San Asturio Anulino Serrano (Villaseca de la Sagra, s. IV - Complutum, ca. 412) fue un obispo de la diócesis de Toletum (395-412), y primer obispo de la diócesis complutense (412- ). Es venerado como santo por varias confesiones cristianas.
En 412 le sería revelada mediante visión celestial la ubicación donde fueron enterrados los restos de los Santos Niños Justo y Pastor: el Campo Laudable (actual plaza de los Santos Niños, en Alcalá de Henares). En el momento en que tuvo lugar el hallazgo de los restos, el propio Asturio decide que se deberá construir un templo en honor a los santos, al mismo tiempo que renuncia a su plaza en la sede toledana, para quedarse en Complutum y fundar una nueva diócesis complutense.
Fruto de la fuerte devoción del ya obispo complutense, el culto a los Santos Niños se extendería por España llegando incluso a Francia. Asturio de esta manera conseguiría que Complutum se convirtiera en un importante lugar de peregrinaje. Más de trescientos años después, San Ubicio mantendría la devoción de los Santos, protegiendo los restos de la persecución árabe.
San Julián de Toledo (Toledo, c. 644 - Toledo, 6 de marzo de 690) fue un arzobispo, teólogo, poeta e historiador de la Hispania visigoda. Es considerado santo por la Iglesia católica. Tuvo un papel destacado en la sociedad y en la Iglesia católica visigoda, solo comparable al de San Isidoro de Sevilla. Fue educado en la escuela de la catedral de Toledo por san Eugenio de Toled. Julián es el escritor más prolífico de la escuela toledana y uno de los más importantes de temática religiosa. También realizó estudios teológicos con un depurado estilo literario muy superior al de su tiempo.
En el plano político, Julián defendió al rey Wamba en su escrito Historia del rey Wamba, que narra la unción real de este en 672 y la rebelión de la Narbonense al año siguiente. También era cercano al rey Ervigio, al que dedicó dos de sus obras. Ervigio sucedió a Wamba en 680, tras su deposición motivada por la penitencia que había recibido siendo inconsciente. El papel exacto de Julián en esta ocasión no está claro, pero la participación en lo que aparenta ser un golpe de Estado del obispo de Toledo, responsable del sacramento de la penitencia como de la unción real, queda bastante evidente.
Las fuentes principales sobre su vida son las actas conciliares de época visigótica, la llamada Chronica Muzarabica anno 754 y la biografía elaborada por su sucesor, el llamado Félix de Toledo o de Sevilla (693-c. 702), la Vita sancti Iuliani, escrita en los últimos años del siglo VII. Julián recibió el bautismo en la principal iglesia de Toledo y se educó en su escuela catedralicia bajo el entonces obispo Eugenio II, reconocido poeta en latín; tuvo por compañero al diácono Gudila. Unidos por los gustos comunes tanto como por el afecto, estos amigos se retiraron para consagrarse a la oración y al estudio y su celo apostólico les hizo volver al mundo para intentar la conversión de los pecadores. Al no poder realizar su deseo de consagrarse a la vida monástica, Julián profundizó en el estado clerical sus conocimientos bíblicos, teológicos, filosóficos, históricos y poéticos y así fue ordenado diácono hacia 669-670, y hacia 674-675 presbítero. Sus amplios conocimientos de patrística latina y en especial griega, algo poco usual en Occidente, le valieron tal prestigio que el rey Wamba (672-680) lo nombró sucesor del obispo Quirico de Toledo (667-680) el 29 de enero de 680, esto es, obispo metropolitano de Toledo.
Ejerció durante una década su ministerio siguiendo el ejemplo de los grandes obispos Ildefonso de Toledo e Isidoro de Sevilla. Durante su gobierno diocesano aumentó notablemente el patrimonio de la biblioteca episcopal. Asistió a varios concilios de Toledo, concretamente el duodécimo en 681, el decimotercero en 683, el decimocuarto en 684 y el decimoquinto en 688, presidiendo los tres últimos y pronunciándose sin miedo en su Apologético sobre algunas conclusiones inaceptables que el Papa había asumido sobre la herejía monotelita una vez celebrado en 680 el concilio de Constantinopla. El XII Concilio de Toledo dio por válida la polémica penitencia administrada al rey Wamba y la unción del nuevo rey Ervigio. En el XV Concilio tuvo un papel destacado, ya que se confirmó la posición teológica de Julián sobre las dos voluntades de Cristo, tema al que se dedicaron 17 cánones. También obtuvo para su sede la primacía sobre todas las diócesis españolas. Por eso se le da el título de arzobispo de Toledo, aunque el término no se empleaba generalmente en aquella época.
Julián de Toledo fue escritor muy fecundo, aunque poco de ello se haya conservado; según José Luis Moralejo, su obra teológica posee "una cierta tendencia profética y esotérica". Entre sus obras se cuenta un estudio del rito hispánico, que es la forma en que se celebraba la liturgia en territorio hispano antes del uso del rito romano, un libro contra los judíos y los tres volúmenes de los "Pronósticos", que tratan de las cuatro Postrimerías. El santo sostiene en esta obra que el amor y el deseo de ir a reunirse con Dios bastan para acabar con el temor natural a la muerte. También afirma que los bienaventurados piden por nosotros en el cielo, que desean nuestra felicidad y que ven nuestras acciones, ya sea en la misma esencia de Dios o por ministerio de los ángeles, que son los mensajeros de Dios en la tierra.
Según su hagiógrafo y sucesor, Félix de Toledo, Julián murió el 6 de marzo de 690, a la edad de 58 años. Sus restos fueron depositados en la iglesia de Santa Leocadia, aunque fueron trasladados durante las persecuciones de Abderramán I a las cercanías de Oviedo, dando nombre a San Julián de los Prados. La Archidiócesis de Oviedo y la de Toledo celebran su Fiesta el día 29 de enero, ya que ese día fue su toma de posesión de la sede toledana en el año 680. En el Martirologio Romano su festividad viene señalada a día 6 de marzo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario