lunes, 17 de julio de 2023

Homilía en la Fiesta Sacramental y del Carmen de San Cucao de Llanera


Querido Párroco-Moderador y Vicario Episcopal de Oviedo-Centro D. José Julio Velasco; D. José Antonio Bande, Párroco "in solidum"; diáconos y seminaristas; Sr. Alcalde y miembros de la Corporación, autoridades, fieles y amigos todos:

Vengo con mucha ilusión a esta parroquia hermana, y es que la siento así no sólo por proximidad a la mía de Lugones, sino porque vuestro patrono, San Cucufate, fue amigo y compañero de martirio de San Félix, el patrono de Lugones y que también lo es de mi pueblo natal de Candás. Toda mi familia es candasina menos mi abuelo materno que era de Perlora, donde a buen seguro conoció al ilustre sacerdote D. Manuel Alonso Pintado, nacido en esta localidad y bautizado en esta Parroquia: “el cura de la catequesis” le llamaban entonces por sus habilidades en los temas catequéticos y pedagógicos, los cuales traspasaron en aplicada teoría los límites de nuestra querida Asturias, aunque la mejor enseñanza de su vida fue el ejemplo martirial de su muerte a manos de los propios vecinos, a los que, paradójicamente, sirvió y no dudó en perdonar mientras le quitaban la vida.

Pero la convocatoria de hoy es para honrar a la madre de Dios y su hijo Santísimo en el misterio eucarístico; quiero simplemente compartir con vosotros tres sencillas ideas para vivir esta fiesta grande de vuestra singular Parroquia:

I. Celebrar el domingo.

Somos el pueblo del domingo. Esta es la fiesta mayor que tenemos todos los cristianos unidos durante el año. Los de San Cucao tenéis fama de ser un pueblo unido, y así lo habéis demostrado aunando esfuerzos para mantener y conservar este bellísimo templo con un hermoso retablo como pocos hay en Asturias. No sé cuántas personas vienen a misa aquí el domingo, seguramente que como ocurre en casi todas las parroquias no hay la misma afluencia un domingo cualquiera que los de los días señalados, y en esto deberíamos al menos mejorar "la marca", o incluso darle la vuelta. Hemos de ser conscientes de que vivimos tiempos de escasez de sacerdotes y de dificultad para la vida de la fe, por ello hoy más que nunca es necesario dar testimonio público de ella; comprometernos en la vida parroquial aportando nuestro granito de arena para que nuestros niños y jóvenes la reciban como el mejor regalo que a su vez nos legaron nuestros antepasados, y a los que hoy agradecidos, también queremos recordar. La fe, en nuestro bello mundo rural, ha sido el aglutinante y el denominador común de nuestros pueblos, donde por medio de la religiosidad popular en las fiestas marianas, del Señor y de los santos, han adquirido y transmitido en el tiempo la esencia e identidad de un pueblo como éste.

En ningún sitio será ya fácil poder disfrutar de un sacerdote en exclusiva para una única parroquia. A los sacerdotes se nos van aumentando las cargas de trabajo y la pluralidad de los mismos. Ante esto, tampoco podemos quedarnos en la añoranza nostálgica del pasado, o la queja de un servicio imposible de ofrecer a la carta; por eso, los cristianos debemos de implicarnos activa y participativamente en las nuevas Unidades Pastorales en las que nos corresponda recibir, desarrollar y transmitir la fe, particularmente en un día como éste: "el día del Señor". Necesitamos recuperar y vivir así el domingo superando las inercias de la pandemia y, salvo los enfermos o impedidos, no conformarnos con ver las celebraciones desde casa, pues sólo en el templo cada domingo se reúne la familia cristiana, y solamente en él, salvo las justificaciones señaladas, recibimos al Señor en la Sagrada Comunión.

II. La Fiesta del Carmen

Seguro que otros años habéis tenido muy buenos y posiblemente mejores predicadores que ya os habrán explicado toda la historia de la devoción y culto a la Virgen del Carmen: desde el “Stella Maris” en el Monte Carmelo allá en Tierra Santa, el profeta Elías y los ermitaños, hasta San Simón Stock y los carmelitas que difundieron este culto por el mundo entero. Seguro que sabéis la historia del Carmen mejor que yo, por ello no me voy a detener en datos, fechas y anécdotas repetidas. Únicamente quisiera incidir en que no hemos de olvidar su escapulario, las almas del Purgatorio y el privilegio sabatino que se extiende particularmente por el occidente asturiano, encomendando a María a la semana del fallecimiento, a todos los difuntos en la llamada "Misa Sabatina". Y con ello, toda esa estela de religiosidad popular carmelitana que nuestros mayores vivieron con tanta piedad e intensidad en esta singular advocación… Cuántos de ellos no se quitaban nunca el escapulario de encima, seguros de que si morían en sábado -aunque hubiera algún pecadillo pendiente de confesar- la Santísima Virgen del Carmen les echaría una mano.

Por tanto, sobre la Virgen del Carmen me limitaré a contaros una sencillísima historia sobre el valor de su escapulario y el amor a la Santísima Virgen: Cuentan que estaba Jesús en el Paraíso acogiendo a los últimos que habían llegado, cuando, de repente, se dio cuenta de que había dos a los que no les correspondía estar allí; entonces llamó a Pedro y le pregunta:

¿Pedro, es qué no cierras las puertas y no sabes a quién le corresponde estar en el cielo y a quién no?.. Pedro le dijo: Claro que sí, Señor, lo que pasa es que cuando yo cierro las puertas, tu madre, la Virgen, abre una ventana y los cuela por una especie de cuerda que baja hasta el Purgatorio… Esa cuerda, ese elevador, esa escalera, ese coladero al cielo, es el escapulario de la Virgen del Carmen que a tantas almas les permite cumplir aquello que cantamos en la piadosa Salve: ''que sólo quiero, asido de tu mano, volar al cielo''.

III. El cielo

El cielo es última idea que abordo hoy como la meta a donde el Señor nos llama y soñamos llegar. Y para ello necesitamos prepararnos ya con una vida conforme a la fe, confesándonos con la frecuencia necesaria para poder comulgar en gracia, tratando de encajar nuestro estilo de vida pública acorde a las exigencias del evangelio. Y ese cielo que anhelamos ya lo saboreamos aquí en la Tierra como prefiguración sacramental mediante el inmerecido regalo que Jesucristo nos da en el sacrificio eucarístico de la Santa misa. Él se hace presente, se entrega de nuevo sobre el altar, se parte y se reparte entre nosotros como eterno alimento del cielo. Y no sólo eso, sino que se queda aquí entre nosotros en el Sagrario, haciéndose uno más en San Cucao.

Cuando luego salgamos en procesión presididos por Él en la Custodia, que su bendición llegue a nuestro pueblo, familias, enfermos y mayores que están en casa o no han podido venir; que bendiga los campos y ganados, negocios, empresas y trabajos, así como el próximo proyecto de vida en común que tendremos tras las elecciones para que sea desde el respeto a todos, la tolerancia y aceptación mutua, incluyendo al discrepante; que cuando Cristo Eucaristía salga a caminar con nosotros dé su bien-decir a esta parroquia de San Cucufate de Llanera y a los barrios de San Cucao y Piñera, a los de Villanueva y Agüera, a los de Guyame y Cañe, a los de Bauro y Tuernes -el Grande y el pequeño-. Y que Nuestra Señora del Carmen ayude a la paz en el mundo y nos muestre a Jesús como nuestro único camino, verdad y vida.

¡Que así sea!

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