domingo, 19 de noviembre de 2023

''El que recibió uno hizo''. Por Joaquín Manuel Serrano Vila

Ya a punto de concluir el año litúrgico nos adentramos en esta recta final hacia la solemnidad de Cristo Rey dentro de siete días. El día del Señor de este domingo XXXIII del Tiempo Ordinario hacemos nuestra la escena del capítulo 25 de San Mateo, donde Jesús nos regala la parábola de "los talentos". Quizá la primera aclaración sería explicar qué era un talento: era una moneda de la época, sí, pero más aún era la que servía de referente para comparar y valorar todas las demás, incluso con la que se ponía en valoración comparativa sobre la balanza cualquier metal precioso. Cristo a partir de esta lección que relata la historia del hombre que se va de viaje y deja encargados a sus empleados de sus talentos, logra cambiar hasta el significado de la misma palabra, pues lo que antes sólo se empleaba para objetos desde aquel día lo usamos para poner en valor a las personas. 

Esta enseñanza debemos verla del siguiente modo: Dios hace exactamente lo mismo que aquel amo bueno; se fía de nosotros, nos deja solos con plena libertad, y al final volverá para pedirnos cuenta de qué hemos hecho con esos talentos que Él nos entrega y distribuye de forma tan diversa a cada cual, según nuestras capacidades. Nuevamente se nos pone delante la temática que siempre ocupa nuestro pensamiento en este mes de noviembre y en estas últimas semanas del año litúrgico, al ahondar en lo que lo que se refiere al ámbito escatológico con sus cuatro ''postrimerías'' que parece que se nos han olvidado: muerte, juicio, infierno y gloria; algo que no corresponde al ayer, sino que sigue vigente en el Catecismo de la Iglesia. En breve la Iglesia hará suya el deseo del Adviento -¡Ven Señor Jesús!- que no sólo es desear que se acerque la Navidad, sino que cuando Él vuelva a juzgar nuestra vida pueda decirnos como a los empleados del evangelio: "Muy bien. Eres un empleado fiel y cumplidor; como has sido fiel en lo poco, te daré un cargo importante; pasa al banquete de tu señor".

Hay luego aspectos que no siempre son bien comprendidos en las conclusiones de esta parábola, pues a ojos de algunos aquel "amo" les puede parecer injusto, pero nada de eso; Dios siempre es justo, aunque no tengamos todas las claves. Si nos paramos a pensar aquel hombre hizo un reparto de bienes no en función de una división puramente matemática, sino que dio a cada cuál según sus posibilidades. Y no pide grandes resultados, sino sencillamente esperaba lo que cada cuál podría rentabilizar. El tema que desconcierta a algunos es cuando llega al empleado al que sólo dio un talento, seguramente porque su amo tenía bien claro que no podía esperar mucho de él, y es castigado pues no puso a producir su talento. Pecó de pereza, de inoperancia y omisión; así se encontró con la dura sentencia del amo: ''Quitadle el talento y dádselo al que tiene diez. Porque al que tiene se le dará y le sobrará, pero al que no tiene, se le quitará hasta lo que tiene. Y a ese empleado inútil echadle fuera, a las tinieblas; allí será el llanto y el rechinar de dientes''.

Lo tenía muy fácil: si tanto miedo tenía a su amo podía haberlo ingresado en el banco y por pocos intereses que le dieran igual para cuando su amo regresara aquel uno podrían ser dos, pero no; el empleado además de no tener muchas luces pecó de vago no aprovechando el talento y, además, cuando su señor le pide explicaciones se justifica prácticamente faltando al respeto al dueño al decirle: "Señor, sabía que eres exigente, que siegas donde no siembras y recoges donde no esparces'' esto es, le insulta y desafía... Esto es lo que hacemos cuando nos rebelamos contra Dios, cuando desaprovechamos lo que se nos ha facilitado y culpamos al Señor de todo: de las guerras, las enfermedades, los problemas etc... Él es el malo, pero yo no muevo un dedo por mejorar absolutamente nada en mi vida, en mi familia, en mi barrio, en mi parroquia, en mi trabajo, en mi pueblo... Si enterramos los talentos, luego lloraremos el día que nos presentemos ante el Creador y nos diga: ''Eres un empleado negligente y holgazán''...

En este día celebre también la Iglesia en todo el mundo la "Jornada mundial de los pobres", le pedimos al Señor que los talentos que nos ha dado los pongamos al servicio de la evangelización, de la liturgia y de la caridad: tres bases sobre las que se construye la Iglesia. Ayudando a los necesitados desde la caridad de Cristo no sólo son evangelizados los pobres, sino que también nosotros y nuestras pobrezas se evangelizan... ¡Feliz domingo!

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