sábado, 1 de abril de 2023

Una década de la Cofradía de la Borriquilla de Oviedo. Por Joaquín Manuel Serrano Vila, Arcipreste de Oviedo

En este curso pastoral se han clausurado los actos de los diez años de la erección canónica de la Cofradía de la entrada de Jesús en Jerusalén: "la borriquilla de Oviedo". Diez años que pueden parecer desde fuera poco tiempo, pero en realidad es mucho el trabajo realizado, siendo hoy una asociación de fieles con una importante vida en el seno de la actual unidad pastoral de "los Arcos y la Merced". Mi enhorabuena por esa década de servicio, y por todo este año festivo transcurrido entre numerosas actividades para no pasar por alto tan feliz efeméride.

En verdad la procesión de la borriquilla de Oviedo tiene más de diez años, y se inició de la forma más curiosa, cuando el entonces Ecónomo de Santa María la Real de La Corte se propuso adquirir una imagen bella del Señor entrando en Jerusalén para solemnizar aún más la procesión de ramos y palmas que se hacía por las calles próximas al templo parroquial. La imagen fue encargada y pagada por él mismo a la casa de imagenería cristiana de Olot (Gerona) a finales de los años cuarenta. Pensó Don Argimiro que en aquellos tiempos en que la ciudad salía de la postguerra sería un bonito proyecto para la Parroquia; sin embargo, no tuvo mucho éxito pues tampoco el sacerdote se quedó mucho tiempo en el lugar -apenas cuatro años- por lo que aquella imagen quedó arrinconada en un lugar del templo de La Corte. Los siguientes cuatro años de su vida ministerial los pasa Don Argimiro fuera de la vida parroquial, como capellán de la Escuela Hogar para huérfanos Nuestra Señora de Covadonga, que se encontraba en el barrio ovetense de Los Catalanes. En este tiempo atiende no sólo a los niños a los que había que dar instrucción cristiana, sino también a la comunidad de religiosas Terciarias Capuchinas de la Sagrada Familia, que eran las que llevaban el peso organizativo de la Casa. Tras cuatro años ahí, asume la parroquia ovetense de San Pedro de los Arcos en 1995 en calidad de regente.

Una vez en la parroquia de San Pedro, Don Argimiro Llamas Rubio viendo la implicación de la feligresía y lo bien que había encajado en el lugar, volvió a su cabeza la idea de su soñada procesión con Jesús en la borriquilla. Los sacerdotes de la parroquia de La Corte no tenían pensado recuperar esa procesión, y él recupera la imagen que por otro lado era suya, haciéndoles un favor liberando el espacio ocupado. Así, ni corto ni perezoso, Don Argimiro subió la imagen del centro de la ciudad a la periferia con el presentimiento de que quizá lo que en el centro no pudo ser, tal vez en las afueras podría ser más valorado. 

Posiblemente cuando el sacerdote empezó a comentar a sus colaboradores más próximos que la siguiente Semana Santa habría en el lugar un paso para procesionar, lo tomaron a broma, o a lo mucho imaginaron que se trataría de una figurilla pequeña si acaso para llamar la atención de los niños, más nadie podía imaginar que el buen cura aparecería con una efigie de tan singular tamaño. Tal fue así, que la primera procesión de la borriquilla no fue en andas sino en camioneta, pero bien decorada de ramas de laurel. Pero aquella provisionalidad no restó un ápice de ilusión no sólo a la comunidad parroquial, sino a toda la ciudad que dado el éxito tomó nota para en años siguientes subir a San Pedro de los Arcos a bendecir los ramos. Don Argimiro fallece el día 25 de abril de 1993 en su domicilio ovetense de la calle Viaducto Marquina nº 7, frente a la subida hacia su amado San Pedro de los Arcos, desde donde acudía a diario a la Catedral, así como a celebrar la misa diaria a las Siervas de Jesús de la Caridad de la Calle Uría, justo veinte días después de haber celebrado el domingo de Ramos. La prensa del día siguiente pasaba algo por alto que había muerto un canónigo de la Catedral, lo que sí subrayó el periódico "La Nueva España" era que había muerto el sacerdote promotor de la procesión del Domingo de Ramos, afirmando: ''En la parroquia de la Corte impulsó especialmente; y en la de San Pedro de los Arcos organizaba todos los Domingos de Ramos una popular procesión, ´Jesús en el borriquillo´, que discurría por todo Oviedo y recibía la bendición del Arzobispo". 

Alguno dirá que los términos ''borriquillo'' o ''borriquilla'' no son muy nuestros, que suenan un poco raros en Oviedo, pero ahí está lo bonito de que la Cofradía mantenga este término, y es que Don Argimiro era zamorano, de Santa Colomba de las Carabias, pueblo que entonces era diócesis de Oviedo y donde hoy reside su sobrino el sacerdote diocesano de Oviedo y arquitecto jubilado, Don Manuel Calvete Llamas. Decir Cofradía de la Borriquilla en Oviedo es, a fin de cuentas, un reconocimiento a ese buen cura castellano que tanto promocionó y disfrutó de esta celebración. 

Con el paso del tiempo ya no fue sólo la procesión de ramos del barrio de Otero -como antes se llamaba- sino de todo Oviedo. Superado el paréntesis de incomprensión postconciliar, resurge de nuevo de su letargo esta procesión en tiempos del párroco Don Rafael Ortea Méndez, que se plantea la recuperación ya en el año 1992. Costó materializar el proyecto, pues la imagen no tenía andas y la primera procesión de nuevo algo improvisada, se pudo hacer con la ayuda de un "dúmper". En el año 2012 se pone en marcha el proyecto de fundar la cofradía, siendo párroco Don Jorge Fernández Cortés; el decreto de erección fue rubricado en el Arzobispado de Oviedo el día de San Pedro y San Pablo de ese mismo año. 

Con motivo del X aniversario, la pasada Semana Santa se llevó a cabo la proeza que supuso bajar el paso desde San Pedro de los Arcos al centro de la ciudad, acompañada por su párroco y consiliario D. Hilario Paz, para de nuevo retornar a su sede canónica bajo el peso y la fuerza de sus cofrades. La procesión de la entrada del Señor en Jerusalén es de las más queridas en la ciudad, unos dirán que por ser la primera, otros que por ser un día tan especial para los más creyentes y los no tanto, aunque yo pienso que el secreto está en que es ésta una de las escenas que más toca el corazón de pequeños y mayores.

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