martes, 9 de julio de 2019

El Obispo sencillo declarado “Venerable”. Por Rodrigo H. Migoya

Desde la Santa Sede vuelven a llegarnos buenas noticias para la Iglesia Española y la Particular que peregrina en Asturias, pues el Santo Padre, el Papa Francisco, acaba de reconocer en la audiencia mantenida con el Prefecto de la Congregación para las Causas de los Santos, las virtudes heroicas del hasta ahora Siervo de Dios Monseñor Ángel Riesco Carbajo, según el propio Proceso incoado en su diócesis de origen el 12 de Octubre de 1995.

Es un paso muy importante en el proceso de beatificación, pues con el la Iglesia reconoce de forma exhaustiva que este hijo suyo vivió las virtudes teologales de forma extraordinaria, por lo que a partir de ahora se le denomina ''Venerable''.

Culmina, por así decirlo, la parte humana del proceso canónico, juicio de los hombres donde nada se ha encontrado en su contra y si mucho se ha verificado de lo que prueba su vida de fe fuera de lo normal.

Ahora el proceso queda a la espera de un milagro por intercesión del Venerable Ángel Riesco que ratifique su ejemplar vida de fe como cosa De Dios.

Es cierto que aún no podemos echar las campanas al vuelo anunciando su beatificación, pero también podemos decir que es una noticia más que gozosa, pues a muchas personas buenas se les ha abierto el proceso de beatificación y no han podido llegar ni a “Venerables”, no por que apareciera nada en su contra sino porque se trataba de personas buenas, aunque de las que apenas había testimonios o hechos relevantes que pudieran probar en esa vivencia de las virtudes en grado heroico.

Nació en Bercianos de Vidriales, provincia de Zamora y Obispado de Astorga el 9 de julio de 1902. Con 12 años ingresa en el Seminario de Comillas, Cantabria, donde realiza toda su formación filosófica y teológica. Se doctora en filosofía y letras y recibe la ordenación sacerdotal el 25 de julio de 1926.

Su único destino pastoral será Santa María de la Bañeza, donde se estrena como Coadjutor y termina siendo Ecónomo de la misma. Aquí permanece desde 1926 a 1948. Esta feligresía fue su primer y gran amor, y en ella desplegó todas sus capacidades en la catequesis, la pastoral social y los medios de comunicación, como vía de evangelización.

En 1948 el entonces Obispo de Astorga, Monseñor Jesús Mérida Pérez, le nombra Vicario General del Obispado Asturicense. Aunque el Obispo Mérida fallece en 1956, su sucesor, Monseñor José Castelltor, le confirma en el cargo, en el cual permanecerá hasta su preconización.

Un año antes de ser nombrado obispo auxiliar de Oviedo fundó el Instituto Secular de Misioneras Apostólicas de la Caridad, pensando en tantas jóvenes que por falta de salud o estudios deseaban consagrarse a Dios y no tenían una familia religiosa que las acogiera.

Don Ángel fue preconizado obispo auxiliar de Oviedo en 1958, cuatro años después de ser elevada la sede ovetense a Metropolitana. Es el tercer obispo auxiliar de la historia de nuestra diócesis tras Francisco José Castillo Albaráñez (1716-?) y Juan de Llano Ponte (1769-1791).

Recibe la ordenación episcopal en la Catedral de Astorga y entra en Asturias por Covadonga. Fue Auxiliar de Monseñor Lauzurica, el cual ya se encontraba enfermo. El año que pasó en Asturias se dedicó de lleno a las visitas pastorales en los diferentes arciprestazgos. Fue muy cercano con los sacerdotes entre los que se ganó un gran aprecio, cariño y admiración en el poco tiempo que estuvo aquí.

En 1959 es trasladado a Navarra donde vivirá diez años duros pero que le servirán para perfeccionarse interiormente. Don Ángel llega como primer obispo auxiliar de la también reciente archidiócesis de Pamplona, pero con una complejidad añadida, y es que aún estaba sin solucionarse cómo sería la cuestión de Tudela, que aún estaba sin definir. Tudela, tras muchos años complejos en que llegó a ser atendida por los obispos de Tarazona en calidad de administradores, finalmente, por mandato de Pío XII, se incorporará dentro del territorio de Pamplona un año antes de ascenderla a metropolis. 

A Don Ángel, en lugar de residir en Pamplona junto al Arzobispo, le piden residir en Tudela y actuar como obispo en esa franja. Lo que parecía un “destierro” fue para él una bendición, pues desde su habitación divisaba las menos de diez parroquias que tenía esa zona y pudo conocer en aquellos años a las gentes y al clero en un tú a tú. No faltaron tampoco humillaciones ni desprecios públicos, pues aunque el que vivía en Tudela todo el año era él, quien presidía las pontificales era el arzobispo de Pamplona, el cual nunca dejó de recordarle que tanto en Pamplona como en Tudela el titular era él.

Cansado física y psicológicamente de aquella situación de “paro encubierto”, cuando aún le quedaban ocho largos años de pontificado hasta la preceptiva edad de jubilación y con apenas sesenta y siete años, presentó la renuncia por salud. 

Una vez le fue concedida la jubilación regreso a La Bañeza donde pasará los últimos años de vida volcado en cuerpo y alma a sus misioneras.

Tres años después, el 2 de Julio de 1972 falleció en esta localidad leonesa diocesana de Astorga en olor de santidad, siendo sepultado en su querida parroquia de Santa María, donde como epitafio aparece el resumen de su existencia: “Pasó haciendo el bien''.

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