domingo, 12 de noviembre de 2023

"Se parecerá el reino de los cielos a diez doncellas". Por Joaquín Manuel Serrano Vila

Vamos acercándonos al final del año litúrgico, y así los textos de la palabra de Dios que se nos proclamarán en las próximas semanas se centrarán en buena medida en este aspecto de nuestro propio final, así como el de todos los tiempos. La parábola que el evangelio de San Mateo nos presenta hoy de "las diez vírgenes" es un texto que entienden muy bien las religiosas, pues es una alegoría también de sus vidas en continua espera de su Esposo que habrá de llamarlas.

El mensaje claro y directo que nos lanza el Señor con este relato es que lo peor que nos puede pasar es perder la esperanza; lo peor que pudiera ocurrir en nuestra vida sería dejar de esperar en Dios. Y en este mes de noviembre, mes de las Ánimas y los difuntos en que tenemos tan presente esta realidad de lo que habrá más allá, hemos de tener claro que el cielo no es para los buenos y el infierno para los malos, como se dice coloquialmente; el cielo es para los que quieren estar con Dios y el infierno para los que nada quieren saber con Él. Así que nadie nos engañe con eso de que a misa van los peores; no, venimos a la Iglesia los que queremos estar con Dios por medio de su hijo Jesucristo, en una comunidad imperfecta y pecadora, pero que busca la santidad y el cielo con la fuerza del Espíritu Santo.

Se nos olvida muchas veces que estamos de paso, que estamos en este mundo de prestado, pero que nuestra vocación es el cielo; somos ciudadanos del reino de Dios y no podemos permitir que se apague en nosotros ese deseo de eternidad del que tanto nos enseñan los santos con sus vidas. Alguna vez os he puesto el ejemplo de que nuestra vocación trascendente no podemos estropearla volviéndonos adictos a los cantos de sirena de este mundo, debemos de ser muy precavidos con esa fina trampa que el demonio nos propone siempre.

Al respecto, nos puede pasar como a mis gatas, que llevan tanto tiempo viviendo en casa y tan bien que se les ha apagado su instinto cazador. No lo necesitan; no saben lo que es el frío, ni el peligro, ni el hambre... Y están tan ocupadas durmiendo en la cama que si vieran un ratón ahora igual bostezarían y seguirían durmiendo. Esto les pasa también a las personas: dejan de ir a misa, de rezar, de confesarse, siguen su existencia basada en la comodidad sin pensar en el futuro que llegará por sorpresa, una enfermedad o directamente la muerte, y se dan cuentan que lo más necesario en ese trance que es la fe, ha sido justamente aquello que menos prepararon y cuidaron. No seamos necios sino prudentes, para que nos encuentre el Señor con las lámparas bien encendidas y cargadas de aceite.

Y también en este día estamos celebrando la "Jornada de la Iglesia Diocesana" bajo el lema "Orgullosos de nuestra fe". Es un día para orar por nuestra Diócesis de Oviedo, por nuestro Arzobispo y todos los que la formamos: religiosas y laicos, diáconos y sacerdotes, consagrados y misioneros, catequistas y voluntarios... Todos siendo distintos, repartidos en casi mil parroquias a lo largo de toda nuestra geografía formamos la Iglesia Particular que peregrina en Asturias, que busca desde sus pobrezas mantener encendida la lámpara de la esperanza en un mundo oscuro, dividido, indiferente, herido y en guerra... Las colectas de este día van destinadas al sostenimiento de la Diócesis, en especial de tantas comunidades parroquiales pequeñas, pobres y envejecidas en nuestras zonas rurales, y que gracias a nuestra ayuda podrán verse beneficiadas para mantener en pie sus templos donde la Iglesia permanece, aunque sólo queden tres fieles en el lugar. Hay personas enfermas, con el templo lejos de casa, que en sus parroquias no hay calefacción ni luz, o ni siquiera bancos, y aún así, jamás ponen excusas a su cita con Jesucristo cada domingo. Sirva ello de ejemplo también de cómo no ser necios, sino prudentes y productivos para ganar el cielo.

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