: Existía una pareja de enamorados que tuvo que separarse porque él marchaba a la guerra y, para consolar a su afligida novia, le dijo: "planta este rosal delante de tu casa, y mientras no dé flores puedes estar tranquila, estoy bien. Pero si un día de repente florece, eso querrá decir que he muerto".

La muchacha plantó el rosal y cada tarde observaba sus ramas sin florecer, y subía hasta una ermita donde había un gran Cristo a dar gracias por mantener con vida a su amor. Así pasaron los años, hasta que un día, mientras se hallaba rezando se le acercó un hombre y le dijo: "Te traigo malas noticias, tu novio cayó prisionero y estuvimos ambos cautivos todos estos años. Pero él no ha podido volver porque se encuentra muy enfermo y no podrá llegar. Me ha pedido que te trajese las cadenas que le han tenido apartado de ti".

La muchacha ofreció las cadenas al Cristo de la ermita, poniéndolas en su manos, donde permanecen desde entonces, y cuando llegó a casa, y aunque era pleno invierno, encontró el rosal florecido. La calle donde residía la novia de esta triste leyenda, tomó el nombre de Calle Rosal. En fin, leyendas para la historia.

Sin embargo, son poco antiguas las referencias fidedignas que de la capilla existen. Acudimos, una vez más, al esencial José Ramón Tolivar Faes: El 22 de mayo y el 6 de junio de 1804 trataba el ayuntamiento de construir un cementerio y uno de los sitios propuestos era "junto al Cristo de Láspara". Se sabe que en la primera mitad del siglo XIX era muy visitado aquel Cristo y que su romería -el 14 de septiembre- rivalizaba y casi excedía a la del Cristo de Santullano, por lo que el camino, hasta entonces intransitable, fue convertido en un verdadero paseo que frecuentaba multitud de personas.

La devoción del Cristo siguió llevando allí a gran cantidad de gentes y, sobre todo, en las últimas décadas a la romería que se celebra el Domingo posterior a San Mateo.

La capilla, devastada durante la guerra civil, fue posteriormente reconstruida. En 1890 había sido reedificada en estilo ojival, según planos de Juan Miguel de La Guardia.

Por disposición del Arzobispado de 10 de enero de 1972, este santuario pasó a ser iglesia parroquial, separándose el correspondiente territorio de las parroquia de San Francisco de Asís, como el 11 de febrero de 1959 había sido separado de la de San Pedro de los Arcos.

Con relación a la vinculación del Cristo con San Pedro, en el periódico "El Carbayón" del miércoles 1 de julio de 1908 se leía una curiosa noticia:

"Se celebró también la fiesta de San Pedro, patrono de la feligresía de los Arcos, en el santuario del Cristo, donde provisionalmente se ejercen las funciones parroquiales por hallarse el viejo templo titular en derribo".

En fin, otra tesela más de ese mosaico inabarcable que es nuestra rica historia común ovetense.

(Articulo publicado en 2017 carlosfernandezllaneza.blogspot.com)

Santoral del día: San Vicente de Paúl

(COPE) Recuerda San Pablo en su Primera Carta a los Corintios que ya podría tener el donde lenguas y de mover montañas, incluso dejarme quemar vivo. Pero si no tengo amor soy como un címbalo que retiñe porque de nada me aprovecha. Esta es precisamente la base en el obrar de San Vicente de Paul, que hoy celebramos.

Siempre sintió que la caridad es la razón de ser que explica la Fe del cristiano. Aquitania en Francia, vería nacer el año 1581 a este Santo, que, formó parte de un hogar de campesinos muy humilde y religioso. Sin embargo desde niño, se le veía un gran espíritu de fervor hacia Dios y una gran capacidad de estudio por lo que fue enviado a formarse con los libros.

Ordenado sacerdote, fue un celoso pastor de almas en París. Su espíritu de caridad, siempre estuvo impregnado de la oración, ya que él mismo señalaba que, sin el trato diario con el Señor en el Sagrario, no podía dar los frutos debidos.

Entre las obras de apostolado que llevó a cabo, destacan la organización y desarrollo de las misiones populares, además de una atención especial a los sacerdotes, así como a los pobres, en los que descubría el rostro del Señor. Siempre tomó contacto con su realidad de miseria espiritual y humana.

Para realizar mejor estas iniciativas, fundó los Padres Paúles y las Hijas de la Caridad. En esta última contó con Santa Luisa de Marillac. San Vicente de Paúl muere en París año 1660. Es Patrono de todas las iniciativas de caridad y solidaridad. De hecho, siguiendo este carisma del amor, surge en el siglo XIX la Asociación de caridad San Vicente de Paúl.

viernes, 26 de septiembre de 2025

Más de mil catequistas se preparan para comenzar el curso en las parroquias

(Iglesia de Asturias) En torno a mil catequistas se preparan estos días en nuestra diócesis para comenzar a impartir el catecumenado en las parroquias. Son personas por lo general con experiencia, muy comprometidas y con interés por formarse que, cada año, se enfrentan con ilusión y desinteresadamente a la transmisión de la fe en niños, jóvenes y también, como un fenómeno cada vez más creciente, adultos.

Aunque el método usado es el «tradicional», «el del libro de texto que, en su mayoría, es el Catecismo de la Iglesia católica adaptada a los niños», como explica el Delegado episcopal de Catequesis, Manuel Alonso, también va creciendo el número de parroquias que «poco a poco, adoptan otros métodos como por ejemplo el Oratorio de los Niños Pequeños, la Catequesis del Buen Pastor o el Catecumenado de Familias, que desde hace unos años se ofrece también en algunos lugares», explica. Junto con todo ello, lo fundamental para Alonso es «que entendamos que estamos ante la transmisión de la fe, que no es transmitir únicamente conocimiento sino la fe, es decir, transmitir una vivencia, una pasión concreta y no solamente las verdades de la fe. Podemos decir, como hacía Jesús, que no sólo son palabras, sino también hechos que explican las palabras que les decimos a los catecúmenos. Y así creo que deberían ser y son, en muchos casos, las catequesis en nuestras parroquias».

Los niños acuden en su mayoría a las catequesis de la Primera Comunión. Sin embargo no es frecuente que después no vuelvan a aparecer por sus parroquias y sean muchos menos los que continúen formándose y lleguen a confirmarse. Para el Delegado diocesano de Catequesis en este caso «la familia es fundamental». «Si detrás de los jóvenes –afirma– hay una familia que apoya, anima, alienta y acompaña a misa, te encuentras que al final el joven pide hacer la confirmación. De lo contrario, es verdad que se diluye». Con este motivo, en algunos lugares los niños que acaban de hacer la Primera Comunión retoman justo después las catequesis de confirmación. «Así lo hacemos en mi parroquia –explica el Delegado–. Y entre los 13 o 14 años, se confirman. Lo permite el directorio de catequesis de la diócesis y así lo tenemos dispuesto».

Ante esta realidad, sucede un hecho novedoso de unos años a esta parte y es el gran número de personas, mayores de 18 años, que acuden al Catecumenado de Adultos para poder confirmarse o incluso bautizarse o hacer la Primera Comunión. «En muchos casos –explica el Delegado de Catequesis– es porque se les ofrece, desde la propia parroquia, cuando se acercan unos novios a casarse y se les propone acabar la iniciación cristiana antes de dar ese paso. También sucede mucho con los padrinos de bautismo, ya que, según la normativa de la diócesis, los padrinos tienen que estar confirmados y eso alienta a que algunos se apunten. También muchas personas que, en su momento, no completaron el camino y el párroco o alguien se lo propone, o ellos mismos toman la decisión».

Lo cierto es que son más las personas que se acercan y como resultado, el año pasado alrededor de 300 personas recibieron el sacramento de la Confirmación y también hubo varios bautismos y primeras comuniones en la Catedral. Este momento, que en el curso presente tendrá lugar el 17 de mayo de 2026, es una fecha muy importante para la diócesis y es el propio Arzobispo, con sus Vicarios episcopales, quien preside la celebración.

Aquellas personas que desean participar del Catecumenado de Adultos pueden hacerlo acercándose a su propia parroquia, donde serán informados acerca del lugar donde pueden llevar a cabo este proceso puesto que hay grupos en todos los arciprestazgos.

jueves, 25 de septiembre de 2025

Aviso a los amigos de San Antón

 

De México a España a custodiar el mayor fragmento de la cruz de Cristo

(Aleteia) Tres americanos harán posible que la orden franciscana continúe custodiando el Lignum Crucis en Santo Toribio de Liébana

El hermano José de Jesús y los padres Rafael y Felipe son los tres frailes originarios de México que harán posible que los franciscanos continúen custodiando el mayor fragmento de la Vera Cruz del mundo, que se conserva en el monasterio español de Santo Toribio de Liébana.

La nueva fraternidad ha llegado recientemente desde México al rincón cántabro donde se venera el Lignum Crucis (Leño de la Cruz).

Allí, este domingo 15 de septiembre de 2025, fue presentada solemnemente en una Misa presidida por el obispo de Santander, Arturo Pablo Ros, informa la web de la diócesis.

Agradecimiento por el relevo

El año pasado la pequeña comunidad franciscana que vivía en el monasterio anunció que lo abandonaba dada su elevada media de edad.

Sin embargo, estos franciscanos mexicanos harán posible mantener allí la presencia su orden, que se remonta al año 1961.

“Doy gracias con emoción hoy porque seguiremos caminando; el Señor nos ha concedido la nueva comunidad franciscana que llega para servir y para amar”, afirmó el obispo Arturo al final de su homilía.

“Somos unos privilegiados, por eso tenemos que ser más humildes y más agradecidos”, añadió.

Acogida y esperanza

Por su parte, el padre Rafael saludó “con gusto, alegría y esperanza” a todos los fieles que asistieron a la Eucaristía en la fiesta de la Exaltación de la Santa Cruz.

Expresó el agradecimiento de la nueva fraternidad por el proyecto pastoral y su aprecio por “la gran acogida”, “tanto del obispo como del ministro provincial y de los hermanos de la fraternidad local”.

Y mostró su disposición a “colaborar con la parroquia en una pastoral de salida, de conjunto y continuando la misión de la Iglesia estableciendo el reino de los cielos”.

Amor a la cruz

Finalmente, destacó el amor a la cruz de San Francisco de Así, el fundador de su orden. Y auspició “que este recinto sagrado sea un signo de conversión, de caridad, de paz y de misericordia, de presencia evangélica.”

“Seamos portadores de verdad, de Cristo que ha resucitado”, invitó el padre Rafael. Y añadió: “el signo de la cruz, es el signo de la redención, el signo de la salvación”.

Antes de los franciscanos, fueron los benedictinos los que habitaron en el monasterio de Santo Toribio de Liébana.

Una reliquia única

Allí se guarda la reliquia del fragmento más grande conservado de la cruz donde según la tradición murió Jesús.

Concretamente, el palo vertical del Leño Santo mide 63 centímetros y el travesaño, 39 centímetros, con un grosos de 3,8 centímetros.

La madera es de una variedad de ciprés autóctona de Palestina con más de dos mil años de antigüedad, según verificaron pruebas científicas el año 1958 citadas en la web del monasterio.

También destaca que la reliquia santo Toribio, primer obispo de Astorga, llevó desde Roma la reliquia a su diócesis en el siglo VI.

Y alrededor del siglo VIII llegó al monasterio al mismo tiempo que los restos de santo Toribio para protegerla del avance árabe en la península ibérica.

Según el Padre Sandoval, cronista de la orden benedictina, esta reliquia corresponde al “brazo izquierdo de la Santa Cruz, que la Reyna Elena (madre del emperador Constantino, en el siglo IV) dejó en Jerusalén cuando descubrió las cruces de Cristo y los ladrones. Está aserrado y puesto en modo de Cruz, quedando entero el agujero sagrado donde clavaron la mano de Cristo”.

miércoles, 24 de septiembre de 2025

Atención músicos

 

Cuando un hermano cae: dolor y esperanza de un sacerdote. Palabras de Mons. Alberto José González Chaves

(Infovaticana) Hay dolores que no se gritan: se llevan en silencio, como quien sangra por dentro. Uno de los más inexpresables es el de ver a un hermano sacerdote que ha perdido el rumbo de su vocación. No es un dolor teórico ni lejano: a sus hermanos nos toca en la fibra más profunda, porque todos compartimos la misma unción. Desde aquel día en que el Obispo nos impuso las manos y quedamos sellados para siempre, somos una familia. Y cuando uno se extravía, los demás sentimos que algo se rompe dentro de nosotros.

Sin embargo, esta herida no debe llevarnos al escándalo paralizante ni al juicio severo. Si duele a par de muerte, es porque amamos el sacerdocio y porque conocemos lo que está en juego: la salvación de las almas, la fecundidad de la Iglesia, la gloria de Dios, la ilusion del Corazón de Jesús. El pecado de uno no borra la santidad de los demás, ni mucho menos la santidad del sacramento. El presbiterio de esa diócesis es bueno, muy bueno, entregado, silenciosamente heroico. No se avergüenza de llorar por el hermano caído, ni de ofrecer por él sacrificios y horas de adoración.

Nuestro dolor purifica, no es estéril si lo convertimos en oración. Cada lágrima que derramamos por un hermano puede ser ofrecida para que el Señor lo rescate, lo devuelva a casa, lo haga más santo de lo que fue antes de caer. La historia de Pedro, que negó a Cristo y luego fue el primero de los apóstoles, nos recuerda que nadie está perdido si se deja alcanzar por la mirada de Jesús.

La caída de uno de nosotros es un aldabonazo de Dios para revisar nuestra vida, no para mirar al de al lado con sospecha. Es momento de volver al Evangelio, de recordar las exigencias de nuestra vocación y de tener presente la advertencia de Pablo, el gran enamorado: Qui se existimat stare, videat ne cadat! (1Cor 10, 12). O aquel aviso del Aguila de Hipona: «No hay pecado en el mundo que el hombre no pueda cometer si la mano que hizo al hombre dejara de sostenerlo» (S. Agustín, Soliloquio I, 1).

Limpieza transparente

Un sacerdote sin sencillez termina perdiendo el sentido de lo esencial; un sacerdote sin limpieza de vida se vuelve presa fácil del mundo y de sus sombras; un sacerdote sin transparencia acaba por desconectarse de sus hermanos.

La coherencia está en en que nuestro estilo de vida predique más que nuestras homilías. Nuestro celibato, vivido con limpieza de corazón, no es una carga: es la libertad de amar con un corazón indiviso. La transparencia en la mirada, la elegancia en las palabras, el pudor en los gestos, la delicadeza en el trato son el mejor sermón que podemos predicar en un mundo saturado de impureza, de mentira, de hedonismo. No basta con ser castos: hay que ser luminosos, de modo que la gente pueda ver en nosotros a Cristo, el Esposo de la Iglesia.

Lo nuestro es la moderación en las diversiones, el equilibrio en el uso de las redes, el tiempo dedicado a cosas que edifican. Uno de los grandes peligros del sacerdocio es vivir sin guía espiritual. El sacerdote necesita abrir el alma, dejarse acompañar, dejarse corregir: sin alguien experimentado y sobrenatural que lo escuche y lo confronte con la verdad, está expuesto a perder la objetividad de su propia conciencia.

¿Y nuestros viajes? Algunos serán necesarios y sacerdotales, pero otros dispersan, inquietan, mundanizan, desestabilizan interior y exteriormente. Hay un modo de moverse que enriquece, y otro que fatiga el alma y la expone a tentaciones innecesarias. Lo advertía Kempis: «Qui multum peregrinantur, raro sanctificantur» (De imitatione Christi I, 23) También es vital cultivar el gusto por la lectura seria, por el estudio, por el tiempo de silencio, de oración prolongada ante el sagrario, de recogimiento en casa. Un sacerdote que no sabe estar quieto en presencia de Dios termina vacío, devorado por las urgencias.

Herejía del activismo

Así llamó Pío XII a este sutil enemigo que hace que hoy quienes ocupan cargos se vean sometidos a reuniones incesantes que, lejos de nutrir la vida espiritual, la agotan. Son fruto de un semipelagianismo tristemente presente en la Iglesia, que parece confiar más en inacabables y peculiares planes pastorales y en el esfuerzo humano que en la gracia divina. Este asambleísmo de raíz posconciliar, más cercano a una visión protestante y sinodalista que a la concepción jerárquica y sacramental de la Iglesia, ha llevado a multiplicar encuentros, comisiones y reuniones interminables que roban tiempo a la oración, al silencio, a encuentros amigables con otros sacerdotes, a pasatiempos legítimos que esponjen la psiquis y alivien las tensiones, y a verdaderos planes pastorales en contacto con las almas.

Si el sacerdote no defiende su tiempo de oración, de lectura, de descanso, de paseo o deporte, de retiros periódicos…, corre el riesgo de vaciarse interiormente, quedar indefenso frente a las tentaciones, y hasta de enfermarse físicamente, con las consiguientes repercusiones emocionales y relacionales. El activismo sin contemplación y sin la valentía de descansar (como nos dijo en el Año Sacerdotal Benedicto XVI) mata el alma sacerdotal… y a veces también el cuerpo. Es una forma necia y grotesca de dejar de ser lo que somos.

Ademas, la fraternidad sacerdotal sincera es el gran antídoto contra la soledad peligrosa y autosuficiente. Un sacerdote no puede vivir aislado, sin abrirse a sus hermanos. La amistad sacerdotal no es un lujo, sino un deber. Necesitamos compartir, confrontarnos con caridad, corregirnos, reír y llorar juntos. El silencio cómplice mata; la corrección fraterna salva. «Frater qui adiuvatur a fratre, quasi civitas firma» (Prov 19, 19).

¡Gracias, Jesús, por tus sacerdotes!

La caída de uno no oscurece la fidelidad de tantos otros. A pesar de un sacerdote caído, el pueblo de Dios sigue confiando en sus pastores y rezando por ellos, sabiendo que muchos, incomparablemente más, celebran la Santa Misa con devoción, pasan horas en el confesonario, predican la sana doctrina, visitan enfermos, catequizan niños, orientan vocaciones, acompañan matrimonios y familias, escuchan pacientemente a los que sufren, sirven a los pobres. Ellos son la verdadera noticia, el rostro vivo de Cristo en medio de su pueblo.

La luz es más fuerte que las tinieblas, y el bien que hacen tantos sacerdotes supera con creces la herida que pueda provocar el tropiezo de uno solo.

En el momento del dolor, es justo y necesario levantar los ojos y dar gracias: por la generosidad entusiasta de tantos sacerdotes jóvenes, que entregan lo mejor de sí en sus primeros años de ministerio; por la entrega inmolada de tantos sacerdotes enfermos, que ofrecen su sufrimiento en silencio por el bien de la Iglesia; por la sabiduría veterana de tantos sacerdotes ancianos, que, desde la experiencia, siguen enseñando con su ejemplo; por la fidelidad diaria de profesores, capellanes y párrocos, misioneros y monjes, que oran y sostienen la fe en colegios, hospitales, parroquias y conventos; y por los obispos, que, «catholicæ et apostolicæ fidei cultores», en la zarandeada Iglesia de hoy procuran escuchar, guiar, sostener y alentar a sus sacerdotes.

León XIV: «preparar la tierra»

Basta de ese tedioso y campanudo asambleísmo que fatiga y dispersa, inventando más y más reuniones inútiles. Es urgente, hace décadas, volver al fundamento: una sólida formación humana; una educación viril y sincera de los afectos, erradicando la sensiblería y el infantilismo, aceptando humildemente la realidad y las propias limitaciones. Y sobre esa base, indefectible, una vida espiritual fuerte y ordenada, madura y autoexigente, esponjada y feliz.

En su recién aparecida biografía autorizada por él, León XIV dice algo que hoy más que nunca debiera tenerse presente en los seminarios y en la tan cacareada «formación permanente» de los presbiterios:

«Uno de los aspectos que siempre he considerado muy importante y que conduce a una sana formación es empezar con el principio tomista de que la gracia perfecciona la naturaleza. Así que tenemos que preparar la naturaleza, preparar la tierra donde vas a intentar sembrar la semilla, para decir: ¿quiénes son estas personas que están llegando? La dimensión humana es extremadamente importante. Eso significa ayudar a los jóvenes, en primer lugar, a conocerse a sí mismos. Obviamente, el formador tendría que conocerlos hasta cierto punto, pero no tratar de saltar a la espiritualización de «tienes una vocación, reza mucho y entonces Dios te hará un buen sacerdote». Hay que preparar la tierra. Eso no sucede automáticamente todo el tiempo, así que es preciso caminar con estos jóvenes que muestran algún indicio de tener una vocación, para ayudarlos a reconocer quiénes son, cuáles son sus dones y debilidades, a aprender a respetarse unos a otros, a desarrollar un concepto sano de la humanidad, a ser libres. Algunos me han criticado por esto, pero yo no era tan disciplinario, de quitar toda la libertad personal y decir «debes hacer esto», y donde cada minuto del día está altamente reglamentado, porque la gente no crece hacia la libertad de esa manera, crece hacia la conformidad. A menudo, si la persona no está sana en todos los niveles cuando comienza este proceso, forzarla a cumplir ciertas normas [no es lo mejor]. Mucha gente puede hacerlo, pero, luego, cuando salen de la formación y se convierten en sacerdotes o religiosos, las dificultades que quizá ya existían reaparecen y vienen los problemas».

Mujer, ¡ahí tienes a tu hijo!

No hay recetas mágicas ni es posible desarraigar de nosotros la concupiscencia, pero tengamos al menos «vergüenza torera». Debemos ser lo que somos: hombres, sacerdotes y santos. ¡Por ese orden! Nobleza obliga. Primero, reciedumbre y sentido del deber, seriedad y alegría, espíritu de sacrificio y de trabajo, fidelidad a la palabra dada y apertura desinteresada a la amistad, ecuanimidad y vigilante dominio de sí, austeridad sobria y desprendida, capacidad relacional con naturalidad, libertad y hombría en la gestión de los afectos, renunciamiento propio, muerte a los caprichos pueriles y al centrifugado de los problemas reales o imaginarios, sonora carcajada frente al culto al cuerpo y a la hipocondría, olímpico desprecio de las modas, manifestación de la propia identidad en todos los detalles del modo de vestir. Después, o simultáneamente, rezar, rezar, rezar mucho: adoración eucarística silenciosa, sin guitarritas ni testimonios; Santa Misa bien preparada, celebrada y agradecida, sin protagonismo invasivo de la homilía, o sea, «mío»; rezo fiel y puntual del breviario, munus suavissimum del sacerdote, su gozosa y voluntaria «esclavitud» orante por las almas, siete veces al día. Y ayuno, en alguna de sus mil posibilidades. Sólo él hace huir a satanás. Pues, al decir de la Santa, «regalo y oración no se compadecen».

María, Madre de los sacerdotes, nos mantenga fieles hasta el final y alce con su mano al hermano caído, para que un día podamos abrazarlo de nuevo en la alegría de la reconciliación. Que ningún sacerdote del mundo deje de rezar el Santo Rosario ni un solo día de su vida: si somos fieles a esta cita diaria con la Señora, Ella no permitirá que nos perdamos.

El sacerdocio es la mayor gracia que hemos recibido. No es nuestro, es de Cristo, para gloria de la Santísima Trinidad y para el pueblo de Dios. Por eso, aunque el dolor de hoy es inmenso, seguimos de pie, seguimos en guardia, seguimos luchando, alentados por la celestial vencedora de todas las batallas de Dios. La dulzura de esta certidumbre nos consuela y nos enardece: Maria duce!

martes, 23 de septiembre de 2025

Sor Rosario Soto, gijonesa de 111 años, es la monja más longeva del mundo

Sor Rosario no pierde la sonrisa, es su forma de dar la bienvenida. Lleva unos minutos esperando en la recepción de la residencia del Sagrado Corazón de las Esclavas, en Santander. Es la persona más longeva de Cantabria –también la monja con más años de España– y está «entusiasmada» por poder contar a este periódico la historia de su vida; de su larga vida. Hace unos días ha cumplido 111 años y no ha parado de celebrarlo. Hasta la alcaldesa Gema Igual acudió a felicitarla, y eso le llena de orgullo.

Está sentada en su silla de ruedas que no abandona desde hace dos años, cuando se rompió la cadera, algo que no le ha cambiado el carácter. Como dicen sus compañeras de congregación «sigue siendo la misma persona que siempre se ha preocupado por los demás». Y de eso, precisamente, es de lo que quiere hablar Sor Rosario: «Nunca he ido a una misión excepcional, como otras hermanas que han estado en África, pero siempre me he dedicado a ayudar a la gente». Para Sor Rosario «en todas partes hace falta gente que te acoja y que te escuche» y eso, aseguran sus compañeras, «siempre se le ha dado bien».

«La longevidad y la vocación religiosa vienen de familia, tuve un tío sacerdote de 107 años»

Sor Rosario Soto llegó a Santander procedente de Asturias hace veinte años, y se instaló en la Casa de Cuidados de la Congregación de las Esclavas. Con noventa años siguió colaborando en el día a día: «Ayudar en la zona del comedor y cocina, mantener limpia la residencia y rezar por las compañeras», recuerda ella misma. Nació en Gijón en el año 1914 y hasta los 26 años no encontró su «camino». Fue una «vocación tardía para la época»: Tenía su explicación. No quería dejar sola a una de sus hermanas, la más pequeña «que aún era joven para irse de casa». Ella fue la tercera de cuatro hermanos –otra religiosa como Rosario, un jesuita y otra hermana soltera–. Vivió entre Oviedo y Bilbao, e hizo el postulado y noviciado en Loyola y Azpeitia «en la espiritualidad de San Ignacio, con más de cien jóvenes», que en aquella época era lo habitual. Después, el destino fue Oviedo, entre González del Valle y otra sede a las afueras donde se formó para dedicarse a la enseñanza. Durante aquellos años, recuerda, «la formación no era tan específica como ahora, ayudábamos en lo que podíamos y aprendíamos de las más veteranas». La trasladaron por la Guerra Civil, y en su vuelta a Oviedo trabajó dando clases a niños. La hermana Virginia Lanuza, presente en la conversación, recuerda que cuando ella terminó su noviciado, coincidió con Sor Rosario, «que con casi 60 años, había dejado la docencia y trabajaba en la portería de la llamada Casa de Espiritualidad», con tareas «más tranquilas». Una persona «entregada, tranquila, seria», pero «con genio», apunta. El resto de compañeras la describen como alguien «trabajadora, responsable y poco efusiva, pero que siempre, incluso a sus 111 años, está pendiente de qué necesitan a su alrededor». Por ejemplo, «si tenemos bombones y al repartirlos nos olvidamos de alguien, ella siempre nos avisa», asegura Sor Rosario García, otras de las hermanas de Las Esclavas.

Tanto la longevidad como la vocación religiosa «vienen de familia», reconoce la protagonista, que además de contar con varios familiares directos curas y monjas, siempre recuerda a su tío, «un sacerdote que todo el mundo conocía en Valladolid. Se paseaba por las calles con un manteo –una túnica– negro muy grande. ¡Llegó a cumplir 107 años!».

Sor Rosario siempre ha estado dispuesta a ayudar: «Cuidé de mi hermana en Gijón», ya a una avanzada edad. «No sabemos quién cuidaba de quién», bromean sus compañeras. Fue una de las últimas veces que salió de Santander. A pesar de no viajar últimamente, a sus 111 años tiene familiares que la visitan con asiduidad, sobrinas que cada vez que pueden «me traen bollos preñados».

Sor Rosario es una persona atenta a cada detalle y antes de posar para la fotografía que ilustra esta página, no olvida peinarse. «Vas a llenar el cuaderno con tanta nota», bromea durante la entrevista. Las hermanas reconocen que «está atenta al presente, pero ha olvidado las emociones de lo que vivió durante todos estos años». Es una persona de «rutinas», le gusta desayunar manzana, «como buena asturiana», participar en las actividades de la residencia y, por supuesto, asistir a la eucaristía.

La emoción de Sor Rosario ante la charla es evidente: «¡Esto lo va a ver todo el mundo!», apunta. Y es que su cumpleaños se ha convertido en un acontecimiento no solo para las 23 hermanas de la Congregación, sino para toda la comunidad religiosa. No en vano se trata de la monja más longeva del país. Desconoce cuál puede ser su secreto, pero como despedida, Sor Rosario, animada por sus compañeras de Congregación, nos regala un consejo para la vida: «Querer y confiar».

lunes, 22 de septiembre de 2025

Mártires del Siglo XXI. Por Guillermo Juan Morado

(“Atlántico Diario") Estamos culminando el primer cuarto del siglo XXI. En este período de tiempo, desde el año 2000 al 2025, la “Comisión de Nuevos Mártires – Testigos de la fe”, instituida por el papa Francisco en 2023, estima en una cifra próxima a 1.700 el número de nuevos mártires; de cristianos, de diversas tradiciones, a quienes les han arrebatado la vida a causa de su fe: 304 han sido asesinados en América; 43 europeos han sido asesinados en Europa y otros 110 han caído en diferentes misiones a lo largo del mundo; 277 han sido asesinados en el Oriente Medio y el Magreb; 357 en Asia y Oceanía y 643 en África, la tierra donde son eliminados más cristianos.

Las historias de estas muertes han sido recopiladas por la Comisión a partir de testimonios recogidos por las distintas iglesias y comunidades eclesiales cristianas, además de por entidades de la Iglesia Católica. En una celebración ecuménica presidida por León XIV en la basílica de San Pablo Extramuros, el pasado 14 de septiembre, fiesta de la Exaltación de la Santa Cruz, el mismo papa mencionaba algunos nombres concretos: “Pienso en la fuerza evangélica de la Hermana Dorothy Stang, comprometida con los ‘sin tierra’ en la Amazonía. A quienes se disponían a matarla y le pedían un arma, ella les mostró la Biblia respondiendo: ‘He aquí mi única arma’. Pienso en el Padre Ragheed Ganni, sacerdote caldeo de Mosul en Irak, que renunció a combatir para testimoniar cómo se comporta un verdadero cristiano. Pienso en el hermano Francis Tofi, anglicano y miembro de la ‘Melanesian Brotherood’, que dio la vida por la paz en las Islas Salomón”. Y terminaba evocando a un niño pakistaní, Abish Masih, asesinado en un atentado contra la Iglesia católica, quien había escrito en su cuaderno: “Making the world a better place”, “Hacer del mundo un lugar mejor”.

Los ejemplos, como señala León XIV, serían muchos, porque, a pesar del fin de las grandes dictaduras del siglo XX, todavía hoy no ha terminado la persecución de los cristianos, es más, en algunas partes del mundo ha aumentado. Son víctimas de la violencia de las organizaciones criminales, de los atentados terroristas, de la explotación de los recursos naturales, de los conflictos étnicos y de otras causas. El historiador Andrea Riccardi, vicepresidente de la Comisión, comenta: “Lamentablemente, los cristianos siguen muriendo y siguen muriendo porque son testigos del Evangelio, porque son apasionados de Dios, de sus hermanos y hermanas, porque son auténticos servidores del hombre, porque son libres comunicadores de la fe”. “A menudo, el cristiano, con su sola presencia como persona honesta, respetuosa de la ley y dedicada al bien común, molesta a quienes quieren llevar a cabo planes criminales”.

A todos estos testigos de la fe los vincula, pese a la pertenencia a diferentes confesiones, el llamado “ecumenismo de la sangre”, ya que no cabe mayor unión a Cristo que entregar la vida por él. Es lo que hizo la beata Sor Leonella Sgorbati, misionera de la Consolata, asesinada por odio a la fe por los extremistas islámicos de Somalia el 17 de septiembre de 2006. “Hay una bala con mi nombre, pero solo Dios sabe cuándo llegará", le había confiado Sor Leonella a una compañera. Esa bala llegó un domingo, 17 de septiembre, cuando regresaba de impartir sus clases a futuras enfermeras. La bala la alcanzó por la espalda y, aunque fue trasladada al hospital, solo tuvo tiempo de decir tres veces la palabra “perdono” dirigida a sus agresores. En la ceremonia de su beatificación, celebrada en Piacenza el 26 de mayo de 2018, comentó el cardenal Angelo Amato: “El asesinato de la hermana Leonella revela el veneno que se esconde en los corazones de las personas cegadas por el odio". No obstante, el mártir cristiano “no es un destructor fanático, sino un heroico defensor de la vida y un mensajero de fraternidad, caridad y perdón”.

Saludo en la Toma de posesión de D. Abelardo Bazo Canelón como nuevo párroco de la Unidad Pastoral de Olloniego- Tudela Veguín. Por Joaquín Manuel Serrano Vila, Arcipreste de Oviedo



''Que hermosos son sobre los montes los pies del mensajero que anuncia la paz'' 
                                                                                                               (Is 52, 7)

Queridos hermanos:

Como comunidad cristiana de estas seis parroquias del Arciprestazgo de Oviedo, de Olloniego, Tudela Veguín, Tudela Agüeria, La Manzaneda, Naves y Bendones, nos congregamos hoy en una única celebración aquí, en esta iglesia parroquial de San Pelayo para celebrar la eucaristía, dando gracias al Señor por que nos manda un nuevo pastor para que nos presida en la caridad. Agradecemos también el servicio prestado a Don José Avelino, que en los últimos siete años ha venido sirviendo como hacemos todos los sacerdotes, con nuestros aciertos y errores, y le deseamos igualmente lo mejor en su nuevo destino como "párroco in solidum" en la Unidad Pastoral del Alto Nalón. Realmente, nosotros ni llegamos ni marchamos, únicamente mantenemos viva la llama trayendo por nuestras pobres manos al Príncipe de la Paz sobre el altar. El Código de Derecho Canónico así lo establece: ''El párroco es el pastor propio de la parroquia que se le confía, y ejerce la cura pastoral de la comunidad que le está encomendada bajo la autoridad del obispo diocesano en cuyo ministerio de Cristo ha sido llamado a participar, para que en esa misma comunidad cumpla las funciones de enseñar, santificar y regir'' (Canon 519).

Os invito a que acojáis con los brazos abiertos a Don Abelardo, un sacerdote de gran corazón y con mucha formación y experiencia a sus espaldas: hombre muy trabajador y sencillo. El Sr. Arzobispo os envía el regalo de un sacerdote -hoy que tanto escasean-: Cuidadle, enseñadle a vivir y compartir en vuestras parroquias y con sus gentes, donde todo es nuevos para él: vuestra historia y tradiciones, faenas y hogares, para que él pueda después enseñar, santificar y regir adecuadamente al conoceros mejor, al ver las capacidades y debilidades de estas comunidades. Sabemos de la realidad compleja de estas parroquias por la despoblación, la falta de recursos, además de una secularización bastante generalizada y no pocas veces hostil. Por ello, más que nunca hemos de potenciar la unidad y la fraternidad. Sin embargo, estas parroquias también esconden tesoros que deben de ser cuidados y potenciados: el amor que los fieles sienten por la Virgen de la Armatilla, aquí en Olloniego, por Nuestra Señora del Carmen en Naves, por la Virgen del Rosario en La Manzaneda... Y así tantas devociones muy queridas en esta bella tierra. Tenéis un patrimonio único: la iglesia prerrománica de Bendones, la capilla del cementerio de Olloniego... Hay mucho que cuidar y mejorar. Es una tarea ardua y difícil, y el sacerdote sólo no puede llegar a todo: séis templos parroquiales, a los que hay que añadir la iglesia de San Juan de Santianes, que antaño fue parroquia y hoy templo filial de Olloniego, la iglesia de San Roque de Anieves en territorio de la parroquia de Tudela Agüeria, la ermita de la Armatilla, la capilla de San Francisco de Paula de La Manzaneda, la de La Merced en Cortina de Naves, la Capilla del Ángel de la Guarda de Llandellena - Olloniego, o la Capilla del Espíritu Santo de La Mortera, también en Olloniego... Pero las piedras no nos preocupan tanto como los fieles; las buenas gentes de estas feligresías dispersas entre tantos lugares: Argaña, Sotiello, Monegro, Llovera, La Llama, Quintaniella, Sopeña, Fozalguera... Os toca a vosotros enseñarle a Don Abelardo todos esos rincones de estas hermosas parroquias. Pese a las dificultades, continúa la cadena de pastores al frente de estas comunidades, todas ellas con muchos siglos de historia a sus espaldas.

Cuántos sacerdotes han pasado no sólo físicamente por aquí, sino ayudando a tantos; no en noticias huecas de hemeroteca, sino en lo escondido del corazón de la gente, que es lo que mira Dios. Reconozco que me hace ilusión compartir con vosotros esta celebración aquí en la iglesia de Olloniego, seguramente el último de mis actos como arcipreste de Oviedo, y es que en este lugar también a mí me vienen muchos nombres a la memoria: la primera, la del sacerdote que da nombre a mi barrio natal en Candás, Don José González Muniello, que fue párroco aquí antes de serlo en mi pueblo. Recuerdo a mi querido profesor Don José Pedrayes Liñero, que también fue vuestro cura, y los momentos felices vividos en esta casa- rectoral cuando nos invitaba de vez en cuando a los seminaristas aún de primer y segundo año a una parrillada... Y a otros sacerdotes que conocí y que sirvieron en estas parroquias como Don Emilio Olávarri, en San Pedro de Naves, o Don Senén Rodríguez Zapico en Tudela Veguín, por citar algunos. Aunque de forma muy especial quiero traer a la memoria a dos sacerdotes de estas parroquias: Don Joaquín del Valle Villa, párroco de Olloniego, martirizado en la revolución de Octubre de 1934 a sus 80 años, y a Don Manuel Corzo Vigil, sacerdote de Santa Eulalia de La Manzaneda, martirizado con 54 años en la misma Revolución; sus vidas entregadas hasta derramar su sangre nos estimulan a ser fieles al Señor sin medias tintas.

Somos el pueblo de la Pascua, y así hoy celebramos el domingo en torno a la mesa de la palabra y de la eucaristía en la parroquia, que es casa entre las casas y la de todos. Aquí somos llamados a entretejer nuestros carismas, a ser uno, y a que estas seis parroquias agrupadas en una Unidad Pastoral se apoyen unas a otras y se sientan siempre hermanas y nunca rivales. Los símbolos de este rito de toma de posesión nos recuerdan la misión del cura de almas que custodia las llaves del templo, siendo responsable de que este sea un lugar sagrado; que es el confesor ordinario de la grey, el cual nos explicará la Sagrada Escritura y nos partirá el pan de vida. En definitiva, el párroco es un puente, como el medieval de Olloniego; es el que hablará a Dios de sus feligreses, al tiempo que hablará a sus feligreses de Dios. Somos peregrinos, nacidos para el Señor en la pila del bautismo, que con la ayuda de los sacramentos nos encaminamos a las bodas eternas del Cordero. Y el párroco tiene que animaros a esto: que traigáis a vuestros hijos al bautismo, a la catequesis, a vuestras familias a la eucaristía, y que Cristo deje de ser un vecino desconocido o ignorado en nuestros pueblos. Un sacerdote no es un funcionario ni el empleado de una empresa, ni tampoco viene para decir sí a todo o para caerle bien a todo el mundo. La principal misión del párroco es mostraros el camino que conduce a Dios, lo cual en estos tiempos no es nada fácil. Las cuestiones más humanas y terrenales también son importantes, pero siempre secundarias. 

Os ruego, que no cerréis las puertas de vuestro corazón y de vuestros hogares a Don Abelardo: confiad en él, pues os llega un pastor según el corazón del Señor que tiene también muchas ganas de caminar junto a vosotros, de ayudaros y de serviros. El Sr. Arzobispo recordaba recientemente sobre el cambio de sacerdotes en nuestras parroquias que «no son turistas que deciden su destino y su mapa, sino que somos peregrinos que buscan y abrazan el querer del buen Dios». Ojalá sepamos vivirlo de esta manera. Que San Pelayo, San Julián, San Pedro, Santa Eulalia, Santiago Apóstol y Nuestra Señora, titulares de estas seis parroquias intercedan por el ministerio de su nuevo Párroco, que hoy da comienzo. 

A la Reina de cielos y tierra, a La Santina, a la que aquí llamáis de la Armatilla, del Carmen o El Rosario, interceda por esta Unidad Pastoral ante su Hijo. Amén.