viernes, 4 de agosto de 2023

El Santo Cura de Ars, Párroco sencillo y fuerte

(COPE) La Santidad es vivir de forma extraordinaria lo ordinario. Es decir, lo cotidiano de cada día. Esto el paso a San Juan Bautista María Vianney que celebramos hoy. Popularmente se le ha conocido siempre como el Santo Cur de Ars. Nace en las cercanías de Lyón en el año 1786. El ambiente es hostil dado que La Revolución emerge por todas partes y se encuentra en su pleno apogeo. Él siente que su vida se encamina hacia la vocación sacerdotal.

Es cuando va a la escuela del Párroco de Ecully, maestro de futuros presbíteros. Su camino se afianza pero surge un problema: no es una mente preclara para estudiar. Por entonces el latín era la base, junto a la Teología y él da signos de que le cuesta mucho memorizar y aprender. Esto hace que muchos le ven como un aspirante al sacerdocio inútil que pierde el tiempo siguiendo ese camino. Su formador no lo ve de esa forma y le incrementa el amor y el seguimiento de Cristo desde la consagración.

La historia francesa entroniza a Napoleón que entabla Guerra contra España y quita el privilegio que tenían los seminaristas, obligándoles a ir a filas. Juan Bautista irá y un día cae en poder de unos desertores, lo que le acarrea problemas. Una vez solucionado todo providencialmente, se reincorpora a donde lo había dejado, retomando su preparación. Ordenado sacerdote, es destinado a Ars. Se trata de una aldea pequeña donde sus habitantes son escasamente religiosos.

En la mente de todos suena que es la hechura para el nuevo Presbítero. Sin embargo su tesón en la oración y el trato con los habitantes hace que poco a poco retornen a la Iglesia. Y para colmo, corre de boca en boca la Santidad del Párroco, con lo cual se convierte en un centro de peregrinación mundial. No falta la prueba de fuego como les pasó a los grandes místicos, que es el combate con el maligno, molesto por las conversiones. San Juan Bautista María Vianney muere en el año 1859 y Benedicto XVI le nombró Patrono de todos los Párrocos del mundo.

Encomendamos por todos los párrocos del mundo, y de manera muy especial por el nuestro, para que el Señor los bendiga y custodie en su ministerio pastoral.

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