martes, 20 de diciembre de 2022

Un Belén muy especial. Por Joaquín Manuel Serrano Vila

Recientemente en un viaje a Roma pude hacer una escapada hasta Asís, un lugar de esos en los que uno se maravilla de pasear por la patria chica de San Francisco. A lo largo de los siglos le han puesto muchos nombres a esta localidad; la más famosa quizás es la de "la ciudad de la paz", aunque otra menos empleada y que a mi me encanta es "la cuna del primer belenista". Según la tradición fue San Francisco de Asís el que montó el primer nacimiento de la historia en las navidades de 1223. Hay personas que en ocasiones llegan a Asís buscando un recuerdo de este hecho, pero es que el primer belén no lo puso San Francisco en su pueblo, sino en tierras de Umbría o la llamada región de Lacio, en concreto en Greccio (provincia de Rieti). Hay 90 kilómetros exactos entre Asís y Greccio, y desde Roma al Santuario del primer Belén de la historia, unos 97 kilómetros. Es un enclave hermoso, muy querido por los italianos y por los amantes del belenismo de todo el mundo por lo que esto significa.

Confieso que tengo un amor especial por el mundo del Belén, a los que les ocurra lo mismo no dejéis de visitar Asís y Greccio cuando vayáis a Italia, aunque un lugar en que todo el año parece navidad y también está en Italia son las calles del casco antiguo de Nápoles, donde aún recuerdan su pasado con orgullo y camaradería en el que España representó para ellos un tiempo de alta prosperidad. Allí entre aquellas callejuelas estrechas y desconchadas, con altares llenos de esquelas y tendederos impúdicos de cuerdas entre fachadas, y música contínua de "tarantella" hay una feria navideña que no tiene fin, pues para muchos Nápoles no se entiende sin sus nacimientos ni sus figuras de Belén. Pocos pueden presumir de poseer un belén napolitano, por eso las parroquias italianas que cuentan con una de estas joyas lo exponen durante todo el año. Cuando estuve de párroco en Cerredo (Degaña) organizábamos un concurso de belenes para que los jóvenes del lugar se implicaran en los belenes de sus casas. También aquí en Lugones, desde que llegué quise dar importancia al sentido cristiano de la navidad, pues no podemos dejar que nos la roben los anuncios, el consumismo, las fiestas y el desenfreno. 

Cuando llevaba un año en Lugones, una de las primeras cosas que compré fue un misterio del Belén en Oviedo para poner delante del altar, algo que años después también hice en Viella, pues desde que San Francisco nos trasmitiera esta preciosa costumbre parece que una navidad es menos navidad sin un bello misterio que nos ayude a contemplar mejor la grandeza de ver a Dios hecho carne en nuestro suelo. Yo tenía el empeño de que el belén se pusiera en el cabildo, y así lo pudimos hacer gracias al buen hacer de Gely y su marido Miguel Manchado y a un buen puñado de personas que junto a ellos lo hicieron posible unos cuantos años. Por problemas de salud y contratiempos de la vida no pudieron continuar, más para no dejar la Parroquia sin belén acudimos a la Asociación Belenista de Gijón que nos montó un año el misterio en el cabildo, aunque sólo en un lado. Pasada esa navidad un grupo de la Cofradía del Cristo de la Piedad y Nuestra Señora de la Soledad asumieron esa faena, y así lo vienen haciendo desde ya unos cuantos años con notable éxito.

Este año se comprometieron -fue toda una sorpresa- en recuperar el belén completo como hicimos en los comienzos; no es poca cosa, son diez metros con todo lo que supone montar la estructura de madera, base, sujeciones, iluminación, tornillos y cableados... Esta ardua faena salió adelante gracias al esfuerzo y sudor de Jorge y Guzmán (siempre y en todas las épocas han estado ahí); ellos han sido el 50% del exitoso resultado. Y la otra mitad de la labor aunque parezca que no cuesta tanto, también ha supuesto sudor y dolores de cabeza para colocar de forma armónica las figuras, sus remates a pincel, las construcciones -todas ellas caseras- cuidando cada minúsculo detalle como podrán apreciar los que estos días se acerquen a disfrutarlo. Desde las alfombras típicas de Israel, las jaimas del desierto, los árboles o dátiles, hasta las especies más bíblicas como el sicomoro de Zaqueo al pie de la posada están ahí. Jarrones realizados con "porespan", un paisaje que busca la más pura fidelidad del contexto... Nuestro belén no tiene montañas verdes con nieve, ni un castillo medieval para Herodes, sino que se ha tratado de representar como serían aquellas afueras de Belén el año "0" de nuestra era. Aquí hay que agradecer el ingenio de Nides, Rosa, Carmen y Marisa, que han dedicado muchas horas a lo largo del año para que esta obra de arte pueda ser la delicia de grandes y pequeños. 

El belén del cabildo de la iglesia de Lugones es ya es una tradición en nuestra localidad, y son muchos  -pequeños y grandes- los que pasan a gozar viendo esta recreación tan cuidadísima en la que han participado de forma tan crucial los peques de 3º de catequesis. A fin de cuentas, todos estamos en el belén; todos formamos parte de esta historia de salvación en la que Dios viene a nacer en medio de nuestro mundo. El Santo Padre escribió hace tres años una bellísima carta titulada Admirabile signum sobre el sentido espiritual del belén, que os invito a leer. En ésta el Papa Francisco nos recordaba que ''El pesebre es desde su origen franciscano una invitación a “sentir”, a “tocar” la pobreza que el Hijo de Dios eligió para sí mismo en su encarnación. Y así, es implícitamente una llamada a seguirlo en el camino de la humildad, de la pobreza, del despojo, que desde la gruta de Belén conduce hasta la Cruz. Es una llamada a encontrarlo y servirlo con misericordia en los hermanos y hermanas más necesitados''. 

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