Monseñor Jesús Sanz, arzobispo de Oviedo, tuvo la amabilidad de sacar un hueco la semana pasada y recibir a InfoVaticana en el palacio arzobispal en Oviedo para hacerle una entrevista.
De sus palabras, don Jesús demuestra que sabe de lo que habla y nada de lo que dice estorba o es accesorio. Sanz Montes se ha ganado durante estos años el respeto de todo el episcopado español, a quienes muchos escuchan con interés ya que su opinión siempre es bien tenida en cuenta.
Son muchos los fieles que leen con gusto sus escritos dominicales por su claridad de ideas, valentía y contundencia. Es por ello, que monseñor Jesús Sanz Montes goza de tan alta reputación dentro de la Iglesia española.
En esta primera parte de la entrevista, el arzobispo de Oviedo habla sobre la renovación de la cúpula de la Conferencia Episcopal; vuelve a dar su parecer sobre Fiducia supplicans y se desmarca del dogma del ‘cambio climático’ y de la Agenda 2030. En la segunda parte de la entrevista que será publicada mañana, don Jesús responde a las preguntas sobre la auditoría de Cremades, el informe del Defensor del Pueblo y da su opinión sobre la situación política española o la situación del Valle de los Caídos.
P- En la pasada Asamblea Plenaria sacó usted 10 votos en la votación de sondeo quedando en tercera posición. ¿Le sorprendió ese apoyo de los obispos españoles?
R- Nosotros no hacemos candidaturas pero sí que hablamos entre nosotros. Habíamos pensado en don Luis Arguello para presidente y estamos contentos de que así haya salido.
Yo suelo intervenir en las Plenarias, en las Permanentes y en las Ejecutivas. Soy suficientemente conocido aparte de mis escritos y comparecencias. No soy un obispo anónimo, sino que soy bien conocido en mis convicciones y en las posturas. Que haya un grupo de obispos que quieran que yo esté, que siga estando por tercer mandato en la Ejecutiva, pues no deja de ser un halago, humanamente hablando, pero también una responsabilidad que mis hermanos me confían y que intento estar a la altura.
P- ¿Está satisfecho con la elección de monseñor Argüello y monseñor Cobo como presidente y vicepresidente de la CEE?
R-Sí, es decir, sobre todo el presidente que es el que tiene la cabeza más visible. El vicepresidente no tiene tanta incidencia, pero con monseñor Arguello estamos contentos. Ya le conocíamos de cuando estuvo aquellos años que fueron cinco de secretario general y antes le conocíamos de otras cosas. Entonces sí que nos parece que es una persona preparada, con una buena cabeza, que comunica bien y que tiene las ideas claras.
P- ¿Cuáles son las tareas que tiene un obispo dentro de la Comisión Ejecutiva?
R-Es la Comisión que mensualmente se reúne para las cuestiones más inmediatas. El órgano más soberano, digamos, de la Conferencia Episcopal es la Asamblea Plenaria, donde estamos todos los obispos, pero hay una cantidad de cuestiones que tienen urgencia bimestral y tenemos que proceder a tomar decisiones y a iniciar discernimientos. Es el órgano de la Conferencia Episcopal que tiene más frecuencia de reuniones y que puede tomar decisiones que sean urgentes. Algunas no las podemos tomar nosotros y las remitimos por vía de urgencia o a la Comisión Permanente o a la Asamblea Plenaria.
P- Fue usted una de las voces más críticas del episcopado español contra Fiducia supplicans, ¿cree que se están empezando a dar pasos dentro de la Iglesia para cambiar determinadas enseñanzas y doctrinas?
R-La enseñanza de la Iglesia tiene la solera de 2000 años que se ha ido incrementando según las necesidades y la asistencia del Espíritu Santo. Tenemos un bagaje de una Tradición un patrimonio doctrinal, que eso no le puedes dar un carpetazo. Que en algún momento se introduzcan confusiones, eventualmente también herejías, eso los dos mil años de Cristianismo nos lo aseveran.
Fiducia a suplicans fue una manera confusa de abordar algo que nunca hemos negado, que es la bendición. Nosotros bendecimos tantas cosas… desde bendecir la mesa, bendecir un coche, bendecir unos animalitos el día de San Antón o bendecir unos esposos al final del sacramento que ellos propiamente celebran. Lo que no podemos bendecir son las relaciones extrañas, las relaciones que no se avienen con la moral cristiana. Porque entonces podemos introducir una confusión de tal ambigüedad que termina siendo tóxica.
Entonces, si queriendo pero no queriendo, diciendo sin decir y proponiendo sin proponer, tú has hecho así una especie de brindis al sol que ha llamado la atención… pues ha creado mucha perplejidad y ha confundido a mucha gente.
Por eso, ha sido un documento tan polémico, no polemizado, sino polémico en sí mismo. No hemos negado la bendición a las personas. Siempre bendecimos a las personas, no a sus historias y relaciones que pueden ser contrarias a lo que es la actitud moral de la Iglesia Católica.
P-Últimamente se escucha hablar mucho dentro de la Iglesia de cuestiones como el cambio climático o la sinodalidad y menos del Evangelio, los sacramentos o de la vida de Jesucristo, ¿a qué cree que se debe esto?
R-No podemos poner el mismo rasero en el cambio climático y la sinodalidad. Porque la sinodalidad, aunque tiene este marchamo de actualidad, tiene la antigüedad que tiene la Iglesia. La Iglesia siempre ha sido sinodal si entendemos por sinodalidad lo que dice la etimología griega, que es hacer juntos un camino. Es ponernos en camino, sabernos peregrino de ese Cielo al que caminamos. Entonces, siempre hemos sido sinodales, aunque no empleásemos esta palabra. Y los sínodos llevamos dos mil años celebrándolos. O sea, no es una especie de talismán que ahora alguien se ha sacado de la manga para decir hemos descubierto la piedra filosofal.
Lo del cambio climático es diferente, porque el cambio climático pertenece a una explicación puramente física de las cosas que suceden de nubes para abajo y tiene su interrogante. De hecho, hay escuelas ecologistas que lo ponen en el entredicho. Que haya personas de la Iglesia, en general, que estén apoyando el cambio climático y que hagan incluso del cambio climático una cita indispensable, casi casi magisterial, nos parece que es un exceso y puede ser muy arriesgado.
Pero junto al cambio climático hay otras cosas que pertenecen a lo que llamamos la Agenda 2030, que es una serie de medidas y de subrayados que están desplazando lo esencial. Y lo esencial es el santo Evangelio, es el anuncio del reino, es la salvación de las almas, es la buena noticia de la paz cuando dejamos que la gracia de Dios nos abrace. Esas son las cosas que tenemos que proclamar.
Ahora, caer nosotros en los estribillos de la Agenda 2030, entre ellas del cambio climático, pues me parece que es un chantaje. Es un chantaje que nos desenfoca de lo que propiamente debe ser el foco de nuestra propuesta salvadora desde Jesucristo resucitado.
En esta segunda parte de la entrevista, el arzobispo de Oviedo, monseñor Jesús Sanz aborda cuestiones de máxima actualidad.
Don Jesús se moja sobre la ILP que busca regularizar 500.000 inmigrantes. También se muestra crítico con la auditoría de Cremades, que encargó la Conferencia Episcopal Española al despacho, y con el informe del Defensor del Pueblo.
Sanz Montes critica que se ponga solo el foco en la Iglesia cuando se habla de abusos. Aunque no es novedoso, el arzobispo franciscano ha vuelto a mostrar su malestar con el Gobierno actual y ha salido sin tapujos en defensa del Valle de los Caídos y de los monjes benedictinos que rezan por España en la Basílica.
P-Hace unas semanas la Iglesia española mostró su apoyo a la Iniciativa Legislativa Popular de regularizar 500.000 inmigrantes ilegales en España. ¿Está usted de acuerdo con esta ILP?
R-En España no caben todos. En España caben los que caben. No podemos decir buenistamente, sin fronteras, que vayan pasando porque no caben físicamente todos. Ojalá pudiéramos acoger a todo aquel que lo necesita para vivir su vida dignamente y con posibilidad de supervivencia, pero el hecho es que no cabemos todos. Quizás caben más de los que estamos admitiendo, pero todos no caben.
Y segundo, dentro de esta especie de apertura buenista, se nos puede colar gente que son indeseados. Porque vienen con su carnet terrorista, porque vienen con su tráfico de cosas, tráfico de blancas, tráfico de drogas, tráfico de armamento etc… Entonces, creo que tenemos el derecho y el deber de poner un criterio, una normativa, para decir cuántos podemos honestamente admitir y con qué reglas del juego lo hacemos. Si hay una ley que lo regula en este sentido, lo apoyamos. Ahora, no cayendo en esa especie de populismo acogedor que termina recogiendo lo que no deseamos.
P- ¿Y esto no pude provocar todavía un mayor efecto llamada?
R-Ese es el riesgo. Por eso yo digo que tengamos la inteligencia de decir cuántos podemos honestamente acoger y seamos generosos. Porque en ello nos va tanto. Entre ello el testimonio de nuestra caridad. ¿Cuántos podemos acoger? ¿Y con qué criterios lo hacemos? Para evitar justamente que se nos cuelen los que luego nos van a hacer daño.
P- Hace poco dedicó una de sus cartas pastorales al tema de la pederastia. ¿Por qué se pone el foco en este asunto solo en la Iglesia?
R- Hablaba en esa carta de la matraca acusadora, así la titulé, porque es una especie de estribillo al que nos tiene acostumbrados este Gobierno que necesitan de vez en cuando sacarse el conejo de la chistera para llamar la atención y distraer de otras cuestiones que son en las que ellos están incómodos.
Es decir, este Gobierno desentierra muertos, traslada a difuntos y hace amenazas y siempre tienes el comodín de la Iglesia que en un país como España tiene un pequeño recorrido. Por tanto, que esta especie de focalización tiene como trasfondo la distracción y el despiste.
Pero yo criticaba esta especie de estribillo porque me parece profundamente injusto. Si lo que nos importa, y así debería ser, son las víctimas de este crimen deleznable, deberíamos atender a todos y a todo aquello que ha cometido el delito y el crimen y el pecado.
¿La Iglesia Católica está en la lista de los delincuentes? Sí. ¿Pero con qué proporción? La Fundación ANAR acaba de publicar de nuevo esa especie de estadística respecto de la pederastia, de la pedofilia, y aparecemos los miembros de la Iglesia. Con ese 0,2%, si realmente te interesan las víctimas y no la focalización de algunos victimarios, deberías dar una respuesta y crear cauces para el 100%. Por tanto, el que se centren en el 0,2 que representamos los hijos de la Iglesia y omitas el 99,8, eso tiene una intencionalidad política e ideológica de distracción y despiste.
Y yo quisiera saber qué instituciones gubernamentales, educativas, deportivas y familiares han creado lo que la Iglesia Católica ha hecho. No solamente asumiendo los delitos cuando estos se dan, sino educando preventivamente para que no se sigan dando.
¿Quiénes han creado oficinas de acogida para que la gente pueda tener una puerta en la que llamar? ¿Quién ha creado cauces de acompañamiento en todos los sentidos para estas personas que han sufrido este látigo? ¿Por qué es focalizarte de una manera selectiva contra quien está haciendo algo?
P-¿Hay división dentro del episcopado español a la hora de cómo abordar esta cuestión?
R-No. Al menos, de los encuentros que tenemos, yo como arzobispo metropolitano, cuando me reúno con las diócesis que dependen de Oviedo y sacamos ese tema, jamás ha habido división, todo lo contrario.
No tenemos una diferencia de criterio. Quizá puede haber una diferencia a la hora de la comunicación o del tratamiento público que hacemos de las cosas. Yo intento decir, cuando intervengo, tanto en palabra como por escrito, que debemos evitar lo que ellos quieren conseguir. Por ellos me refiero a determinadas gobernanzas, a sus terminales mediáticos y a alguna fuerza política.
¿Qué quieren conseguir? Que la Iglesia esté callada y no aparezca. Yo me rebelo contra este mutismo impuesto y contra esta invisibilidad de catacumba. Y por tanto, siempre que puedo, hablo. Creo que deberíamos tener esta especie de proactividad para decir que tenemos algo que decir y tenemos algo que mostrar además de pedir perdón, que una vez que lo hemos hecho ya está bien. Porque si estamos continuamente pidiendo perdón hemos caído en ese bucle por el que continuamente nos han metido en esa especie de espiral de la que no sabemos salir.
Una palabra bien dicha y un ejemplo humildemente testimoniado puede ayudar a la sociedad a evitar la focalización interesada por parte de algunos gobiernos, de algunas administraciones y sus terminales mediáticos.
P-¿Qué opinión tiene usted sobre la auditoría que realizó el despacho Cremades por encargo de la Conferencia Episcopal?
R-Es un tema complejo. Se comenzó diciendo que todo era pro bono y ha costado un buen dinero. Nosotros nunca hemos puesto ni trabas ni hemos dado consignas, pero la metodología en ellos cambió y no para bien y el resultado no ha sido ni sereno ni gozoso.
Tenemos varios informes Cremades según las épocas y según iba adelante la investigación y tenemos mucha información que se emanó desde ese despacho por la gente extraordinaria que en él trabajó y la información que tenemos nosotros mismos a través de nuestras oficinas de información.
Eso nos ha dado lugar a ese documento que está próximo a salir y será nuestra confesión general de cómo está la cosa. Lo que ha sido, lo que hemos hecho y lo que nos proponemos hacer.
P-¿Y sobre el informe de Gabilondo?
R-Gabilondo ha dependido de una encuesta, con el sesgo que tiene una encuesta parcial. También hemos dicho que el Defensor del Pueblo no está para estas cosas y menos para abordar la fiscalización de una institución como la Iglesia por mucho que le haga el encargo el Parlamento Español.
Nos parecía un abuso indebido del que hemos dado cuenta. No obstante, en lo que hemos podido colaborar con él, hemos tenido la altura de miras de hacerlo, críticamente, pero lo hemos hecho. Lo que ocurre es que el resultado al que ha llegado Gabilondo tiene este sesgo de parcialidad y de intencionalidad que es político.
P- La semana pasada asistimos al amago de dimisión del presidente del Gobierno Pedro Sánchez. ¿Le preocupa la situación política en la que se encuentra España en estos momentos?
R- Profundamente. La política, en el modo que tenemos los cristianos de abordarla, y también desde el magisterio de la Iglesia y de los grandes papas, es una forma preciosa y eximia de la caridad, que no es cualquier cosa. La buena política es una manera de ejercer la caridad. Porque la buena política es tratar de poner lo mejor de ti en una gobernanza de personas distintas, de pueblos diversos, con todos los matices que hay de territorios, de lenguas, de culturas y tradiciones.
Que aparezca un político que sepa aunar la diversidad sin uniformarla, me parece que es un gesto de caridad. Ahora, en este momento, ¿por qué me preocupa la política en España? Porque está destrozada. Porque cuando la política toma la mentira como arma y como gobernanza, toma la insidia para reabrir heridas, toma la falsedad para reescribir una historia que no sucedió, toma la división en una confrontación que nos enfrenta, es enormemente arriesgado.
Y cuando además esta política, en nombre de una modernidad pretendida y de un progresismo así promulgado, se está cargando la vida del no nacido, la vida del terminal y la vida del que está en el medio de estas dos citas.
Cuando estás cargándote la familia; cuando estás manipulando la educación, (educación para la ciudadanía es manipulación para la ciudadanía); cuando estás pervirtiendo tóxicamente a los adolescentes, incluso a los niños, con cursos que son no solamente obscenos o pornográficos, sino destructivos, dando pie después a determinadas leyes que destruyen la persona de modo irreversible en algunos de los casos.
Si esto es hacer política, con el desprestigio internacional en el que está en este momento España, yo en esta política no creo. Entonces, yo como ciudadano y como cristiano, por lo menos tengo que decir sin que se me acuse de estar haciendo bulos, que vamos mal.
Estamos en un momento crítico y muy delicado. Quiera el Señor ayudarnos para entre todos poder reconducir esta situación que se está yendo de las manos.
P-No son pocos los católicos preocupados por la situación del Valle de los Caídos y la posible expulsión de los Benedictinos. ¿Está haciendo la Iglesia todo lo posible por defender la Basílica y a los monjes?
R-Algunos hacemos cosas, además de estar cerca de esos queridos benedictinos, con los que me honra una amistad grande ya de hace tiempo.
La Basílica del Valle de los Caídos, que no es el Valle de Cuelgamuros, que ahora se ha vuelto a reinventar, tiene una dependencia y una protección internacional desde la Santa Sede, porque la crea Pío XII.
Y luego está en un ámbito territorial diocesano que es la Archidiócesis de Madrid. De tal manera que el Arzobispado de Madrid y la Santa Sede tienen una palabra que decir.
Yo entiendo que a pesar de las amenazas (del Gobierno) si puede llevarla a cabo y completarla (la expulsión de los Benedictinos) lo harán, pero no lo tienen tan fácil, porque van a pisar algunos derechos internacionales amparados por las leyes entre el Estado español y el Estado Vaticano. Pero si lo pueden lo harán.
Ojalá que nosotros tuviéramos un poquito más de audacia, de libertad y de apoyo explícito para decir de parte de quién estamos. Estamos al lado de una comunidad benedictina que está allí desde que llegó para orar precisamente por la unidad de los pueblos de España, para evitar una confrontación bélica que nos enfrentó en una guerra a los hermanos, para pedir por todos los que cayeron de cualquiera de los bandos, para suturar heridas y no para reabrirlas. Esa es la función de la abadía de la Santa Cruz del Valle de los Caídos y de esa comunidad de benedictinos.
P-En junio se celebran las elecciones europeas, ¿son legítimas todas las opciones políticas para un católico?
R-No, pero es que no hay ninguna formación política que recoja nuestra tradición. No hay ninguna formación cristiana y la doctrina social de la Iglesia. Ninguna. Por tanto, no hay ningún partido político que sea el brazo político de la Iglesia católica. Sí que hay cristianos en política. Pero claro, no todos los partidos están igualmente de cercanos o de distantes a lo que decimos tradición cristiana y doctrina social de la Iglesia.
Quienes más cerca estén de esa frontera moral, pues yo veré con simpatía, sabiendo que no me representa en todo. Y quien más se distancie será al que volveré a no votar y hay algunos que nunca he votado jamás y no lo pienso hacer.
¿Por qué? Pues por la distancia y la diferencia insalvable entre lo que yo creo moralmente desde mi tradición cristiana, desde la doctrina social de la Iglesia y por tanto ante esta vieja Europa de raíces cristianas mal regadas.
Cuando tengo que hablar de Europa digo que es un viejo continente de raíces cristianas pero mal regadas. Desde la Iglesia Católica tenemos que recordar que ha habido, mandatarios y gobernantes que sí que han hecho política desde sus convicciones cristianas en un pluralismo abierto porque plural es la sociedad.
Hemos tenido los que llamamos fundadores de Europa como Adenauer, Schuman y de Gasperi. Los tres eran cristianos profundamente católicos y fueron capaces en un momento post-bélico de la Segunda Guerra Mundial de hacer una propuesta que ha tenido tantos vericuetos y demasiados meandros.
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