«Eres como Moeller escribiendo», me decía el sacerdote asturiano Rodobaldo Ruisánchez Blanco, quien falleció hace unos días, el Domingo de Resurrección precisamente, en Llanes. Era un lector fiel de esta columna semanal en La Nueva España y buen conocedor del mundo cultural argentino, en el que me inició mientras conversábamos paseando rodeados de la extraordinaria belleza con la que las flores de jacarandá nos regalaban la vista por las avenidas de Buenos Aires.
¡Qué más quisiera yo! ¡Qué más quisiéramos todos que hubiera alguien por ahí, en cualquier lugar, como el sacerdote belga Charles Moeller (1912-1986)! Fue una de esas grandes figuras de ayer, que lamentablemente no existen hoy y que sería deseable que las hubiera de nuevo mañana. En España se hizo famoso, al igual que en todo el mundo, por su obra, en varios volúmenes, “Literatura del siglo XX y cristianismo”, publicada en nuestro país por la editorial Gredos.
El primer volumen, en francés, apareció en 1953. El sexto, póstumo, en 1993. En ellos, Moeller escribió sobre Camus, Gide, Huxley, Simone Weil, Graham Greene, Julien Green, Bernanos, Sartre, Martin du Gard, Henry James, Joseph Malègue, Malraux, Kafka, Vercors, Cholokov, Alain Bombard, Françoise Sagan, Ladislas Reymont, Ana Franck, Unamuno, Gabriel Marcel, Du Bos, Hochwalder, Péguy, Brecht, Saint-Exupéry, Simone de Beauvoir, Valéry, Saint-John Perse, Marguerite Duras, Ingmar Bergman, Larbaud, Mauriac, Sigrid Undset y Gertrud von Le Fort.
Moeller entresacó cuanto hay de cristianismo en las obras de esos autores, es decir, las “semillas del Verbo” presentes en ellas, pues, ya desde los trece años de edad, en que su hermano mayor lo llevó a una reunión de personas deseosas de trabajar en favor de la unión de las iglesias, trató de buscar siempre aquello que tienen en común, no sólo éstas, sino también la literatura contemporánea respecto al mensaje evangélico.
Puesto que estaba dotado de cualidades para el ecumenismo y poseía una amplia cultura, fue requerido para que participase en la redacción del documento conciliar sobre la Iglesia en el mundo: la constitución “Gaudium et Spes”. Y en la Curia vaticana ocupó los cargos de Subsecretario de la Congregación para la Doctrina de la Fe y Secretario del Secretariado para la Unidad de los Cristianos.
Pablo VI lo designó para que dirigiese el Instituto Ecuménico de Tantur, en la carretera que va de Jerusalén a Belén, cuyo objetivo fundacional es que en él se rece y se trabaje para que se logre la plena unidad entre los cristianos.
Charles Moeller fue autor de otros libros. Algunos han sido traducidos al español. Realizó una importante labor de crítica literaria y teológica sobre los escritos de los autores más destacados en la historia del pensamiento, como hizo también Romano Guardini (1885-1968). Ambos roturaron un campo, el de la literatura y la teología, que, en la Iglesia, debería seguir siendo atendido, y no parece que lo sea, con el profundo conocimiento y el buen estilo con que ellos lo cultivaron.
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