lunes, 14 de marzo de 2022

Doctoras. Por Jorge Juan Fernández Sangrador


“Doctoras de la Iglesia y Patronas de Europa en diálogo con el mundo de hoy” ha sido el título del congreso celebrado, hace unos días, en la Pontificia Universidad Urbaniana de Roma, promovido por la Universidad Católica de Ávila en colaboración con la mencionada Universidad Urbaniana y el Instituto Superior de Estudios sobre la Mujer del Pontificio Ateneo “Regina Apostolorum”, también de Roma.

Las doctoras son Teresa de Jesús, Catalina de Siena, Teresa del Niño Jesús e Hildegarda de Bingen. Las patronas, Catalina de Siena, Brígida de Suecia y Teresa Benedicta de la Cruz (Edith Stein). Todas ellas, según la organización del congreso, tienen mucho que aportar, desde los respectivos contextos históricos, culturales y religiosos, a las grandes cuestiones que preocupan a nuestro tiempo, siendo, por ello, plenamente actuales.

Repárese en que, de las seis, dos eran carmelitas e hijas espirituales, por tanto, de Teresa de Jesús: Teresa del Niño Jesús y Teresa Benedicta de la Cruz. Y es que era mucha Teresa la de Ávila. Con ella se rompió la tradición de que solo hombres fueran doctores. Había de ser el gran Papa Pablo VI quien, al proclamarla Doctora, el 27 de septiembre de 1970, abriese esa nueva vía, que él mismo continuó al declarar también Doctora, el 3 de octubre de 1970, a Catalina de Siena.

A Teresa del Niño Jesús y de la Santa Faz, conocida como Teresa de Lisieux, le fue conferido el título, el 20 de octubre de 1997, por Juan Pablo II, y a Hildegarda de Bingen, el 7 de octubre de 2012, por Benedicto XVI. Con Hildegarda fue proclamado Doctor un sacerdote español: Juan de Ávila, inigualable maestro de santos. Entre ellos, Teresa de Jesús.

Hay, hasta el presente, 37 doctores de la Iglesia, cuya designación se ha llevado a efecto tras haber sido acreditada su santidad de vida y la eminencia de la doctrina que han enseñado y legado a la posteridad. El último, en enero de este año, Ireneo de Lyon.

¿Cuál es la doctrina eminente que la Iglesia ha apreciado en estas cuatro mujeres como digna de ser declarada de valor universal? Pues nada más y nada menos que Dios mismo, conocido y testimoniado en ellas y por ellas en una experiencia personal, singular e inequívocamente real y auténtica en lo más íntimo de su ser.

Y me explico. No fue por el sistema teológico que alumbraron, aunque su discurso se atuvo rigurosamente a los principios de la razón y su versión escrita a la más alta y bella expresión literaria, sino que las cuatro, manteniéndose muy unidas a Dios, se dejaron ilustrar por Él, que las allegó al insondable, inasible e inefable misterio de su Ser, infundiéndoles un conocimiento interior, directo y verdadero Suyo. Y acertaron a referirnos algo de todo lo que estaba aconteciendo en ellas valiéndose de su ágil pluma y de su fino estilo descriptivo.

No han sido las únicas a lo largo de la historia. Mas, con la proclamación de su doctorado universal, la Iglesia da garantías de que, en sus escritos, el lector de todos los tiempos podrá encontrar un camino seguro que lo lleve al encuentro con Dios. Y de ahí el que el magisterio de Hildegarda de Bingen (siglo XII), Catalina de Siena (siglo XIV), Teresa de Jesús (siglo XVI) y Teresa del Niño Jesús (siglo XIX) no se haya apagado jamás, perdure por los siglos, siga siendo actual y funja como galvanizador de mociones interiores en almas capaces de Infinito.

La organización del congreso de Roma ha colgado un libro de acceso gratuito en internet, para que quienes lo deseen puedan acercarse a la vida y a la obra de las doctoras de la Iglesia y de las patronas de Europa. Está en italiano, inglés, español y francés:

https://congresomujeresdoctoras.es/descargas/Donne_Dottori_della_Chiesa_e_Patrone_d_Europa_WEB_FINAL.pdf.

Y en estos días de guerra feroz, la Iglesia eleva oraciones a aquellas a cuyo patronazgo ha sido confiado nuestro continente, a santa Catalina, santa Brígida y santa Teresa Benedicta de la Cruz, para que, junto a san Benito, san Cirilo y san Metodio, copatronos de Europa, por sus ruegos ante Dios, cese la violencia destructora y reine la paz.

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