miércoles, 5 de abril de 2023

Devociones y procesiones en la historia de Lugones. Por Rodrigo Huerta Migoya

Las procesiones forman parte de nuestra naturaleza de católicos, pues en ellas se ejemplifica lo que significa nuestra existencia: peregrinar, hacer camino tras los pasos de Cristo, de su Santísima Madre y de las huellas de los Santos que son referentes para nosotros mientras nos encaminarnos a la pascua eterna. En los comienzos del cristianismo no había procesiones externas debido a las persecuciones, más seguramente, sí que las había en los lugares donde se reunían para celebrar la eucaristía. Una vez que el cristianismo se convirtió en religión oficial del estado por el Emperador Constantino, se empezó a normalizar el culto religioso a la vista de todos. 

"La procesión" forma parte inseparable ya de la liturgia; hablamos así de procesión de entrada, cuando los acólitos y el sacerdote salen de la sacristía en dirección al presbiterio. Igualmente, a lo largo de los diferentes tiempos litúrgicos encontramos celebraciones donde las rúbricas piden la existencia de procesión por su valor simbólico; tenemos de esta forma la procesión de las candelas dentro del templo el día dos de febrero al festejar la Presentación del Señor; la procesión de reserva del Santísimo en el monumento en el interior del templo, al concluir la misa de la cena del Señor, o la procesión del Corpus Christi que es una solemnidad que busca poner en alza la importancia que tuvo el jueves santo al dejarnos el Señor el tesoro de su presencia real en la Eucaristía. En Lugones era muy querida por todo el mundo la procesión del domingo de ramos. Un párroco que cuidó mucho de esta celebración fue Don Jesús García, quien organizó solemnes procesiones por las calles de la localidad con los fieles en fila con los ramos de laurel y las palmas en sus manos, mientras él entonaba los cantos propios del día. No había imágenes para procesionar, ni falta que hacía; la cruz y los ciriales abría la comitiva que cerraba el Párroco revestido de capa pluvial, con su palma en la mano. A fin de cuentas, el sacerdote representa a Cristo, por lo que no hacía falta más. Esto no era algo exclusivo en Lugones, sino que se hacía prácticamente todas las parroquias, como aún hoy se sigue haciendo en muchas de ellas con imagen o sin ella, de Cristo entrando en Jerusalén.  

Paso ahora a detenerme en las procesiones vinculadas a devociones del lugar: Nuestra Parroquia tiene unas raíces muy antiguas, tanto es así que desconocemos cuándo se formó la primera comunidad cristiana de Lugones; lo único que sabemos es que ya en el siglo VIII había aquí un templo dedicado al Mártir San Félix. Hasta nosotros han llegado sólo vagas noticias de algunas devociones que tuvieron importancia en esta Parroquia. Sabemos que hubo culto a San Pelayo, quizá en una pequeña capilla en la zona de Folgueres, así como parece que hubo otra dedicada a San Lázaro en una zona que se llamó ''de los malatos'', seguramente porque hubo una leprosería para enfermos y peregrinos camino de Santiago, aunque algunos la sitúan en las proximidades del río, entre la zona de Puente Nora y Puente Vieyu; lo cierto es que no hay datos seguros de su ubicación exacta. 

Otras devociones ya no tan antiguas de las que sí tenemos más datos son, por ejemplo, la del Santo Cristo de la Piedad, cuya novena y fiesta se celebraba a primeros de mayo, y que en torno al siglo XVIII parece que llegó a ser la fiesta más importante de la Localidad. La fiesta de la Cruz de mayo, que decimos familiarmente; era cuando este querido Cristo procesionaba por Lugones. Como esta era una parroquia casi totalmente rural, hasta finales del siglo XIX tuvieron importante culto los santos vinculados al campo, como San Isidro Labrador y, más aún, San Antón (San Antonio Abad). Aquí sí que hay que distinguir que mientras en Lugones se celebraba a San Antonio Abad en enero, en el Carbayu se hacía la novena y la fiesta en torno a San Antonio de Padua en la capilla privada de la Familia Estrada Nora en junio, la cual siempre abrió al culto público de todo el que quisiera acudir a rezar al santo y abogado de los objetos perdidos. Luego surgió con fuerza la fiesta de San Pedro Apóstol, que aunque algunos la situaban en el barrio de la Corexa, lo cierto es que se celebraba en el barrio del Villar. En 1923 era la fiesta de la localidad más renombrada por la prensa. En 1925 nace la Cofradía de Nuestra Señora del Buen Suceso en el Carbayu, y así en los años sucesivos compiten en tan pocos metros y semanas la romería de San Pedro en torno al 29 de julio, y la del Buen Suceso a comienzos de agosto con el patrón San Félix. Aquella piquilla de fiestas entre el Carbayu y el Villar desapareció con la guerra, pero aún en 1927 la de San Pedro era más sonada que la del Buen Suceso. No tenemos datos de la existencia de capilla o ermita a San Pedro, pero parece que sí había imagen y que seguramente se conservaba en la Parroquia y procesionaba el día grande, el cual era festivo en en toda España, no pudiéndose trabajar ni ir con la ropa al lavadero. 

Por los libros parroquiales sabemos que en el Carbayu existieron al mismo tiempo dos capillas: la de San Antonio de Padua -que como ya comentamos era de propiedad particular de una noble familia- y la de Nuestra Señora del Buen Suceso, de la cual ya en el siglo XVIII tenemos constancia de celebrar allí los párrocos de Lugones diversos sacramentos para los vecinos de esta barrio. Esta capilla sí era propiedad de la Parroquia, seguramente levantada por los feligreses para tener un lugar de culto más próximo que el templo parroquial, aunque desconocemos el motivo que les llevó a elegir la advocación de la Virgen del Buen Suceso. Parece que tras la guerra la capilla del Buen Suceso salió peor parada que la de San Antonio, por lo que la familia Estrada-Nora cedió la suya para que en ella se rindiera culto a la Madre de Dios, y al santo portugués.

Desde finales del siglo XIX la fiesta principal de Lugones viene siendo la Visitación de María a su prima Santa Isabel, que como ocurre en otras parroquias y localidades españolas por simplicidad o comodidad, al hablar de ella quedó reducida al nombre de Santa Isabel. Perdidas las imágenes de la Virgen de la Visitación y Santa Isabel al quemar en 1936 el templo el bando republicano, por falta de recursos sólo se compró una imagen, empezando por la de Nuestra Señora. Durante setenta años, el último domingo de agosto -día grande de las fiestas del pueblo- sólo salía en procesión la talla de vestir de la Virgen María, con lo que en los últimos tiempos hubo cierta confusión dado que algunos relacionaron la fiesta de Santa Isabel con la imagen que salía, la cual siendo la de la Virgen, algunos creían que era la de Santa Isabel. Las dudas se despejaron en 2010 al ser adquirida una imagen de Santa Isabel, la que desde entonces procesiona junto a su prima María en dicho día, produciéndose esa visita o encuentro entre ambas mujeres en estado de buena esperanza, que se representa en la procesión aludida. En dicha jornada también se bendicen en la Parroquia a las mujeres embarazadas. 

El Corpus Christi tuvo también su importancia en Lugones. Hace muchos muchos años, cuando nuestra Parroquia pertenecía al Arciprestazgo de Llanera, la Solemnidad de Corpus aún en jueves; sólo se celebraba la misa solemne, pero no había procesión ese día, sino que los fieles, e incluso los sacerdotes de la Parroquia, acudían bien a la procesión de la Catedral de Oviedo, o a la cabecera del Arciprestazgo. En aquel tiempo había un concepto de unidad sacerdotal muy fuerte, e igualmente entre los fieles de la Parroquia, por ello las parroquias de cada arciprestazgo celebraban su día del Corpus en domingos o sábados diferentes para que pudieran asistir todos los sacerdotes de la zona y unirse igualmente más fieles del entorno, pues había esa mentalidad de que si Cristo mismo salía por las calles de la Parroquia no podía salir para cuatro almas; había que hacer una liturgia digna del Rey de reyes. En Lugones la procesión de Corpus, con permiso de la Santa Sede, no se hacía en domingo, sino que la fiesta sacramental durante muchísimo tiempo se celebraba el uno de agosto coincidiendo con la memoria litúrgica de San Félix mártir, patrono de la Parroquia. Pasa después de mucho tiempo, a celebrarse el día propio que era el jueves y que seguía al noveno domingo después de la primera luna llena de primavera, en hemisferio norte. En 1989 la procesión de Corpus pasó al domingo, pero en Lugones ya se había suprimido en esta fecha. Se recupera en 2007 a iniciativa del párroco Don Fernando Díaz Malanda. En los últimos años se ha dado un importante realce a esta celebración con el baldaquino, el palio nuevo y, como no, con las famosas alfombras florales cuyas autoras han sido distinguidas este año con el galardón "Pueblo de Lugones". 

No quisiera olvidar la fiesta de San Cristóbal en el barrio del Castro, la cual se celebró durante una década aproximadamente desde finales de los ochenta a los noventa. La misa solemne tenía lugar en el prau del Peralón, procesionando la pequeña imagen del Santo por el contorno. Aunque la fiesta no se ha vuelto a celebrar, se recuperó con el párroco actual la misa anual en la propia Parroquia que se aplica por los difuntos de ese barrio lugonense. 

En el año 2009 se recuperó la celebración de San Félix, patrono de la Parroquia y de la localidad tras décadas sin ser celebrado. Desde hace años, el día de su fiesta sube el Patrono en procesión hasta la capilla del Carbayu donde pasa en compañía de la Virgen del Buen Suceso su fiesta, procesionando ambos luego por el prau de la Romería y por el barrio, el primer domingo de agosto. Otras procesiones que se perdieron y que nos pillan ya algo menos lejos en el tiempo son, por ejemplo, la de Santa Bárbara, que con tanto empeño promocionó Don José Tartiere (gran benefactor de la Parroquia); la de la Virgen de Fátima, que hasta fue representada la escena de sus apariciones un mes de mayo y por la  que hubo en España una grandísima devoción en los años cincuenta. O la de la Virgen de la Medalla Milagrosa, con la que se organizó alguna rogativa mariana a iniciativa del párroco Don Jesús García García. 

Centrándonos de nuevo en nuestra Semana Santa, no podemos omitir la procesión del Santo Entierro con la imagen de Jesús Yacente, inspirada en el querido Cristo del Pardo, el cual sale por nuestras calles desde el año 2013 tras el oficio de viernes santo. La primera procesión del silencio con la imagen de la Soledad que inicialmente nos prestaron las Siervas de Jesús de la Caridad de Oviedo, tuvo lugar en 2014. Desde entonces y salvo los años del covid-19 procesiona en esa misma noche del día en que muere el Señor. La la bellísima Soledad, propiedad de la Cofradía y realizada por Tirao Carpio, sigue el mismo itinerario de la del Yacente, como siguiendo los pasos del Hijo muerto. La cofradía del Cristo de la Piedad y Nuestra Señora de la Soledad fue reconocida por el Arzobispado de Oviedo mediante decreto oficial firmado el 24 de noviembre de 2017. Catequiza muy bien el acto el poema que "Juan el de Rosi" nos declina cada año: ''Por la calle de la Amargura, la Virgen va preguntando, si han visto pasar, a su Hijo muy amado''. De forma muy resumida, es esto sólo un vistazo rápido de una historia devocional y un patrimonio espiritual y cultural a cuidar, pues como dice el Papa Francisco: ''En la piedad popular puede percibirse el modo en que la fe recibida se encarnó en una cultura y se sigue transmitiendo'' (EG 123).

No hay comentarios:

Publicar un comentario