ORACIÓN POR NUESTROS
SERES
QUERIDOS
SERES QUERIDOS
Oh buen Jesús, que durante toda tu vida te
compadeciste de los dolores ajenos, mira con misericordia las almas de nuestros
seres queridos que están en el Purgatorio. Oh Jesús, que amaste a los tuyos con
gran predilección, escucha la súplica que te hacemos, y por tu misericordia
concede a aquellos que Tú te has llevado de nuestro hogar el gozar del eterno
descanso en el seno de tu infinito amor. Amén.
Concédeles, Señor, el descanso eterno y que les
ilumine tu luz perpetua.
Que las almas de los fieles difuntos por la
misericordia de Dios descansen en paz. Amén.
Para hacer este ejercicio, cada uno puede servirse
de un rosario común de cinco decenas, recorriéndolo dos veces para formar las
diez decenas, o sea la centena de Réquiem.
Se empieza rezando un Padrenuestro y después una
decena de Réquiem en esta forma:
Dadles, Señor, el eterno descanso y haced lucir
sobre ellas vuestra eterna luz.
En cada cuenta grande se dirá la jaculatoria y
ofrenda siguientes:
JACULATORIA
Almas santas, almas purgantes, rogad a Dios por
nosotros, que nosotros rogaremos por vosotros para que El os dé la gloria del
paraíso.
OFRENDA
Padre eterno, os ofrecemos la sangre, pasión y
muerte de Jesucristo, los dolores de la Santísima Virgen y los de San José, por
la remisión de nuestros pecados, la libertad de las almas del Purgatorio y la
conversión de los pecadores.
En seguida se rezan la segunda y demás decenas de
Réquiem sobre las cuentas pequeñas, repitiendo la jaculatoria y la ofrenda sobre
cada cuenta grande. Acabadas las diez decenas, o sea la centena de Réquiem, se
rezará la siguiente oración:
DE PROFUNDIS
Salmo CXXIX de David
Salmo CXXIX de David
Desde el profundo abismo de mis penas
a Ti clamo, Señor, de noche y día;
oye, mi Dios, los incesantes ruegos
de un corazón contrito que se humilla.
a Ti clamo, Señor, de noche y día;
oye, mi Dios, los incesantes ruegos
de un corazón contrito que se humilla.
Estén gratos y atentos tus oídos
a mi voz lamentable y dolorida:
a Ti mis ayes y gemidos lleguen
pues a escucharlos tu piedad se inclina.
a mi voz lamentable y dolorida:
a Ti mis ayes y gemidos lleguen
pues a escucharlos tu piedad se inclina.
¿Si siempre airado tus divinos ojos
sobre las culpas de los hombres fijas,
quién estará confiado en tu presencia,
confundiéndonos sólo ante tu vista?
sobre las culpas de los hombres fijas,
quién estará confiado en tu presencia,
confundiéndonos sólo ante tu vista?
Más la eterna palabra de tu seno
que aplaque espero tus terribles iras;
porque son inefables tus promesas
y con tus gracias pecador invitas.
que aplaque espero tus terribles iras;
porque son inefables tus promesas
y con tus gracias pecador invitas.
Así aunque mi alma acongojada gime
contemplando el rigor de tu justicia,
por tu palabra la indulgencia espera,
de que la hacen culpas tan indigna.
contemplando el rigor de tu justicia,
por tu palabra la indulgencia espera,
de que la hacen culpas tan indigna.
¡Oh pueblo electo! De mañana y noche,
en todos tus peligros y fatigas,
acógete al Señor con la confianza
que en su ley soberana nos intima.
en todos tus peligros y fatigas,
acógete al Señor con la confianza
que en su ley soberana nos intima.
Porque es inagotable su clemencia;
se muestra con los flacos compasiva;
de todas sus miserias los redime,
y siempre que le claman los auxilia.
se muestra con los flacos compasiva;
de todas sus miserias los redime,
y siempre que le claman los auxilia.
Este Dios abrevie el tiempo
en que logre Israel su eterna dicha
cuando de tus pecados la liberte,
que con tanto rigor la tiranizan.
en que logre Israel su eterna dicha
cuando de tus pecados la liberte,
que con tanto rigor la tiranizan.
Encomendémonos ahora a las almas del Purgatorio y
digamos:
¡Almas benditas! nosotros hemos rogado por
vosotros que sois tan amadas de Dios y estáis seguras de no poderlo más perder:
rogadle por nosotros miserables que estamos en peligro de condenarnos para
siempre.
No hay comentarios:
Publicar un comentario