Querido Don José Emilio, Capellán de esta Comunidad, Queridas Madres Salesas de este Monasterio de La Visitación, Fieles de esta parroquia de Santa María del Naranco; Hermanos todos en el Señor:
Con mucha alegría vengo hoy a esta bendita Casa, acogiendo con gusto la invitación que la Madre Abadesa me hizo hace unos meses para presidir y predicar esta fiesta de Santa Margarita María de Alacoque, hija tan predilecta de Las Visitandinas. Es por tanto un día grande para este convento, y no sólo de rejas adentro, sino que para todos los que nos sentimos devotos de la espiritualidad del Corazón del Señor, y que también queremos y apreciamos a esta comunidad de religiosas Salesas y hace que nos sintamos tan identificados con la espiritualidad de La Visitación en una fecha que no nos pasa desapercibida. Personalmente, al ser párroco de Lugones, el misterio de La Visitación me toca de lleno, pues no en vano la fiesta mayor de la localidad y de la Parroquia desde hace más de un siglo es concretamente La Visitación de María a Santa Isabel, que celebramos en el último domingo de agosto, fecha al parecer vinculada a cuando Lugones era un pueblo que vivía de la agricultura, y se celebraban las fiestas en función de las siegas, recolecciones agrícolas, y fin de fatigas... También es un orgullo para mí decir que de una parroquia sencilla como la mía, pero tan mariana, ha surgido una vocación para esta familia religiosa: la Hermana Ana Jacobina, a la que hoy junto a todas las hermanas difuntas de la comunidad las ponemos ante el altar del Señor, confiados que esos granos de trigo sepultados en esta tierra darán -dan ya- mucho fruto.
I. Celebrar a Santa Margarita María
¡Cuánto le debe la Iglesia a Santa Margarita!... Si uno escudriña un poco en la vida de esta religiosa del siglo XVII, se encontrará con una mujer que no tuvo una vida nada fácil: huérfana de padre, criada en un internado de religiosas clarisas al no poder hacerse cargo de ella ni su familia, enferma con un problema de movilidad durante cuatro años, y en cama. Y, sin embargo, a esta humilde mujercita de la Borgoña francesa Jesucristo mismo la va llamar no sólo amiga, sino su confidente, su secretaria, discípula y principal promotora del culto a su Sagrado Corazón.
Nos encontramos ante un alma de una finura muy especial de la que tanto podemos aprender. Ya en su niñez ante los dolores de la enfermedad que la llevó a la postración, ella afirmaba: “Sufriendo entiendo mejor a Aquél que ha sufrido por nosotros”... Tuvo que hacer frente a muchos contratiempos y a la negativa de su familia pero, finalmente, pudo responder a la llamada del Señor ingresando en el Monasterio de la Visitación de Paray-le-Monial a sus 23 años de edad. Dos años después, con 25, empiezan las visiones: El día 27 de diciembre de 1673 no fue un día cualquiera, pues en él tuvo lugar la primera revelación en el día de San Juan Evangelista, y ya nos desvela cómo el Señor quería mostrarle el misterio de la cruz, su costado abierto y el corazón traspasado... El día de Corpus Christi de 1675 Santa Margarita vio al Señor en esa imagen tan querida por todos, manifestándose con el corazón abierto y señalando con la mano su Sagrado Corazón, escuchando ella que exclamaba: “He aquí el corazón que ha amado tanto a los hombres, que no se ha ahorrado nada, hasta extinguirse y consumarse para demostrarles su amor. Y en reconocimiento no recibo de la mayoría sino ingratitud”.
II. Volver al corazón
Nuestra Santa no tuvo al principio una vida feliz: sufrió mucho, aunque sí gozó de las innumerables gracias del Señor, que la ayudaban a llevar la cruz con paz... Ser confidente del mismo Cristo fue el mayor regalo, aunque en su comunidad no fue querida ni apoyada inicialmente. Para ella sería luego un pilar fundamental la llegada de un nuevo director espiritual al Monasterio, en la persona de San Claudio de La Colombiere; un hombre de Dios que pronto vio cómo Santa Margarita María había sido aislada dentro de su comunidad y tratada como rara y excéntrica. Este buen jesuita no sólo creyó en las experiencias místicas de la joven religiosa, sino que se convirtió en su principal defensor y valedor. Murió nuestra Santa con apenas 43 años, pero feliz de ver que la devoción al Sagrado Corazón ya estaba extendiéndose en la Iglesia...
Estamos en la ladera del Naranco, a la sombra y cobijo de la imagen del Sagrado Corazón que con sus brazos extendidos bendice a todo Oviedo, y especialmente a este monasterio tan cercano a su corazón. Si esta devoción se está extendiendo hoy por el mundo entero es gracias a las Salesas y a los Jesuitas, empezando por Santa Margarita María de Alacoque, quien hace más de 350 años dio a conocer las revelaciones que el Señor había confiado. Todo comenzó en aquella humilde e incomprendida salesa de Parey-le- monial.
Os invito a todos -seguro que las hermanas ya lo han hecho- a leer con calma este curso la encíclica del Papa Francisco Dilexit nos, y actualizar en todos nosotros la devoción al Corazón de Jesucristo. Aquellos que no entienden esta devoción no han comprendido el evangelio. Y nosotros, que sí la entendemos, debemos extenderla desde el ejemplo de la propia vida, ya que los que no aman no han conocido a Dios, puesto que Él es amor. Como dijo la misma Santa Margarita: "Solo el corazón humilde puede entrar en el Sagrado Corazón de Jesús, conversar con Él, amarle y ser amado suyo".
III. Alegría y caridad para vivir en santidad
Somos llamados a vivir la caridad: el Papa León XIV nos acaba de sorprender con una magnífica exhortación apostólica «Dilexi te» (Te he amado) sobre el amor a los pobres. Es esta un bello recorrido por la espiritualidad de la Iglesia en sintonía con la caridad, quitando los tintes ideológicos que se fueron adhiriendo en el devenir del tiempo. Así, por ejemplo, en su nº 98 rescata el Santo Padre la Instrucción del entonces Cardenal Ratzinger sobre la teología de la liberación. Dice el Papa León: ''En fin, un documento que al principio no fue bien acogido por algunos, nos ofrece una reflexión siempre actual: «A los defensores de “la ortodoxia”, se dirige a veces el reproche de pasividad, de indulgencia o de complicidad culpables respecto a situaciones de injusticia intolerables y de los regímenes políticos que las mantienen. La conversión espiritual, la intensidad del amor a Dios y al prójimo, el celo por la justicia y la paz, el sentido evangélico de los pobres y de la pobreza, son requeridos a todos, y especialmente a los pastores y a los responsables. La preocupación por la pureza de la fe ha de ir unida a la preocupación por aportar, con una vida teologal integral, la respuesta de un testimonio eficaz de servicio al prójimo, y particularmente al pobre y al oprimido»''. (Hasta aquí las palabras del Papa)... Que no se nos olvide tampoco aquello que decía la Madre Teresa de Calcula: ''pobre es todo aquel carente de amor''.
Y esta Casa sabe bien de amor y de santidad. Hace unos días se presentó aquí en Oviedo la biografía de una mujer entrañable, la Sierva de Dios María Isabel González del Valle. Una ovetense que se formó en el entonces internado que esta Comunidad de Madres Salesas de la Calle Caveda. Varias de sus amigas y familiares ingresaron en el monasterio, como sus hermanas Araceli y Dolores, en religión llamadas Hermana María Luisa y Hermana Ana Magdalena, fallecidas en 1974 y 1975, respectivamente. En este precioso libro titulado ''Estoy enamorada del Señor'', su autor, Monseñor Alberto José González Chaves -sacerdote diocesano de Toledo- evoca en varios pasajes la vinculación de María Isabel con sus queridas Salesas de Oviedo; la visión que la Madre Gabriela de Castro -superiora de dicha Comunidad- tuvo en el oratorio con Santa Úrsula y María Isabel, liderando a unas mujeres. Curiosamente aquel hecho llamativo tuvo lugar el 31 de mayo de 1919 cuando María Isabel escribió en una cuartilla la siguiente sentencia: ''El sufrir pasa, el haber sufrido no pasará jamás''... Caer en la cuenta de la santidad cercana de otros siempre es un estímulo para seguir avanzando nosotros mismos hacia esa meta.
Una casa de la Visitación ha de ser siempre un hogar alegre, con una alegría que no es baladí, exterior ni fingida, sino que brota de saber que el Señor es grande en medio de nosotros. Por eso nada ni nadie nos puede robar esta alegría, ni el roce con una hermana, ni una palabra fuera de tono de un sacerdote o un superior, ni la falta de sensibilidad de un amigo. Llevando al Señor en el corazón somos capaces de ir a prisa y escalar toda montaña de la vida, toda dificultad cotidiana, y llevar esa alegría a los valles de lágrimas de nuestro entorno. Podríamos decir que Santa Margarita sabía hacer que los días malos le resultaran agradables, pues hasta en los momentos más duros sabía ver la caricia del Señor. Ella lo resume de forma maravillosa: "La cruz es en este mundo el patrimonio de los escogidos".
Queridas hermanas, que ninguna preocupación os robe la alegría: expresar con gozo vuestra pertenencia al Señor en la vida de comunidad, en el locutorio, en el torno... Lo habéis dejado todo para cumplir el plan que tenía el Señor para vuestra vida, por ello estad gozosas de que vuestra recompensa será grande en el cielo. Gracias por vuestra oración por Oviedo en este monte santo a los pies del corazón Señor, por toda Asturias y por el mundo entero.
Le pedimos a Él el regalo de nuevas vocaciones para esta Casa predilecta de sus entrañas. Ojalá se cumpla en nuestras vidas lo que deseaba para la suya la madre fundadora Santa Juana Francisca, y que así se cumplió también en Santa Margarita María de Alacoque: "que el Señor nos conceda la gracia para vivir y morir en su Sagrado Corazón"… ¡Amén!
No hay comentarios:
Publicar un comentario