Imagen que se venera en la Parroquia de la Tenderina
(Francisco de Jasso y Azpilicueta; Castillo de Javier, Navarra, 1506 - Isla de
Sancián, China, 1552) Misionero español. Mientras estudiaba filosofía y teología
en París conoció a Ignacio de Loyola, quien le reclutó para su proyecto de
fundar una nueva orden: Francisco hizo sus primeros votos en París (1534), se
ordenó sacerdote en Venecia (1537) y participó en la fundación de la Compañía de
Jesús en Roma (1539). Desde entonces se consagró a la actividad misionera: en
1541 fue enviado a la India como legado pontificio, con la misión de evangelizar
las tierras situadas al este del cabo de Buena Esperanza, respondiendo a una
petición de Juan III de Portugal. Instalado en 1542 en Goa (capital de la India
portuguesa), desplegó una intensa actividad cuidando enfermos, visitando presos,
predicando el cristianismo, convirtiendo nativos, negociando con las autoridades
locales y defendiendo la justicia frente a los abusos de los colonos. Su
apostolado se extendió por el sur de la India, Ceilán, Malaca, las Islas Molucas
y Japón. Cuando se disponía a entrar en China para continuar su labor, murió de
pulmonía a las puertas de Cantón. Fue canonizado en 1622 y declarado patrono de
las misiones de la Iglesia católica.
Francisco de Jasso era el hijo menor de Juan de Jasso y Atondo,
presidente del Real Consejo de Navarra, y de María de Azpilicueta y Aznárez,
titular del señorío de Javier, defensores de la causa de Juan de Albret frente a
Fernando el Católico en la guerra que determinó la anexión de Navarra a la
Corona de Castilla (1512-1515). Tras la muerte de su padre (1515) y la
demolición de las torres y murallas del castillo de Javier por orden del
Cardenal Cisneros (1516) como consecuencia del apoyo prestado por sus hermanos
Juan y Miguel a la sublevación en favor del rey navarro destronado, Francisco
Javier se orientó hacia la carrera eclesiástica y el cultivo de las humanidades,
que estudió en Leyre y Pamplona.
En 1525, probablemente ya adquirida la tonsura, se trasladó a
París para completar su formación; ingresó como interno en el Colegio de Santa
Bárbara, donde trabó amistad con Pedro Fabro e Ignacio de Loyola. En 1530 se
graduó como maestro en artes y pasó a ejercer la enseñanza de la filosofía con
el cargo de catedrático regente en el Colegio Dormans-Beauvais, a la vez que
cursaba estudios de teología. Con el propósito de adquirir prebendas
eclesiásticas, solicitó en 1531 del cabildo de Pamplona la concesión de una
canonjía, alegando su condición de clérigo navarro y su titulación en artes.
Sin embargo, su relación con Ignacio de Loyola, quien pretendía
atraerle para el proyecto de fundación de una nueva orden religiosa, así como su
desagrado por el ambiente universitario y la impresión que le causó la muerte de
su madre y de su hermana, acaecida por aquellas fechas, determinaron a Francisco
Javier a abandonar sus pretensiones de promoción dentro del estamento
eclesiástico. Junto con Ignacio de Loyola y otros cinco compañeros, reunidos en
la capilla parisina de Montmartre, el 15 de agosto de 1534 hizo votos de
castidad y pobreza, de vida consagrada al apostolado y de peregrinar a Tierra
Santa, o bien, en el caso de que esto último no fuese posible, de ponerse a
disposición del papa.
En 1537 se trasladó a Venecia, donde se reunió con sus compañeros
con el objeto de viajar a Roma para obtener la bendición papal antes de iniciar
su peregrinación; durante su estancia en Venecia recibió noticia de la concesión
de la canonjía solicitada, a la que renunció, y del inicio de la guerra entre
Constantinopla y Venecia, lo que significaba el retraso indefinido del viaje a
Tierra Santa. Ordenado sacerdote el 24 de junio de ese año, se dedicó a la
predicación en Bolonia hasta su marcha a Roma (1538), donde Francisco Javier y
sus compañeros se entrevistaron con Paulo III y abandonaron definitivamente sus
propósitos de peregrinación.
Durante su estancia en la Santa Sede gestionaron la fundación de
una nueva orden religiosa, la Compañía de Jesús, a la que el Papa concedió su
aprobación verbal en septiembre de 1539. Ese año Ignacio de Loyola tuvo noticia de que Juan III de
Portugal solicitaba misioneros que marchasen a evangelizar sus posesiones en las
Indias Orientales y encomendó la tarea a Francisco Javier, quien en marzo de
1540 partió a la corte portuguesa para organizar la expedición, con el título de
legado pontificio para todas las tierras situadas al este del Cabo de Buena
Esperanza.
Iniciado el viaje en abril de 1541, arribó a Goa, capital de las
posesiones portuguesas en la India, trece meses después. Ejerció en esta ciudad
una activa labor evangelizadora, especialmente a partir de la fundación del
colegio-seminario de Santa Fe para sacerdotes nativos, y de dedicación a los
enfermos y presos. En septiembre de 1542 organizó una expedición misionera a la
costa de Pesquería, en el sureste de la India, para predicar la doctrina
cristiana entre los poblados parabas; estableció una comunidad cristiana y la
dotó de un catecismo en lengua indígena. Tras ello inició la evangelización de
Travancor y Ceilán (1544), Madras y Malaca (1545) y las Islas Molucas
(1546-1547). Francisco Javier administró el bautismo a miles de nativos, superó
la oposición de los brahmanes y estableció una asidua correspondencia con los
miembros de la Compañía de Jesús en Roma, cuyas noticias, a las que se unió su
fama de taumaturgo, dieron origen a numerosas vocaciones misioneras entre sus
compañeros.
Tras una nueva estancia en la India y en Malaca, dedicada a
reorganizar las misiones establecidas y a proveerlas de unas normas de
funcionamiento, marchó a evangelizar a Japón, adonde llegó en 1549; predicó
durante dos años en Kagoshima, Hirado, Yamaguchi y Bungo, estableciendo
favorables contactos para su labor con los daymios o gobernadores feudales
japoneses, aunque la oposición de los monjes budistas dificultó enormemente su
actividad. Ante las escasas conversiones logradas en Japón, se persuadió de que
para obtener éxito en su empresa era necesario evangelizar previamente China,
puesto que consideraba que los japoneses habían asimilado la cultura de este
imperio y que, por tanto, el ejemplo de la cristianización en China ejercería
una influencia decisiva sobre Japón.
Reclamado por las comunidades misioneras de la India, regresó a
Goa en 1551, donde inició los trámites necesarios para organizar su pretendido
viaje a China, dificultados por la prohibición existente en este imperio sobre
la entrada de extranjeros en su territorio. Tras su nombramiento como provincial
de la India, que había sido constituida como provincia jesuítica independiente
de Portugal, partió rumbo a China con una embajada portuguesa en abril de 1552,
pero tuvo que detenerse en Malaca, donde permaneció dos meses intentando vencer
la resistencia que el gobernador Álvaro de Ataide opuso al proyecto.
Finalmente reemprendió el viaje hasta llegar a la isla de Sancián,
donde le sobrevino la muerte antes de que llegara el junco chino que debía
transportarlo a Cantón. Sus restos fueron trasladados a Goa en 1554, donde su
culto se extendió rápidamente. A comienzos del siglo XVII se inició el proceso
de su beatificación, proclamada por Paulo V el 25 de octubre de 1619; nombrado
patrón de Navarra en 1621, el 12 de marzo del año siguiente fue canonizado por
Gregorio XV, juntamente con Teresa de Jesús e Ignacio de Loyola. Pío X le
declaró patrono de la Sagrada Congregación de Propaganda Fide en 1904, y Pío XI
patrón de todas las misiones en 1927. Su fiesta se celebra el 3 de
diciembre.
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