(Diocesis Getafe/InfoCatólica) El sacerdote diocesano, Inocente García de Andrés, vicepostulador de la Causa de Canonización de Santa Juana, ante este reconocimiento del Papa ha manifestado: «Hoy es un día grande para el Convento de Cubas de la Sagra, para las diócesis de Getafe y de Toledo y para la Orden Franciscana».
«Desde su muerte y durante muchos años tuvo culto público, y hoy tras un largo camino recorrido, la iglesia la reconoce como beata y aprueba su culto público. Celebraremos la eucaristía, procesiones y actos públicos en su honor y de ahora en adelante daremos a conocer a la beata Juana de la Cruz, para amarla más», ha declarado García de Andrés.
Biografía
Nacida en Azaña (Toledo) en 1481, fue abadesa del monasterio de la comunidad en esta localidad y tomó los hábitos bajo el nombre de sor Juana de la Cruz, haciendo profesión de religiosa el 3 de mayo de 1947 y falleciendo con fama de santidad el mismo día de 1534.
Las virtudes de Santa Juana empiezan a brillar desde su juventud, cuando a los 15 años, sola, a pie y vestida de hombre, manifestó su decisión de consagrarse a Dios huyendo del matrimonio concertado. Ingresó en el Beaterío, que llegó a ser, gracias a su labor, un verdadero Monasterio, del que fue nombrada Madre abadesa con tan solo 28 años.
Brillaba en ella la sabiduría, el don de consejo, el poder de hacer milagros, el don de profecía y el discernimiento de espíritus y su fama se extendió tanto que era habitual que miles de personas se acercaran hasta el monasterio con el fin de conocerla y recibir sus consejos.
Pero su popularidad alcanzó también a la alta nobleza. Acudían a ella desde el Gran Capitán al Emperador Carlos V, con el que se reunió en cuatro ocasiones, y recibió la protección del cardenal Cisneros.
La Madre Juana de la Cruz vivió profundamente las virtudes teologales (fe, esperanza y caridad), las virtudes cardinales (prudencia, justicia, fortaleza y templanza) y los consejos evangélicos (castidad, pobreza y obediencia), destacando especialmente en ella la prudencia, la mansedumbre o espíritu de dulzura, la compasión y la alegría en el servicio a sus hermanas y a la Iglesia de Dios.
Dos ejemplos de ellos fueron cómo en 1507 experimentó el "desposorio místico", es decir, sentía que la Virgen María era la Madrina que entrega a su Hijo el anillo para su esposa y un año más tarde empezó a mostrar estigmas.
Su fama de santidad queda acreditada, entre otras cosas, por el hecho de que el monasterio donde está enterrada, en Cubas de la Sagra, es desde hace tiempo conocido como el de Santa María de la Cruz o Convento de Santa Juana.
Cada año, el primer sábado de Pascua, se realiza una peregrinación desde la Ermita de Numancia de la Sagra hasta el Monasterio de Santa María de la Cruz, de Cubas, que recorre el camino que hizo la joven Juana huyendo de un matrimonio concertado y hasta su destino como religiosa en este convento, abrazando su vocación como Sor Juana de la Cruz.
Apariciones de la Virgen
El Monasterio y Santuario de Santa María de la Cruz y Santa Juana cuenta además con documentadas apariciones de la Virgen en 1449 a una pastorcilla de nombre Inés Martínez que contaba con 12 años. Según la propia descripción de la niña, de la que se levantó acta oficial esos mismos días, la Virgen Santa María era «una Señora muy hermosa, cuyo rostro resplandecía» y vestía paños de oro.
Las apariciones fueron 6, concentradas en 17 días. Tuvieron lugar siempre en el campo mientras se ocupaba de los cerdos, en las cercanías de Cubas, a mediodía. A la Virgen la veía exclusivamente Inés, y sólo otra vez la oyó otra niña.
Construida la iglesia en 1450, se llamó al lugar "Santa María de la Cruz" y se conserva documentación notarial de 76 milagros reconocidos allí en los 50 años posteriores, de los que 20 tuvieron lugar en los primeros meses.
Después de la iglesia, en 1464, llegaría el ‘beaterío’ para vivir en comunidad y oración Inés junto a otras mujeres. Inés, junto a otras, dejaron el lugar, viendo que no era ese su llamado.
Beatificación por culto inmemorial
La beatificación por culto inmemorial es un proceso especial dentro de la Iglesia Católica por el cual se reconoce oficialmente como "beato" a un siervo de Dios, basándose en una veneración que ha sido practicada de manera constante, pública y autorizada en el pasado, pero que no ha seguido el procedimiento típico de canonización.
Características principales:
Antigüedad del culto: Debe haber evidencia de que el culto hacia la persona en cuestión ha existido durante mucho tiempo, generalmente antes de 1634, cuando se establecieron las normas actuales para los procesos de canonización y beatificación bajo el Papa Urbano VIII.
Autenticidad y consistencia: Se analiza si dicho culto ha sido autorizado por la Iglesia, ya sea explícita o implícitamente, a través de actos como la construcción de altares, dedicación de iglesias, misas en su honor o registros históricos de veneración pública.
Excepción al proceso común: En este caso, no se requiere el reconocimiento formal de milagros recientes atribuidos al candidato ni el proceso ordinario de examen en detalle de sus virtudes heroicas. Sin embargo, debe haber pruebas históricas claras de su santidad y de favores o milagros asociados a su intercesión.
Aprobación papal: El Papa confirma la validez de este culto inmemorial mediante un decreto, lo que constituye la declaración oficial de beatificación. Desde ese momento, la Iglesia permite el culto público de esta figura como "beato" en una región o comunidad específica, o incluso a nivel universal, según lo estipulado.
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