sábado, 15 de julio de 2023

¡El Espíritu trabaja siempre!. Testimonio del Obispo de Salamanca sobre Fray Pablo María de la Cruz

El viernes, 23 de junio, estando en Ciudad Rodrigo, antes de las seis de la mañana, recibí un mensaje del prior de los Carmelitas Calzados, vecinos y amigos en Salamanca, que decía lo siguiente:

Buenos días, don José Luis.

Soy su amigo y vecino, Desi. Disculpe el asalto mañanero. Le comunico que un novicio de Salamanca, Pablo, que tiene 21 años, este domingo, día 25, a las 20:00 horas en nuestra iglesia de El Carmen de Abajo va a hacer la profesión religiosa in articulo mortis. La muerte de Pablo está cercana, pues se ha acelerado el cáncer, y hemos recibido las dispensas necesarias desde Roma para admitirlo ya definitivamente a la Orden del Carmen. Estamos apurando al máximo, para que pueda profesar en la iglesia, pues lo ha pedido con insistencia. El Prior Provincial vendrá el domingo para la vestición del hábito y para recibir sus votos.

Queremos informarle, y también invitarle, si Vd. puede presidir solemnemente la Eucaristía. El Prior Provincial se encargaría de pronunciar la homilía y de presidir el rito de la profesión. Nosotros nos encargaríamos de organizar toda la liturgia. Siento la precipitación, pero todo se ha acelerado y me siento en la obligación de invitarle, porque sé que la vida de Pablo María de la Cruz va a dar mucho fruto y su muerte será una palabra de Dios para nuestra Diócesis de Salamanca. Su vida es ejemplar y su testimonio no deja indiferente a nadie, circula ya su fama de vida virtuosa… Ya veremos a ver qué pasa. Él está sereno, en paz, alegre, radiante… Dios mediante, y si es voluntad de Dios, desea morir con el hábito de la Virgen, aquí, en el convento.

Un fortísimo abrazo, D. José Luis. Ya me dirá algo. Perdón nuevamente por el atraco. Dios le bendiga. Desi.

Ante la imposibilidad de presidir la celebración de la toma de hábito carmelita de Pablo por los compromisos adquiridos. El sábado, 24, ya en Salamanca, a las doce de mediodía, fui a visitar a Pablo en su casa, me acompañó Desiderio y nos presentamos en casa. Estuvimos hora y media con sus padres y con él. El mensaje del día anterior era completamente verdadero y fue un momento de gracia para mí.

Pablo, con su cabeza rapada, sus 21 años, nos recibió con una alegría y una paz difíciles de describir en un joven de esa edad, acrisolado por la enfermedad de varios años. Sus padres con un dolor mitigado por la fe. Él enamorado de Cristo hasta las trancas y con un afecto tan grande por la Iglesia, con una amistad tan extraordinaria con los jóvenes que le visitan, a los que tiene que levantar el ánimo y los evangeliza con su modo sencillo y extraordinario de afrontar la enfermedad, protegiendo el dolor de sus padres hablando él mismo con los médicos después de las consultas, el amor a la Eucaristía, la paz e incluso la alegría ante la muerte porque entiende que en ella se cumple el designio grande para el que estamos hechos.

Pablo María entrega su vida en obsequio de Jesucristo e insiste en ofrecer su vida por dos intenciones: por la conversión de los jóvenes, para que conozcan el amor de Dios manifestado en Jesús Eucaristía; y por la unidad de la Iglesia, para que todos los movimientos, grupos eclesiales, itinerarios, Congregaciones y Órdenes religiosas…, sean uno, de forma que brille en medio de nuestro mundo y en la misma Iglesia la belleza del Cuerpo de Cristo.

Salí de aquella casa completamente conmovido, viendo la grandeza de la obra que Cristo puede hacer en la vida de un muchacho que se entrega a su amistad sin filtro ninguno. Una gracia más con la que el Señor remueve mi tibieza en la entrega. La vida y el modo de afrontar la muerte de Pablo se convierte en una denuncia profética a nuestra tibieza en nuestra opción por Cristo. Salí de allí con un abrazo grande a los tres, lleno de afecto y gratitud. Les bendije, sabiendo que yo era el bendecido, por este Fiat tan grande de este joven muchacho que el domingo 25 se consagró del todo al Señor in artículo mortis (al final pude presidir la Eucaristía). Una muerte que ofrece por la conversión de los jóvenes. Su vida ya está dando los frutos propios de una persona aferrada por Cristo.

Qué grande es Dios y qué bella es la Iglesia y el Espíritu que trabaja en ella y a cada uno de nosotros. La vida débil de Pablo dará frutos insospechados para los que estamos siendo testigos de su entrega.

+ José Luis Retana, 
obispo de Salamanca

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