viernes, 8 de diciembre de 2023

''Ave María Purísima''. Por Joaquín Manuel Serrano Vila


Celebramos la solemnidad de la Inmaculada Concepción, día grande en todo el orbe católico con especial énfasis en nuestra Nación, que nos gloriamos de tenerla por Patrona debido a la defensa que desde tiempo inmemorial los españoles demostramos sobre lo que finalmente la Iglesia declaró como dogma de fe hace 169 años. María siempre ha estado con España, y España siempre ha estado con María. Cuantísimas gracias, milagros y dones ha recibido nuestra Patria por su intercesión, sin olvidar el emotivo relato que hoy será recordado en tantos lugares de nuestro territorio del famoso milagro de Empel dela noche del 7 al 8 de diciembre de 1585:

Allá en tierras de Flandes, el Tercio del Maestre de Campo Francisco Arias de Bobadilla, con tan sólo cinco mil hombres, combatía en la isla de Bommel, situada entre los ríos Mosa y Waal. Estaban rodeados por un centenar de barcos repletos de hombres armados que les superaban con mucho en número. El almirante Hohenlohe-Neuenstein les ofreció rendirse ante la situación de arrinconamiento en que estaban, a lo que Bobadilla respondió: «Los infantes españoles prefieren la muerte a la deshonra. Ya hablaremos de capitulación después de muertos». Empezaron a cabar trincheras y encontraron en plena faena una tabla-icono de la Purísima de rasgos flamencos a la que hicieron una procesión y levantaron un altar para suplicar su auxilio. Esa noche se obró el milagro: las aguas de los ríos se congelaron y los españoles pudieron "caminar sobre las aguas" (nunca mejor dicho) y tomar por sorpresa a los enemigos mientras dormían plácidamente, seguros de su victoria, los cuales fueron diezmados por los españoles. Fue tal la victoria, que el superior enemigo exclamó: «Tal parece que Dios es español al obrar tan gran milagro». Es pues hoy también un día para pedir por el ejército español y en particular por "la fiel Infantería"...

Pero más allá del hecho de Empel, hemos de tener muy presente qué es lo que estamos celebrando: la Inmaculada Concepción de María. Y hay quien pueda pensar que como se proclama el evangelio de la Anunciación-Encarnación es eso el punto central de esta solemnidad, y no es así. La "Inmaculada" significa que María ya en el mismo segundo en que fue concebida por sus padres San Joaquín y Santa Ana de modo natural, ya el Señor la había preservado de toda mancha de pecado original. ¿Y eso cómo se explica? Es un misterio para nosotros, ciertamente, pero un religioso lo ha resumido de forma muy concisa: Dios que «lo pudo, evidentemente, y lo quiso. Así pues, si lo quiso, lo hizo». Parece un cierto trabalenguas, pero es muy sencillo: fue proyecto explícito del Creador preservar a María permaneciendo libre de todo pecado, así por las entrañas purísimas de Nuestra Señora llegó a nosotros el Cordero inmaculado que redimirá el pecado del mundo.

Este tiene que ser un día de gozo para los católicos, y si encontráis personas que se dicen ser tales pero que no reconocen esta verdad de fe, es que no son realmente católicos sino a lo sumo protestantes. Recuerdo a un sacerdote querido ya difunto cuyo recuerdo tuvimos presente ayer en la intención de la misa, víspera de esta Solemnidad, D. Luis Marino, que me contó uno de sus mayores disgustos de cura rural cuando estaba en Villayón y le encargaron la parroquia de Ponticiella. Allí el día de la fiesta de la Virgen de las Virtudes predicó un sacerdote natural del lugar, el cual dedicó toda su homilía en explicar que María no era Inmaculada, sino que era una mujer normal y corriente que tenía relaciones, aciertos y pecados como cualquier mujer. El titular de la Parroquia antes de terminar la celebración tomó la palabra para defender el dogma de la Purísima Concepción corrigiendo algunas expresiones del anterior, lo que fue considerado para los amigos y parientes del cura nativo como una ofensa, por lo cual elevaron queja al entonces Arzobispo de Oviedo Monseñor Díaz Merchán. Ese verano D. Luis Marino fue cesado como cura de Ponticiella, pero él llevaba siempre muy a gala haber defendido el dogma de la Concepción Inmaculada de María, a pesar de haberle costado el puesto bastante torpemente. El Papa Benedicto XVI respondió con su habitual sabiduría a los que predican contra la verdad de la Inmaculada mostrando su ignorancia, pues afirmaba el Papa Ratzinger que el fundamento bíblico de este dogma se encuentra en las palabras que el Ángel dirigió a la muchacha de Nazaret: «Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo» (Lucas 1, 28): «Llena de gracia»; en el original griego «kecharitoméne», es el nombre más bello de María, nombre que le dio el mismo Dios para indicar que desde siempre y para siempre es la amada, la elegida, la escogida para acoger el don más precioso: Jesús, «el amor encarnado de Dios» (Homilía 08/12/2006).

Nuestros mayores y antepasados creían en esta verdad  que, por otra parte, es de sentido común: ¿Cómo iba a nacer el Mesías de alguien con pecado? ¿Cómo puede haber personas incluso desde "dentro" que ofendan de forma tan grave al Señor faltando incluso al honor de su Madre Santísima?... Aún muchos recordaréis cuando en España el saludo al abrir la puerta, para llamar a una vecina a la ventana o responder al teléfono era precisamente la jaculatoria del Ángel: ''Ave María Purísima'', incluso se colocaba ésta con su imagen en los dinteles y jambas de los portales o en la entrada del hogar... Cada vez que decimos estas palabras en público ganamos una pequeña indulgencia, hacemos sonreír a María, pero, sin duda, alegramos a Nuestro Señor, pues lo que más ensancha el corazón de un hijo es que ensalcen el buen nombre de su madre. Nosotros hemos de defender esta verdad hoy que tan atacada es la pureza y la virginidad, ahora que nuestro mundo pansexsualizado nos pretende imponer una nueva moral, y está de moda en corrientes pretendidamente liberales que resultan "progresaurias" ridiculizar la verdad de la virginidad de María y promulgar entre adolescentes la promiscuidad indiscriminada, debemos pedir a María Santísima que nos enseñe a decir no al pecado, a no acostumbrarnos a vivir en la mediocridad ramplona de los nuevos dogmas impuestos por los hijos de las tinieblas, y a crecer en gracia a ejemplo de la "Toda sin pecado": Ave María Purísima: sin pecado concebida. 

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