lunes, 1 de enero de 2024

Santa María Madre. Por Joaquín Manuel Serrano Vila


¡Estrenamos año! Y en este 1 de enero honramos a Santa María Madre de Dios en su Solemnidad, con la que clausuramos la Octava de Navidad. Antaño esta fiesta se llamaba de la "fiesta de la circuncisión", recordando la tradición del pueblo judío de llevar al niño al templo a los ocho días de nacer. Al inaugurar el calendario civil nos deseamos feliz año nuevo, y así nos ponemos bajo la bendición del Señor para que en el 2024 logremos lo mejor que podemos esperar además de salud, prosperidad y paz, que no es poco. Pero también que seamos Santos, pues cuando uno logra vivir unido a Jesucristo lo demás viene dado por añadidura. Hacemos nuestra en esta mañana la oración del salmo que hemos entonado: "Que Dios tenga piedad y nos bendiga".

El Papa San Pablo VI decidió situar esta liturgia de la maternidad de la Madre de Dios en este día, de modo que empecemos el año por todo lo alto honrando a Santa María, al coincidir este día primero con el octavo tras el 25 de diciembre. Alguno podría decir que el Papa se equivocó, pues siendo el dogma mariano más importante y desde el cual se explican todos los demás -la Inmaculada Concepción, la Asunción...- puede parecer que queda como un tanto eclipsado por el ruido y la fiesta de la salida y entrada de año, pero realmente nos ha regalado una verdadera catequesis. Es cierto que para muchos hoy es un día para descansar de los excesos de la nochevieja, para comer en familia, y hasta para acudir a conciertos musicales en la tarde quedando, la Madre de todos un tanto olvidada. Esto ocurre así, pero en cierto modo es un reflejo del poco valor que damos a menudo a las madres, hasta el punto de que muchos lamentan al perder la propia no haberla valorado adecuadamente y mimado mucho más. Así es la maternidad: la tenemos por algo que nos es debido y que aunque la dejemos en el último número de nuestra agenda, nosotros siempre somos los primeros en la suya. Así hace María en este día: nos mira con amor a todos, incluso de aquello que no se acordarán de Ella. 

Contemplar el misterio de la maternidad de María es también sumergirse en el misterio de Cristo; no podemos amar al Hijo si no amamos a su Madre, como tampoco tendría sentido amar a la madre sin querer a su Hijo. Ella es el modelo al que queremos mirar para aprender, así la ha mirado la Iglesia a través de los siglos para descubrir cómo ser madre y maestra. En el testamento del Señor en la cruz, en sus últimas palabras nos regala a su Madre al entregársela a San Juan, que en realidad fue dárnosla a todos nosotros: a la Iglesia. Hoy la queremos contemplar como la vieron los pastores en Belén, como Madre al pie de su niño recién nacido. Qué hermoso es este pasaje del evangelio de San Lucas que hemos proclamado; ojalá nunca la palabra de Dios nos resulte insípida o repetitiva, sino dejémonos emocionar y redescubramos lo que nos dice el Señor aún en una Palabra conocida: María acogió la Palabra que se hizo vida en sus entrañas, nosotros a ejemplo de Nuestra Señora debemos acoger y defender siempre la vida. El concepto de María como Madre de Dios -''Theotokos''- fue muy discutido en los primeros siglos de la Iglesia; hoy también a muchos les cuesta acoger esta maternidad bendita que depende en buena medida de la apertura del corazón que de la mente para el entendimiento teológico si sabemos como Juan recibirla como Madre como él ''la acogió en su casa'' (Jn 19, 27).

San Pablo nos ha recordado en su carta a los Gálatas esa gran catequesis que hace de modo sintético: "cuando llegó la plenitud del tiempo, envió Dios a su Hijo, nacido de mujer, nacido bajo la ley". Así es;
en este día la Iglesia celebra también la "Jornada por la Paz", algo que estamos teniendo muy presente en estos días cuando nos llegan noticias de la no-Navidad que se vive en Belén, de la realidad que sigue sufriendo el pueblo ucraniano, del martirio que está sufriendo la Iglesia católica en Nigeria, de la dictadura inhumana de Nicaragua, de la miseria de Cuba y Venezuela,  y así tantas y tantas realidades donde en casi sesenta países del mundo padecen a día de hoy el drama de la violencia. Hace un año despedíamos con emoción al Papa Benedicto XVI, el cual nos legó enseñanzas inolvidables en un riquísimo magisterio intelectual que enriquecerá a la Iglesia hasta el final de los tiempos. En este día en que nuestra oración se centra en la Paz traigo a colación unas acertadas palabras suyas que no son para dirigentes extranjeros, sino para creyente de a pie: ''La verdad de la paz llama a todos a cultivar relaciones fecundas y sinceras, estimula a buscar y a recorrer la vía del perdón y la reconciliación, a ser transparentes en las negociaciones y fieles a la palabra dada''. Dejémonos guiar por María Madre, esforcémonos por trasmitir la fe como Ella hizo, y no tengamos miedo de pedir en los momentos de zozobra la intercesión de la que es Medianera de todas las gracias, y que bien conoció la incertidumbre de futuro que habría de venir, al igual que nosotros afrontamos el nuevo año... 
Santa María Madre de Dios y de todos los hombres, que como Tú conservemos todas estas cosas meditándolas en nuestro corazón. 

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