domingo, 20 de agosto de 2023

''Una mujer cananea''. Por Joaquín Manuel Serrano Vila

Nos encontramos ya en el domingo XX del Tiempo Ordinario, donde el evangelio nos presenta el curioso relato del encuentro de Jesús con la mujer de Caná, el cual está tomado del capítulo 15 de San Mateo. Quizás una nota previa a tener en cuenta es el lugar donde se desarrollan los acontecimientos: "se retiró al país de Tiro y Sidón", lugar pagano por excelencia y de los territorios que más se enfrentaron a Jerusalén. He aquí una primera enseñanza: la salvación está al alcance de todos, incluso de los más alejados.

Es esta una escena que nos puede parecer extraña, pues no encontramos de entrada a un Jesús acogedor, cariñoso y comprensivo. Todo lo contrario, el texto lo  muestra como cerrado en banda, poco sensible y hasta grosero: ¿Por qué actúa el Señor de esta forma ante aquella pobre mujer?...

Antes de nada, quizás habría que aclarar también el contexto de la época; nosotros nos podría dar la impresión de que estamos ante un hecho machista, pero todo lo contrario, pues Jesucristo no sólo habla con la mujer cuando en ese tiempo no tenían voz ni voto, e incluso estaba mal visto que las mujeres dirigieran a hablar con un hombre y además desconocido; más aún, siendo el nazareno y ella cananea, dos pueblos enfrentados que no tenían la mínima relación. Aún así, no nos entra en la cabeza la "dureza" del Señor: ¿Por qué excluye a aquella mujer con una respuesta tan rara?: «No está bien echar a los perros el pan de los hijos.»...

Pero claro, no estamos hablando de un hombre cualquiera, estamos ante un suceso que tiene por principal protagonista al Hijo de Dios, y da la impresión de que su actitud nos turba, incluso nos escandaliza. A qué se refiere Jesús cuando dice «Sólo me han enviado a las ovejas descarriadas de Israel»... Hay que partir de saber entender la actitud del Señor ante las personas que le seguían y le escuchaban: amigos y enemigos, personas que tenían fe en él y otras que sólo buscaban encontrar en sus palabras un motivo para denunciarle y reprobarle. La forma de actuar de Jesús en un primer momento parece una lección a los que le acusan de no ser fiel a su religión, pues responde como lo haría un observable judío que cumple la ley a rajatabla. Por otro lado, da una lección a sus discípulos, pues aquella mujer al ser fenicia y no hebrea que supuestamente no tenía derecho a pedir nada, no se avergüenza en suplicar e insistir sabedora de lo que les separa, pues su fe en Jesús es tan grande que está segura que sólo Cristo podrá librar a su hija de los males que la atormentan.

A veces personas que tenemos por enemigos de la fe tienen más fe que nosotros que los juzgamos con prejuicios y etiquetas previas.... Propongo quedarnos únicamente con dos enseñanzas que podemos entresacar de este evangelio. La primera que debemos de quitarnos de la cabeza que sólo es bueno y nos hace bien aquel que a todo nos dice a todo que sí. Lo dice el castellano refrán: "quien bien te quiere te hará llorar"... Por eso cuando los sacerdotes tantas veces hemos de decir no a peticiones o favores que nos llegan; no lo hacemos por fastidiar ni por desahogo desde el poder, sino en cumplimiento de nuestra misión para que como en el caso de la cananea, crezca la fe. Los que tienen fe sólo cuando se les concede el si y ante el primer no o contratiempo dicen que pierden la fe demuestran que no era tanta está. La fe verdadera fe crece y se fortalece ante los problemas y contratiempos, por eso hemos de pedirle al señor que nos prepare para cuando llegue también nuestro momento de ser probados. Ojalá algún día cuando termine nuestra peregrinación terrenal cargada de pruebas, pueda decirnos Jesús como a aquella mujer cananea: "que grande es tu fe"....

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