
Tocaría hoy hablar del Domingo XVIII del Tiempo Ordinario, pero al ser 12 de Octubre ponemos nuestra atención en la Madre del Señor en esta querida advocación de Nuestra Señora del Pilar. Es una devoción que siempre he querido cuidar en esta comunidad, no porque sea una devoción personal del párroco debido a la vinculación y cariño con la Guardia civil, algo que es evidente, sino porque nuestro actual templo parroquial fue dedicado en el año 1940, año santo del Pilar, como así rezan los recordatorios de aquel día. Se cumplían entonces XIX siglos de la venida en carne mortal de la Virgen Santísima a Zaragoza, alentando al Apóstol Santiago a no rendirse en su predicación en esta tierra, que habría también por su acción evangelizadora una nación muy de Cristo y muy de María. Como parroquia hemos de tener claro que la piedra angular es Jesucristo, pero también María nuestra columna, nuestro apoyo y pilar...
En la primera lectura del Libro Primero de las Crónicas, hemos escuchado el relato de cómo todo Israel se reunió para el solemne traslado del Arca de la Alianza al lugar que se había preparado para ser depositada. Y así como nos dice el texto "Llevaron el Arca de Dios y la colocaron en el centro de la tienda"... Para los Hebreos este era su mayor tesoro, lo que les hacía sentir la presencia de Dios en medio de ellos y lo que les llenaba de alegría; esto es lo que hemos de experimentar nosotros al celebrar hoy a la Virgen del Pilar: la emoción de darnos cuenta que es Ella quien nos trae al Señor, que en sus brazos está nuestra mayor riqueza, y la alegría de poder presumir con gozo de que somos tierra de María, no porque amemos a la Virgen sin más motivo que el catequético o dogmático, sino porque Ella nos amó primero y nos visitó aún en su vida mortal. Por ello a lo largo de los siglos todo tributo de amor a la reina del cielo por parte de España ha sido poco. Santa María es el Arca de la Nueva Alianza, el puente entre Dios y nosotros que nos regala el pilar al que abrazarnos en las horas de dificultad cuando todo viene en contra, y la fe de nuestra Nación parece extinguirse. La promesa de la Madre de Dios nos llena de esperanza, como dice la tradición sobre la santa columna en que fue exaltada Nuestra Señora:
"No la derriban los vientos
ni la sepultan las aguas,
Mientras que exista esta Piedra
España será cristiana"
La segunda lectura, tomada del relato del Libro de los Hechos de los Apóstoles, nos lleva a fijar la mirada en María y los Apóstoles en Pentecostés, donde según nos relata el autor "perseveraban unánimes en la oración". Este es el secreto de cara al mañana; esta es nuestra misión hoy: ser cristianos que perseveren en la oración y no tanto en el activismo que tantas veces nos asfixia y nos aleja del sentido de lo sobrenatural. Santa Maravillas de Jesús afirmó que "España se salvará por la oración". No la salvarán estrategias políticas ni políticos de quita y pon, ni proyectos sociales o económicos; la salvación pasa por la oración, por la íntima unión con el Señor, como aquellos primeros cristianos que a pesar del miedo y la incertidumbre ante el futuro se unieron en intensa plegaria en torno a María.
Es esta una jornada para dar gracias al Señor por la historia de fe de nuestra Nación que se llevó a tantos lugares de Hispanoamérica que también hoy celebran a la Pilarica, como cariñosamente llaman en Aragón a su Patrona. Y el evangelio de esta solemnidad va también en esta línea: no es que a Jesús que le parezca mal el piropo que le regala "una mujer de entre el gentío", o desprecie públicamente el elogio que le hacen hacia su madre en Él, sino que quiere poner el énfasis en quienes pueden ser también dichosos; es decir, nos pide a nosotros que contribuyamos a ser parte de esa dicha escuchando la palabra de Dios pero sin quedarnos sólo ahí, sino cumpliéndola en nuestra propia vida.
Hoy es una fecha muy especial para pedirle a la Virgen del Pilar por España, para que crezca la unidad y se difuminen las divisiones, para nos sintamos orgullosos de nuestra Patria e identidad, y cooperemos en el bien común; para que seamos acogedores con los que llegan a nuestro suelo como lo hicimos nosotros al suyo, y seamos generosos con los que necesitan ayuda... Qué actual sigue siendo aquella plegaria de San Juan Pablo II ante Nuestra Señora del Pilar en 1982:
Virgen Santa del Pilar:
Aumenta nuestra fe,
consolida nuestra esperanza,
aviva nuestra caridad.
Socorre a los que padecen desgracias,
a los que sufren soledad, ignorancia,
hambre o falta de trabajo.
Fortalece a los débiles en la fe.
Fomenta en los jóvenes la disponibilidad
para una entrega plena a Dios.
Protege a España entera y a sus pueblos,
a sus hombres y mujeres.
Y asiste maternalmente, oh María,
a cuantos te invocan como Patrona de la Hispanidad.
Así sea.
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