De ayer a hoy: 522 mártires suben a los altares
Ayer el olvido de los mártires por miedo, por vergüenza, por
política, ha sido un pecado de la Iglesia española que ha servido para pisotear
la sangre de Cristo, porque los mártires son Cristo de nuevo crucificado.
Si malo es el olvido actual de las víctimas del terrorismo, mucho peor ha
sido el olvido de la Iglesia de sus mártires. Y así nos ha lucido el pelo.
Mientras en el Smeinario de oviedo generaciones de futuros sacerdotes cantaban
el himno a los seminaristas mártires, se llenaba el Seminario de aspirantes al
sacerdocio, de cuyas rentas sigue viviendo la Diócesis. Pero, desde los tiempos
en que la orla de los seminaristas mártires desapareción, ¿dónde fue a parar?,
hasta que se encontró con el correr de los años perdidos en el sótano de los
trastos, aquel Seminario floreciente, que era las niñas de los ojos de don
Javier Lauzurica, fue puesto en el tobogán, llegando hace dos años a su meta de
fracaso resbaladizo con sólo ocho alumnos.
Para colmo de males, en ese entretiempo, en vida de Franco, se repartieron en
el Seminario los primeros carnés del Partido Comunista; y que esto no es
difamación ni calumnia, lo reconoció en la prensa el entonces rector del
Seminario Metropolitano.
¡Qué razón tenía Briva Miravent, obispo de Astorga, quien vacante la Sede de
Oviedo por traslado de Tarancón a Toledo, siendo nombrado Administrador
apostólico de Oviedo, dijo que él, siendo rector del Seminario de Barcelona, lo
había cerrado por muchos menos motivos que tenía el seminario de Oviedo para ser
clausurado.
Pues bien, muere Pablo VI y al mes muere su sucesor Juan Pablo I y el
Espíritu Santo elige como sucesor de Pedro a un joven cardenal polaco, Juan
Pablo II, quien desde niño conocía las huellas en su propia carne de la
persecución religiosa del comunismo en Polonia, donde celebró la beatificación y
canonización del franciscano Maximiliano Kolbe, "mártir de amor". Y al poco de
tomar posesión de la Cátedra de Pedro debió echarse las manos a la cabeza,
porque de los casi 7000 sacerdotes mártires de España a manos del comunismo, sin
ninguna apostasía, y miles y miles de seglares por ser cristianos, ninguno había
sido llevado a los altares. Y se puso manos a la obra, y contra viento y marea
impuso su criterio contra un clero que se autodetermina progresista, y
promocionó las Causas de Beatificación que dormían el sueño de los justos llenas
de polvo en los anaqueles de la Sagrada Congregación de los Santos.
Muchas, muchas gracias, Juan Pablo II, porque marcaste el rumbo que han
seguido Benedicto XVI y Francisco I. Es la vuelta a la senda del Calvario que
Cristo profetizó a sus mejores amigos: "Seréis perseguidos por mi causa". Es el
retorno al único camino de la verdad de quien dijo: "Yo soy la Verdad". Es la
aurora tras la noche larga que nos trae el día lleno de esperanza de quien dijo:
"Yo soy la Vida".
Demos gracias a Dios, porque 522 mártires, entre ellos tres obispos, fueron
beatificados en Tarragona el pasado domingo 13 de octubre, porque una buena
parte de ellos son catalanes.
Allí, en aquella catedral donde yace el cardenal Vidal y Barraquer, que se
salvó del martirio gracias a la que la Generalitat envió a dos motoristas para
sacarlo de la cárcel por su afinidad política, no así al obispo auxiliar,
Borras, que siguió en la misma cárcel. Es cierto que el señor cardenal intentó
liberarlo, pero no lo consiguió porque los motoristas cumplían órdenes. Mientras
a Vidal y Barraquer le proporcionan embarcar rumbo a Italia, Borras días después
fue martirizado y quemado su cuerpo.
Ahora es beatificado en compañía de otros 521. Buena oportunidad para
levantar el espíritu cristiano en Cataluña, tal vez la región española más
descristianizada.
Bellísima la homilía del Cardenal Amato, prefecto de la Congregación de los
Santos.
¡Enhorabuena a la asociación "Hispania martyr" con sede en Barcelona que con
tanto ahínco ha trabajado por la causa de quienes murieron como Cristo,
perdonando a sus asesinos. Magnífica respuesta, ahora, que los enemigos
envueltos en la aureola de la revancha, exien que la Iglesia pida perdón por
haberse puesto del lado del primer vencedor del comunismo, que sacó a la Iglesia
española de la mazmorra a la libertad proporcionando a la patria el proceso de
paz más largo.
Ángel Garralda Ex párroco de San Nicolás de Bari
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